viernes, 23 de julio de 2010

Historia: "El submarino de Táber"

En 1810, inmediatamente después de la instalación del primer gobierno patrio, el problema más grave que enfrentaba éste era la tenaz oposición de la Banda Oriental. El espionaje era moneda corriente en las dos orillas y no se descartaba un ataque de los realistas desde Montevideo.

Por esos días arriba a Buenos Aires, procedente de Ámsterdam y embarcado en el navío mercante inglés “Patty”, el ciudadano norteamericano Samuel William Taber, con intención de radicarse en el Plata y dedicarse al comercio.

Taber tenía treinta años, había nacido en la ciudad de Nueva York y pertenecía a una familia acomodada de origen judío. Había arribado a Montevideo en diciembre de 1810, pero al tomar conocimiento de la revolución porteña, optó por pasar a Buenos Aires a efectos de aportar su esfuerzo a la causa emancipadora.

Se presentó inmediatamente en el Fuerte, donde expuso a los miembros de la Primera Junta los planos de un artefacto submarino que serviría para atacar a la flota realista. Su invento era una especie de tortuga de madera con un taladro en la punta con el que Taber pensaba perforar el casco de los buques enemigos en la rada de Montevideo, a efectos de colocar allí los explosivos.

La Junta designó una comisión especial para que estudiara los planes de Taber, integrada por Cornelio Saavedra y Miguel de Azcuénaga, quienes, mediante un informe secreto, aprobaron la factibilidad de la idea y la posibilidad de volar los polvorines flotantes de la armada española.

En menos de quince días comenzó la construcción del conocido solamente como “proyecto Taber”, dado el secreto de que se le rodeó. El mismo fue financiado enteramente por su inventor.

A poco de iniciarse los trabajos, el norteamericano fue enviado a la Banda Oriental en calidad de espía, a efectos de estudiar in situ el ataque. Taber regresó a Montevideo y se abocó a su misión realizando estudios de sondajes, corrientes, etc.

El 26 de marzo de 1811, junto con dos capitanes, dos subtenientes y un ingeniero, se disponían a huir del puerto oriental en una pequeña embarcación con el resultado de su espionaje, pero fue detenido, acusado de sobornar a marinos españoles. Detenido y desterrado,en agosto abordó la nave que lo depositaría en su país natal. Pero Taber había decidido que su corazón era de Buenos Aires, descendió del buque en Río de Janeiro e inició el regreso, llegando a esta ciudad el 10 de septiembre de 1811.

Inmediatamente se reunió con los miembros de la Primera Junta para exponerles su plan, que consistía en atacar con su invento una fragata y un bergantín españoles utilizados como depósitos de pólvora amarrados en el puerto de Montevideo. La Junta aprueba el plan y nombra a Taber capitán de artillería ad-honorem.

Fabricada la embarcación, construida en madera, de entre ocho a diez metros de largo, pintada de negro y marcada con una “T” en blanco, sus partes son colocadas en un gran cajón de madera de pino, también marcado con una “T”.

El 21 de octubre de 1811 Taber solicita permiso para trasladarse a la Ensenada de Barragán con todo el equipamiento a efectos de completarlo, armarlo y experimentarlo en aguas del río. Esto era necesario porque el bajo calado de las aguas del puerto de Buenos Aires hacía imposible la navegación del artefacto. Además, hubiera llamado la atención de todos y no faltaría el soplón que informaría a los realistas.

Jamás llegó a Ensenada, porque antes que la pesada carreta tirada por bueyes iniciara su travesía, el 22 de septiembre de 1811, cayó la Junta Grande y asumieron Juan José Paso, Manuel de Sarratea y Feliciano Chiclana.

A los miembros del primer triunvirato les pareció arriesgada la idea del norteamericano y la descartaron, a pesar de que Juan José Paso había integrado la Junta que aprobó el proyecto de Taber. Jamás se supo adonde fue a parar el cajón con las partes del aparato.

El 8 de noviembre de 1813 murió en la estancia de su amigo Richard Hill, situada a 50 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, víctima de la tisis adquirida en su prisión de Montevideo. Legó todos sus bienes, según hizo anotar en su testamento, a la Junta Revolucionaria.

Los planos del submarino de madera desaparecieron, y la tortuga de Taber jamás pudo participar de la Guerra de la Independencia. .

Autor: Croce, Jorge:


Fuentes:


Arguindeguy, Pablo E. – Apuntes sobre los Buques de la Armada Argentina. Tomo I, (1972).

Bauza, Francisco – Historia de la Dominación Española en el Uruguay., (1929).

Revisionistas.com

Ellauri Obligado, Gontrán – El Primer Submarino Argentino.

Documentos: "Eficiencia y solvencia del modelo nacional y popular".



La racionalidad o no de cierta política económica es posible afirmarla, reforzarla y hasta rechazarla en parte o en su totalidad, en relación a sus postulados y sus dogmas, confrontándola con la realidad más inmediata, es decir, con los múltiples índices de desarrollo económico, político, social y humano logrados por éstas y las diversas consecuencias de la aplicación de esas mismas medidas sobre la vida de los trabajadores. Así, por ejemplo, desde el año 2003 a la fecha, la cobertura previsional de la población en condiciones de jubilarse en Argentina pasó de algo de 3.185.000 a 5.585.000 de beneficiarios. La expansión de esta cobertura fue posible por la decisión de terminar con el gran negociado que en su momento, durante la etapa más cruda del neoliberalismo, significó el sistema de las jubilaciones privadas pero, también, por el sostenimiento de dos políticas gubernamentales que fueron combinándose y que, en definitiva, potenciaron fuertemente el sistema público de jubilaciones, a saber, por un lado, la creación de empleos de mejor calidad y, por otro lado, la promoción de la formalización laboral para aumentar los aportantes activos al sistema de jubilaciones público. Como resultado de estas medidas políticas, la cobertura previsional pasó de cubrir el 57% al 90% del total del universo de los habitantes de la tercera edad.

Por el contrario, el sistema de capitalización privada e individualista, implementado por Menem a través de la prepotencia ideológica y política de Cavallo, operó sobre la base de asegurar la mayor rentabilidad posible para las diversas administradoras de fondos de jubilaciones y pensiones mediante comisiones sobre el total de los aportes. Luego venía la búsqueda de utilidades nominales sobre el total de la cartera de fondos colocados pero, en definitiva, esa combinación sólo pudo sostenerse a condición de agrandar la masa de los aportantes disminuyendo, al mismo tiempo, la proporción de beneficiarios del sistema porque, desde esa perspectiva, para que el negocio funcionara, había que prolongar lo más posible la permanencia dentro del sistema del mayor número posible de contribuyentes en relación con los beneficiarios potenciales. Es decir, más aportantes y mayor extensión del tiempo de aportes fueron precisamente igual a mayores ingresos para las administradoras de fondos de jubilaciones y pensiones. Desgraciadamente, una vez más, los que menos tienen, en este caso concreto los jubilados, se quedaron afuera de este negocio financiero.

El régimen de capitalización privada de las jubilaciones, impuestas por el gobierno de Menem, permitió así determinados ajustes para los jubilados que quedaron en el sistema de reparto mientras que los que fueron empujados al sistema de capitalización se convirtieron en víctimas de los resultados que las administradoras de jubilaciones y pensiones prometieron obtener sobre la colocación de sus aportes. Sin embargo, el ajuste que en teoría se obtuvo para los que quedaron en el régimen de reparto fue una mera ilusión debido al mecanismo de actualización dispuesto, es decir, éste dependía de la variación de los aportes divididos por el número total de afiliados pero como, en la práctica, el negocio consistía en vaciar progresivamente al régimen de reparto, los aportantes eran cada vez menos. Por eso, las actualizaciones de las jubilaciones pasaron a ser una vana ilusión en los dos mercados en que quedaron separados los jubilados: en el de capitalización, porque los haberes jubilatorios se convirtieron en rehenes del manejo de las administradoras de fondos de jubilaciones y pensiones mientras que, en el sistema de reparto, fueron ilusorios por el agotamiento mismo que se impuso al sistema. Un ejemplo paradigmático en ese sentido es que la jubilación mínima, a principios de los años ’90, era de $150 y permaneció así hasta el colapso del neoliberalismo a fines del 2001. A partir de ahí, con la llegada del cambio de políticas, el sistema previsional, ahora mucho más racional política, social y económicamente hablando, se sustentará en políticas y medidas económicas que promueven el mercado interno, la creación de puestos de trabajo, el consumo interno y la formalización laboral. (1)

A pesar de ello, de la mejora en los índices económicos y sociales, a pesar de la mayor cobertura del sistema público de jubilaciones y pensiones (…) una porción importante de la oposición de ese entonces, apuntalada por los medios de comunicación hegemónicos, volvió a la carga con el supuesto mal uso que, desde el sector público, se realizaba supuestamente con los fondos previsionales aunque, en la mayor parte de los casos, esos mismos dirigentes y sectores se mostraron muy solícitos, durante el gobierno de la Alianza, para recortar las jubilaciones y pensiones en un 13% en la búsqueda de más ajuste y déficit fiscal cero.

En cuanto a la lucha contra la pobreza, el gobierno de entonces se hizo con el modelo y los paradigmas de países como China porque precisamente en ese país la lucha contra la pobreza fue muy exitosa. Por ejemplo, en China, durante la década de los ’80, vivían poco más de 1.000 millones de habitantes, de los cuales unos 862 millones eran pobres, es decir, personas que vivían con menos de 2 dólares por día. Según un informe del Banco Mundial, ya para fines de la primera década del siglo XXI eran pobres unos 207 millones. Esto significa que, en aproximadamente unos 27 años, China logró reducir considerablemente la pobreza, es decir, logró que nada más y nada menos 655 millones de trabajadores, excluidos o marginados dejaran de serlo. La diferencia es que en la década de los ‘80 esa pobreza representaba el 86,4% de la población mientras que a fines del 2010, sobre 1.320 millones de habitantes, el índice de pobreza era apenas un 16,5%

¿Cómo logró el régimen político chino bajar de forma tan tajante los índices de la pobreza, cómo se hizo? Ellos consideraban que los pobres, los marginados y los excluidos no tenían tiempo para un ciclo educativo de al menos 12 años, por lo que reunieron ejércitos de carpinteros, de albañiles y plomeros, gasistas y electricistas, que son todos oficios que conllevan cursos rápidos orientados a la construcción de viviendas, carreteras y diversas obras de infraestructura, y se metieron en las zonas económicamente más pobres, las rurales, capacitando, durante algo más de un año, a una considerable cantidad de personas que, en general, eran analfabetos de cuarta generación. Cuando estas personas terminaron con su capacitación, el Estado, a través del régimen político les daba trabajo en las obras públicas y de infraestructura que se llevaban adelante en las zonas urbanas. Al año siguiente capacitaron a otra cantidad y así sucesivamente. El resultado está a la vista, es decir, que China sacó a 655 millones de personas de la pobreza.

Por otro lado, los hijos de estos nuevos trabajadores, decididamente incluidos en el mercado del trabajo y del consumo, que ya terminaron la escolarización primaria y la secundaria, después empezaron a cursar la universidad y diversos oficios de mayor capacitación con lo que se crea todo un círculo virtuoso de lucha contra la pobreza, creación de empleo, inclusión y capacitación constante de los trabajadores. Se podrá decir que China no tiene en realidad un régimen democrático sino que, antes bien, ahí sobrevive un régimen de partido único, de socialismo real si se quiere o de capitalismo más o menos asistido, pero los resultados obtenidos en el ámbito de la lucha contra la pobreza son ejemplos dignos de imitar. Después vendrán los tiempos de la democratización que, en todo caso, es una cuestión interna del propio pueblo chino que intenta buscar satisfacer de la mejor manera sus propias necesidades.

El régimen político chino, en 1982 decidió erradicar la pobreza, la exclusión y la marginación y abrieron su país y sus mercados al ingreso de capitales foráneos con el único objetivo de lograr el pleno empleo de la fuerza de trabajo y el ascenso social de los trabajadores que, desde ahora, gozan de mejor salud. En ese sentido, al pueblo chino no se le ocurre pensar que el Banco Central pueda tener autonomía económica y aún política en relación a las decisiones del poder político o que el sistema previsional, de jubilaciones, pensiones y diversos subsidios, lo administre otro que no sea el Estado a través del régimen político. Tampoco buscan reducir sus gastos e inversiones para solventar los negociados del capital financiero.

En realidad, cuando me refiero al sistema de jubilaciones y pensiones, a la lucha contra la pobreza, a la primacía de la producción interna antes que la especulación o el crecimiento y el desarrollo nacional antes que el endeudamiento, simplemente estoy planteando dos visiones distintas de la vida y del hombre. En una de ellas, el hombre en general, son considerados como una mercancía que implica, entre otras muchas consecuencias, que el hombre y su trabajo son una simple variable de ajuste económica, por lo que da lo mismo que tenga trabajo o no porque, en verdad, lo importante es que cierre el déficit y las cuentas fiscales para que los sectores dominantes puedan seguir jugando con nuestras vidas y nuestras necesidades. Ese es el país representado por lo peor de la reacción: los partidos políticos de la mal llamada centro derecha que, en el caso de Argentina, nunca se hicieron responsables por la crisis del 2001. Está el poder que detentan los dueños de los medios de comunicación en especial de ese poder fuertemente concentrado que fue característico antes de los cambios que impulsó la ley de medios del 2010. El poder que detentan es increíble porque la impunidad de la que gozaron, que fue posible por la presión y la tensión que ejercieron sobre el régimen político desde sus medios, sobrepasó los límites de lo imaginable.

En realidad, los sectores dominantes siempre estuvieron por encima de toda autoridad y de todas las leyes porque esas normas estaban hechas para defender sus propios intereses que están mucho más allá de las obligaciones que impone nuestra democracia, nuestras reglas y nuestra Justicia. Desde su poder comunicacional siempre juzgaron el accionar de todos los actores de la sociedad en especial de los trabajadores más consecuentes. Incluso lograron marcarnos cuál era el estándar que divide lo que está bien de lo que está mal. Sancionaron leyes pero también las verdades sobre la bondad o la maldad de los hombres, los trabajadores, sus dirigentes y políticos, de los empresarios o de los sindicalistas (…)

Por otro lado, también están los sectores que representan a la iglesia más conservadora y con múltiples pecados que son bastante terrenales a pesar de que ellos tienen la prepotencia de creerse por encima de los hombres como representantes de dios. Desde esta perspectiva, habría que preguntarse cuánto poder tiene la iglesia en nuestros países. En este sentido, la iglesia tiene una fuerte influencia política porque maneja cierta simbología y mitos religiosos que son muy importantes para dejarlos en manos de la reacción y el conservadurismo porque, además, tiene fuertes nexos con el poder económico y político tanto a nivel nacional como global. Es necesario entender que lo religioso es muy profundo en el hombre, los trabajadores y los más humildes, entonces, quien logre manejar y controlar esa simbología necesariamente tienen una fuerte cuota de poder bastante terrenal por lo demás.

Entonces, cuando se avanza en temas delicados, que la iglesia asume como propios, como el matrimonio entre personas del mismo sexo o la legalización del aborto, esta institución eclesiástica, de fe conservadora y reaccionaria en lo político y en lo espiritual, por lo menos en los niveles más altos del poder de decisión, se sienten amenazados por el gobierno que plantea ese debate porque cree que se le quitan determinados espacios que considera propios. O sea, piensa que se le quita poder porque se creen partícipes de una verdad revelada por la divinidad. En ese sentido, los sectores más reaccionarios de la iglesia se manifiestan, en estos casos concretos, como dirigentes políticos que, sin embargo, están por encima de toda la oposición porque ellos son los que convocan. Pero, lo de ellos es hipócrita porque se pretenden mensajeros del Evangelio, de Jesús de Nazaret, de un mensaje de libertad, de igualdad y de aceptación de lo diferente, de una moral que está por encima de todo y de todos y, sin embargo, hicieron alianzas con los sectores más reaccionarios de nuestros regímenes políticos, en diversos momentos de nuestra historia, apoyando, por ejemplo, la entrega de nuestro patrimonio nacional o la vida de miles de luchadores. Y, cuando surgen gobiernos nacionales y populares, una vez más se muestran y se ubican como articuladores de la oposición, en función de generar un polo fuerte encargado de poner palos en la rueda a esos gobiernos de mejor talante. El problema es que ese tipo de gobiernos nacionales y populares avanzan sobre temáticas que la iglesia considera propios donde, en un Estado y un régimen político multicultural y laico no puede haber privilegios para los distintos credos. En otras palabras, con temas como el matrimonio entre personas del mismo sexo o la legalización o no del aborto también se discute el orden, el régimen, la disciplina y hasta la jerarquía. Hay mucha discusión cultural.

Al igual que los diversos grupos cívico-militares, que en su momento fueron el soporte de las dictaduras de seguridad nacional y que hoy están interesados en una amnistía general para todos los crímenes de los genocidas, para todos los que quebrantaron el régimen político constitucional para seguir gozando de sus privilegios, un importante sector del la iglesia, del episcopado, simplemente considera que el catolicismo es un elemento integrante e integrador de la nacionalidad, de la religión y de la Patria de los vende patria como, en otro momento de nuestra historia, esa misma unidad y Patria se planteó a través del binomio religión y rey. Aunque larvada, esta doctrina, altamente conservadora y reaccionaria, sobrevivió al final de las diversas dictaduras de seguridad nacional que sufrieron nuestros pueblos y emerge cada vez que las instituciones democráticas avanzan sobre cuestiones que la iglesia, como institución, cree que le competen por mandato divino.

Así ocurrió en 1986, cuando Alfonsín impulsó la ley de divorcio y, en el caso del episcopado argentino, ni siquiera reaccionó frente el caso de Von Wernich para, desde ahí, intentar abrir un debate sobre la responsabilidad institucional de la iglesia en los años de plomo de la dictadura de seguridad nacional. En general, en nuestros pueblos, la iglesia aún atada al pasado, la cúpula de la Iglesia Católica se resiste tan siquiera a considerar que las leyes retrógradas nada cambiarán, sea cual sea la opinión de los exégetas de Dios.

Pero, por otro lado, también está el país del modelo soberano, nacional y popular donde las decisiones se toman en base a la mejora en la calidad de vida de los hombres que pueblan su geografía. El país donde el cruce de Los Andes va de la mano de hombres del talle del libertador San Martín y su pueblo, los Granaderos, los indios y los negros que hicieron nuestra historia. No estuvieron Rivadavia ni los burócratas del puerto que los abandonaron. Por este nuevo país del siglo XX marchan y van los trabajadores fabricando autos, heladeras y sueños colectivos, con Yrigoyen, con Perón y Evita. Pero, definitivamente no van el golpista Uriburu ni el dictador Aramburu o Videla, Pinochet o Strossner. La historia argentina y latinoamericana es pródiga en ejemplos de lealtades y de traiciones. Defeccionar se cotiza en el mercado de distintos modos: un puñado de monedas, un programa televisivo o el elogio permanente en un par de medios de comunicación que buscan controlar nuestras vidas. Seguramente, en este nuevo país, es la pasión de Evita la abanderada de la patria que es más hermosa. Mientras tanto, la historia está en movimiento, se moviliza, anda y mientras lo hace construye su propio destino. Es del otro lado, desde donde se construyen las mentiras, los mitos y las fábulas y por eso se hace necesario desarmar la trampa de los mitómanos. Ahí está el ejemplo de las medidas económicas y políticas que plantearon los sectores opositores que aún hoy, a pesar de todo y contra todos, insisten en el neoliberalismo. Entonces, tendríamos que preguntarnos si está dentro de las políticas y medidas neoliberales contemplado, por ejemplo, el desarrollo y el crecimiento, la inclusión, el disfrute y la satisfacción de las necesidades de los trabajadores como mayorías. La respuesta solo puede ser negativa porque ellos militan contra la producción, el empleo y el ahorro interno. Y precisamente, la imposibilidad de contar con un ahorro interno significativo y relativamente estable, representa un gran obstáculo en todo proyecto de desarrollo nacional autónomo. En otros términos, esa carencia implica una dependencia del financiamiento externo para impulsar las inversiones que transformen el patrón de especialización productiva hacia etapas industriales que sean cada vez más avanzadas.

El tema de las inversiones y de los capitales no es menor porque, por ejemplo, el hecho de confiar nuestro desarrollo a los capitales foráneos o los nacionales implica dos regímenes políticos y modelos de desarrollo que son, a todas luces, antagónicos. También hay que considerar la alta volatilidad del flujo de capitales que es un fenómeno histórico de las economías de nuestros países periféricos, inherentes a la lógica de sus sistemas de acumulación, cuya dinámica en países como Argentina se relacionó con el crecimiento de la deuda externa y consecuentemente de la dependencia estructural en relación a la lógica del sistema comercial global.

El primer auge de esta patología, es decir, de la volatilidad del flujo de capitales, se remonta a las políticas de liberalización y de desregulación de los mercados impuestos por el golpe cívico y militar de 1976 en el caso de Argentina. En ese entonces, la apertura de la cuenta capital, el crónico y creciente endeudamiento externo, las altas tasas de interés domésticas, la apreciación cambiaria y la baja de aranceles a la importación volcaron los capitales decididamente hacia la especulación financiera, en detrimento de la base de industrialización lograda hasta entonces. En cambio, las políticas aplicadas desde la devaluación, en un contexto que es posterior a la crisis del 2001 que se caracteriza por una mejora de los términos de intercambio de los productos agrícolas y de las materias primas en general, instauraron un modelo donde el negocio y la especulación financiera quedó relegada por la actividad productiva nacional y el mercado y consumo interno. Rápidamente, el nuevo régimen económico mostró una vigorosa capacidad de reacción y una gran fortaleza estructural que permitió configurar otro contexto de crecimiento y de desarrollo. Sin embargo, diversos shocks, generados tanto por factores internos como externos, reavivaron la problemática estructural de la fuga de capitales a partir del 2008 donde empiezan a hacerse notar las consecuencias de la crisis global en el país.

En este escenario es bastante interesante poder analizar la regulación al movimiento de activos financieros en el marco de un tipo de cambio de equilibrio desarrollista sostenido por el modelo nacional y popular. A medida que el modelo nacional y popular, soberano e inclusivo, nos conduce al pleno empleo de todos nuestros recursos, incluida la fuerza de trabajo, a medida que genera superávits gemelos, de balanza de pagos internacionales y fiscal, se vuelve necesario que el excedente de divisas sea absorbido por el sistema para evitar la apreciación del peso que milita precisamente contra el tipo de cambio de equilibrio desarrollista que trabaja en beneficio de la producción nacional. Para esto, el gobierno tomó cuatro medidas que fueron centrales. En primer lugar, fueron flexibilizados los límites establecidos a la compra de divisas. En segundo lugar, se asumió una nueva política de acumulación de reservas. En tercer término, el poder Ejecutivo, usando parte del superávit fiscal, también restó dólares del mercado a través de las compras por parte del Banco Nación. Por último, para minimizar la volatilidad de la cuenta capital, se restringió el ingreso de ciertos capitales ligados a la especulación financiera.

A principios del 2008, en plena crisis global, el primer y mayor shock que potenció la fuga de divisas y de capitales fue el conflicto que el gobierno mantuvo con los grandes pool de la siembra y los sectores concentrados de la producción agro industrial por las retenciones móviles, la 125. El gobierno, en contra de las expectativas, decidió apreciar el peso a pesar de que ya estaba entre nosotros la crisis financiera global aunque así la salida de capitales tendió a desacelerarse, poniendo de relieve la importancia central de los factores de acumulación internos. Por otro lado, para evitar un pánico general por la misma crisis global, generada por los países centrales tras la quiebra del Lehman Brothers, la caída del precio de los commodities, la devaluación de las monedas de los principales socios comerciales de Argentina y la estatización de los recursos de las administradores de fondos de jubilaciones y de pensiones, el gobierno, nacional, soberano y popular, indujo exitosamente a los grandes operadores financieros y especulativos a minimizar su compra de dólares.

Entonces, esa concreta coyuntura política y económica nacional e internacional, caracterizada por la fuga de capitales y una tremenda crisis generada en las economías de los países centrales y dominantes, dio evidencias contundentes de la fortaleza que reviste el régimen nacional y popular con sus políticas heterodoxas que buscan la inclusión, la generación de empleo pero que, particularmente, muestra también sus fortalezas en un tema tan sensible como es la fuga de los capitales nacionales hacia los paraísos fiscales o economías más desarrolladas. En ese mismo contexto, quedó evidenciada la gran debilidad del modelo neoliberal de valorización financiera a nivel global pero también a nivel nacional cuando, a principios del nuevo siglo, bajo el gobierno de la Alianza, Argentina no pudo sostener su economía ni aún con el tan promocionado blindaje de ese entonces. En otras palabras, mientras la solvencia del modelo productivo, nacional y popular, quedó en evidencia en el marco de la peor crisis global en ocho décadas y fue capaz de resistir la salida de algo más de 50.000 millones, en ese mismo contexto de fuerte crisis y fuga de capitales, fue incluso capaz de reducir considerablemente la deuda pública, de generar empleo, inclusión, un mejoramiento real de la economía, del consumo de los trabajadores (…) cuando el modelo neoliberal naufraga ya definitivamente con la crisis del 2001.

Notas:

(1) Los fondos del Sistema Integrado Previsional Argentino, el SIPA, se originan en los propios aportes de los trabajadores, en las contribuciones de los patrones, más los recursos impositivos que hacen posible que las prestaciones previsionales se paguen en su totalidad. A manera de ejemplo, en el año 2009, el 42,4% de los ingresos totales del sistema correspondieron a fuentes que no eran tributarias. En su momento, el régimen político destinó parte importante, de numerosos impuestos, para financiar, por afuera de los diversos aportes y de las contribuciones previsionales, los haberes de los jubilados. Entre esos gravámenes se encuentran los llamados impuestos coparticipables a las ganancias, al valor agregado, a las naftas, el gasoil, el diésel, kerosene y el gas natural comprimido.

El nuevo sistema, inaugurado con el modelo nacional, inclusivo, soberano y popular, se completó con el llamado Fondo de Garantía de Sustentabilidad que se forma con las colocaciones que venían del régimen de capitalización privada. En realidad, ese fondo no se usa para el pago de los haberes, sino que se destina, en exclusividad, a garantizar la propia sustentabilidad del sistema para todas las generaciones. Esto es importante porque los sistemas de seguridad social de reparto se basan en el precepto básico de la solidaridad intergeneracional entre los trabajadores, es decir, los que están en actividad mantienen, con sus aportes y contribuciones, a los que se encuentran retirados. Sin embargo, el sistema de reparto, basado en la solidaridad entre generaciones, se encuentra amenazado por dos fenómenos.

El primero se asocia al mercado laboral, es decir, la persistencia de la alta desocupación y del empleo precario y flexibilizado deriva e implica, en fin, el desfinanciamiento del sistema porque los recursos que ingresan al sistema, los aportes de los trabajadores activos, no son suficientes para hacer frente a los gastos demandados para el pago de las jubilaciones a los trabajadores pasivos. Pero, este problema de la desocupación y del empleo precario y flexibilizado, puede ser una cuestión relativamente temporal siempre que los cambios políticos y económicos deriven en la superación del régimen neoliberal como sucede en una serie de países latinoamericanos que evolucionan decididamente hacia el radicalismo político y así buscan una humanización de las relaciones entre los hombres.

El segundo fenómeno, dentro de la lógica capitalista, es permanente y también más o menos inapelable porque se refiere al envejecimiento de la población. Es decir, es sabido que la esperanza de vida viene experimentado un sostenido crecimiento gracias a los avances en la medicina, la mejora en la calidad de vida, el mejor acceso a la salud y al agua potable entre muchos otros factores que precisamente mejoran la calidad de vida de los trabajadores y así sus propias expectativas. Este fenómeno provoca un aumento del tiempo durante el cual los trabajadores pasivos, los jubilados, perciben haberes. El problema no es ése sino, antes bien, que, en la medida en que los países se desarrollan, la tasa de natalidad disminuye de manera considerable. En esa perspectiva, si uno observa los países centrales y la constitución de sus sociedades, es fácil percibir que cada vez hay mayor cantidad de ancianos y menos jóvenes que aporten al sistema. En otras palabras, una sociedad envejecida es síntoma de un mayor grado de desarrollo pero solo desde la lógica del capitalismo.

En otras palabras, este segundo fenómeno así me parece más una cuestión cultural antes que económica porque la falta de interés por procrear, por formar una familia con hijos (…) tiene más que ver con las exigencias sociales de la vida moderna y de las formas de producción del capitalismo, con las múltiples exigencias a que son expuestos los hombres como padres y cabeza de familia y, aún más, las mujeres que, por un lado, trabajan fuera de casa y, por el otro, también lo hacen dentro, dedicándose, por ejemplo, a los chicos y hasta resignan sus diversas expectativas profesionales, laborales, sociales, etc.

Para el capitalismo, en realidad, la cuestión no es cómo financiar la seguridad social, el sistema de jubilaciones y los diversos subsidios, sino quien la financia teniendo en cuenta que, de por sí, este rol no corresponde al régimen neoliberal. De esto se sigue que como el Estado no puede financiar la seguridad social hacen su aparición las administradoras de jubilaciones y pensiones, nacen las AFJP. Entonces, puede observarse que la gestión de la seguridad social es una tarea bastante compleja y delicada porque involucra diversas formas de percibir y plantear la realidad de los trabajadores.

Autor: Alfredo Repetto.

Referencias bibliográficas:

Galand, Pablo: “La caja previsional, motor de desarrollo” Miradas al Sur de la edición del 11 de Julio de 2010.

Mancinelli, Jorge: “Por la creación de empleo hay dos millones más de jubilados” Miradas al Sur de la edición del 11 de Julio de 2010.

Lieutier, Ariel: “Hay que discutir el financiamiento del sistema” Miradas al Sur de la edición del 4 de Julio de 2010.

Giles; Jorge: “El jardín de la república nacional y popular”. Miradas al Sur de la edición del 11 de Julio de 2010.

Heyn, Iván: “200 años de una disputa”. Miradas al Sur de la edición del 11 de Julio de 2010.

Valdés, Eduardo: “Un gigante asiático contra la pobreza” Miradas al Sur de la edición del 11 de Julio de 2010.

Bencivengo, Gabriel: “Bergoglio, mariscal de los cielos” Miradas al Sur de la edición del 11 de Julio de 2010.

Pérez, Graciela: “Cuando el diablo mete la cola” Miradas al Sur de la edición del 11 de Julio de 2010.

Álvarez, Santiago: “Nos toman por boludos y dicen que llueve” Miradas al Sur de la edición del 11 de Julio de 2010.

Kestelboim, Mariano: “Fuga de capitales, y qué?” Revista Argentina Económica de la edición del 11 de Julio del 2010.



miércoles, 21 de julio de 2010

Acto del 26 de Julio a las 18 horas

Cultura: “Lo que te cuesta 678”



Cada vez que Ernesto Tenembaum aborda el tema del periodismo no puedo evitar las ganas de contestarle. ¿Por qué? Porque lo que repite en sus columnas –invariablemente– se puede resumir así: el periodismo independiente existe, y está denunciando a este Gobierno corrupto hasta el tuétano, un gobierno tan corrupto que pone dinero para que unos mercenarios se dediquen a estropear a ese buen periodismo. Fin.

Así sucede una vez más en La Casualidad Permanente , donde Ernesto nos brinda un listado de casos de corrupción (ninguno probado en la Justicia, porque ya aprendimos que cuando la corrupción es tan honda, no hay juez capaz de probarla) y cita a los buenos periodistas que denuncian esos casos, refiere a los funcionarios que salen del Gobierno y a su vez lo denuncian, y cierra con una frase que juega al hermetismo: “Mucho más fácil es alinearse o cerrar el pico o hacer, digamos, por poner una cifra casual, unos once millones al año por, apenas ensuciar personas honestas”. Y yo que soy re-astuto me avivé: “cifra casual” es irónico, ¡los de los once millones somos nosotros! Somos los de 678 los que nos alineamos para ensuciar a personas honestas.

La afrenta. En los días calientes del facebook de 678 alguien llevó una foto de Ernesto con un billete de dólar tapándole la boca. Era su propia interpretación a nuestras críticas a los medios. Indigerible semejante afrenta para Ernesto, nos la cobra eternamente a nosotros por decir que el periodismo independiente es una falacia construida por los mismos periodistas que para mantenerse en pie deben surfear las olas de la historia negando estar sobre esas olas.

Esa magia me recuerda a la de la Iglesia. Los periodistas no son seculares, no son atravesados por las pasiones de la época, ni las políticas, ni las sociales ni las económicas. Están entre los hombres, pero no son hombres comunes. Y si Dios no los ilumina, los ilumina la verdad. Aunque como la Verdad ya es un concepto arrumbado, Ernesto prefiere hablar de Honestidad como un mangrullo desde donde el periodista logra ser independiente.

El pelotudo . Cuando fue su día, el Día del Periodista, Ernesto conversó telefónicamente con Lanata, por ser un ejemplo de “los buenos”. Lanata en aquella oportunidad explicó que Víctor Hugo Morales defendía al Gobierno no porque fuera mala persona sino porque es un ingenuo al que lo llaman por teléfono y lo operan. Lo trató tácita y cariñosamente de pelotudo. Y pocos segundos después se despachó con una crítica a la figura de Walsh como ejemplo de periodista. Dijo Lanata que él nunca hubiera pertenecido, como Walsh, a una organización que debutó matando a un tipo en un sótano. Idea que a Ernesto le pareció maravillosa, ambos autosatisfechos por sus lecturas pampeanas, chatas, fáciles: Montoneros fue un grupo que mataba gente en sótanos, y el que defiende a este Gobierno –si no está vilmente comprado– es un pobre pelotudo.

Si en Ernesto la honestidad es el non plus ultra de la independencia periodística, podría haberle preguntado a Lanata por Crítica. Digo, para saber por qué Crítica fue un diario de baja honestidad durante el conflicto con el sector del agro. Preguntarle por qué se dedicó sistemáticamente a colaborar con poco disimulo con la causa sectorial, a engrandecer la figura de sus dirigentes, a ofender la inteligencia con sus titulares, “Guerra gaucha” y otras estupideces por el estilo, cuando cualquiera veía los colmillos de la Sociedad Rural y los pooles sojeros detrás de aquel reclamo/exigencia con un estilo de presión tan poco gaucho . Y quizá preguntarle por qué convocaba a tanto forista fascista, y por qué la Presidenta sólo aparecía como una caricatura, imbecilizada, tratada como una vedette vieja y medio chapa. Como también debería haberle preguntado por qué dejó al improbablemente fiable Sr. Mata al frente de su amado diario. Digo, porque a mí me gustaría saber por qué su diario Crítica fue una mierda y terminó como la mierda.

La cifra. Si el periodismo independiente existe, honesto y bueno en la concepción de Ernesto, sólo existe en tanto atacante a ultranza del Gobierno.

Porque si atacás al Gobierno, si denunciás casos de corrupción (reales, probables, imaginados, deseados, inventados o sospechados) tenés el carnet de independiente. Aunque cobres una “cifra casual” de varias decenas de miles de pesos de la empresa que sea. Pesos que nadie quiere averiguar porque lo paga una empresa, y tiene derecho a ocultar sus cuentas. Aunque esa empresa –para evitar que su dueña vaya presa por crímenes de lesa humanidad– esté ahora protegida por Cavallo, antes socio de Lanata, el modelo de periodista independiente de Ernesto. Aunque esa empresa pague la “cifra casual” con dinero que históricamente viene de un lugar más truculento que el Presupuesto nacional para los medios públicos. Del que cobramos los de 678 para ensuciar a personas honestas.

Porque Ernesto cree que las relaciones perversas entre el dinero, el poder y la honestidad sólo cuentan cuando el dinero y el poder son los del Estado.

Honestidad es también ser obvio. Informar que un programa de televisión tiene un costo, que cuando el programa se hace, y sale al aire, es porque se gastó plata. Nadie se roba la “cifra casual”. Una cifra que según muchos que todos los días me paran por la calle está bien gastada por el Gobierno, porque (y es lo que me dicen) sirve para saber cómo y cuándo un medio te engaña, te hace la cabeza y esas cosas que para muchos son novedad.

Y si al mostrar esos mecanismos queda sucio algún periodista honesto, será porque su honestidad no alcanza para sortear la maquinaria de la empresa periodística donde trabaja. ¿O no es una “Casualidad Permanente” que cada cosa que se dice en los medios del Grupo Clarín cohesione con los intereses del Grupo Clarín?

Corrupción, divino tesoro. Los noventa fueron años maravillosos. Un japonés nos contó que había llegado el fin de la historia, ya no estaba el Muro, las ideologías eran mitos perimidos, el Estado era un socotroco medio peroncho y medio soviético. La única verdad era la realidad del mercado, la globalización, las inversiones extranjeras y la eficacia matemática.

Verdades que sólo fueron discutidas por setentistas ridículos que querían quedarse en el pasado, vivir con lo nuestro, y seguir renegando de Miami, de las videograbadoras, de las papas fritas en tubo y del gel.

El menemismo fue entonces la manera más exacta de leer el mundo. Pero había un problemita: era muy corrupto. Lo de problemita no es irónico, la corrupción fue un mal muy menor al lado de lo que se hizo legalmente. Pero nuestro periodismo progre se cebó mostrándonos las casas de los políticos, sus aviones, yates, los cortinados de María Julia, las suegras millonarias, los gastos del Tango 01... Nos mostró las sobras del banquete, mientras el banquete éramos nosotros. Porque la ideología había muerto, y ninguno de ellos tenía una ideología viva que les permitiera ver más allá de la rapiña humana, para advertir el verdadero desastre.

Hoy siguen persiguiendo casos de corrupción como perros que le ladran a la rueda de un auto. Ocupados en la rueda, no les importa si en el auto va un asesino o se trata de una ambulancia.

Ernesto descarta esta idea y escribe: “Preocuparse por si un líder es honesto o no, sería en este caso, un mero prejuicio pequeño burgués, una tara de alguien que no entiende cómo se maneja el poder”.

Y yo diría que sí, que es una tara, pero no de pequeño burgués, sino de periodistas que siguen sin entender la diferencia entre lo interesante y lo importante. La corrupción es importante para un fiscal, para un buen periodista podrían ser más importantes otras cosas. Por ejemplo, ofrecernos lecturas políticas y no policiales.

Hagamos este ejercicio: supongamos que efectivamente hay coimas para que Argentina exporte manufacturas a Venezuela, cosa que significa trabajo y guita para los argentinos. ¿Es el mismo pecado que las coimas por la privatización de empresas estatales y otras medidas que significaron la quiebra del país?

Para Ernesto sí. Él podría titular “Menem y los K: todos ladrones”.

Pero terminemos. Esto tiene un solo secreto. Escuchando a nuestros periodistas consagrados uno se entera de que los políticos son una bazofia, los jueces son malos, el fútbol es una mafia, la salud es un desastre, la policía es un monstruo, los legisladores son una mugre, la educación está destruida, y el periodismo es independiente y bueno.

Salvo los de 678. Excepción que confirma la regla, claro.

Fuente:

Por Barragán Carlos en Diario Miradas al Sur de la edición del 18 de Junio del 2010.


Actualidad Política: “Otra familia es posible. Otra Iglesia, difícil”


Argentina igualó derechos en el acceso a la institución laica del matrimonio. Pero no sólo eso: inició un fuerte debate en torno al concepto de familia y a la relación entre Estado e Iglesia.

La voz opositora se calzó la sotana para rechazar el matrimonio igualitario.

El gobierno encabezado por Cristina Fernández impulsó una legislación revolucionaria y sin precedentes en la región. Entre el mediodía del 14 de julio y la madrugada del 15, el Senado argentino sancionó la modificación al Código Civil que habilita el matrimonio igualitario.

El tratamiento de la medida en la Cámara de Diputados había sido tan sonado como en la Cámara alta. Tras la sanción en aquella, a comienzos de mayo pasado, se instaló el debate en la sociedad y emergió una fuerte puja de intereses.

Las organizaciones y sujetos que defienden la igualdad en la diversidad organizaron charlas, manifestaciones y actos culturales en apoyo a la propuesta. A su vez, la Iglesia Católica -y sus primas evangelistas- se pusieron a la cabeza de una cruzada que adoptaría ribetes místicos y una retórica belicista.

Esto ocurrió en una Argentina que ha sido escenario de arduas confrontaciones entre el oficialismo -junto a sus aliados progresistas- y la oposición de derecha, que especula con un cambio de rumbo en 2011.

El gobierno argentino enfrentó a los responsables militares y civiles del genocidio (1976-1976) al dejar nulas las leyes de impunidad y someter a más de seiscientos de ellos a juicio.

Soporta las arremetidas del conglomerado mediático concentrado, que no le perdona la promoción de la antimonopólica Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.

Es presionado por el poderío financiero, tras estatizar el sistema previsional y fomentar una potencial reconfiguración del sistema financiero. Además, se enfrentó a las denuncias por demagogia cuando, en una medida sin precedentes, implementó la Asignación Universal por Hijo, que asiste, por fuera del clásico esquema de planes sociales, a más de 3 millones de menores de 18 años y discapacitados.

Respecto del debate por la igualación de derechos para personas de diversas identidades sexuales, la voz opositora se calzó la sotana. Los sectores reaccionarios de las iglesias organizaron la oposición a través de sus representantes en el ámbito político. Pero también hicieron uso de su tropa más maleable: grupos de jóvenes recolectaron firmas en calles de todo el país y se cursaron comunicados homofóbicos mediante los colegios religiosos.

El cardenal Jorge Bergoglio, quien tuvo un comprobado apoyo al régimen dictatorial (1976-1983), adoctrinó mediante comunicados leídos en misa. Esgrimió que se había desatado una “guerra de Dios”, y llamó a sus huestes a resistir un paso más en la secularización del Estado.

¿Por qué Bergoglio habló de guerra? Hay dos asuntos de fondo. Uno es la discusión acerca de la dimensión del concepto de familia. Se ponen en cuestión las premisas esenciales que sostuvieron a la familia como reproductora de la sociedad (tema tratado en “El matrimonio homosexual es más democracia” y “Romper con la represión y el patriarcado, en ediciones anteriores de APM).

El otro aspecto central es la relación –siempre conflictiva y cambiante- entre Estado e institución religiosa. Un análisis de este tema puede leerse en el artículo “Iglesia y Estado: el laicismo que no fue”, publicado por APM en noviembre de 2009.

Un cura de la provincia de Córdoba se manifestó a favor de la ley y será sometido a un juicio canónico. En la provincia de Mendoza, el presbítero Vicente Reale se manifestó en acuerdo con la modificación al Código Civil, al igual que muchas veces lo hizo en contra de mantener vigente el celibato: “No tenemos derecho a condenar o a obligar a otros y otras a que la compartan (la propia creencia), mientras no se afecten derechos de terceros", dijo.

Alessio y Reale son miembros del grupo de Curas en la Opción por los Pobres, colectivo que se manifestó en apoyo a la medida y que se reconoce heredero de la Teología de la Liberación. Su máximo referente, Eduardo de la Serna, dijo a la agencia de noticias del Foro Argentino de Radios Comunitarias (FARCO): “No se entiende la sanción a Alessio. Hay un cura responsable de delitos de lesa humanidad (Christian Von Wernich) y otro que atentó contra los preferidos de Jesús, que son los niños, (Julio Grassi); y ambos siguen dando misa. Sin embargo, un cura emite una opinión respetuosa y argumentada, y es sancionado”.

Las reacciones violentas, las expresiones cerradas de la jerarquía católica y las manifestaciones públicas en los días previos a la votación en el Senado, generaron malestar aún en los adeptos a esa confesión. Repetir en pleno siglo XXI que la homosexualidad es una enfermedad y que las familias que no cuentan con un padre y una madre no son naturales derivó, incluso, en la modificación de su voto en algunos legisladores.

No conforme con su inconveniente reacción, tras la aprobación de la ley, la agencia católica ACI Prensa tituló “Senado contra Argentina: Aprueba ‘matrimonio’ homosexual”. Además, Justo Carbajales, representante del departamento de laicos de la Conferencia Episcopal Argentina, denunció un supuesto “pacto detrás de la ciudadanía” y esbozó una amenaza: “no nos quedaremos con los brazos cruzados”.

Por su parte, desde la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas expresaron su horror porque “con esta ley, no importa si uno nace hombre y mujer, a partir de ahora vamos a enseñar que uno puede elegir la orientación sexual que quiera. Eso es otro mundo”. Y a su vez sentenciaron que es negativo el cambio “en el modelo social que las personas traen de por vida”.

La estrategia poco fina de la Iglesia puede ser, también, una explicación para la ligera morigeración en la línea de los principales representantes mediáticos de la oposición: los diarios La Nación y Clarín.

El tratamiento en el Senado se inició en la Comisión de Legislación General, presidida por Liliana Negre de Alonso, miembro activo del grupo ultraconservador Opus Dei. Allí se intentó dilatar la llegada del proyecto al recinto mediante audiencias en las provincias y consultas populares que dejaron entrever el velado rechazo a la iniciativa.

Finalmente, en el debate que derivó en la sanción de la ley, la mayoría de las exposiciones de los senadores giraron en torno a convicciones personales, que dejaron de lado los mandatos populares y partidarios. Así, hubo oficialistas que se resistieron a la medida y opositores que la avalaron.

La derecha parlamentaria votó dividida de acuerdo a una línea de corte: los legisladores de matriz liberal ortodoxa, aún reconociendo su fe, acompañaron la medida, y los conservadores más penetrados por la tradición eclesiástica se opusieron. De todos modos, los primeros y los segundos acusaron al gobierno nacional de “crispar” los ánimos. Esta vez al caballito de batalla de la “crispación” muy pronto se le cansaron las patas; enfrente tenía a Bergoglio, quien llamaba a la “guerra”

Al interior del bloque oficialista se visibilizó un corte similar. Muchos senadores dieron su aprobación a la medida tras optar por una lectura político-estratégica. Si bien el proyecto no se originó en la estructura oficial, la suerte del mismo se inscribe en un escenario de disputa más amplio, en el que se dirime el avance de un proceso de transformación iniciado hace algunos años. Fue la propia presidenta Cristina Fernández la que asumió los eventuales costos políticos que podría acarrear una victoria de la derecha conservadora, cuando en reiteradas oportunidades defendió el criterio de igualdad y se enfrentó con la jerarquía eclesiástica

En la sesión, el oficialista Daniel Filmus, expresó que se debía avanzar porque “no estamos legislando sólo para la comunidad homosexual”, la ampliación de derechos redunda en una democracia más profunda para todos.

A esas palabras, se sumó lo dicho por el Néstor Kirchner, actual presidente de la UNASUR, tras la sanción definitiva: “estamos ante un modelo de ampliación de derechos muy importante. Argentina dio un paso trascendente. Cada vez que un país se decide a la ampliación de derechos, ese país está creciendo". A su vez interpeló a la Iglesia para que “se modernice y no repita los mismos pecados del pasado".

El jefe del bloque oficialista, Miguel Pichetto, tuvo a su cargo la intervención final en el recinto. Dijo que esta ampliación de derechos está inspirada en el laicismo de la Revolución Francesa (cuyo aniversario se cumplió al comienzo de la sesión). Denunció el “oscurantismo medieval de la derecha vaticana” y de sacerdotes como Antonio Marino, quien sostuvo que “los homosexuales son más violentos y promiscuos, llegan a tener 500 parejas a lo largo de su vida”.

El grupo de oficialistas que rechazó el proyecto se amparó en sus creencias religiosas. No avizoraron la relevancia de la contradicción entre el Estado laico y el intervencionismo eclesiástico en el ordenamiento social.

Esa contradicción tiene una fuerte presencia en la región. Se agudizó en los últimos años con el advenimiento de gobiernos con proyectos populares y democráticos. El presidente boliviano Evo Morales fue acusado por la iglesia de “querer una patria sin Dios”. “Otra iglesia es posible”, sostuvo el mandatario tras imponerle tributos por actividades lucrativas y eliminar la educación religiosa de las escuelas.

En Venezuela, el presidente Hugo Chávez encomendó recientemente a la Cancillería una revisión del convenio entre el Estado y el Vaticano. Argumentó que la Iglesia católica “goza de privilegios que se contradicen con la Constitución”. Según lo pactado en 1965, la curia “se queda con una parte de los ingresos por la exportación de petróleo” con lo cual financia sus propios programas. La jerarquía religiosa en ese país es aliada del bloque opositor y en más de una ocasión acusó al presidente de “marxista”.

La relevancia internacional de la medida sancionada radica en que sólo nueve países en el mundo tienen legislaciones semejantes, y ninguno en la región. Actualmente, en Argentina ya se celebraron nueve matrimonios entre personas del mismo sexo, bajo amparo judicial.

Por ese motivo, el titular de la Comunidad Homosexual Argentina, César Cigliutti, afirmó que el matrimonio igualitario se trata de "una conquista histórica, que va a figurar en la cronología de la Argentina y Latinoamérica".

En consonancia con lo que señalamos como debate de fondo, María Rachid, presidenta de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans, aseguró que este es el primer paso para discutir “todas las familias”, más allá del lazo sanguíneo y la procreación, impuestos como valor superlativo.

Rachid valoró además que esta discusión “abre la puerta a otras, referidas a migrantes, discapacitados, o el aborto, que tiene un obstáculo común con la de matrimonio igualitario, ya que la Iglesia quiere imponerse sobre el conjunto de la sociedad”.

Como dijo Enrique Martínez, titular del Instituto Nacional de Tecnología Industrial, "en un rato deberemos volver a las asignaturas pendientes, pero por este instante disfrutemos de pertenecer a la sociedad argentina”.


Fuente:

Brite, Natalia en http://visionesalternativas.com.mx.

Internacionales: “Se te acabó el futuro, Obama "


                                        

El hombre que se apoderó de la Casa Blanca fomentando un estado de ánimo de expectativas irracionales enfrenta ahora el precio amargo cobrado por la realidad. La realidad es que no puede haber un “buen” presidente de EE.UU. Es imposible jugar con esas cartas. Obama está cerca del fin.

El primer presidente negro de la nación prometió cambio en el momento preciso en el cual ni un solo hombre, aunque estuviera dotado de los poderes comunicativos de Franklin Roosevelt, de la maestría política de Lyndon Johnson o de la descarada agilidad de Bill Clinton, podría cambiar la corriente que ha estado llevando a EE.UU. al desastre durante 30 años.

Este verano numerosos estadounidenses están atemorizados. Más de 100.000 se declaran en bancarrota cada mes. Tres millones de propietarios de casas enfrentan la ejecución hipotecaria este año. Hay que agregarlos a los 2,8 millones que la sufrieron en 2009, el primer año en el poder de Obama. Casi siete millones estuvieron sin trabajo el año pasado durante seis meses o más. Si se suma la gente que ha renunciado a la busca de trabajo, o los que tienen trabajo parcial, el total se acerca a los 20 millones.

La gente atemorizada es irracional. También lo son los racistas. Obama es objetivo de acusaciones demenciales. Un porcentaje considerable de estadounidenses cree que es socialista –una acusación tan ridícula como acusar al Arzobispo de Canterbury de ser un druida encubierto. Obama reverencia al sistema capitalista. Admira a los súper-depredadores de Wall Street que inundaron el tesoro de su campaña con millones de dólares. La horrenda catástrofe del Golfo de México provino directamente de la luz verde que él y su secretario del interior, Ken Salazar, dieron a BP.

No es culpa de Obama que durante 30 años la política de EE.UU. –bajo Reagan, los dos Bush y Bill Clinton– haya sido exportar permanentemente puestos de trabajo al Tercer Mundo. Los puestos de trabajo que los estadounidenses buscan ahora desesperadamente ya no están aquí, en su patria, y no volverán a estar. Están en China, Taiwán, Vietnam, India e Indonesia.

Ningún programa de estímulo, ni la entrega de dinero a contratistas del cemento para que arreglen baches en el sistema federal interestatal de carreteras, van a lograr que vuelvan esos puestos de trabajo. Trabajadores herramentistas altamente capacitados, los aristócratas del sector manufacturero, están asando hamburguesas –en el mejor de los casos– por 7,50 dólares por hora porque las corporaciones de EE.UU. enviaron sus puestos de trabajo a Guangzhou, con la aprobación de políticos del lobby del “libre comercio” cargados de dinero.

No es culpa de Obama que durante 30 años más y más dinero haya flotado a la punta de la pirámide social hasta que EE.UU. está volviendo a donde estaba en los años 80 del Siglo XIX, una nación de vagabundos y millonarios. No es culpa suya que cada ventaja tributaria, cada regulación, cada decisión judicial se orienten hacia las empresas y los ricos. El EE.UU. neoliberal fue conjurado con maligna vitalidad a mediados de los años setenta.

Pero es culpa de Obama que no lo haya comprendido que siempre, desde el primer momento, halagó a los estadounidenses con apologías a su grandeza, sin advertir adecuadamente sobre la corrupción política y corporativa que estaba destruyendo EE.UU. y la resistencia que enfrentaría si luchara realmente contra las componendas prevalecientes que estaban destruyendo EE.UU. Les ofreció un viaje gratuito y fácil hacia un futuro mejor, y ahora ven que era una promesa vacía.

También es culpa de Obama que, como comunicador, no pueda movilizar e inspirar a la nación alejándola de sus temores. Desde sus primeros años aprendió a no ser excitable, a no ser un hombre negro airado que pudiera alarmar a sus amigos blancos en Harvard y a sus posteriores benefactores corporativos. El autocontrol fue su pasaporte para los guardianes del sistema, desesperados por encontrar un líder simbólico que restaurara la credibilidad de EE.UU. en el mundo después de los desastres de la era de Bush. Es demasiado distante.

De modo que ahora los estadounidenses han perdido confianza en él en cantidades crecientes. Por primera vez las evaluaciones negativas en los sondeos sobrepasan las positivas. Ya no cuenta con confianza. Su apoyo baja a un 40%. La maleabilidad que le permitió adular al mismo tiempo a los mandamases corporativos y a los obreros parece ahora el más insulso oportunismo. La promesa casual en la campaña de eliminar a al-Qaida en Afganistán se convierte ahora en una desastrosa campaña vista con consternación por la mayoría de los estadounidenses.

Los sondeos auguran el desastre. Ahora parece que es posible que los republicanos puedan no sólo recapturar la Cámara sino, concebiblemente, también el Senado. El humor público es tan contrario que aunque los sondeos muestran que los votantes piensan que es posible que los demócratas tengan mejores soluciones para la economía que los republicanos, votarán contra los demócratas en ejercicio en las elecciones a mitad de período en el otoño próximo. Simplemente quieren echar a los holgazanes.

Obama ha buscado a Bill Clinton para que lo aconseje en esta hora desesperada. Si Clinton es franco, recordará a Obama que sus propias esperanzas de un primer período progresista fueron destruidas por el fracaso de su reforma del sistema de salud en la primavera de 1993. Al llegar agosto de ese año, importó a un republicano, David Gergen, para que dirigiera la Casa Blanca.

Obama tuvo su oportunidad el año pasado, cuando habría podido convertir los puestos de trabajo y la reforma financiera en sus objetivos primordiales. Es lo que esperaban los estadounidenses. En vez de ello, hipnotizado por consejeros económicos que eran engendros de los bancos, se lanzó al Mar de los Sargazos de la “reforma del sistema de salud”, desperdició la mayor parte de un año, y terminó con algo que no satisface a nadie.

¿Qué puede salvar ahora a Obama? Cuesta identificar una esperanza a la que se pueda aferrar. Es demasiado pronto para decirlo, pero como dijo Janet Leigh a Orson Welles en Sed de mal: “se te acabó el futuro”.


Alexander Cockburn. Periodista, co-director del bimensual CounterPunch y del sitio internet homónimo (www.counterpunch.org).

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Fuente: http://www.counterpunch.org/cockburn07162010.html

domingo, 18 de julio de 2010

Historia: “La luz mala de un prócer de la independencia”

El Doctor Tomas Godoy Cruz, un ilustre mendocino, hacendado, diputado del Congreso de Tucuman, Gobernador de su provincia, exiliado, amigo, confidente y operador politico de Jose de San Martin en los dias de julio de 1816, es recordado con multiples homenajes no solo en su patria chica, sino tambien en la totailidad del pais. Fue, tal vez quien mas lucho desd dentro del Congreso por la Declaracion del 9 de julio.

Pero quizas, su familia escondio un secreto que a mediados del siglo XIX, se transfromo en un escandalo que indigno a la sociedad mendocina.. Don Tomas se habia casado con Maria Luz Sosa Corbalan, conocida del Libertador, por quien le fue presentada en los años 30 de ese siglo. Habian tenido 3 hijos , una de las cuales Aurelia, seria en centro de lo que vendria.

Doña Luz, no era muy apasionada por su consorte, eso hay que decirlo. Para dato fundamental: Una noche de 1851, el mendocino murio, en medio de una fiesta organizada por su esposa, y Doña Luz, mando a taparlo completamente, mientra s siguió balilando hasta el final de la tertulia. Alli se convirtió en la hacendada mas rica de Cuyo.. Un año antes, en 1851, el doctor Federico Mayer realizó un viaje hacia Chile con el fin de radicarse algunos meses. Cuando llegó a Mendoza, varios conocidos le recomendaron que parara en la casa de la ilustre familia de Godoy Cruz.

Luego de un mes de travesía, el viajero llegó a Mendoza y sin perder tiempo visitó a don Tomás.En una de sus visitas, don Tomás, lo invitó a alojarse en su casa. El viajero aceptó la gentileza.

La ciudad de Mendoza le parecía muy atractiva, la gente lo trataba muy bien, le encantaba pasear por la Alameda y por la calle de la Cañada en donde tomaba café. Pero un día, fue encarcelado y deportado por las autoridades, por no ponerse un chaleco rojo punzó, símbolo del gobierno de Rosas. Gracias a la intervención de don Godoy Cruz, pudo salir de la cárcel y quedarse en Mendoza.

Allí en uno de los famosos bailes que realizó la esposa de don Tomás, doña Luz Sosa, conoció a su hija Aurelia. Federico era un hombre muy atractivo: alto, ojos celestes, de origen sajón, impactó a muchas mendocinas que lo conocieron, en especial a Aurelia que entregó su amor de inmediato.

Pero había otra persona que también se había enamorado de él: era su madre doña Luz.

Doña Luz Sosa, era una mujer joven y muy bella, también tenía un carácter muy despótico y dominaba el entorno familiar y sus bienes. Eran muy comentadas las fiestas que organizaba para la alta sociedad mendocina, en donde ella era la figura central. Al enterarse que el doctor Federico Mayer declaró su amor a Aurelia, ésta comenzó a despreciar a aquel hombre, poniéndole todo tipo de trabas para que el noviazgo no prosperara. A pesar de los obstáculos a su hija, la pareja decidió casarse. El matrimonio se realizó, aprobado por don Tomás Godoy Cruz, pero no por doña Luz. Después de unos meses de casados la pareja viajó a Chile y luego regresó a Mendoza. El 15 de mayo de 1852 don Tomás falleció en una apartada habitación de su casa, en medio de una fiesta que doña Luz había realizado y que.como se dijo, no suspendió. Después del fallecimiento de don Tomás, el matrimonio Mayer, se fue a vivir a una finca que tenía Aurelia, para que su madre no le hiciera la vida imposible. El amor prohibido que tenía Luz, se transformó en odio.

En una calurosa noche del 2 de marzo de 1853, el matrimonio Mayer salió de la casa de don Melitón Gómez, quien vivía a unas cuatro cuadras de la finca de Aurelia. Allí doblaron hacia la izquierda en donde había un callejón oscuro y como tenían prisa por llegar apresuraron la marcha. Aurelia comentó que tenía un poco de miedo, pero Federico le contestó que estaba armado.Este le preguntó si quería doblar hacia la otra calle, cuando de repente aparecieron desde la oscuridad dos que venían del lado opuesto en mangas de camisa y con sombreros. Estos individuos se enfrentaron al matrimonio. Los malhechores fueron a buscar Federico, le asestaron varias puñaladas y lo remataron con dos tiros en la cabeza y el pecho, a pesar de los esfuerzos de Aurelia por defenderlo, nada pudo hacer y los dos salieron corriendo. El cuerpo de Mayer estaba en el suelo y su esposa trató de auxiliarlo, la sangre brotaba por doquier. Desesperada,corrió hacia la casa de Nicolás Villanueva, en donde salieron con dos peones armados para auxiliarla. Al llegar estos, Aurelia llamó a un médico ,dándole por seña un pañuelo ensangrentado. Pero ya todo era tarde, Federico murió desangrado. Fueron a buscar al Juez de Paz, pero no pudo asistir por no tener un caballo en que llegar.

Después de un tiempo la policía atrapó a los asesinos Esteban y Martiniano Sambrano, cuando trataban de escapar hacia Chile.Confesaron que habían sido pagados por la señora Luz Sosa de Godoy Cruz para cometer el horrendo crimen. Inmediatamente fue llamada la instigadora del crimen quien se declaró culpable de aquellos hechos.Los hermanos Sambrano fueron condenados a muerte por fusilamiento, pena despues conmutada, y a los 10 años quedaron libres. La Señora de Godoy Cruz, mediante apelaciones y cambios de tipificacion, solo pago una multa de 2000 pesos, destinada a la construccion de una carcel. En 1861, cuando se prestaba a brindar otra de sus fiestas. fue sepultada viva por un teremoto en Mendoza.

Fuente: Diario Los Andes, de Mendoza, 2005.

Entrevista: Diego Capusotto: “Soy nihilista, anarquista y peronista”



El humorista más filoso de la TV vuelve mañana con otra temporada de Peter Capusotto y sus videos. En agosto estrenará Pájaros Volando, su nueva película. Dicen que el que no apuesta no gana. Diego Capusotto viene apostando a un humor distinto desde 1992, con De la cabeza y Cha Cha Cha ; desarrolló una mirada más personal con Todo x 2$ , y parece haber encontrado su formato más afilado e influyente de la mano de Peter Capusotto y sus videos . El envío que estrenará nueva temporada mañana en Canal 7 provocó un cisma en la TV argentina. Capusotto no es Tinelli, a Dios –o quien corresponda– gracias. No tiene su masividad, rebote, ni vocación de poder. Pero su sentido del absurdo, ironía y militancia política y estética ganó un espacio poco antes inimaginable que terminó conmoviendo a la cultura rock primero e incorporándose después al imaginario social –en forma directa o indirecta– de muchos argentinos.

El universo de Peter Capusotto incluye a personajes tan inverosímiles como Bombita Rodríguez (el Palito Ortega de la Tendencia), Pomelo (la estrella de rock que promueve la estupidez y nunca compuso un tema), Violencia Rivas (la creadora del punk rock devenida en señora mayor incontinente emocional) y Micky Vainilla (el cantante pop nazi), entre tantos otros. Pero en el desarrollo de éstos y tantos otros sujetos imaginarios se cuelan medulares críticas a usos culturales, sociales y políticos, sazonados con altas dosis de liturgia peronista que en otras manos hasta podrían sonar profanos. Capusotto y el coguionista y productor Pedro Saborido construyeron un mundo que desde lo absurdo –y no tanto– cuestiona la realidad y muchas miradas que circulan sobre ella. “Siempre partimos de situaciones cotidianas, pero las llevamos a lugares inverosímiles. Eso es el humor y el nuestro incluye al peronismo”, explica Capusotto en diálogo exclusivo con Miradas al Sur.

Pero se dijo que Capusotto demostró ser un apostador exitoso y la figura no le hace estricta justicia. Establecido el éxito de Peter Capusotto y sus videos , el actor recibió múltiples propuestas para ensanchar sus bolsillos sin grandes esfuerzos. Desde que Pomelo publicite bebidas alcohólicas hasta que el programa pase a uno de los canales de mayor rating. El actor explica: “Aprendimos con Todo por 2$. Estar producido por una megaempresa hace que uno tenga que negociar ciertas cosas, como ir a algunos programas, hacer presencia, reuniones... Hoy por hoy no negociamos. En aquel entonces el medio nos intoxicaba un 30 por ciento. Ahora no aceptamos ni eso. En cuanto al tema publicidad, las ideas de los supuestos creativos suelen ser nefastas. Yo no quiero fomentar que los pibes tomen irresponsablemente”. Así las cosas, la figura del apostador audaz se desvanece para dejar lugar al artista que ganó un lugar, lo valora y no está dispuesto a desdibujarlo en el nombre del dinero o un supuesto crecimiento. Una toma de posición poco usual en estos días.

Capusotto no quiere adelantar demasiado sobre la nueva temporada del programa que comienza mañana, a las 22.30. “Desde hace meses nos venimos juntando con Pedro (Saborido) para tirar ideas. Hace poco mas de un mes que empezamos a grabar. El procedimiento –perdón por la terminología tan policial– es reunirnos, tirar ideas de nuevos personajes, seleccionar, desarrollar y grabar. La gente va a ver unos seis o siete personajes nuevos, que van a tener continuidad. Otros van a realizar apariciones casi fantasmagóricas, con fecha de caducidad. Clásicos como Micky Vainilla, Bombita o Violencia Rivas, van a tener su lugar muy pronto. En el primer programa Bombita va a protagonizar una suerte de corto, con mucho desarrollo”, desliza.

–¿Es difícil seguir con el programa y no repetirse?

–Nosotros trabajamos para que el programa nos siga interesando a nosotros. Y la única forma de lograrlo es creando nuevos personajes y jugando con eso. Creo que la gente percibe nuestro compromiso y así el vínculo se hace más fuerte. La forma de contar también es importante. Eso quizás permite que la gente recuerde algún personaje que nació y murió hace mucho tiempo.

–¿El programa fue pensado para algún público en particular?

–No. Nunca llegamos tan lejos. Simplemente pensamos en un programa que nos gustara ver como espectadores. En realidad, nos propusieron hacer un programa de videos. Primero decidimos pasar música que no tuviera cabida en la tele o la radio, después presentarla de una forma diferente y más tarde nos dimos cuenta que teníamos muchas cosas para contar del mundo rock porque es un ámbito que vivimos mucho.

–En el programa hay mucho de absurdo, pero también lecturas críticas de la realidad.

–Cuando uno hace humor se está burlando de algo que le molesta, de algo antagónico a su forma de pensar. La típica construcción moral, falsa e hipócrita, siempre nos va a encontrar de la vereda de enfrente. Con esa gente no hay nada que dialogar. No somos demócratas dialoguistas con el enemigo.

–La burla y la ironía están muy presentes en el programa. Pero algunos personajes y chistes también transmiten cierta cosa afectiva.

–Sí, porque trabajamos con muchos protagonistas e ideas con las que crecimos. Desde las canciones de Palito Ortega hasta la vuelta de Perón y las organizaciones armadas. Son íconos. Palito como el cantante popular abocado a las convenciones: la madre, la noviecita, etcétera. Pero ojo: yo no creo que Palito Ortega es algo interesante porque era popular. Esa es una mirada que habría que revisar. Sí, que en todo caso el personaje está atravesado por algo de nostalgia. Lo de la vuelta de Perón y las organizaciones es algo mucho más denso e importante. Algo casi magnífico con todos los condimentos: esperanza, fiesta y tragedia… En este caso el humor pasa por poner esos símbolos en un lugar completamente diferente.

–Pocos se animaron a hacer humor con Perón.

–El relato humorístico permite entrarle a todo: a lo que te une afectivamente y a lo que está del otro lado de la mesa. Evidentemente siempre hay un juego de lo inverosímil. Pero la figura casi patriarcal de Perón ofrece muchas posibilidades. Y no tiene adversarios. No se sostiene demasiado hacer algo con (Raúl) Alfonsín. Las distancias son siderales...

–Siempre te molestó la etiqueta de nuevo humor. ¿Por qué?

–Nos ponían la categorización de “humor nuevo” desde Cha Cha Cha . Obviamente no tenía la estructura de un típico programa de humor, sobre todo en ese momento. Fragmentar los sketchs y el auto zapping llamaba la atención, pero no era nuevo. El humor uruguayo tenía cosas similares, el inglés también. Era una etiqueta superficial que no llevaba a ningún lado, por eso no nos gustaba.

–Pero más allá de las etiquetas, encontraste un ámbito nuevo para moverte que incluye sus propias reglas.

–Eso sí. Es una elección que implica qué hacemos y cómo lo hacemos. En eso sí nos hemos corrido de la lógica televisiva que pretendería otra cosa. Generalmente, si un programa va bien se le da más exposición, más horarios y se lo condena a nunca parar. Nosotros logramos bajarnos de eso. Cuidar nuestros tiempos es una forma de cuidar la creatividad y el programa. Por eso hacemos temporadas de doce capítulos. Después nos enteramos de que en otras partes del mundo hay gente que trabaja así. Pero nosotros no lo sabíamos. Canal 7 supo entender que esa mecánica era mejor para todos. Incluso el año que viene me gustaría hacer teatro y parar un poco con la tele.

–Recibieron propuestas de otros canales. ¿Por qué decidieron dejarlas de lado?

–Porque no nos interesa aparecer en un canal con más ráting y apoyo, y que eso nos quite libertad. No tenemos una lógica capitalista. Creemos que es mejor mantener un espacio propio, sin condicionamientos. Sin ingerencias de ninguna índole. Para nosotros, ése es el mayor de los éxitos.

–Trabajaste muchos años con Fabio Alberti y en algún momento te acusó de hacer humorismo oficialista a través de los medios. ¿Pudieron aclarar el tema?

–La última vez que hablé con Fabio fue hace dos años. Lo llamé por teléfono y le deseé lo mejor, me dijo lo mismo y ahí terminó. No tengo nada más para decir. No me gustó cómo algunos medios exacerbaron el tema. Cuando empecé con el programa en Canal 7 estaba trabajando con Fabio en el teatro. Pero muchos periodistas parece que lo ignoran. Para mí lo importante con Fabio es lo que hicimos: dejo todo ahí. Si tengo que aclarar algo con él, lo hablaremos personalmente y no lo voy a hacer mediático.

–¿Lo de oficialista te incomoda?

–Lo de humor oficialista, sí. El rock no tiene nada que ver con (Néstor) Kirchner. A no ser que haya tenido una banda y nunca me enteré. Nosotros estábamos en Canal 7 en la época de la Alianza y a nadie se le ocurrió decir que hacíamos humor aliancista . Pero en el escenario de hoy, cruzado por intereses de todo tipo, uno tiene un programa en el canal estatal y es kirchnerista. Yo me cago de la risa. Pero es una mirada muy vulgar, expresa demasiada liviandad.

–Y más allá del programa en sí mismo, ¿te sentís identificado con este gobierno?

–Es el Gobierno con el que siento más empatía desde la vuelta de la democracia. Creo que se avanzó en muchos aspectos y se enfrentó a poderes muy grandes y nefastos. Pero tampoco considero que estemos en un gobierno inmaculado, o en La Habana del ’59. No soy tan pelotudo. Lo que pasa es que uno mira la oposición y se espanta. ¿”Mejor Felipe”? Quién puede creer eso. ¿De Narváez y su peronismo disidente de Perón? Menos. La UCR se abraza a un traidor como Cobos y lo bendice como ex traidor. Después... Carrió es un personaje que entra en una especie de nebulosa de mugre...

–¿Hasta dónde te identificás con el peronismo?

–Me siento un producto de muchas cosas. Yo soy nihilista, anarquista y peronista. Soy peronista por los enemigos que el peronismo ha interpelado. Desde la Iglesia a los grupos económicos empresariales y del campo. Aunque en el peronismo a veces parece que puede entrar todo. Hasta el Opus Dei... Uno también se identifica con el peronismo por la sensibilidad social y como luchar para eso. Pero no como esos pequeños burguesitos que entienden el peronismo como una liturgia y nada más.

–El 5 de agosto se estrena Pájaros volando , la nueva película que protagonizás. ¿Estás conforme con los resultados?

–Sí, laburé con gente amiga, muy cómodo. El guión es de Damián Dreizik y la dirección de Néstor Montalbano, que también dirigió Soy tu aventura (la otra película que hice con Luis Luque). Yo soy José, un flaco que labura en una remisería y siente nostalgia del breve éxito que tuvo en la época en la que tocaba con su primo Miguel (Luis Luque). Aparecen muchos roqueros, como (Miguel) Zabaleta, (Miguel) Cantilo, Claudio Puyó y personajes como Antonio Cafiero y Víctor Hugo Morales. En algún momento aparecen extraterrestres... Es muy loca y divertida.

–Estás con la tele, se viene la película, salió un libro, un DVD, hiciste un programa de radio… ¿tenés algún proyecto más en mente?

–Sí. Pero son proyectos sexuales. En los que está incluida mi mujer, pero no en todos. Hay otros en los que mi mujer está incluida con otros ( risas ). Proyectos no. Sí la decisión de hacer teatro el año que viene. Seguramente con personajes del programa y otros nuevos. Pero todavía tenemos que armarlo.
 
Fuente:
 
Por: Sebastián Feijoo en http://sur.elargentino.com/.
 

Actualidad Política: "Cómo se financia el partido de la fe católica"

Los diferentes fondos públicos con que cuenta el culto católico para su funcionamiento en el país superan los 2.500 millones de pesos anuales. Tras la sanción de la ley de matrimonio igualitario, durísimo golpe contra la presunta autoridad espiritual de la Iglesia sobre los asuntos terrenales de los argentinos, el tema del dinero invertido por el Estado en el sostenimiento del culto católico y/o en su inmenso sistema de colegios confesionales es una discusión que aguarda algún escenario mediato. Con dos mil años de comunicación y propaganda a cuestas las autoridades eclesiásticas tienen perfecta conciencia del asunto. De hecho se vienen anticipando al debate con cálculos como el que todavía hoy pueden leerse en la web del Plan Compartir de la Conferencia Episcopal Argentina, en la que se asegura que en 2007 el Estado dedicaba “una partida de sólo 17.323.913 pesos” para el sostenimiento de la Iglesia, lo cual apenas “representa el 0,014% del total del Presupuesto Nacional”. Así como los documentos de trabajo eclesiales llegaron a sostener más o menos que los homosexuales son proclives a convertirse en hombres lobo, el número es un recorte falaz. En 2010, el dinero derivado al sostenimiento de la Iglesia se incrementó a 35.868.353 pesos. Pero esa cifra es ínfima si se toman en cuenta el dinero estatal que van a las escuelas confesionales, hasta redondear un monto estimable en bastante más de 2.500 millones de pesos anuales.

Consultado por Miradas al Sur , Guillermo Olivieri, titular de la Secretaría de Culto de la Nación –organismo responsable de pagar el sueldo de los religiosos– informa que la partida que recibe esa cartera del Presupuesto nacional asciende a 32 millones de pesos anuales. Desde el sitio oficial de esta Secretaría, se informa que se asignan “por medio de sus diócesis y otros organismos, en concepto de sostenimiento del culto que incluye la colaboración económica para visitas ad limina , sínodos, conferencias regionales y viajes en cumplimiento de acciones pastorales”. También se destinan a una red de “437 institutos de vida consagrada inscriptos, que actúan a través de 4.500 casas y obras apostólicas existentes en todo el país”.

En el desagregado sobre el destino de esos fondos se hace mención a “Asistencia Financiera/Culto Católico”, dinero que va a 122 arzobispos y obispos, 1.600 seminaristas y 640 sacerdotes. El sueldo de un arzobispo, actualmente es de 8.200 pesos. Sin embargo, Olivieri precisa que “debería ascender a 13.000 pesos”, por ser el equivalente al 70 por ciento de un juez nacional de primera instancia. Sin embargo, los purpurados, amén de sus discursos en torno de la equidad y los pobres, no pagan impuestos, no tienen cargas sociales, no aportan a Ganancias ni a la jubilación.

Jorge Horacio Gentile, un ex diputado demócrata cristiano y docente de las universidades Nacional y Católica de Córdoba, explica que los dineros del Estado van también a parroquias de frontera o zonas desfavorables, a jubilaciones graciables para sacerdotes (las pueden cobrar Antonio Basseotto, Christian Von Vernich o Juan Carlos Maccarone, el obispo echado de Santiago del Estero presuntamente por sostener relaciones non sanctas para la Iglesia), o a pasajes para obispos, sacerdotes y agentes pastorales. En cuanto a los curas de parroquias, el secretario de Culto de la Nación aclara que no cobran, excepto los de frontera.

Lo poderosamente llamativo es que la asignación de estas partidas deviene de tiempos en los que reinaba la paz social, primaban el diálogo y el consenso. Todas y cada una de las normas relacionadas con los sueldos clericales nacieron de “acuerdos con la Santa Sede” y de leyes surgidas en tiempos dictatoriales: de la Revolución Libertadora al Onganiato y, de allí, al Proceso. Sólo durante la última dictadura fue que se sancionó la Ley 21.540 en 1977 –que fija las asignaciones mensuales vitalicias a arzobispos, obispos y auxiliares eméritos–, además de otras… ¡Siete! leyes que ampliaron el número de curas e instituciones confesionales beneficiadas.

Pero más allá del andamiaje legal que supo conseguir, la jerarquía eclesiástica cita como argumento de base para justificar los fondos que eroga el Estado para solventar su funcionamiento en el artículo 2º de la Constitución Nacional: “El Gobierno federal sostiene el culto católico apostólico romano”.

Recursos pesados. Como se dijo más arriba, lo abrumadoramente sustancial de lo que el Estado invierte en el sostenimiento de la Iglesia no pasa por los casi 36 millones derivados por el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto (35 millones de pesos fue la primera partida que destinó el Gobierno Nacional en 2009 para financiar un programa de protección de los bosques nativos en las provincias; igual suma invirtió el gobierno de Santa Fe para repavimentar un tramo de la Ruta 4 y construir un nuevo puente sobre el Salado), sino por los miles de millones que van a escuelas confesionales. Desde que en los ’90 se descentralizaron (mal) los recursos, el Ministerio de Educación de la Nación no destina recursos con eventuales destinos a “privada o pública”. Los fondos van a las provincias y éstas deciden su distribución. Hoy, el presupuesto total del Ministerio de Educación es de $17.514 millones (20 mil millones si se incluyen otros programas de gobierno que involucran a las FF.AA. o la construcción de escuelas). A esto se suma la cifra que este año invertirán las provincias: 64 mil millones, de los cuales cerca del 10 por ciento son transferencias a la educación privada.

Cuánto de ese sector de la educación privada representa a las confesionales es un rompecabezas complejo de armar. Pero hay pistas evidentes que permiten rehacer un mapa cercano al real. De acuerdo al relevamiento oficial de 2008, en todo el país existen 9.114 establecimientos escolares privados de los niveles inicial, primario y secundario. De ese total, 3.638 son confesionales, 3.220 no lo son y queda un número de 2.256 establecimientos “sin información”. Si se aplicara una proyección prudente acerca de cuánto de ese 11 por ciento de los 53 mil millones transferidos a la educación privada va a las confesionales, la cifra superaría largamente los 2.000 millones de pesos anuales destinados a colegios religiosos, fundamentalmente para pagar salarios. A ese número hay que añadir un 15 por ciento de lo que el Estado destina a través del Fondo de Incentivo Docente y Compensación salarial –cuyo total es de 3.000 millones de pesos–, que implican 450 millones más.

Como en tantas áreas, ni desde el Estado ni desde la investigación académica abundan cifras definitivas, ciertas y precisas sobre este tema que tradicionalmente incomoda a los funcionarios, incluso a los más progresistas. Hace un par de años Horacio Verbitsky publicó una investigación en la que decía que “la aproximación más confiable indica que el sistema privado consume el 13,5 por ciento de todos los recursos estatales para educación, que en 2006 ascendieron a 24.500 millones de pesos, y la confesional más de la mitad de ese monto, el 7,5 por ciento del total, es decir 1.837 millones de pesos”.

No sólo en términos nominales o por el crecimiento de la inversión educativa a escala nacional, parecería que la cifra actualizada es bastante mayor, hasta superar los 2.500 millones. Más pistas para intentar armar el rompecabezas son las que pueden tomarse de dos distritos tan importantes como el de la provincia de Buenos Aires y el de la Capital (ver subnota en estas páginas). En la Provincia existen poco más de 5.000 escuelas privadas, de las que 1.452 son confesionales y, de nuevo, 1.954 aparecen como “sin información”. Por lo menos hacia el 2008, más de 2.600 escuelas recibían el 100 por ciento del subsidio para pagar salarios docentes, 1.315 recibían el 80, y otras 868 entre el 20 y el 80 por ciento. Estos últimos datos son de una investigación de la periodista Nora Veiras, especializada en el tema educativo. En la gran mayoría de los casos se trataba de escuelas confesionales.

Hasta aquí no entran a tallar los inmensos dineros privados asociados a la Iglesia ya sea por colectas, en depósitos bancarios, asociaciones de empresarios cristianos o complejos sojeros, para lo cual el lector deberá ir a otras páginas de esta edición. Aún así, los números reseñados demuestran lo forzado del argumento de la Conferencia Episcopal Argentina allí donde se dice que “el aporte del Estado a la Iglesia representa el 0,014 % del total del Presupuesto Nacional”. O cuando asegura que “concretamente, el aporte del Estado representa menos del 7% de los ingresos que tiene la Iglesia argentina”, sin mencionar de dónde proviene el 93% restante de una cifra total de ingresos no citada.

El pecado Rivadavia. Los defensores del sostenimiento del culto católico con recursos estatales suelen retroceder casi 200 años de historia argentina para fundamentar el por qué de ese gasto. En palabras del ex diputado Gentile lo que “aparenta ser un privilegio tiene una razón histórica en la cuantiosa confiscación de bienes que hizo el Estado a la Iglesia y a las ordenes religiosas” durante los gobiernos de Martín Rodríguez y Bernardino Rivadavia, hacia 1822.

Dos siglos después, tres países cercanos de la católica América latina (Brasil, Uruguay, Chile) no sostienen ningún culto. El gobierno de España firmó un acuerdo con la Conferencia Episcopal Española a través del cual se acabó con la donación directa del Estado y se subieron los aportes voluntarios del impuesto a las rentas, algo que también se practica en Alemania. Difícilmente pueda decirse que la Argentina es un país más católico que Chile o España.

Y si se trata del respeto a una identidad religiosa, habrá que tomar las principales conclusiones de la Encuesta Nacional sobre Creencias y Actitudes Religiosas realizada, entre otros por Fortunato Malimacci y Juan Cruz Esquivel en 2008 desde el Conicet. “Los datos destacan el pluralismo y la diversidad presente en el campo religioso, junto con la preservación de una cultura cristiana”, decía una de las conclusiones centrales de esa encuesta. Lejos de la cifra tirada al bulto de un 85 a 90 por ciento de católicos practicantes que suele manejar la Iglesia, el estudio hablaba de un 76,5 por ciento de la población que se define como católica. Pero de ese porcentaje casi dos tercios, el 61,1 por ciento, “se relaciona con Dios por su cuenta” y no a través de la institución eclesial.

Siempre según la encuesta, en la Argentina existe un 9 por ciento de personas que se declaran evangélicas, mientras que el 11.3 manifiesta ser ateo, agnóstico, o no tener ninguna religión. El 23,3 por ciento no se casó o piensa hacerlo por iglesia. El 76 afirma concurrir “poco o nunca” a los lugares de culto. Según Malimacci y sus colaboradores, se está “frente a complejos procesos de desinstitucionalización religiosa y de individuación de las creencias”.

¿Y el pago de los salarios para los obispos y curas? Según el trabajo, sólo es aceptado por el 27 por ciento de los entrevistados.

Ayuda social. El cálculo realizado en esta nota de los recursos estatales de los que dispone la IglesIa, no incluyen los aportes de Desarrollo Social, que recibe Cáritas. Sin embargo, no se puede desconocer el importante trabajo social que desarrollan curas y religiosos con los sectores más vulnerables. En este punto, según el estudio mencionado anteriormente, la contribución financiera del Estado a esta tarea tiene un amplio grado de aceptación en la población, que llega al 75 por ciento.

Fuente:

Por: Eduardo Blaustein en  http://sur.elargentino.com/