viernes, 12 de agosto de 2011

Elecciones primarias.

El significado de las elecciones primarias de agosto, su incidencia en el sistema político y en la democracia argentina.

Por primera vez en la historia argentina el 14 de agosto se concretarán las elecciones primarias que pretende, dado los objetivos que se planteó en su momento la reforma política, ser el puntapié inicial de una mayor democratización de las estructuras políticas e institucionales a partir de una también mayor participación de los trabajadores en lo relativo a las decisiones que nos competen a todos como colectivo social. Desde esta perspectiva, las elecciones primarias de este mes son parte central de un nuevo sistema, mucho más democrático, de selección de candidaturas para cargos electivos nacionales y de habilitación para los diversos partidos y alianzas políticas que busquen competir por esos mismos cargos. Es que las elecciones primarias aumentan la legitimidad social de los candidatos lo que implica mayor transparencia y democratización de las diversas estructuras de los partidos y organizaciones políticas. Por otro lado, me parece que este nuevo sistema de internas abiertas y obligatorias son parte de un esquema que fortalecerá a los partidos y organizaciones políticas como herramientas de participación y de poder popular desde el momento en que simplemente conlleva más transparencia, participación y democratización. Es que más allá de los acuerdos celebrados puertas adentros por conciliábulos partidarios, que en la mayor parte de los casos son poco representativos de los intereses de las mayorías, incluso de los miembros de sus partidos, que desde hace un tiempo buscaron evitar las internas, las elecciones primarias son obligatorias para todas y cada una de las agrupaciones aún cuando postulen una sola lista de precandidatos, dado que esas mismas elecciones son el único método válido y habilitante para seleccionar candidatos, partidos y alianzas. En otros términos, aunque los partidos políticos o las agrupaciones y alianzas decidan de antemano quiénes serán sus precandidatos, son finalmente los trabajadores habilitados para votar quienes deciden entre los mismos. Este nuevo método de elecciones primarias así implica una mayor participación, compromiso y más democracia porque impide que los precandidatos que sean derrotados en una elección primaria compitan posteriormente en las elecciones nacionales y, además, evita la proliferación de listas sin una representación efectiva. Las listas testimoniales digamos.
Lo anterior conlleva que las elecciones primarias sientan las bases para una estrategia política de mayor participación, de mayor transparencia, movilización y de conciencia de los trabajadores en la medida en que se hacen partícipes de otras formas de participación que eventualmente ayudan a construir herramientas políticas nuevas que reivindican el régimen nacional y popular como una respuesta dialéctica a la ceguera del propio capitalismo y su mundo de mercancías que hoy se manifiesta en pérdida de empleos y en una brusca caída de las formas de vida tanto en los pueblos del sur como en los países centrales que controlan el comercio global. Hoy nos encontramos ante la ruina de un experimento social, cultural, económico y político que nos llevó por un camino bastante cruel, sembrado de las barbaries típicas de un mercado que se rige exclusivamente por los intereses del capital entendido a partir de la primacía del derecho a la propiedad exclusiva sobre los medios de producción, entendido inclusive en términos de un individualismo que reniega de todo contenido e intereses colectivos, de darwinismo social y un nacionalismo de derecha que solo podía derivar, en el mejor de los casos, en el populismo que actualmente se erige, por lo menos en los países centrales, (donde el neoliberalismo continúa haciendo de las suyas) en una guerra de civilizaciones y en un delirio racial que condujo, por ejemplo en países como Francia, a la expulsión de las poblaciones de gitanos. Entonces, si estamos de acuerdo en que estos procesos solo pueden evitarse a partir de más y mejor participación, a través de más movilización y gestión de los trabajadores (…) el sentido y la lógica de las elecciones primarias es bastante más importante de los que muchos suponen en la medida en que reivindica la participación de las mayorías. Tampoco no es un tema de menor cuantía si consideramos la profundidad de la crisis de representación de los partidos políticos históricos y tradicionales tanto en los países centrales (con sus democracias cada vez más ausentes en términos concretos, de mejoría de la calidad de vida de sus trabajadores) como en nuestros países donde, a pesar de la instauración democrática de los regímenes populares, esa crisis de representación y el surgir de otros nuevos partidos o alianzas que buscan ponerse a la altura de los cambios, es una realidad. Por supuesto, también es el caso de Argentina donde la crisis de representación de los partidos políticos va desde los radicales pasando por el PJ hasta la izquierda tradicional y los diversos engendros del progresismo de ciertos sectores políticos medios que terminan aplaudiendo a sus propios verdugos.
Tampoco es un tema menor si consideramos que, en ese mismo contexto de crisis de representatividad, las estructuras políticas tradicionales en muchos casos están ancladas en lo más rancio del régimen, en los peores defectos de la burocracia y en la degradación de intereses e ideologías que alguna vez expresaron. Por eso, es necesario una fuerza política que se construya como alternativa política a los antiguos vicios de estas estructuras sin dejar de nutrirse de esas mismas identidades históricas. En ese aspecto, un frente político mayoritario, democrático, transversal y decididamente popular, es una nueva fuerza que sin renegar de los valores de la igualdad, la fraternidad, la soberanía y la cultura popular, la independencia política y económica, se alimenta de las más diversas tradiciones y culturas políticas que conforman el campo nacional y popular de Argentina. En ese sentido, el peronismo es uno de los ejes centrales de esa gran fuerza que no termina de nacer, que busca la alegría del reencuentro de la política con los sectores populares y que intenta construir un mayor grado de libertad para todos.
Ese frente político que es transversal y popular implica que vengas de la tradición política que vengas, siempre que esa tradición sea representativa de los sectores populares, hay un lugar para militar en favor del cambio, en favor de los trabajadores porque la transversalidad y la cultura popular, el gobierno de Cristina y las diversas fuerzas políticas, sociales y culturales que lo componen, que le dan determinado sentido y sustento político e ideológico a los importantes cambios que se consolidaron estos años, desde el 2003 en adelante, son parte de fuerzas, organizaciones y partidos políticos o alianzas que se nutren dialogando con la historia de los trabajadores. Por lo mismo, el peronismo hace mucho que traspasó las fronteras de las estructuras del PJ para manifestarse en otros tantos lugares, de diversas maneras a través de múltiples acciones políticas en favor de la cultura popular. Entonces, más allá de las elecciones primarias, lo que aún nos falta al interior de los partidos, en el propio peronismo como principal movimiento popular, es un profundo debate respecto a qué es ser peronista en este nuevo siglo, qué es reivindicar la cultura popular, cuáles son los valores de ésta o que opciones políticas son necesarias en la defensa de los intereses de los trabajadores argentinos (…) Nos debemos ese debate porque actualmente cualquiera se dice peronista a pesar de que muchos de esos dirigentes y líderes, que se dicen peronistas, a su vez son capaces, sin ningún tipo de escrúpulos, de coquetear políticamente con los sectores dominantes. La polarización política que en ese sentido trajo aparejado el gobierno de Néstor Kirchner primero y de Cristina después, las tomas de posiciones de diversos dirigentes que se dicen peronistas, nucleados principalmente en el peronismo federal, son un ejemplo paradigmático al respecto. Me parece que el debate inaugurado por el propio Kirchner en el 2003 tendría que permitirnos ese debate para desde ahí construir una nueva fuerza política acorde a esas mismas discusiones y las estrategias más eficientes en la profundización y defensa de los intereses populares.
Por otro lado, la ley sobre las elecciones primarias nos dice que sólo podrán presentarse en las elecciones nacionales de octubre, donde se elige quien nos gobernará los próximos cuatro años y donde además se juega la profundización del régimen nacional y popular vigente, las alianzas o los partidos políticos que hayan conseguido- sumadas todas y cada una de sus listas de precandidatos- un mínimo equivalente al 1,5% de los votos válidos emitidos en el distrito y para la categoría en la que pretendan competir. Tanto los partidos como las alianzas que no alcancen ese mínimo del 1,5% en uno o más distritos de los 25 que componen el país no podrán disputar un lugar en el Congreso de la Nación. En el caso de los máximos cargos a disputar, es decir, a presidente y vicepresidente, también deberán reunir- como mínimo- el 1,5% de los votos válidos pero esta vez en todo el país. En los hechos, pasada una década de la crisis de diciembre del 2001, que además de arrasar con los intereses de los trabajadores, con sus empleos o ahorros, arrasó también con la legitimidad de los partidos tradicionales bajo una consigna tan clara y brutal como el que se vayan todos, las dudas que exhiben las diluidas estructuras tradicionales y sus triquiñuelas para evitar las primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias, en especial los partidos de la oposición, no hacen más que mostranos sus casi nulas capacidades para adaptarse a las nuevas demandas políticas y sociales que implican las importantes acciones transformadoras del gobierno de Cristina Fernández.
Los opositores ya no están a la altura de las circunstancias políticas actuales porque todas las cuestiones relativas a la comprensión colectiva o individual, su cultura, los valores y la ética que reivindican no consideran los objetivos que tengan que ver con la inclusión social, con el bien común y la buena vida, la mía y la nuestra, o por lo menos una vida que no sea fallida y deplorable. Mientras tanto, cada uno de nosotros, quienes creemos en el libre desenvolvimiento de las facultades de los hombres, de la cultura y los valores populares, el gobierno y los diversos sectores y sujetos sociales, políticos y culturales que lo apoyan y le dan sentido y trascendencia, en tanto, esperan confiados el debut del nuevo esquema de las elecciones primarias que busca dar mayor relieve y solidez social a la democracia basada en la inclusión de las mayorías. Aunque nadie tenga la capacidad política para pronosticar las decisiones que tomará el electorado nacional, es más o menos racional pensar que el apoyo político que recibirá la candidatura de Cristina en la Provincia de Buenos Aires sumado al interior del país será más que suficiente para limitar las posibilidades de una oposición fuertemente ineficaz, dispersa y totalmente superada por la realidad y por la historia reciente. Ni siquiera en las filas de Alfonsín, de Duhalde o de Binner- los tres candidatos con más chances del arco de la oposición- se ilusionan con ubicarse por encima del 25% porcentaje que claramente supera la Presidente. Así, tanto en agosto como en octubre se juega si Argentina sigue avanzando en los necesarios cambios o si retrocede a otras épocas, a los tiempos del neoliberalismo y sus crisis, sus banalidades, herencias y consecuencias. Para seguir avanzando en ese sentido, se vuelve necesario que Cristina sea reelecta para de esa manera enfrentar a todo ese arco de partidos y de organizaciones opositoras que, si bien presentan distintos candidatos, tienen el proyecto común de no tener proyecto, o mejor aún, de insistir en un proyecto neoliberal que simplemente nos invita a volver al pasado, a esa Argentina de las materias primas, esa que es primaria y exportadora, de los grandes monopolios, de una democracia para pocos y de recetas que ya fracasaron por conducirnos a la exclusión, marginación y el desempleo de las mayorías.
Sería importante que frente a estas elecciones primarias, todos y cada uno con su voto, tome conciencia de que se construye el futuro, un gobierno nacional, soberano y popular que necesita de todo nuestro apoyo y que solo sus candidatos, sus dirigentes y líderes, simbolizados en primer lugar en la figura de Cristina Fernández, son los auténticos garantes de continuidad de una democracia que va mucho más allá de la simple rentabilidad económica en términos neoliberales, que va más allá de la vorágine y la locura de un sistema comercial y económico, que basado en el automatismo del mercado, nos plantea una estabilidad, un crecimiento y un desarrollo solo relativo a una lógica mercantilista que bajo ningún aspecto es opción de futuro.

Referencias bibliográficas:

Hbermas, Jurgen: “La necesidad de revisión de la izquierda” Editorial Tecnos S. A, Madrid, España, Segunda edición, 1996.
Bencivengo, Gabriel: “Por cuánto ganará Cristina”. Publicado en Miradas al Sur de la edición del 31 de julio del 2011.
Carpineta, Gisela: “Martín Sabbatella: “Se define si avanzamos o no” Publicado en Miradas al Sur de la edición del 31 de julio del 2011.
Carpineta, Gisela: “Fernando Chino Navarro: Es bueno ir con distintos candidatos” Publicado en Miradas al Sur de la edición del 31 de julio del 2011.

Autor: Alfredo A. Repetto Saieg.

Noticias internacionales

Los estudiantes de Chile no aflojan

Alrededor de 150 mil jóvenes y profesores volvieron a marchar por las calles de Santiago exigiendo una educación gratuita y de mayor calidad. El presidente Sebastián Piñera no da respuestas y su imagen decae cada día más.

Las cacerolas volvieron a resonar anoche por todo Chile, en el cierre de una jornada iniciada con barricadas pacíficas y coronada a partir del mediodía con una multitudinaria marcha estudiantil, que contó con una concurrencia que las agencias internacionales de noticias calcularon entre 120 mil y 150 mil personas (60 mil para la policía). En medio de la seriedad de la protesta, políticamente decisiva para el gobierno de Sebastián Piñera, los jóvenes se expresaron con alegría e imaginación, con parodias, bailes y consignas humorísticas. Al atardecer, pequeños grupos de encapuchados que fueron repudiados por las gremiales estudiantiles, irrumpieron con sus piedras en las cercanías del palacio presidencial de La Moneda y provocaron violentos incidentes.
Los jóvenes y los docentes hace tres meses que reclaman una política educativa que garantice la gratuidad y la calidad de la enseñanza. Con ese programa de acción, el paro y marcha de ayer fueron una escala más en una estrategia que incluye la ocupación de institutos de todo el país, protestas callejeras y huelgas de hambre. Una encuesta conocida ayer dice que el 69,9% de los chilenos respalda la estrategia estudiantil. El presidente del Colegio de Profesores, Jaime Gajardo, se sumó ayer a la propuesta estudiantil de convocar a un plebiscito que dirima las diferencias con el gobierno.
“Promovamos un debate nacional que encauce este proceso y que sean los ciudadanos los que determinen con qué proyecto se quedan, si con el oficialista o con el que promueven los movimientos sociales. Eso es lo que hay que resolver”, dijo Gajardo. Ante la demanda de las mayorías, el gobierno respondió con un plan que no responde a las demandas y mantiene el régimen de lucro que ha hecho de la educación chilena la más privatizada y cara del mundo, según un estudio imparcial divulgado por la Organización de Comercio y Desarrollo Económico (OCDE).
Los estudiantes insisten en la necesidad de dialogar. “El gobierno debe entender que el país quiere una educación gratuita y de calidad”, dijo la líder universitaria Camila Vallejo, con la expectativa de que Piñera haga una nueva propuesta. Pero el presidente, según su vocero Andrés Chadwick, dijo confusamente que está abierto al diálogo pero que enviará sus propuestas directamente al Congreso, sin consensuarlas con las partes involucradas. Piñera, con un nivel de aceptación reducido al 26% de la sociedad, no tiene mayoría propia en el Congreso y apuesta a un casi imposible pacto de gobernabilidad con la oposición.
Piñera no logra abrir puentes con la oposición, que tiene esa mayoría pero que también cuenta con un apoyo que toca el mínimo histórico del 20%. El conflicto social, que tiene de trasfondo esa manifiesta crisis de representación política, está obligando al presidente a negociar reformas políticas, sociales y civiles que dividen a sus propias filas: una reforma del sistema electoral y el proyecto, enviado ayer al Congreso, por el cual se reconoce a las parejas homosexuales. “Presidente, está legalizando el pecado”, le recriminó el senador Juan Antonio Coloma, presidente de la Unión Demócrata Independiente, el mayor partido del oficialismo.

Fuente: Diario Tiempo Argentino de la edición del 10 de agosto del 2011.

Tambalea la economía global.

Si continúa la defensa del interés de los bancos, del capital financiero ficticio, el debilitamiento de la economía real sigue su curso. Y con su avance continuado el ritmo de la crisis se incrementa. En ese punto exacto estamos.

Pum para arriba, las bolsas del mundo rebotaron tras la debacle. Los comentaristas hablarán de “alivio”, pero la marcha del serrucho financiero sigue su curso, aunque la Reserva Federal haya anticipado que la tasa de interés continuará clavada hasta 2013, en un 0,25% anual. La tasa de interés que pagan los bancos, no la que pagan sus clientes, claro.
En el ínterin, 32 mil millones de dólares en títulos de la Reserva Federal han sido subastados sin mayores inconvenientes, alimentando así el rebote. Ese sigue siendo un refugio para el mientras tanto. Igual que el oro. Eso sí, el oro superó holgadamente la barrera de los 1700 dólares la onza troy. Conviene no equivocarse, tomar el comportamiento de las bolsas por el de la economía real suele ser uno de los peligrosos pasatiempos de los asesores financieros. Existe una relación entre una cosa y la otra; se trata de recordar cuál es.
Avancemos con cautela. Los crujidos recesivos de la crisis estadounidense terminaron aterrando a las bolsas del mundo entero. Standard & Poor’s hizo saber que el rey está desnudo, al recalificar la deuda soberana de los Estados Unidos AA+, en lugar de su histórico AAA. Ese modesto signo demostró que el mundo real existe. Pese a que Barack Obama, con acento latinoamericano, apostrofó el comportamiento de la calificadora de riesgo, los mercados globales hicieron saber que hasta esa evaluación resultaba, a su juicio, excesivamente optimista. Por eso se derrumbaron el lunes, al tiempo que la marcha descendente de los títulos de la deuda pública europea no tranquilizaba a nadie. Y ni siquiera alcanzó que el Banco Central saliera a comprarlos en masa. El banco que puso tan duras condiciones para el refinanciamiento de la deuda pública griega acabó apostando en el casino financiero que esos títulos no terminarán siendo papel mojado. Aun así, el contagio entre ambos términos, entre la sacudida recesiva estadounidense y la crisis financiera europea, potenció la debacle común.
Es que era casi imposible esperar otra cosa, con tan alto nivel de empapelamiento de los mercados financieros. Para que se entienda, al decir de los especialistas monetarios la relación entre la economía real y sus representaciones en papel supera el 40 a 1 en el mundo entero. Es decir, por cada dólar atado al proceso productivo, 40 recorren disfrazados de títulos y valores los volátiles mercados financieros del mundo.
Ese es el punto. Siempre existe un desvío entre el motor productivo real y sus representaciones financieras. Pero mientras esa distancia no supera un cierto rango, la tensión entre un polo y el otro mantiene la actividad económica en funcionamiento. La valorización de los papeles se asienta sobre el crecimiento de los activos reales, sobre el incremento de la productividad social del trabajo. Cuando esto no sucede, los bancos, para conservar su tasa de rentabilidad, “inventan” negocios apalancados. Nuevos papeles que “defienden” los viejos. Si el negocio funciona en las pizarras, nuevos dólares producidos por la actividad económica real huyen hacia la rentabilidad financiera. Sólo si la actividad productiva real crece más rápido que el drenaje, la cosa sigue funcionando. De lo contrario, el costo de mantenimiento de la burbuja financiera termina por agotar las posibilidades de la economía real, y eso es lo que está sucediendo ahora. Entonces, si continúa la defensa del interés de los bancos, del capital financiero ficticio, el debilitamiento de la economía real sigue su curso. Y con su avance continuado el ritmo de la crisis se incrementa. En ese punto exacto estamos.

Los efectos internos.

El Merval de Buenos Aires también se comporta según la lógica financiera globalizada. Con una diferencia sustantiva, la economía real de la sociedad argentina no sigue el mismo rumbo. Antes que nada, la Bolsa de Valores mueve unos 25 millones de dólares diarios. Esa solo cifra delata su falta de significación macroeconómica. No son los pasillos de la Bolsa el camino que recorren los grandes negocios en la Argentina.
En rigor, la marcha de la crisis global se verifica en la cotización del dólar. La presión vendedora que soportó ayer el Banco Central (liquidó 230 millones de dólares para conservar la paridad cambiaria) muestra que los excedentes de las empresas buscan liquidez verde para marchar en busca de negocios financieros rentables. Y todo lleva a pensar que esos negocios no se realizarán dentro del mercado nacional.
Al mismo tiempo, la caída de los precios internacionales de los commodities terminará por reducir las ganancias extraordinarias de la producción agraria. Por cierto no se trata de una noticia terrible, sólo que la capacidad de compra del sector, fuertemente acrecentada en los últimos cuatro años, tenderá a valores mas próximos a la rentabilidad histórica. Y eso es todo, por el momento.

Fuente: Horowicz, Alejandro. Publicado en Tiempo Argentino de la edición del 10 de agosto del 2011.