sábado, 4 de diciembre de 2010

Foto de la semana:

Links de interés.

2 de Diciembre. Inauguración centro de salud 24 horas Lomas de Zamorapor la presidenta Cristina Fernández de Kirchner:


Hillary Clinton se comunicó con Cristina y le “dio explicaciones” por los cables filtrados por Wikileaks:



Chino Navarro: "Apostamos a que la Corriente sea un instrumento superador":


  Wikileaks: Traducción completa del primer cable sobre Argentina:




Análisis político de la semana:


Balance institucional del 2010.

Este año del Bicentenario, Argentina como país tuvo una serie de hechos políticos muy trascendentes. Primero, los festejos del Bicentenario a pesar de los agoreros de la oposición que quisieron meternos miedo para opacar los doscientos años de vida independiente por lo menos en términos formales, como les gusta precisamente a los sectores y los grupos política e históricamente dominantes y económicamente muy concentrados en cada uno de sus mitos, con sus fábulas y verdades, siempre defendiendo intereses foráneos que tienen que ver más bien con otros modos de hacer política, incluso con otra cultura y con otros valores. Por eso, en la medida en que defienden los intereses de los sectores dominantes a nivel global, de los que controlan los centros del poder del propio sistema comercial globalizado en términos neoliberales, desde siempre intentaron trasladar su régimen agrario, de exportación de materias primas, a nuestros países convirtiéndonos así en colonias de unos y de otros. Desde Méjico hasta el cabo de Hornos, la historia siempre fue la misma, la historia de nuestros países convertidos en territorios que fueron entregados en feudos y en mercedes a una reducida minoría de élites. Así siguieron las cosas incluso después de los procesos de independencia y después de muchos años de dominio y de fuerte control, con algunos honrosos paréntesis de soberanía y de regímenes populares (que no tienen nada que ver con el populismo) Latinoamérica en general y Argentina en particular empezó a ponerse de pie más o menos de manera definitiva. Por eso, los festejos del Bicentenario nos encontraron en otra situación, en un futuro que llega porque si bien todavía el país cuenta con la mayor parte de sus tierras productivas bajo el patrimonio de las élites, ahora el régimen político busca fomentar la producción y la soberanía nacional, la inclusión y la generación de empleo y actúa en consecuencia. Entonces, la tierra de las provincias y los territorios agrícolas como los de Buenos Aires o de Córdoba, de La Pampa o Santa fe pronto, es cuestión de tiempo, dejaran de ser parte de la especulación y del peculio particular para defender la soberanía alimentaria de los trabajadores. En estas nuevas circunstancias históricas, de mayor soberanía y de inclusión, es evidente lo que significó la muerte de Néstor Kirchner y la transferencia que se hizo hacia Cristina Fernández. La sensibilidad y la empatía que tuvo la presidente con los trabajadores que salieron a manifestar su apoyo y su dolor fueron notables. En esas circunstancias, la muerte de Néstor nos puso de cara a una nueva relación de los dirigentes políticos, en este caso particular de la presidente, con los trabajadores. Como lo demostraron los festejos del Bicentenario, una fiesta auténticamente popular, el gobierno nacional venía recuperando terreno en los primeros meses del año por, entre otras políticas, los directos beneficios de la asignación universal por hijo y el notable comportamiento del modelo frente a la crisis global iniciada por los países centrales. Sin embargo, la muerte de Néstor y su despedida popular permitió, de alguna manera, que muchos de los trabajadores que tenían vergüenza de manifestar su afinidad política con el kirchnerismo simplemente pudieran expresarlo. A partir de la muerte de Néstor, se hizo visible y evidente que el modelo nacional y popular no solo tenía a su favor amplios sectores de trabajadores organizados y con capacidad de participar y de movilizarse sino que además que el modelo está mucho más sólido por las propias congruencias de sus políticas públicas. En la muerte de Néstor y en las posteriores manifestaciones de apoyo, de fuerza y de dolor, pudimos ver también la alegría del reencuentro comunitario, es decir, la satisfacción y la alegría de saber que hay un mundo que es compartido por muchos y que tiene que ver con valores propios del humanismo. En esta muerte evidenciamos que tenemos un gobierno fuerte, que es capaz de movilizar un arte de poder a favor del bien común, es decir, mucho menos mezquino, un arte de lo posible que, en cuanto representante de los trabajadores, es capaz de representar, de movilizar y hasta de dar explicaciones, mientras que los actores y sujetos de la oposición política cada vez denotan más su impotencia para generar acciones y reacciones políticas democráticas, o sea, constructivas y que vayan más allá de la mera oposición, de poner obstáculos. Es que se saben derrotados, saben que no son opción de gobierno para el año próximo como también saben que Cristina, hoy, es la única candidata viable para el 2011. Por eso se oponen. Esos sectores no tienen nada que perder y por eso no les importa la gobernabilidad. Cristina es la dirigente que más claramente expresa una voluntad de hechos concretos en Argentina, con una lucidez conceptual que no tiene ningún otro dirigente, ni de su partido ni, mucho menos, de los grupos de la oposición. Por lo mismo, la oposición empezó a cambiar su estrategia política durante estos últimos tiempos y, en esas circunstancias, hoy lo que buscan es deslegitimar la política en cuanto arte de transformación de la realidad, de valores y de militancia. Primero fueron contra el poder ejecutivo, luego fueron contra el judicial en la medida en que la Corte Suprema no avalaba sus delirios y hoy se lanzan contra el Congreso con sus ideas de fraude, de corrupción, de ley Banelco y de coimas supuestas. Lo vimos al final del año parlamentario (…) Buscan despolitizar a los trabajadores de la manera más grotesca, apoyando un modelo reformista, de realismo político en sus propios términos, de un progresismo y un populismo que nada tienen que ver con los valores, la cultura y los intereses populares. Por su parte, los sectores del pueblo, con la presidente en la cima, reaccionan y recomponen lazos de representación en todos los ámbitos y de todas las formas posibles, acomodándonos todos en un momento político bastante agitado que tiene que ver con una ficticia intranquilidad producida por los propios opositores que bajo ningún aspecto representan a los sectores mayoritarios de los trabajadores que simplemente buscan, desde siempre, mejores condiciones de trabajo, de calidad de vida. Una crispación que moviliza a unos y otros, tanto a los sectores populares como a la oposición, pero que en el caso de los trabajadores se manifiesta en alegría y en participación política porque responde a lucha por el poder, por la hegemonía y por el control definitivo sobre los intereses de los sectores históricamente dominantes. Lo que estoy diciendo es que, una vez más, Cristina tocó algunas importantes estructuras de poder como, por ejemplo, los mismos intereses concentrados de los grandes medios de comunicación e información por lo que ellos, desde ahora en adelante, buscan construir una realidad armada simplemente porque sienten el peligro de ver sus intereses monopólicos afectados por la acción de un gobierno que no transa contra los valores que son contrarios al de los trabajadores. Inevitablemente, todo esto también trae consecuencias económicas porque los dueños de la palabra en el país son también quienes tienen intereses en la mayor parte de la estructura económica y productiva nacional. Sin embargo, también está muy en claro que el primer proyecto nacional y popular de transformación, posterior a Perón y en favor de las mayorías trabajadores, empezó con la llegada a la casa de gobierno de Néstor Kirchner mientras que, muy por el contrario, la oposición política no quiere evidenciar su idea y proyecto de país porque tiene que ver con una vuelta al neoliberalismo. Es decir, no es que no tengan un proyecto alternativo al régimen político popular, humanista e inclusivo, sino que su proyecto político e idea de país alternativo tiene que ver con la vuelta al neoliberalismo dominante. Entonces, tienen muy en claro lo que están haciendo aunque, por la mezquindad política de ese mismo proyecto, por su conservadurismo y reacción, no están en condiciones objetivas de batallar eficientemente contra la gobernabilidad, la eficiencia y eficacia del régimen popular. Entonces, frente al proyecto nacional y popular aparecen las ideas mezquinas de una oposición que busca debilitar la imagen y la conducción de la gestión popular para imponer nuevamente las premisas de un régimen que eclosionó en diciembre del 2001. En ese contexto, siempre de acuerdo a la lógica de esos grupúsculos, todo vale: reacción política, golpes de mercado, de Estado, políticas inflacionarias y denuncias absurdas e inescrupulosas para denostar la participación de los trabajadores y sus dirigentes.
Ellos, los grupos económicos más concentrados, en esta otra Argentina también tuvieron ganancias más que fabulosas producidas por el desarrollo, reivindicación y defensa de un modelo de consumo basado en la producción y consumo interno, sin embargo, no están dispuestos a acompañar, no están dispuestos a invertir a favor del nuevo régimen de producción porque simplemente no están dispuestos a distribuir sus riquezas porque en ellas se basa su poder real de presión y de condicionamiento. En ese contexto se entiende la crispación de esos grupos políticos, su ineficiencia incluso para oponerse a medidas de alto impacto social, porque los gobiernos surgidos a partir del 2003 como fruto de la crisis neoliberal se plantaron ante los intereses corporativos y monopólicos, defendieron la soberanía nacional frente a los organismos globales de créditos y de comercio y en el camino, como era de esperarse, generaron fuertes conflictos de toda índole con los sectores dominantes que precisamente militan a favor de intereses foráneos que hasta ahora nunca habían sido tocados por las estructuras del régimen político. Lo que también logró este gobierno con sus acciones es reivindicar la militancia y el propio apoyo a un modelo de cultura y de acción política mucho más inclusivo. En otras palabras, ese apoyo al gobierno no surgió espontáneamente con la muerte de Kirchner porque ya existía hace bastante. Quizás se visualizó más porque, en realidad, nada aparece repentinamente porque lo dicen o no lo dicen los medios masivos de comunicación. Esto se hace en el trabajo y en la militancia cotidiana, en la creencia de que los poderes establecidos pueden ser transformados enfrentándose al poder y la lógica de las minorías porque lo que reivindica la militancia es precisamente la lucha de las mayorías a favor de los intereses de ésta, a favor de una lógica mucho más racional por el simple hecho de que reivindica las necesidades más urgentes de los propios trabajadores a través de la gestión popular. De hecho, la gobernabilidad es tal, el éxito del modelo nacional y popular es tan contundente que por cada triunfo del modelo, por cada demostración de fuerza, de masividad en la participación y en la movilización de los actores populares, de los múltiples organizaciones y movimientos que lo representan y constituyen, la derecha mediática y los peores dirigentes de ese sector, desde Carrió hasta el peronismo federal y disidente, la presidente responde con presencia, con gestión, con hechos concretos, con la creación de otros derechos, con generación de empleos, les responde con la negociación de la deuda ante el Club de París sin mediación técnica del Fondo Monetario Internacional, con una remontada política y electoral admirable en los índices de aprobación por parte de los trabajadores legitimados principalmente con por lo menos tres actos masivos semanales ante trabajadores tan variados como los de las plantas industriales cordobesas y desde áreas geográficas tan disímiles como Curuzú Cuatiá hasta el conurbano bonaerense más profundo. En otras palabras, contra la impotencia política y el desierto de participación y representación de los sectores opositores, el gobierno popular responde con actos multitudinarios y con muchedumbres vivas. Lo novedoso de estos actos es que no se constituyen por tribunas pasivas porque además la presidenta aparece respondiendo a las diversas consignas, demandas y ocurrencias de esas mismas tribunas, incluso retando buenamente a los políticamente más comprometidos. Hechos, proyectos políticos, ideas, valores, el humanismo más excelso, respaldo popular y una gran consistencia discursiva es lo que se ve en esos actos. Se ve y se respiran nuevos aires, un aire que reivindica el valor de la vida de los trabajadores como máxima del humanismo más comprometido, del peronismo más consecuente. El contraste con la falta de sustancia y de valores de la oposición es pavoroso y lo es más después de un tiempo grotesco en la que a través de falsas denuncias y presiones fueron con todo contra el Congreso para desde ahí denostar a la propia política como acción de militancia transformadora.
En realidad, esta historia empezó el 9 de diciembre del año pasado con el recambio parlamentario que condujo a la conformación del Grupo A, que con la anuencia de 144 legisladores opuestos al modelo popular, tomaron posición en la presidencia de la mayoría de las comisiones de la Cámara de Diputados. En ese entonces prometieron responsabilidad y compromiso con los sectores que los votaron, prometieron un ejercicio político parlamentario ejemplar que, en teoría, sería capaz de cambiar el curso de la acción política a través de vibrantes debates y de la sanción de leyes ejemplares. Sin embargo y luego de pasado casi un año de esos compromisos, de esos hechos, esa lógica de acción política sustentada en la premisa de desgastar al gobierno terminó con el cachetazo a Kunkel que denota una gran impotencia. Esto, a su vez, nos muestra que se terminaron de descomponer los frágiles acuerdos tejidos entre los directivos del Grupo Clarín y los directivos de esos grupos parlamentarios opositores. Entonces, el cachetazo fue una muestra de impotencia política pero también fue una clara decisión política mientras que lo más impresentable del coro de comunicadores y de políticos respecto a ese hecho fue el arco de justificaciones. Desde algunos periodistas que no vale la pena nombrar hasta Mauricio Macri, pasando por Fernando Solanas, no hubo siquiera el más mínimo sentido común frente a una sociedad que da muestras de aceptación creciente a la presidente. No se enteraron de la movilización de apoyo y de dolor en los funerales de Néstor. No se enteraron que muchos trabajadores que hasta hace poco eran discretos o directamente buscaban ocultar su afinidad al gobierno hoy son los promotores de una movilización formidable que acompaña a Cristina. No se enteraron y por lo mismo entre la franja de trabajadores que mantienen cierta distancia del oficialismo, el desconcierto es grande y no se sienten representados por el radicalismo en medio de internas o el macrismo que, por toda estrategia, pudo construir una boda artificial del jefe de gobierno porteño con una elegantísima mujer aristocrática para que los medios de comunicación puedan hacer un festín de fotos de ricos y famosos. Entonces, el Grupo Clarín decidió aumentar a niveles desconocidos la presión sobre la tropa propia y la ajena. Es decir, tensaron la cuerda al máximo mucho antes de que haya elecciones y cuando los trabajadores todavía no logran digerir del todo la repentina muerte de Néstor, que si bien dejó a la presidente en un momento personal de gran dolor, también significó un nuevo e impresionante compromiso con su propia tarea como gobernante. Una explicación válida frente a toda esta crispación, de la impotencia de estos grupos, está en el apoyo mayoritario a la decisión de Néstor y Cristina de impulsar la nueva ley de medios y de ir a fondo contra el monopolio dirigido por Magnetto, Clarín y La Nación que ven cómo se aceleran los tiempos en el caso de Papel Prensa y también en la búsqueda de la identidad de Marcela y Felipe. Para Magnetto, la falta de figuras relevantes entre la derecha política se convierte en un problema creciente y esto está directamente relacionado con un gran triunfo político y cultural del gobierno popular. Pero hay también ciertos riesgos que es necesario considerar porque el fenómeno que se produce con el triunfo del gobierno es el de una multiplicación de la dependencia y de la subordinación política y mediática de los grupos opositores respecto a los intereses y la lógica del Grupo Clarín. Es decir, cuanto menos son en términos de consistencia y de calidad política, mayor es la necesidad de esos mismos grupos de aferrarse a la esfera de lo puramente virtual, algo que en su momento pagó carísimo el Frepaso en los tiempos de la Alianza, que, como Elisa Carrió, dependió también casi exclusivamente de la denuncia y de la falta de propuestas y proyectos.
Lo único que les queda es la denuncia y no pueden ir más allá por sus propias inconsistencias y falta de compromiso político con el bien común. Sin embargo, ante los éxitos de esta nueva realidad, opuesta en demasía a la virtualidad que intentan instaurar esos grupos conservadores, los trabajadores se manifiestan hastiados por las recurrentes profecías de Carrió y una inclinación casi patológica a destruir lo que otros construyen. Hacia dónde marcha Carrió y la oposición más delirante nadie lo sabe. Sí está clara su procedencia: nombrada por decreto en 1979 como asesora de la fiscalía de Estado en Chaco, y ascendida a secretaria de la Procuración del Superior Tribunal de Justicia de la provincia en 1980, sus raíces afloraron cuando criticó lo resuelto por la justicia contra el coronel (R) Luis Sarmiento, que es el padre de la jueza que suspendió el Fondo del Bicentenario, por la presunta participación del militar en casi medio centenar de delitos de lesa humanidad cuando se desempeñó como ministro de gobierno en Misiones entre los años 1976 y 1977. Entonces, la alianza de Carrió con Clarín reconoce otros antecedentes importantes relacionados con su oposición a lo actuado por la jueza Arroyo Salgado en lo que tiene que ver con la búsqueda de la verdad en el caso de la filiación biológica de Marcela y de Felipe. La intención, según Carrió, es “fascismo en estado puro”. Hasta su fe republicana se diría dudosa porque en los hechos, como vimos en otro lugar, el neoliberalismo como régimen de producción milita decididamente contra la gobernabilidad democrática por las consecuencias de la crisis que conlleva su propia lógica y sus tomas de posiciones. En varias ocasiones incluso aseguró que la principal tarea de la oposición era “ayudar” a que la presidente termine su mandato. Un análisis político que la coloca en la misma vereda, la más reaccionaria, de Biolcati que como referente de la patria sojera aventuró, entre sonrisas cómplices con Grondona, una rápida caída del gobierno en otros tiempos. Erigida con el apoyo de los grandes multimedios del Grupo Clarín que conduce Magnetto, Carrió prometió a los suyos no cejar en su cruzada evangelizadora contra todo lo que represente la cultura popular. Mientras tanto, lo único concreto y real es que casi un año después del recambio parlamentario, el balance de la tarea realizada por el Congreso da cuenta de que la solidez del régimen político, cultural, social, comercial y económico que construye el país le permitió sobrevivir a la esquizofrenia de la oposición que, sin suerte, buscó sancionar leyes que pretendían retrotraer el avance de Argentina para devolverla, en el mejor de los casos, a los primeros años del neoliberalismo. Incluso un análisis superfluo de lo que fueron estos meses de actividad parlamentaria muestran que el Grupo A es una de los más inútiles experiencias políticas de la historia argentina más reciente. Los hechos lo demuestran. En primer lugar, presentaron decenas de proyectos, como el que buscaba limitar el uso de los decretos de necesidad y urgencia, exigiendo que para que tuvieran fuerza legal debían ser aprobados por las dos Cámaras del Congreso. Esa media sanción, impuesta por la fuerza del número, no logró siquiera superar el debate dentro de las comisiones del Senado. Si se quiere, el único proyecto que lograron transformar en ley fue el de los glaciares. Pero si de desastres se trata, no hay como la sanción y posterior veto de la ley que elevaba las jubilaciones al 82% del salario mínimo, vital y móvil. El Grupo A consideró que la sanción de ésta era un golpe contundente en la línea de flotación del gobierno pero otra vez, por la propia tozudez de no querer siquiera discutir de dónde se obtendrían los fondos para garantizar ese incremento sin que significase el colapso del sistema previsional que pudiera derivar en una crisis económica, fue la prueba necesaria para que los trabajadores finalmente se convencieran de la intencionalidad que tenía esta maniobra. En realidad, no hubo quejas luego del veto presidencial y éste prácticamente pasó desapercibido como si los directamente afectados o beneficiados por esta medida hubieran tenido una mejor lectura de la realidad que los principales dirigentes de una oposición fuertemente dogmática y antidemocrática. Entonces, el balance de este primer año de vida del Grupo A es desastroso: se arremolinaron bajo la consigna de oposición al gobierno y por sobre todo contra Néstor Kirchner, sin embargo, la ausencia total de un proyecto que vaya más allá de la ineficacia y de los mitos neoliberales permitió que predominaran los sectores con perfil claramente destituyentes. Los radicales, ahora conducidos por Oscar Aguad, es decir, por los sectores políticos internos más reaccionarios, encontraron apoyo político en el peronismo también más conservador con una de las principales espadas, la legisladora Caamaño. A este tándem hay que sumar a Federico Pinedo, del PRO que por estos días sufre una pequeña rebelión en la tropa, y la dupla Carrió- Bullrich que en su momento no tuvo escrúpulos para descontar el 13% a los jubilados y empleados del sector público. La última batalla que terminó con este agrupamiento ocurrió el miércoles 18 de noviembre donde quedó, totalmente al desnudo y transmitida en directo por televisión, la operación mediática que encabezaron Carrió y Bullrich que, ya sin nada por ganar en el terreno político, quisieron enlodar no sólo al bloque oficialista sino también al gobierno nacional con sus falsas denuncias de soborno y de coimas. Fue demasiado porque incluso sus aliados las dejaron solas. Por su parte, los grupos asociados en el llamado peronismo federal son una tropa políticamente perdida mientras el macrismo se parte al medio, por dentro, por todas partes y ya no puede disimular ni con el discurso afable de Pinedo. A su vez, la fanfarria del comité socialista también se muestra partida en dos con Binner por un lado y con Giustiniani por el otro. Finalmente, la propia mesa de enlace de la patronal rural, que les oficiaba de salvavidas social a falta de trabajadores, está penando lo que quiso ser y no pudo por la propia lógica de un gobierno democrático e inclusivo.
Por último, cabe destacar que a pesar de todos estos sinsabores de los sectores opositores, habrá que guardar en la memoria cada una de las acciones y de las reacciones que están dispuestos a llevar adelante en términos destituyentes porque precisamente es en este tramo que se juega el destino de un país que no quiere más violencia ni crispaciones de ningún tipo. Un país que quiere ejercer la democracia más auténtica, es decir, la gestión popular de la agenda de gobierno. Por lo mismo, la realidad y no la virtualidad de la que se hacen eco los actores de la oposición y sus diversas responsabilidades, es la que los oxida irremediablemente. Mientras tanto, buscan permanecer quietos porque ya no corren el peligro de mostrarse como lo que verdaderamente son al entrar en movimiento, es decir, cuando ellos reaccionan, cuando logran movilizarse detrás de ciertos intereses siempre espurios, conservadores y de minorías, el derrumbe político es inevitable. En ese sentido, la tarea del gobierno es admirable porque un movimiento popular revalida títulos cuando universaliza su representación social, no cuando la achica. Cuando crea y defiende derechos no cuando los quita. Lo que aún nos falta emprender como sectores populares es el proceso de radicalización política que requiere de paciencia, de inteligencia pero en primer lugar de lucha, de solidaridad y generosidad. Es una gran enseñanza colectiva porque ayuda a que nos miremos entre nosotros, entre todos, que nos escuchemos, que dialoguemos y que nos veamos. Ser muchísimos, saber que tenemos muchísimas cosas para hacer y para decir en esta Argentina. Escucho y creo que hay un mensaje para que nos escuchemos, para que nos veamos, para que tengamos conciencia de quiénes somos y que queremos. No olvidemos que la vitalidad de nuestros procesos de cambios implica la radicalización de éstos porque los problemas solo se resuelven cuando son atacados desde la raíz misma, desde el ámbito nacional teniendo eso sí en consideración los aspectos y el ámbito global, porque todas las zonas de nuestro mundo se ocupan y preocupan de sus propios intereses nacionales por sobre todas las cosas y estos están directamente asociados con la lógica de esa estructura de poder global, que insisten en un mercado neoliberal a pesar de la crisis, y a pesar de que éste es profundamente anárquico porque siempre los que están primero son los dominantes, los países centrales y más desarrollados y contra esa lógica no hay leyes que valgan.

Alfredo A. Repetto Saieg.


Buenos Aires, Argentina, del 2010.

Referencias bibliográficas:

Repetto Saieg, Alfredo Armando: “Más allá de la crisis y la utopía neoliberal” 1ª edición, Buenos Aires, el autor, 2010.
Taborda, Saúl: “Reflexiones sobre el ideal político de América Latina” 1ª edición, Buenos Aires, Grupo Editor Universitario, 2007.
Anguita, Eduardo: “Viva el cachetazo” en Diario Miradas al Sur de la edición del 21 de noviembre del 2010.
Blaustein, Eduardo: “Cristina contra los insustanciales” en Diario Miradas al Sur de la edición del 21 de noviembre del 2010.
Graciela Pérez: “El primer proyecto a favor de las mayorías comenzó en 2003” en Diario Miradas al Sur de la edición del 21 de noviembre del 2010.
Coronel, Natalia: “La figura de Cristina es excepcional” en Diario Miradas al Sur de la edición del 21 de noviembre del 2010 en Diario Miradas al Sur de la edición del 21 de noviembre del 2010.
Yapur, Felipe: “El grupo de los fracasados golpeadores” en Diario Miradas al Sur de la edición del 21 de noviembre del 2010.
Giles, Jorge: “Como un ejército de terracota” en Diario Miradas al Sur de la edición del 21 de noviembre del 2010.
Bencivengo, Gabriel: “Lilita, esa inefable reserva moral”

Historia:




La oposición chantajea como no se veía desde la época de Illia.

Felipe Pigna (Mercedes, 1959) es autor de Los mitos de la historia argentina, Lo pasado pensado y 1810. La otra historia de nuestra Revolución, entre otros. Condujo junto a Mario Pergolini Algo habrán hecho (programa que se vuelve a emitir por Telefé). La independencia, el exilio, los desacuerdos y las traiciones en una charla con el historiador

Felipe Pigna acaba de publicar un libro que, en otro momento –los ’90, época que podría llamarse pre-Pigna–, hubiera remitido a torneo de fútbol: Libertadores de América. Claro que, a partir de sus intervenciones radiales, su monumental colección de videos, sus libros (sobre todo los volúmenes de Los mitos de la historia argentina) y sus programas de televisión, logró eso por lo que tanto lucharon y luchan tipos como Salvador Ferla o Norberto Galasso: que la Historia sirva para algo más que para un aprobado en diciembre. Peleando contra una visión oficialista que hunde sus raíces en Bartolomé Mitre y enarbola la bandera unitaria, la Historia, en palabras de Pigna, vuelve a ser ese material vivo con el que se construye el presente y el futuro de un país y de un continente. Y de eso trata su Libertadores…, de cinco hombres que llevaron adelante sus ideales revolucionarios a pesar de los grandes poderes en contra: Francisco de Miranda, Manuel Belgrano, Simón Bolívar, Bernardo O’Higgins y José de San Martín. Cinco hombres que, entre fines del siglo XVIII y principios del XIX dieron todo por la libertad.
Hoy, desde su casa biblioteca (paredes y paredes de libros, de vez en cuando una ventana hacia una calle no muy tranquila de Caballito) Felipe Pigna recuerda una pregunta que le hizo un pibe en una de sus tantas charlas llevando la Historia a las escuelas primarias, en ese caso, una de La Matanza. “¿No nacen más héroes, no, Maestro?”, le tiró el chiquilín, no más de nueve años. Pigna quedó pensando sobre esa pregunta que lo descolocaba como pocas. Intuía que, quizá, no nacieran más héroes en el sentido épico del término. Pero sabía que ésa no era una respuesta. Entonces le preguntó qué hacía él. “El pibe –cuenta Pigna– me dijo que al salir de la escuela trabajaba en una verdulería y a la noche cartoneaba con su papá. Entonces le dije que eso era ser un héroe, que había diversas formas de heroísmo”.
Y no hacen falta preguntas (después de la del pibe, lo mejor es pensar bastante un interrogante), Pigna se larga: “Ese chico y su papá están eligiendo la decencia. Este sistema perverso obliga a la gente a salirse de la decencia. Proclama la virtud, pero no la practica. Y no deja posibilidades de hacer cosas”.
–¿Se podría hablar, entonces, de una mutación del heroísmo?
–Podría llamárselo de esa manera. El heroísmo va mutando, va tomando otras formas. Quizá ser héroe con todas las letras en el siglo XIX, durante las guerras de la Independencia, estaba más dado por las circunstancias: había una guerra clara y nítida, había una posibilidad de luchar por una causa que unificaba y había, ciertamente, personajes mucho más románticos que los que vinieron después.
–De todos modos, las clases populares del siglo XIX no tenían voz ni voto como para reconocer a sus héroes...
–No tenían más derecho que a cagarse de hambre. En ese sentido, hay una mala lectura de la ideología de los libertadores.
–¿Por qué?
–Por cierta pretensión de transformar a Bolívar en un líder socialista o presocialista. Lo cual no tiene por qué ser así. Bolívar era un tipo muy bien ubicado políticamente con las contradicciones típicas de su clase. Pero era un hombre de una familia muy rica de Caracas, que sale de ese sector y se pone a combatir por la independencia y luego en las guerras civiles. Pero tiene los prejuicios inherentes a su clase.
–¿Qué prejuicios?
–Por ejemplo, se niega varias veces a liberar a los esclavos. Y tiene con respecto al pueblo un prejuicio que no lo es tanto, simplemente hay que tener en cuenta que estamos hablando de una época donde la gente era analfabeta. Y pensar que esa gente pudiera ocupar cargos de gobierno era francamente complicado. La tarea era, ante todo, la educación. Algunos lo entendieron, otros no.
–¿Educar antes de incorporar?
–Sí. San Martín y Belgrano lo entendieron: la única manera de incorporar a los sectores populares a la participación ciudadana era a través de la instrucción: que empezaran a tener elementos educativos que les permitieran ir participando de la política. La gente estaba ajena a la política por su absoluta ignorancia.
–Ignorancia que, a su vez, era promovida por el poder. En ese sentido, podría estar hablando de casi todo el siglo XX...
–Por supuesto. Es terrible cuando se usa la palabra ignorante en estos casos. El analfabeto lo era porque el poder no lo dejaba instruirse, estudiar. Pero en el siglo XIX eso se va revirtiendo y aparece una preocupación para que esos sectores se eduquen. Educar al soberano y ahí sí, con esas precondiciones, incorporarlos a la vida pública. Pero sigue apareciendo el prejuicio que sostenía que había un sector que estaba en condiciones de gobernar y otro que estaba destinado a obedecer. Y se iba a tardar mucho tiempo para que eso cambiara.
–¿Dos siglos?
–Inclusive los caudillos federales tenían esa concepción. Rosas entendía al pueblo, lo comprendía, pero nunca se le ocurrió compartir ese poder con el pueblo. Tenía una rigidez de estanciero muy pronunciada.
–Sin embargo, ese concepto sarmientino de educar al soberano, ¿no choca con lo que un tipo como Sarmiento podría pensar de tipos como Bolívar?
–De hecho, Sarmiento discute con San Martín en Grand Bourg. Le echa en cara su relación con Bolívar. A todo ese grupo que se podría definir como romántico, a la generación del ’37, le costaba entender a San Martín como un libertador. Le reprochaban el haberse retirado en un momento de guerra civil y no haber defendido a Buenos Aires; le discuten que, en vez de venir a reprimir a Artigas, siga la campaña libertadora al Perú.
–La Gran Desobediencia...
–Desobediencia que no es perdonada por mucho tiempo por los unitarios liberales que le reprocharon siempre esta actitud.
–Usted menciona en el prólogo de su libro que estos libertadores, a contramano de lo que parecería querer decir la historia oficial, no eran foquistas, sino producto de un proceso social, algo que siempre vino bien esconder. ¿Son similares esos procesos en los distintos países de latinoamérica donde actuaron Miranda, Bolívar, San Martín, O’Higgins, Belgrano?
–Son similares pero con particularidades. Miranda habla de la Gran Colombia como una gran nación y Bolívar lo corrige porque piensa en una especie de reunión de estados contemplando las enormes diferencias que había entre cada uno de ellos. El sueño mirandino era un sueño muy utópico, que pensaba una nación gigantesca que iba de las márgenes del Mississippi, antes de ser robada por los Estados Unidos, hasta Tierra del Fuego. Bolívar ve las dificultades de ese proyecto. Dice soñar con la unidad, pero lo piensa más bien como una confederación o como unión transitoria de Estados.
–Una Unasur de época...
–Y con el tiempo uno ve lo que se logró con la Unasur, una unidad supranacional pensada desde América latina, y comprende lo que podría haber ocurrido de haberse realizado entonces el sueño bolivariano.
–Más allá de esas pequeñas diferencias, hay una constante casi en todos los casos: el exilio como condición absoluta. ¿Por qué?
–Parece una fatalidad de la que se salvan Bolívar y Belgrano, pero hasta ahí nomás. Bolívar, si bien no parte hacia el exilio, muere en Sant Marta, alejado de todo, con una sensación de enorme ingratitud. Veinte años de luchas, de sinsabores de un tipo que la podría haber pasado muy bien dentro de su clase social.
–Y Belgrano en su exilio dentro del país...
–Sí. Muere en la mayor pobreza e ignorado por la enorme mayoría de los diarios. El exilio, es cierto, es una constante y, a la vez, una presencia muy fuerte. Miranda termina preso en España; San Martín, solo, en Francia, O’Higgins también. El exilio más tremendo es el de San Martín, de una enorme injusticia, ya que él seguía muy conectado con el país. Cuando se produce la guerra contra Brasil viene para ayudar a un hombre que peleó con él, Dorrego, y se encuentra con la tragedia de su asesinato a manos de Lavalle, otro subordinado suyo. Y cuando se produce el bloqueo anglo-francés, vuelve a ofrecerse para lo que haga falta. Explica los pasos tácticos a seguir, describe cómo defender una ciudad sitiada. Y luego, a partir de la defensa contra las agresiones extranjeras, San Martín decide mandarle su sable a Rosas. Pero en ese exilio doloroso, tiene una postura muy clara de defensa de lo nacional y de incomprensión y condena a aquellos que se suman a la agresión extranjera, como Echeverría o Lavalle. San Martín dice que ninguna discordancia con el poder de turno puede justificar el aliarse con los invasores extranjeros.
–Cambiando un poco, casi nada, algunos términos, una declaración bastante actual. ¿Estaba solo en ese tipo de pensamiento?
–No, lo acompaña Alberdi, que siendo un histórico enemigo de Rosas hasta cierto momento de su vida, luego le ofrecería, en sus años finales, la amistad y su pluma para escribirle la biografía. Viéndolo de ese modo, el exilio es un último castigo.
–Al que se suma la condena de no haber visto consolidado aquello por lo que ofrecieron sus vidas.
–La frase de Bolívar “hemos arado en el mar” es tremenda. Habla de los intereses espurios, oligárquicos, que hicieron su negocio con el extranjero, desvirtuando las causas de la independencia. Se sienten dueños de la patria a partir de la declaración de su independentismo. Y los libertadores tienen una sensación de desazón incomparable.
–¿Estuvieron dadas, en el pasado inmediato, las pautas como para repetir esa gesta heroica que se dio en el siglo XIX?
–Los ’60 y los ’70 fueron momentos donde parecía que se volvía a una idea de unidad latinoamericana, alumbradas por la revolución cubana. Se pensó en la gran revolución, no a nivel de Estado, ya que el Estado en aquel momento era el enemigo: dictadura, gobiernos cómplices, la OEA como órgano de la CIA. Hoy se vive un momento muy interesante. Unasur es un gran invento, en el sentido que le aplicaba al término Simón Rodríguez, el magnífico maestro de Bolívar. Él decía “o inventamos o erramos”. La Unasur es, claramente, un invento interesante. Primero, porque excluye a los Estados Unidos. Segundo, porque se da en un marco de unidad de intereses con gobiernos que piensan distinto: Piñera, Alan García, Chávez, Cristina, Lula o Dilma. Es sumamente interesante que se dé y que tenga esos reflejos rápidos que tuvo, por ejemplo, en el caso Ecuador. Unasur tiene que ver con el sueño de los libertadores, en las circunstancias y las posibilidades actuales, que no son las épicas del siglo XIX ni las de los ’60 y ’70. Cambiaron las condiciones objetivas, claro. Y sabemos, a partir del Che, que las condiciones subjetivas pueden llegar a ser mortales.
–¿Hoy están dadas las condiciones, si bien no para una revolución, para un cambio de paradigmas?
–Claro. América latina en su conjunto sorteó la crisis de 2008, crisis que en Europa empezó a repercutir, haciendo todo lo contrario a lo que decía el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y las recetas históricas liberales. Éste es un cambio de paradigmas muy importante: priorizar la gente, negar monitoreos, decidir políticas.
–Las mismas condiciones como para que actúe de manera exacerbada la corporación opositora...
–Una corporación que actúa con un tipo de chantaje que no se veía desde la época de Illia, el último presidente al que no se le aprueba el Presupuesto en 1966. Presidente del que se llenan la boca hablando de él los políticos del Grupo A. Están haciendo lo mismo que le hicieron y no tiene justificación alguna.
–¿Hay posibilidad de discusión cuando no se discuten ideas dispares para un mismo proyecto, sino proyectos irreconciliables?
–No, así no hay discusión. Pero tampoco sé dónde discute la oposición ni qué discute. No hay propuestas de país serio. Está claro lo que no quieren: que este proyecto avance, que se siga con el modelo productivo e inclusivo. No quieren que la gente tenga lo que tiene que tener y que le corresponde: salir de la pobreza, tener agua potable, poder consumir, poder trabajar, poder educarse, poder curarse. Pero no se sabe qué quieren. Van a los programas donde son columnistas fijos y hablan de las críticas al Gobierno, pero no dicen nada de lo que harían en el hipotético caso de ser gobierno. Por eso caen en las encuestas como una catarata: la gente no come vidrio. No van a votar a quien proclama el apocalipsis cada tres segundos como Lilita, ni a aquel cuyo mayor mérito es no hablar como Reutemann, ni a a aquel que dijo tener un plan pero después de un año de gestión aún no lo dio a conocer.
–Sin embargo, la misma falta de ideas estaba para las elecciones del año pasado...
–Pero venía al calor del conflicto del campo. Las fisuras siempre dan lugar a pérdidas. Y si hay pérdidas hay debilidad, concepto al que este pueblo le tiene fobia. Lo sintió débil al Gobierno en ese momento y votó en contra. Además, porque no comprendió qué estaba haciendo el Gobierno con relación a las retenciones. Y no lo comprendió por un error comunicacional del Gobierno. Ese error, al transmitir ideas, permitió que se aglutinaran sectores que eran el agua y el aceite, como la Sociedad Rural y la Federación Agraria. Pero, luego, el poder se hizo cargo de eso y tomó la iniciativa en muchas cosas que estaban dando vueltas: subsidios, Asignación Universal por Hijo. Y la gente respondió mayoritariamente a esas política activas. El Gobierno titubeó en la etapa preelectoral, con cosas absurdas como la línea de blanco o el subsidio en la compra de automóviles. Eso apuntó a un sector del electorado absolutamente indefinido que no se convence por esas cosas. La realidad, donde debía insuflarse consumo era en esos sectores donde tenía que trabajar, insufló crédito en esos sectores que estaban afuera del consumo y esos sectores recuperaron su lugar histórico. Así puso en marcha el mecanismo de producción. Y apuntó a la compra de viviendas, el gran problema de las clases bajas.
–El sector mayoritario...
–Es que los gobiernos, por lo general, cometen siempre el mismo error de descreer de la potencia y la magnitud de las clases bajas. El dinero del Estado debe apuntar a aquellos sectores que, primero, están fuera del consumo. Y, por fortuna, se está haciendo. Hubo una pérdida de tiempo, políticas erráticas, pero fueron tomando una dirección correcta de modelo productivo. Por ejemplo, con la inclusión en el consumo, que es, hoy, la verdadera ciudadanía, más allá del documento de identidad. El tipo que está fuera del consumo no es un ciudadano. El que no puede mandar a su hijo a la escuela, que no puede vacunarlo, que no tiene agua, que no puede llevarlo al médico no es un ciudadano, no está integrado a la sociedad. La palabra “consumo” debe tener un valor noble, no el de consumismo.
–Los historiadores miran con desagrado a la futurología. Pero, en el peor de los escenarios de aquí a un año, ¿se puede pensar en una vuelta atrás de todo lo hecho?
–Creo que no. Pero de ocurrir sería muy grave. Si el Gobierno queda en manos de irresponsables (y a juzgar por lo que se ve de la oposición no hay muchas manos que puedan responsabilizarse en serio de una gestión), de quienes sólo quieren desandar lo andado, la gravedad del caso sería mayúscula. De todas maneras, el Gobierno tiene un año por delante donde debe redoblar la apuesta de lo realizado hasta ahora. Las elecciones se ganan con hechos concretos y muchas de las cosas que se hicieron son las causas del crecimiento en la popularidad de este gobierno.

Fuente: Diario Miradas al Sur de la edición del 28 de noviembre del 2010.


Tecnología.


El acceso a la tecnología.

Frente a la opción altamente ineficiente e irracional que significa, a modo personal, la elección de Windows como sistema operativo por el solo hecho de hacernos depender de un importante monopolio global, existe como real alternativa la opción por GNU/Linux que es, al igual que Windows o Mac OS, un sistema operativo. Por éste hay que entender el software que se usa en las computadoras personales. Linux es un sistema operativo Unix que se distribuye bajo la Licencia Pública General de GNU (GNU GPL), es decir que es software libre. Su nombre proviene del núcleo Linux, desarrollado en el año 1991 por Linus Torvalds mientras que el proyecto GNU, fue iniciado en el año 1983 por Richard Stallman. Además, Linux, al igual que todos los sistemas operativos, se compone de un núcleo o kernel que es el software responsable de facilitar a los distintos programas acceso seguro al hardware de la computadora o en forma más básica, es el encargado de gestionar los recursos de éste, a través de servicios de llamada al sistema. Por otro lado, Linux es un sistema operativo que es portable, multitarea y multiusuario basado en la GNU, es decir, la General Public Licence. Esta es una licencia creada por la Free Software Foundation a mediados de los años 80, y está orientada principalmente a proteger la libre distribución, modificación y uso del software. Su propósito es declarar que el software cubierto por esta licencia es software libre y que es necesario protegerlo de intentos de apropiación que restrinjan esas libertades para los usuarios finales que no están de ese modo coartados en su libertad como los usuarios de los sistemas operativos bajo licencia privada como Windows.
Para que todo esto quede más claro tendríamos que entender qué significa, qué es el software libre. Este es la denominación del software que respeta la libertad de los usuarios sobre su producto que adquieren, es decir, una vez obtenido el software en cuestión, que puede ser el mismo Linux como sistema operativo, este puede ser usado, copiado, estudiado, cambiado y redistribuido libremente con las mejoras que se consideren pertinentes. Según la propia Free Software Foundation, entonces, el software libre se refiere a la libertad de los usuarios para ejecutar, copiar, distribuir, estudiar, modificar el software y distribuirlo modificado. Es en esas circunstancias que surgen las diversas distribuciones de GNU/Linux. En otras palabras, una distribución de GNU/Linux es una variante de ese sistema operativo que incorpora determinados paquetes de software para satisfacer las necesidades de un grupo especifico de usuarios, dando así origen a ediciones hogareñas, empresariales y hasta para servidores de las grandes empresas. Estas distribuciones además pueden incorporar exclusivamente software libre o también incorporar aplicaciones o controladores privativos. Además, existen distribuciones de GNU/Linux que están basadas en otras distribuciones. Esto se logra cuando un sistema operativo basado en GNU/Linux como por ejemplo el leal Debian, que es de código totalmente abierto, y un equipo de programadores se unen para modificar varios aspectos de la misma para crear una nueva distribución modificada con fines de mejorarla o darle otros usos exclusivos como, por ejemplo, una distribución que esté orientada al software multimedia, de servidores, etc. Algunas de las cosas que suelen agregar o eliminar son los instaladores gráficos que sirven para hacer más amigable la instalación del sistema operativo en la computadora en cuestión, determinados temas gráficos que son rediseñados o programas actualizados entre otras tantas opciones. De esta manera, la distribución popular Ubuntu Linux fue derivada de Debian con fines de crear una nueva distribución modificada de uso más fácil como entorno de escritorio similar a la lógica de las ventanas de Windows y hacer así más fácil el acercamiento a este sistema operativo por parte de los usuarios finales. Por otro lado, la mayoría de los sistemas operativos provenientes de GNU/Linux y sus derivados son gratis. Existe una minoría de sistemas operativos que no lo son. Estos otros sistemas operativos “No” gratuitos pueden ser de código libre también, es decir, un proyecto que sea de código libre no significa que sea del todo gratis. Algunas distribuciones podrían costar dinero porque se le pagó a desarrolladores para trabajar en esa distribución en particular. Otra razón podría ser porque contiene software de tipo privativo, como es el caso de Mandriva. También hay distribuciones como openSUSE las cuales son de libre descarga pero si deseas, puedes comprar el DVD oficial en caja. Existen tiendas en la red que permiten comprar sistemas operativos de GNU/Linux ya quemados en un CD-R/DVD-R para las personas que no tienen tiempo o no cuentan con conexión para descargar y/o quemar un sistema operativo. Esta operación no es ilegal porque no tiene nada que ver con la piratería. Aún así, Canonical fundó un sistema de envío gratuito llamado “ShipIt” que le permite a las personas ordenar Ubuntu, Kubuntu y Edubuntu directamente a su buzón de correo físico. Consiste de un CD-R listo para probar y/o instalar en su computadora.
Entonces, ¿dónde podemos descargar una distribución GNU/Linux? La podemos descargar gratuitamente desde su respectiva página web oficial. Antes de descargar la imagen .ISO hay que especificar la arquitectura de la computadora en la cual instalarás la distribución. Otras de las opciones a escoger antes de descargar un sistema es el tipo de imagen a descargar porque existen imágenes tanto para quemar en CD/DVD's como también imágenes para dispositivos de almacenamiento USB. Muchos también se preguntan cual es la mejor distribución de GNU/Linux habiendo tantas. En realidad, no existe una distribución mejor que la otra en términos generales. Todas pueden contar con minúsculos detalles que otra podría no tener. Así, la mejor distribución de GNU/Linux es la que mas te guste personalmente y la que mas se adapte a tu persona o el tipo de trabajos que deseas realizar. Eso si, existen distribuciones que resaltan más que otras por su fácil integración con nuevos usuarios. Como, por ejemplo: OpenSUSE, Ubuntu, Mandriva o Fedora. Además, muchos usuarios se preguntan si su computadora estaría preparada para GNU/Linux. Lo más probable es que si porque existen sistemas tanto para computadoras nuevas, como para computadora más modestas y antiguas en cuanto al hardware de manera que todos tengan la oportunidad de usar GNU/Linux sin importar las especificaciones técnicas y de hardware del equipo. Muchos podrían preguntarse además si GNU/Linux es mejor que Microsoft Windows y la verdad es que hay que entender que cada sistema operativo es diferente por la manera en que fue desarrollado y en la que se comporta. Por un lado, tenemos las diversas versiones de Windows de Microsoft que siempre tienen graves problemas de seguridad. En relación siempre al tema de la seguridad, GNU/Linux es muy superior si la comparamos con el sistema de las ventanitas de Microsoft porque detrás de Linux hay millones de personas, de programadores e incluso de usuarios que contribuyen cotidianamente para mejorar la seguridad, la estabilidad y la infraestructura del código de Linux mientras que los usuarios de Windows siempre se encuentran con los mismos obstáculos versión tras versión. Por ejemplo, ¿qué diferencia hay en verdad entre Windows 95 y 98 o entre este último y Me? ¿Entre XP y la reciente versión 7? También es importante el tema de las licencias de los programas porque muchos de esos mismos programas que los usuarios quieren usar son pagos. Pasa entonces que los usuarios a veces optan por una versión de 30 días y cuando éstos caducan, el usuario corriente suele descargar otro programa similar, una versión gratuita con restricciones de uso y/o se dirigen a terceras webs en busca de cracks o parches para pasar por alto el registro del programa e infringir con el contrato de compromiso del usuario. Esta sí es una acción ilegal pero son, a su vez, acciones drásticas que un usuario normalmente suele hacer para continuar satisfaciendo sus necesidades dentro de un sistema operativo cerrado y privativo. Obviamente esto no es culpa de Windows ni mucho menos de Microsoft pero es importante destacar que Linux tiene mejores opciones libres y gratuitas, de calidad, con las que un usuario se podría sentir satisfecho al cubrir todas sus necesidades en relación al software. Muchas de las distribuciones de GNU/Linux vienen preparadas con todo el software que un usuario promedio necesite al momento y si da el caso de que no lo tenga, el usuario podrá descargarlo desde la red o desde el manejador de software de su respectiva distribución. Otro obstáculo con el que un usuario del entrono de Windows se podría encontrar más de una vez, es cuando se muda de su versión actual a una más adelantada y su hardware queda prácticamente obsoleto porque cada nueva versión de Windows conlleva incrementar el total de memoria RAM y a veces hasta es necesario el cambio de computadora para poder contar con un sistema operativo fluido, moderno, sin congelamiento de ventanas, procesos sin respuesta y hasta las actualizaciones necesarias para poder navegar por internet. Lo que digo es que una computadora más o menos antigua, que para el caso solo soporta Windows 98 o Me, no puede conectarse a la red porque las actualizaciones, queson críticas para la estabilidad y la seguridad básica del sistema operativo, fueron discontinuadas por Microsoft que así ya no se hace cargo del servicio técnico (…) En esto otra vez Linux es superior porque si hay algo en el que GNU/Linux se destaca es que cada versión es cada vez más ligera y rápida evitando que el usuario gaste dinero en hardware que es innecesario porque, entre otras ventajas, los programas suelen consumir mucha menos memoria RAM en comparación con las computadoras que tienen instalado Windows. Incluso la conexión de internet suele ser mucho más rápida en GNU/Linux ya que no ejecuta aplicaciones ocultas que consumen banda ancha como lo suele hacer Windows por defecto. En esas circunstancias de actualización del sistema operativo y en consecuencia del mismo hardware de la computadora, los programas y el software para poder navegar seguro por internet, podemos entender el gran negocio que gira alrededor de la informática. Los usuarios de Windows no se percatan que están favoreciendo con sus propios recursos a una empresa que es monopolista y global a cambio de un sistema operativo que francamente carece de seguridad, de estabilidad y de libertad mientras que, muy por el contrario, Linux es más seguro, estable, flexible, ligero, fácil y lo más importante...es libre! Linux es más estable porque todas las distribuciones de éste pasan por un largo período de prueba antes de ser liberada la versión final. Es decir, a lo largo del camino son liberadas varias versiones enfocadas a los desarrolladores y colaboradores de esa distribución para contribuir en su mejora.
La seguridad, como vimos anteriormente, es otra de las importantes características de Linux. Si eres un usuario de Windows, es de suponerse que que ya estás familiarizado con los antivirus. Este se encarga de eliminar los posibles virus que intentan atacar al sistema operativo de las ventanitas que es vulnerado por los atacantes analizando los posibles bugs, los agujeros, debilidades y fallas de Windows para localizar vulnerabilidades posibles de explotar. Entonces, la infraestructura del sistema operativo tiene mucho que ver en el asunto de la seguridad y las vulnerabilidades. En otras palabras, si la infraestructura de un sistema operativo está pobremente desarrollada es muy posible detectar numerosas y ciertas vulnerabilidades y agujeros las cuales pueden ser aprovechadas por un atacante al sistema. Es verdad que los antivirus son una opción de protección válida frente a las amenazas de la seguridad del sistema operativo, sin embargo, no contribuyen en nada a la estructura del sistema operativo. Desde esa perspectiva, Microsoft tendría que responsabilizarse de brindar una actualización, un parche, lo que se conoce como Service Pack, para arreglar este tipo de problemas. La cuestión es que algunos sistemas operativos que la empresa considera obsoletos, como Windows 98, ya no cuentan con ese servicio y tampoco su código fuente es liberado por la empresa de Gates. Además, los sistemas operativos que sí cuentan con ese servicio de actualización, Windows XP y la versión 7, nunca llegan a tiempo porque esto le costaría a Microsoft bastante dinero, tiempo y el esfuerzo de lanzar la actualización antes de que sus millones de usuarios se vean afectados. En cambio, a diferencia de Microsoft Windows, GNU/Linux se caracteriza por su alto nivel de seguridad gracias a la manera en la que es desarrollada y mantenida la infraestructura de Linux como sistema operativo. Es decir, el Kernel de Linux es mantenido a diario por miles y tal vez unos millones de desarrolladores alrededor del mundo que militan en favor de este tipo de proyectos que busca reivindicar la tecnología y el saber como esencialmente de producción colectiva y en consecuencia puesto al servicio de todos los hombres. En otras palabras, nos encontramos otra vez, ahora en el campo específico de la informática, con el problema de la privatización del conocimiento, al que solo tendrán acceso una elite, unos cuantos tecnócratas o, muy por el contrario, la reivindicación del saber de la humanidad como un conocimiento que es público y de cuyos beneficios todos tenemos derecho a contar.
En ese contexto, el copyleft es muy importante porque es el primer responsable de un movimiento que reivindica el acceso público del saber y el conocimiento en general. Nacido en la década del ’80, este concepto fue implementado por el programador estadounidense Richard Stallman para licenciar el software libre para de esa forma, como vimos, impedir su privatización y además para el uso y la modificación en mano de todos. Actualmente, después de tres décadas, el concepto que ironiza sobre el copyright se amplió a otros campos, como la música y la literatura inclusive. Pero el debate es mucho más amplio por lo que no puede circunscribirse a este campo específico porque se relaciona incluso con la vida de los trabajadores en el sentido de las licencias en la fabricación de medicamentos o en las semillas transgénicas y su propiedad para el uso en las cosechas. Tiene que ver, el tema del uso y de la propiedad, con la misma soberanía alimentaria de nuestros pueblos. Entonces, empecé hablando de Linux y terminamos con el derecho de todos los trabajadores a una alimentación digna y rica en proteínas. Así, la discusión sobre la privatización de los datos, del software, incluido los sistemas operativos que corren en nuestras computadoras, avanza hasta la biotecnología aplicada en la vida de los seres humanos. Si el cuerpo es considerado como una serie de informaciones posibles de privatizar, entonces la intervención genética dará como resultado la forma más perfecta e invisible de control y dominio sobre los hombres porque a través de la propiedad de las semillas genéticamente modificadas, que son las que se usan en las grandes siembras y cultivos, se controla la alimentación de los pueblos y así se ejerce ese poder también sobre las reales opciones de los trabajadores para gestionar o no la agenda pública que hace a la lógica del régimen político. Lo que digo es que no hay posibilidad de una cultura libre si no hay trabajadores que también lo sean. Entonces, es importante tanto el software que corre en la máquina de cada uno de nosotros, como las relaciones de pareja, la alimentación, los medicamentos y la estrategia y el arte de poder de los trabajadores como la comunicación social, de base o del tipo comunitaria, los movimientos campesinos y sus prácticas. Hay un montón de cuestiones que están estrechamente vinculadas a extender las libertades individuales entendidas en un contexto de cultura popular que así se constituye en una cultura que es mucho más libre, antimonopólica y por ende también anticapitalista y libertaria. Finalmente, es importante que haya una conciencia política, es decir, que por ejemplo no se descarguen canciones o videos y libros de internet simplemente para no pagarlos, sino que detrás de eso haya toda una política, una ideología de la vida, otra, una nueva cosmovisión que reivindique las necesidades y los intereses de las mayorías. En otras palabras, es necesario identificar ese tipo de acciones como acciones políticas conscientes que busquen la constitución de un arte de poder alternativo.

Alfredo A. Repetto Saieg.

http://www.masalladelacrisisylautopianeoliberal.mex.tl/ 

Buenos Aires, Argentina, diciembre 4 del 2010.

Referencias bibliográficas:

De León, Fernando: “Una guía linuxera para un Windolero”.
Cleiman, Ana Laura: “Serás o no serás libre” en Diario Miradas al Sur de la edición del 26 de noviembre del 2010.

Opinión.




Néstor Kirchner, el nombre de una Patria más dulce y suave.

Lo que ha sucedido en las calles argentinas de un mes a esta parte lleva el signo indeleble del amor. Corazones doloridos, gargantas aprisionadas, pupilas acuosas y abrazos de cuerpos conmovidos hasta sus cimientos. Todo ello ha ocurrido ante la vista de extraños y propios. De aquellos no podemos esperar más que la reiteración del cliché por más que la figura de un Néstor Kirchner colérico se haya desvanecido desde el mismo momento en que las multitudes fuimos al encuentro, y al resguardo, de sus restos físicos. A lo largo de este mes se han hecho, y se seguirán realizando los más variados análisis y aportes. Personalmente, no dejo de escuchar en mi interior dos de sus frases más persistentes: “los abrazo fuertemente”, y cuando decía que todo lo hacía desde su corazón de pingüino. Después del 2001, ¿quién si no él podía hablarle a sus compatriotas con palabras semejantes? El Flaco lo hacía porque así le nacía -y eso se notaba inclusive a la legua catódica de una transmisión televisiva-, pero también porque cada día se deslomaba para que tengamos más laburo y menos injerencia extranjera, más justicia y menos impunidad, más palabras plenas de sentido reparador y menos discursos vacíos. Con cada familia que nuevamente se reunía en su propia mesa, con cada argentino que por su voz y su acción comprendía las mentiras del entramado cultural neoliberal, con cada compañera que recuperaba el orgullo que siempre tuvieron las dignas hijas de este pueblo, Néstor nos abrazaba fuertemente a su corazón argentino. Kirchner nos estaba devolviendo una patria más dulce y suave, la que muchos de los más jóvenes -y eso, lamentablemente, nos a incluye a muchos cincuentones- nunca tuvimos la dicha de vivir. Esa “realidad efectiva” es la que los medios monopólicos se empeñan en ocultar y… sin embargo ahí están los pibes haciendo que, por primera vez en décadas, los viejos militantes sientan que ahora sí pueden acariciar las delicias de la posta y el recambio. Nadie abandona su puesto de lucha, no, porque a esa patria dulce y suave la sabemos acechada por liberales de derecha y de izquierda. Y ello también es un mérito del Flaco, que puso a “lo nacional” por encima de todas las “verdades relativas” de cada uno y de cada grupo. Y frente a esa fragmentación, frente a esa dispersión de voluntades y de esfuerzos, Néstor llamó de mil modos a construir entre todos la Nación emancipada, el hogar del amor comunitario y del “abrazo hermanador” entre los compatriotas. Nunca falta quien, cínicamente, ve en estas apelaciones una falta de análisis clasista o de rigor ante la ortodoxia ideológica. No comprenden que los cipayos se cortan solos, siempre ciegos y sordos -pero no mudos- ante “lo nacional”. Eso “nacional” que es popular, democrático, rebelde, plebeyo, grasita, estudiantil, laburante, masivo, insolente, machacador y memorioso. Y que hoy levanta una bandera en la que se suma un nuevo nombre a los de nuestros genuinos héroes libertadores. El de un hombre que nos dejó, insisto, una patria más tierna, más amorosa, más nuestra y más humana. Gracias, Flaco. En la sagrada memoria de tu pueblo se venerará cada día tu hermoso nombre de varón: Néstor Carlos Kirchner.

Por Carlos Semorile


 


José Saramago (Enviado por el compañero Mario Funes)

Frecuentemente me preguntan que cuántos años tengo... ¡Qué importa éso!

Tengo la edad que quiero y siento. La edad en que puedo gritar sin miedo lo que pienso. Hacer lo que deseo, sin miedo al fracaso, o lo desconocido. Tengo la experiencia de los años vividos y la fuerza de la convicción de mis deseos.
¡Qué importa cuántos años tengo!
No quiero pensar en ello.
Unos dicen que ya soy viejo y otros que estoy en el apogeo.
Pero no es la edad que tengo, ni lo que la gente dice, sino lo que mi corazón siente y mi cerebro dicte.
Tengo los años necesarios para gritar lo que pienso, para hacer lo que quiero, para reconocer yerros viejos, rectificar caminos y atesorar éxitos. Ahora no tienen por qué decir: Eres muy joven... no lo lograrás.
Tengo la edad en que las cosas se miran con más calma, pero con el interés de seguir creciendo. Tengo los años en que los sueños se empiezan a acariciar con los dedos, y las ilusiones se convierten en esperanza.
Tengo los años en que el amor, a veces es una loca llamarada, ansiosa de consumirse en el fuego de una pasión deseada. Y otras un remanso de paz, como el atardecer en la playa.
¿Qué cuántos años tengo? No necesito con un número marcar, pues mis anhelos alcanzados, mis triunfos obtenidos, las lágrimas que por el camino derramé al ver mis ilusiones rotas... Valen mucho más que eso.
¡Qué importa si cumplo veinte, cuarenta, o sesenta! Lo que importa es la edad que siento.
Tengo los años que necesito para vivir libre y sin miedos. Para seguir sin temor por el sendero, pues llevo conmigo la experiencia adquirida y la fuerza de mis anhelos.
¿Qué cuantos años tengo? ¡Eso a quién le importa!
Tengo los años necesarios para perder el miedo y hacer lo que quiero y siento.

José Saramago
Premio Nobel Literatura 1998.