miércoles, 7 de julio de 2010

Internacionales: Cuba único país de América Latina y el Caribe que ha eliminado la desnutrición infantil

UNICEF confirma que Cuba es el único país de América Latina y el Caribe que ha eliminado la desnutrición infantil. La existencia en el mundo en desarrollo de 146 millones de niños menores de cinco años bajos de peso, contrasta con la realidad de los infantes cubanos, reconocidos mundialmente por estar ajenos a ese mal social. Esas preocupantes cifras aparecieron en un reciente reporte del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), bajo el título de Progreso para la Infancia, Un balance sobre la nutrición, divulgado en la sede de la ONU.

De acuerdo con el documento, los porcentajes de los niños con bajo peso son de 28 por ciento en África Subsahariana, 17 en Medio Oriente y África del Norte, 15 en Asia oriental y el Pacífico, y 7 en Latinoamérica y el Caribe.

La tabla la completan Europa Central y del Este, con el cinco por ciento, y otros países en desarrollo, con 27 por ciento.

Cuba no tiene esos problemas, es el único país de América Latina y el Caribe que ha eliminado la desnutrición infantil severa, gracias a los esfuerzos del Gobierno por mejorar la alimentación del pueblo, especialmente la de aquellos grupos más vulnerables. Las crudas realidades del mundo muestran que 852 millones de personas padecen de hambre y que 53 millones de ellas viven en América Latina. Sólo en México hay cinco millones 200 mil personas desnutridas y en Haití tres millones 800 mil, mientras en todo el planeta mueren de hambre cada año más de cinco millones de niños. De acuerdo con estimados de las Naciones Unidas, no sería muy costoso lograr salud y nutrición básica para todos los habitantes del Tercer Mundo.

Bastarían para alcanzar esa meta 13 mil millones de dólares anuales adicionales a lo que ahora se destina, una cifra que nunca se ha logrado y que es exigua si se compara con el millón de millones que cada año se destinan a publicidad comercial, los 400 mil millones en drogas estupefacientes o incluso los ocho mil millones que se gasta en Estados Unidos en cosméticos.

Para satisfacción de Cuba, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) también ha reconocido que ésta es la nación con más avances en América Latina en la lucha contra la desnutrición. El Estado cubano garantiza una canasta básica alimenticia que permite la nutrición de su población -al menos en los niveles básicos- mediante la red de distribución de productos normados.

De igual forma, se llevan a cabo reajustes económicos en otros mercados y servicios locales para mejorar la alimentación del pueblo cubano y atenuar el déficit alimentario. Especialmente se mantiene una constante vigilancia sobre el sustento de los niños, las niñas y adolescentes. Así, la atención a la nutrición comienza con la promoción de una mejor y natural forma de alimentación de la especie humana.

Desde los primeros días de nacidos los incalculables beneficios de la lactancia materna justifican todos los esfuerzos realizados en Cuba en favor de la salud y el desarrollo de su infancia. Ello le ha permitido elevar los porcentajes de recién nacidos que mantienen hasta el cuarto mes de vida la lactancia exclusiva y que incluso continúan consumiendo leche materna, complementada con otros alimentos, hasta los seis meses de edad.

Actualmente el 99 por ciento de los recién nacidos egresan de las maternidades con lactancia materna exclusiva, superior a la meta propuesta, que es del 95 por ciento, según datos oficiales, en los cuales se indica que todas las provincias del país cumplen esta meta. A pesar de las difíciles condiciones económicas atravesadas por la Isla, se vela por la alimentación y nutrición de los infantes mediante la entrega diaria de un litro de leche fluida a todos los niños de cero a siete años de edad. Se suma a ello la entrega de otros alimentos, por ejemplo compotas, jugos y viandas, que, en dependencia de las disponibilidades económicas del país, se distribuyen equitativamente en las edades más pequeñas de la infancia. Hasta los 13 años de edad se prioriza la distribución subsidiada de productos complementarios como el yogurt de soya y en situaciones de desastres naturales se protege a la niñez mediante la entrega gratuita de alimentos de primera necesidad.

Los niños incorporados a los Círculos Infantiles (guarderías) y a las escuelas primarias con régimen de seminternado reciben, además, el beneficio del continuo esfuerzo por mejorar su alimentación en cuanto a componentes dietéticos lácteos y proteicos.

Con el apoyo de la producción agrícola -aun en condiciones de severa sequía- y una mayor importación de alimentos, se alcanza un consumo de nutrientes por encima de las normas establecidas por la FAO. En Cuba ese indicador no es el promedio ficticio de sumar el consumo alimentario de los ricos y el de los hambrientos.

Adicionalmente, el consumo social incluye la merienda escolar que se reparte gratuitamente a cientos de miles de estudiantes y trabajadores de la educación, las cuotas especiales de alimentos a niños de hasta 15 años y personas de más de 60 en las provincias orientales. En esa lista están contempladas las embarazadas, madres lactantes, ancianos y discapacitados, el suplemento alimentario para pequeños con bajo peso y talla y el suministro de alimentos a municipios de Pinar del Río, La Habana y a la Isla de la Juventud.

Dichas entidades fueron azotadas el año pasado por huracanes, mientras las provincias de Holguín, Las Tunas y cinco municipios de Camagüey sufren actualmente la sequía.

En ese empeño colabora el Programa Mundial de Alimentos (PMA), el cual contribuye al mejoramiento del estado nutricional de la población más vulnerable en la región oriental, donde se benefician más de 631 mil personas.

La cooperación del PMA con Cuba data de 1963, cuando esa agencia brindó asistencia inmediata a las víctimas del huracán Flora. Hasta la fecha, ha consumado en el país cinco proyectos de desarrollo y 14 operaciones de emergencia. Recientemente, Cuba pasó de ser un país receptor a donante.

El tema de la desnutrición cobra gran importancia en la campaña de la ONU para lograr en 2015 las Metas de Desarrollo del Milenio, adoptadas en la Cumbre de jefes de Estado y de Gobierno celebrada en 2000, y que tienen entre sus objetivos eliminar la pobreza extrema y el hambre para esa fecha. Pero los cubanos afirman que esas metas no le quitan el sueño a nadie, la propia ONU sitúa al país a la vanguardia del cumplimiento de tales retos en materia de desarrollo humano.

No exenta de deficiencias, dificultades y serias limitaciones por un bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos hace más de cuatro décadas, Cuba no muestra desesperantes ni alarmantes índices de desnutrición infantil. Ninguno de los 146 millones de niños menores de cinco años bajos de peso que viven hoy en el mundo es cubano.

Fuente: Por Cira Rodríguez César en http://visionesalternativas.com.mx/.


Entrevista: Alain Rouquié: “Cuando el olvido es la única política, la memoria se venga”


Nació en Francia en 1939. Master de investigación en Ciencias Políticas y doctor en Literatura. Escribió, entre otras obras, "El Estado militar en América Latina", "Guerras y paz en América Central" y "Brasil en el siglo XXI". Su último libro es “A la sombra de las dictaduras. La democracia en América Latina”. El politologo francés retoma el eje de su ya clásico libro "El estado militar en la Argentina", y afirma que persiste cierta narrativa dictatorial que ensombrece el presente democrático de la región. En Millau, la ciudad de los Pirineos franceses donde había nacido, pétit Alain solía asistir al cine de barrio. Se engolosinaba la imaginación enterándose de los estertores políticos que se vivían al otro lado del Atlántico. Parafraseando al antropólogo Claude Lévi-Strauss, en una entrevista radial en La Francolatina , el politólogo francés Alain Rouquié recordó que su fascinación adolescente pasaba por “los países sin historia”. Sobre todo le atraían los argentinos, aquellos “europeos con los pies para arriba”.

Auspiciado por la UBA y la Universidad de Cuyo, Alain Rouquié, uno de los latinoamericanistas más prestigiosos de Europa, visitó la semana pasada Buenos Aires para recibir el título de Doctor Honoris Causa por la Universidad de Buenos Aires. El martes 29 de junio presentó su último libro todavía inédito en castellano, A la Sombra de las Dictaduras. La democracia en América Latina , un balance a 35 años de su obra fundamental, El Estado militar en América Latina.

–¿En qué consiste la idea de la sombra dictatorial?

–Había trabajado en esos grandes proyectos norteamericanos sobre la transición latinoamericana a la democracia, en el que se analizaban las motivaciones de la oposición y los grupos políticos en el poder para abrir el juego. Y punto. Es decir, que se tenía la noción de que se pasaba de la dictadura a la democracia como de la noche al día, de la oscuridad a la luz. Me di cuenta que no era así, que había una sombra de la dictadura. Pinochet se quedó hasta 1998 como comandante en jefe del Ejército. El régimen pinochetista impuso a la democracia chilena una constitución que hasta el año 2000 tenía las tres firmas (cuatro, con la de los Carabineros) de la Junta que volteó a la democracia de Allende el 11 de septiembre de 1973.

–Pero luego Pinochet es detenido en Inglaterra. ¿Cómo se dio esa continuidad dictatorial?

–Bueno, tanto los civiles como los militares de aquella época se quedaron en la democracia. Aquel ejército no desapareció. La Ley de Amnistía se respetó, como en Brasil. Pero sobre todo hay una narrativa nacional de la dictadura. Todavía perviven explicaciones de las evoluciones políticas que no corresponden a la realidad, sino a la interpretación de quienes dieron el golpe. Eso pasó en Chile. Se suele escuchar: “Al final, los militares tenían razón en derribar al gobierno de la Unidad Popular, porque eran unos subversivos que llevaban a nuestro país, que estaba bendecido por Dios, al caos”. Ese discurso es una sombra que mantiene el pasado dictatorial sobre el presente democrático.

–El caso chileno es muy diferente al argentino. Los militares acá no cedieron el poder, sino que lo perdieron por la Guerra de Malvinas.

–Efectivamente, hay diferentes sombras. En Chile, pierden el Plebiscito Nacional de 1988, pero no pierden el poder. Lo que es evidente es que los militares impusieron la forma, el ritmo y las instituciones de la democracia chilena. Los enclaves autoritarios se quedaron hasta la reforma constitucional de 2005, con la supresión de las senadurías vitalicias, pero todavía quedan. Por ejemplo, hay una legislación laboral que no ha sido tocada: es una ley electoral binaria que favorece a la derecha y que es intocable. Hay muchas cosas intocables. Aquí en Argentina hubo una experiencia política única en el mundo: un ciudadano que llegó a la presidencia de la República en 1983 con los votos del electorado y que al día siguiente decidió llevar a los tribunales a los responsables de los miembros de las Juntas militares de los siete años anteriores. Después, (Raúl Alfonsín) quiso limitar ese proceso emblemático, pero también dando a conocer cómo la represión había sido conducida, con el Nunca Más. Eso llevó mucho más tiempo en Chile. En Brasil, nunca se hizo. Y los dos plebiscitos en Uruguay, por los que la izquierda quiso abrir la memoria, se perdieron. Hay que pensar que el trauma no ha desaparecido. Hasta la gente que no ha vivido el tiempo de las dictaduras viven debajo de esa sombra, porque todavía están los desaparecidos.

–Me parece que la sombra española es mucho más grande que cualquier país latinoamericano. El juez Baltasar Garzón fue removido de su cargo por querer investigar los crímenes de Franco…

–Cuando el olvido es la única política que se sigue, la memoria se venga. Entiendo porqué los españoles no quisieron abrir los expedientes de la dictadura franquista cuando retornó la democracia: había una alianza entre los moderadores del régimen y de la oposición para reestablecer la democracia y después ya veremos . Los crímenes franquistas se remontaban a 1936, eran hechos muy antiguos. Pero así no se puede establecer una democracia sana y sincera, porque el olvido se venga.

–Usted ha dicho que Brasil como sociedad ha elegido el olvido. ¿Qué efectos de la dictadura de 1964-1985 hoy perviven todavía en el gobierno de Lula?

–En el caso de Brasil se eligió el olvido porque, a diferencia de España, las muertes fueron poco numerosas. Se dice que fueron 150 muertos y 300 desaparecidos. Dada la población brasilera, en comparación con lo que pasó en Argentina, fue una dictadura bastante moderada. Claro que eso no impide que para los parientes de las víctimas sea una cosa muy dolorosa que no se puede olvidar. Pero se decidió aceptar la amnistía que el régimen militar se otorgó, aceptar el olvido. Y también porque la clase política de la Nueva República fue la misma que la del gobierno militar. Porque los militares habían mantenido la constitución con elecciones, partidos y parlamentos. Por supuesto que la izquierda de la clase política había sido depurada, pero la derecha había quedado. Entonces, la transición fue mucho más suave, y a la brasileña, con conciliación. De vez en cuando, hay pedidos para que se abran algunos expedientes, como recientemente el del caso Gomes Lund, de la Guerrilla de Araguaia en el estado de Pará. Pero no es un tema de movilización nacional, es una suerte de irritación que aparece de vez en cuando. Entonces los militares golpean la mesa, el Ministro a veces dimite –como pasó en 2003–, pero no pasa gran cosa porque no fue un problema masivo, como en Argentina. Esto muestra que aunque la represión haya sido limitada, esa sombra estará siempre presente hasta que se resuelva. O con justicia o con transparencia.
–Brasil aparece como una de las potencias del siglo XXI. Usted habla de “gaullismo tropical”. Teniendo en cuenta la alianza geoestratégica que tiene con Francia, ¿cómo se puede explicar la desautorización del Consejo de Seguridad de ONU respecto de la mediación brasilera en el tema nuclear de Irán?

–Es una situación complicada. Dentro de ese revisionismo, del deseo de ser reconocido como un actor global y con peso en las instancias internacionales, Brasil pensó que se podía forzar la puerta cerrada y selectiva de las viejas potencias. ¿Cómo? Demostrándoles que podían solucionar un problema grave mejor que ellos. “Ustedes han impuesto sanciones a Irán por el enriquecimiento de uranio y no caminó.” “Han hecho propuestas a través de la Agencia Internacional de Energía Atómica y tampoco funcionó.” “Bueno, somos países periféricos, tenemos cosas en común y estamos fuera de ese concierto de pocos de los Estados nucleares y el Consejo de Seguridad. Pero les vamos a demostrar que con la negociación podemos más.” Ahora, claro que lo hicieron sin concertación con los países involucrados en ese asunto. Lo hicieron con Turquía, país miembro de la Otan, lo que desagradó aún más a Estados Unidos. Eso explica la velocidad con que los Estados Unidos impulsó un nuevo proyecto de sanciones. Les dijeron más o menos “que los novatos esperen su turno”. Luego, no fue muy acertado que en el Consejo de Seguridad Brasil –que está como Miembro no Permanente– haya votado en contra de las sanciones, en vez de abstenerse, siendo que va a cumplirlas. Es contradictorio.

–De cualquier manera, el poder de intervención en la región latinoamericana de Estados Unidos está cada vez más acotado. En Honduras, reconocieron al gobierno golpista, pero los países de Unasur fueron muy efectivos en contener el intento secesionista de en Bolivia, a fines de 2007.

–Bueno, la OEA también intervino para pacificar las cosas en Bolivia, a través de un enviado argentino justamente, Dante Caputo. No hubo un intento norteamericano de desestabilizar el gobierno de Evo. En cuanto a Honduras, dos cosas. Primero, para mí no es un golpe de Estado tradicional sino a la antigua, del siglo XIX, una revolución palaciega . Un clan del mismo partido que hecha a su presidente. Hay que notar que los militares son sólo un instrumento, que no llegan al poder. El caso de Honduras se degeneró por el enfrentamiento entre Venezuela y Estados Unidos. Estados Unidos comenzó condenando el golpe, luego se deja influir por la posición de los halcones, que retoman el discurso anticomunista de los años ’80 un poco por oposición a Chávez. El gobierno de Obama dejó que el Pentágono manejara ese asunto y lo terminó haciendo a favor de Chávez. Le regaló una victoria. Pero todo esto me parece muy marginal; Honduras es un país respetable pero bastante arcaico.

–¿Cómo analiza el peronismo en estos 35 años de democracia, de Luder a Kirchner?

–Es que nadie entiende al peronismo. No sé quién dijo que todos los argentinos habían sido, eran o serían peronistas un día… Es un movimiento muy adaptativo. Pensar que Menem y los Montoneros se referían al mismo fundador. Es muy difícil de entender para nosotros los franceses. Si usted toma como símil a Charles de Gaulle, bueno, hubo gaullistas de izquierda y de derecha, pero hay rasgos comunes del que participan todos: la concepción jacobina del poder, la concepción colbertiana del papel del Estado. Sin embargo, no veo mucho en común entre las diferentes tendencias del peronismo. Es cierto que evocarlo atrae votos, porque fue un momento socialmente revolucionario. Ahora, la permanencia hasta el día de hoy de esa diferencia peronista es puro enigma. Perón murió hace casi 40 años y todavía se siguen pintando las paredes con sus símbolos. Eso no pasa en ningún otro país de América Latina. En Brasil, nadie se dice getulista (por Getulio Vargas, cuatro veces presidente; la última entre 1951 y 1954).

–Bueno, en Venezuela se dicen bolivarianos, y es una referencia del siglo XIX.

–Ese es otro caso. Es el fundador del país. El pensamiento de Bolívar es muy complejo, entre democrático y aristocrático al mismo tiempo. Pero volviendo al peronismo, creo que su supervivencia es fascinante. Es de esas cosas argentinas que me deslumbraron desde mi primera estadía aquí en 1974. El peronismo es como Gardel: cada día canta mejor.

Fuente: Por: Exequiel Siddig en http://sur.elargentino.com/.


 

Internacionales: México bajo el poder de los narcos



La violencia de los carteles de la droga alcanzó su cima y amenaza con precipitar el fin del mandato del Jefe de Estado mexicano. El presidente mexicano Felipe Calderón tiene el cuerpo magullado de heridas. Acaba de recibir el segundo obús en su línea de flotación política y sabe que al tercero se cae como si fuese un enclenque pato de una kermese. El brutal asesinato de esta semana del candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la Gobernación de Tamaulipas y el secuestro de Diego Fernández de Ceballos –el cerebro en las sombras del oficialista PAN permanece desaparecido desde hace cincuenta días– ensombrece a su gobierno con un aura fúnebre. De hecho, los comicios regionales de este domingo han sido bautizados por la prensa azteca como “las elecciones del miedo”: cinco gobernadores están amenazados de muerte por el crimen organizado, los partidos políticos no pueden completar la lista de candidatos ante la deserción masiva de dirigentes que temen por su vida, doce mil fiscales rechazaron supervisar las mesas electorales de Tamaulipas y miles de mujeres en Ciudad Juárez se autoconvocaron a no votar porque el feminicidio sigue en ascenso.

Pero la lista continúa: la periferia de la ciudad fronteriza de Sinaloa quedó este viernes regada de sangre después de un brutal cruce de fuego entre los sicarios del cartel de dicha zona y una banda de polleros: 21 cuerpos decapitados en una zona de monte conocida como Tercer Mundo. Horas antes, una alta funcionaria de la fiscalía del estado mexicano de Chihuahua era acribillada junto a su guardaespalda. Y la sucesión de hechos trágicos en el país parece tener un patrón común: la narco-política comienza a intoxicar como un cáncer a la coyuntura nacional. Pablo Ordaz, corresponsal del diario español El País en México, resumió con maestría ese fatal presentimiento generalizado en un artículo titulado El narco mexicano acorrala a la política : “Los jefes de la droga no sólo están en guerra por los territorios, sino que pugnan por colocar a sus respectivos candidatos en la cima del poder político. ‘Con plata o con plomo’, llegó a reconocer hace unos días el propio Calderón”. Por otro lado, por estos días el decano diario mexicano Reforma llevó a su portada un editorial –un hecho casi inusual en sus 17 años de vida– en el que advierte que “el asesinato del candidato a gobernador Rodolfo Torre Cantú trasciende por mucho las fronteras de Tamaulipas. Evidencia que hay una clara complicidad entre políticos y carteles. Las elecciones están perdiendo sentido por el dinero sucio que las financia. El violento voto del narco coloca en un predicamento los comicios: ¿Tendrá sentido celebrar elecciones cuando hay un poder de facto que impone su voluntad por encima de la voluntad ciudadana?”. Sin embargo, esta no es la única pregunta que sobrevuela a la política mexicana. A estas alturas, en medio de matanzas que apilan casi 25 mil cadáveres desde el inicio de la guerra contra las drogas declarada por la administración Calderón, balaceras a cualquier hora, secuestros cotidianos, extorsiones por doquier, abusos policíaco-castrenses crecientes y desasosiego general, el interrogante clave es si el primer mandatario mexicano terminará su sexenio presidencial. “Porque, así como ya se atentó contra políticos del PAN y del PRI, puede preverse que sigue un personaje de peso del sector empresarial o en general de la élite que impuso, a toda costa, a Calderón, que ahora lo aborrecen y que pueden facilitar su caída”, complementa la hipótesis el cronista Álvaro Delgado de la revista mexicana Proceso.

Por último, trascendió en la prensa mexicana que un documento oficial de la propia agencia antinarcóticos norteamericana DEA señala que “21 diputados nacionales estarían recibiendo financiamiento del narcotráfico”. Es decir, la propia oficina que diseñó a Calderón la estrategia de combate contra los carteles de la droga acusa recibo de que la cosa no marcha bien al sur del Río Bravo. Y no es el único sector de poder molesto con Calderón. “En las conversaciones en los restaurantes de postín de todo el país, en los centros financieros y en sesiones de organismos empresariales, son cada vez más despectivos y soeces los comentarios sobre Calderón y sus colaboradores, que van desde nacos, ineptos y corruptos hasta imputaciones sobre ostensibles aficiones etílicas”, señala el colega mexicano Álvaro Delgado.

Esta pesadumbre nacional tenía para el reciente escritor mexicano fallecido Carlos Monsiváis un destino lúgubre: “Vamos hacia el fascismo”, presagió. Otro brillante hombre de las letras de México, el Premio Cervantes Carlos Fuentes, advirtió en su última novela Adán en Edén que “un remolino arrastra el país hacia la cloaca”. Calderón debe saberlo. También debe conocer que la guerra es la continuación de la política. Hasta el momento, su papel como mariscal en el combate a las drogas lo muestra dando golpe a ciegas. Demasiadas caídas propias infiere la élite mexicana. “¿Habrá que cambiar de general?”, parecen preguntarse.

Por: Emiliano Guido en http://sur.elargentino.com/

domingo, 4 de julio de 2010

Documentos: "Un diseño ecológico para la democracia"



La democracia es seguramente el más alto ideal que históricamente ha elaborado la convivencia social. El principio que subyace a la democracia es: «lo que interesa a todos debe poder ser pensado y decidido por todos». Tiene muchas formas: la directa, como es vivida en Suiza, donde toda la población participa en las decisiones vía plebiscito. La representativa, en la cual las sociedades más complejas eligen delegados que, en nombre de todos, discuten y toman decisiones. El gran problema actual es que la democracia representativa se muestra incapaz de reunir a las fuerzas vivas de una sociedad compleja, con sus movimientos sociales. En sociedades de gran desigualdad social, como Brasil, la democracia representativa asume características de irrealidad, cuando no de farsa. Cada cuatro o cinco años, los ciudadanos tienen la posibilidad de escoger a su «dictador» que, una vez elegido, se dedica más a hacer una política palaciega que a establecer una relación orgánica con las fuerzas sociales.

La democracia participativa que significa un avance respecto a la representativa. Fuerzas organizadas, como los grandes sindicatos, los movimientos sociales por la tierra, la vivienda, salud, educación, derechos humanos, ambientalistas y otros han crecido de tal manera que se constituyen como base de la democracia participativa: El Estado se obliga a oír y a discutir con tales fuerzas las decisiones a tomar. Se está se imponiendo por todas partes especialmente en América Latina.

Está también la democracia comunitaria que es característica de los pueblos originarios de América Latina, poco conocida y reconocida por los analistas. Nace de la estructura comunitaria de las culturas originarias de norte a sur de Abya Yala (nombre indígena para América Latina). Ella busca realizar el « vivir bien» que no es nuestro «vivir mejor» que implica que muchos vivan peor. El «vivir bien» es la búsqueda permanente del equilibrio mediante la participación de todos, equilibrio entre hombre y mujer, entre ser humano y naturaleza, equilibrio entre la producción y el consumo en la perspectiva de una economía de lo suficiente y de lo decente y no de la acumulación.

El «vivir bien» implica una superación del antropocentrismo: no es sólo la armonía con los humanos, sino con las energías de la Tierra, del Sol, de las montañas, de las aguas, de las selvas y con Dios. Se trata de una democracia sociocósmica, donde todos los elementos se consideran portadores de vida y por eso incluidos en la comunidad, respetando sus derechos.

Por último, estamos caminando hacia una superdemocracia planetaria. Algunos analistas como Jacques Attali (Breve historia del futuro, 2008) imaginan que será la alternativa salvadora ante un superconflicto que podría, dejado a su libre curso, destruir la humanidad. Esta superdemocracia parte de una conciencia colectiva que se da cuenta de la unicidad de la familia humana y de que el planeta Tierra, pequeño, con recursos escasos, superpoblado y amenazado por el cambio climático, obligará a los pueblos a establecer estrategias políticas globales para garantizar la vida de todos y las condiciones ecológicas de la Tierra.

Esta superdemocracia planetaria no anula las distintas tradiciones democráticas, sino que las hace complementarias. Esto se consigue mejor mediante el biorregionalismo. Se trata de un nuevo diseño ecológico, es decir, de otra forma de organizar la relación con la naturaleza a partir de los ecosistemas regionales. Al contrario de la globalización uniformadora, valora las diferencias y respeta las singularidades de cada región, con su cultura local, haciendo más fácil el respeto a los ciclos de la naturaleza y la armonía con la Madre Tierra. Tenemos que rezar para que este tipo de democracia triunfe; si no lo hace, no sabemos en absoluto hacia donde seremos llevados.

Por: Borff, Leonardo en http://visionesalternativas.com.mx/

Historia: "Un chalet en Vicente López"

Eso era físicamente la embajada de Haití en ese tiempo de convulsiones que significó la caída de Perón. Una confortable edificación con un amplio parque, situada en el bucólico paisaje de los privilegiados suburbios septentrionales allende a la capital argentina.

Dato no menor por los hechos que van a sobrevenir es que contaba con una construcción anexa utilizada como garaje, con varias habitaciones en la planta alta.

La tranquilidad del barrio era solo alterada por el estruendoso paso de los coches de una línea de colectivos que sirve para despabilar periódicamente al agente policial de facción ubicado permanentemente frente a la embajada…y también para que uno de esos coches en los hechos que van a sobrevenir juegue con su oportuna aparición en escena, un papel providencial.

A media tarde del lunes 11 de junio de 1956 golpearon a la puerta del chalet dos hombres. Eran un teniente coronel, Salinas, y un gremialista, García, ambos participantes de la frustrada rebelión de Valle que llegaban a la legación haitiana buscando asilo.

Este les es concedido sin objeción alguna por el embajador Jean Brierre. Los familiares de los refugiados enteran a otros de la generosa disposición encontrada y en las horas siguientes acudieron también a pedir asilo dos coroneles: González y Digier, un capitán, Bruno, y un suboficial, López. Se los alojó en las habitaciones del anexo situadas arriba del garaje.

Al día siguiente Brierre se traslada a la Cancillería a informar formalmente el otorgamiento de asilo a los refugiados en la embajada. En la madrugada del jueves 14 aparece por la sede diplomática otro perseguido en busca de amparo.

Se trata del general Raúl Tanco, quien llega muy cansado y ganado por una sombría depresión luego de sortear casi de milagro el ser capturado por la parafernalia de fuerzas que el gobierno dispuso para encontrarlo.

Tanco será el último que traspase la reja a la libertad de la embajada, pues inmediatamente esta será rodeada por fuerzas policiales que impiden el paso por la cercanía a los viandantes. Sin embargo la custodia en si de la sede diplomática desaparece pese a los reclamos infructuosos de Brierre a la Cancillería. El embajador estaba alarmado por los continuos llamados telefónicos anónimos que preguntaban a lo largo de ese día por "el hijo de puta de Tanco".

Anochece la jornada del 14 de junio cuando Brierre abandona la embajada con la finalidad de agregar en Cancillería el nombre de Tanco a la lista de asilados.

Estos, alojados en el anexo, se sienten a resguardo de cualquier peligro ya que esa casa de Vicente López de acuerdo al derecho internacional es territorio extranjero, con mayor precisión: territorio soberano de la República de Haití donde no puede alcanzarlos la represión que impera en la República Argentina.

Se equivocan. A poco de abandonar Brierre la residencia, dos vehículos se estacionan frente a esta, descendiendo de los mismos una veintena de hombres fuertemente armados. Quien comanda el grupo era el general Domingo Quaranta, jefe del temible Servicio de Informaciones del Estado (SIDE), que tras ordenar el retiro del retén policial, penetró violentamente en la sede diplomática, sacando por la fuerza del anexo de la misma a los siete asilados.

Estos fueron obligados a ubicarse a lo largo de la verja exterior. El grupo asaltante se posición frente a ellos preparando sus armas. La intención es fusilarlos allí mismo. Pero en ese instante apareció corriendo desde el interior de la casa, Therese Brierre, la esposa del embajador. Ante la inminencia de lo que se iba a perpetrar, la señora Brierre comenzó a dar gritos desesperados.

El general Quaranta la apartó bruscamente mientras le vomitaba el insulto natural a su mentalidad: "-callate negra hija de puta".

Ante el escándalo un grupo de vecinos se acerca y forma corrillos en el lugar. El jefe de la Side toma entonces una decisión. Parte de su grupo se queda conteniendo al vecindario mientras que el resto parte con los prisioneros hasta la esquina, para allí, sin testigos inoportunos consumar la matanza.

En ese menester están cuando aparece providencialmente un colectivo que se detuvo para bajar pasajeros. Ante esta nueva intromisión a sus planes, El general Quaranta decidió cargar a los secuestrados en el mismo colectivo y llevarlos a otro lugar donde poder impune y "legalmente" perpetrar el asesinato de los mismos.

Ese lugar era un cuartel ubicado en la Capital Federal. Allí los prisioneros fueron identificados y despojados de sus efectos personales. La muerte les rondaba tan de cerca que en uno de los sobres donde se depositaron esos efectos puede leerse: "pertenencias de quien en vida fuera el general Tanco". Ante tan tétrica evidencia, este y sus compañeros de infortunio se van resignando a sumarse a la lista de fusilados.

Pero quien no se resigna es la señora Brierre que por vía telefónica denuncia inmediatamente el hecho a las agencias internacionales de noticias y se comunicó con el ministerio de asuntos exteriores haitiano solicitando su intervención.

Poco después llegaba a la embajada Jean Brierre, que tras ser puesto al corriente del atropello, retoma sobre sus pasos y se dirigió nuevamente a la Cancillería , donde fue recibido por un subsecretario, burócrata menor a quien le exigió la búsqueda y devolución de los secuestrados.

Oficialmente el gobierno de Aramburu afirmaba no tener nada que ver con el episodio, prometiendo "investigarlo". Pero Brierre no se conformó con esa promesa. Protestó con vehemencia, interesando al mismo tiempo en el asunto a la embajada de Estados Unidos.

Solo entonces el gobierno faccioso de Aramburu asume el escándalo internacional al que su torpeza y su sed de venganza para con los vencidos, estaba dando lugar.

Cerca de esa gélida medianoche, los prisioneros que desde su traslado hacía horas al cuartel, esperaban en la intemperie del patio de armas el momento de su fusilamiento (ahora sí a punto de concretarse tras ser dos veces postergado en esa jornada), fueron llevados a una oficina, donde el alma les volvió al cuerpo al ver aparecer al embajador Jean Brierre acompañado de dos burócratas argentinos: el subsecretario de Relaciones Exteriores y el jefe de Ceremonial del Estado, que con hipócrita solemnidad le "devuelven" a aquel sus asilados. Uno de estos le comenta al embajador Brierre que les han hecho firmar bajo coacción declaraciones, lo cual está vedado por el derecho internacional Brierre manifiesta que hay que romper las mismas. Los burócratas se oponen hasta que la firmeza y decisión que denota la voz del haitiano impone su destrucción.

Minutos después en dos automóviles iluminados en la tenebrosa noche de una Argentina dividida por la refulgente luz grana y azul de la bandera haitiana, hacinados a tal punto que alguno de ellos viaja literalmente en las rodillas del embajador, siete argentinos escapan de la muerte y vuelven a entrar en la vida.

Jean Brierre no tuvo la suerte de esos siete argentinos. Regresó a su país en donde como tantos otros intelectuales y políticos haitianos sufrió a partir de 1957 la persecución y el encarcelamiento por parte del nuevo hombre fuerte de su atribulada tierra, Francois Duvalier.

A principios de los sesenta fue expulsado al exilio. Este como ya expresáramos, adoptó la forma -gracias a una generosa invitación de su amigo Léopold Senghor- de un fecundo cuarto de siglo de residencia senegalesa.

Allí Brierre continuó con su labor literaria, dando a luz en este período algunas de sus mejores obras. Senegal impuso en mérito a su labor cultural en 1998 el premio "Jean Brierre de Poesie", destinado a fomentar las inquietudes de jóvenes valores en África y América.

En 1986 con el peso de los años a cuestas y la nostalgia por su patria, Jean Brierre retornó a Haití donde falleció en plena transición de la dictadura a la democracia, a fines de 1992. La muerte le impidió ver a su país encauzado en un rumbo por el que había luchado toda su vida.



Fuente: Mártires y verdugos, de Salvador Ferla

Actualidad política: "Revalorización de las políticas públicas para la ciencia y la tecnología"




De mandar a los científicos a lavar los platos a sentarlos a la mesa de toma de decisiones.

A partir de 2003, aumentó el presupuesto dedicado al área y se creó un ministerio de ciencia. Si la política es el arte de lo posible y la ciencia el mundo del conocimiento, la política científica sería la llave para que países como la Argentina se abran camino al desarrollo.

Ciencia y política se entrecruzan como la doble hélice del ADN. La ciencia, inseparable de la política, es uno de los instrumentos de poder para producir cambios sociales. Lo que distingue a los países ricos de los pobres es, fundamentalmente, el nivel de producción de conocimientos.

A la ciencia no la hacen científicos aislados en sus laboratorios, como sugieren las caricaturas. Avance, ruptura o reconstrucción están determinados por decisiones que se toman en el contexto de instituciones y organismos, casi siempre desconocidos para la sociedad, y en el más alto nivel de gobierno.

Con el regreso de la democracia, el gobierno de Raúl Alfonsín puso al frente de la Secretaría de Ciencia y la Tecnología (SeCyT) a Manuel Sadodsky, una figura emblemática que volvía del exilio. La creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (MinCyT), en el actual gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, también es todo un símbolo de consolidación y de apuesta estratégica.

A partir del 2003 empezaron a revalorizarse las políticas públicas aplicadas a la ciencia y la tecnología. “Hubo un golpe de timón, se recuperó la capacidad de conducción política y hubo una relectura de pensadores de los años ’70, como Amílcar Herrera, Oscar Varsavsky o Jorge Sábato, que fueron silenciados después de la dictadura”, señala Diego Hurtado, director del Centro de Estudios de Historia de la Ciencia “José Babini”, de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam).

Los reclamos de los científicos eran una constante, hasta que su escepticismo se dio vuelta como un guante. A partir de la voluntad política del ex presidente Néstor Kirchner, tras peregrinar durante años un desierto que parecía infinito, para ellos comenzó a soplar un aire fresco. “Se generaron nuevas condiciones estructurales y se frenó la fuga de cerebros. El presupuesto para ciencia creció un 800% y llegó a un 0,6% del PBI. Se descongeló el Conicet y, desde entonces, se incorporan 500 investigadores y 1.500 becarios por año”, sintetiza Tulio del Bono, quien fuera titular de la SeCyT, ahora convertida en ministerio.

Planificación.

El debut en política científica tuvo lugar durante el primer gobierno peronista. Para Perón, la maquinaria científico tecnológica debía alinearse tras un proyecto de industrialización y su impulso requería de planificación económica. A pesar de que no había satélites o Internet, estaba en sintonía con su época. El Big Bang de las políticas científicas se sitúa en los Estados Unidos, en 1945, cuando Vannevar Bush llevó al presidente Franklin Roosvelt un programa de investigación científica de posguerra que permitiría conservar el liderazgo de la potencia. Comenzaba la Guerra Fría, y la ciencia y la tecnología eran las trincheras más calientes.

Simultáneamente, esa carrera mostró la profunda debilidad de las comunidades e instituciones científicas existentes en los países en vías de desarrollo. Solían ser más pantanos de siglas inescrutables de organismos científicos estancados, que verdaderos eslabones de un aparato de innovación.

Por estas pampas, la Revolución Libertadora liquidó las instituciones con tufillo a planificación y predominio ideológico de “autonomía y libertad total de investigación”. Así, de 1956 a 1966, germinó la fértil “edad de oro” de la Universidad argentina, con un aparato científico desconectado de los problemas del país.

Es que, en los años ’60, la muralla que dividía este mundo era ciencia básica versus ciencia aplicada. Ese debate, que hoy parece un anacronismo, subsiste bajo otras banderas: libertad de investigación versus identificación de prioridades. Dicho de otra manera, ¿los fondos públicos pueden orientarse según la demanda de los científicos?, ¿están los políticos preparados para determinar las temáticas estratégicas en ciencia?

“La resolución de esta controversia que persiste en la comunidad científica transita por el delicado equilibrio entre el respeto a la libertad de investigación y la responsabilidad de aplicar mayores recursos a las prioridades que consoliden el desarrollo económico y social con equidad”, dice el biólogo Rodolfo Tecchi, director en la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (Anpcyt).

“Tradicionalmente, acá hubo una baja inversión en ciencia y tecnología. Para colmo, tuvimos dos períodos de deliberada destrucción de la actividad con José Martínez de Hoz en la última dictadura, y Domingo Cavallo durante el menemismo”, relata Enrique Oteiza. Este investigador del Instituto Germani de la Universidad de Buenos Aires (UBA) fue una de las figuras que, en 1994, organizó las todavía recordadas clases abiertas de los científicos frente a la ventana del despacho del entonces ministro de Economía, quien los había mandado a “lavar los platos”.

Si bien el ataque no fue sanguinario como en el ’76, el ajuste neoliberal y el pensamiento mágico de los años ’90 fueron una guillotina para que se desarrolle una política científica independiente. Las relaciones carnales del ex canciller Guido Di Tella llevaron a abandonar de manera humillante el estratégico Plan Cóndor II y frenar la actividad nuclear.

“Visto en perspectiva, pasamos de mandar a los científicos a lavar los platos a llamarlos a que se sienten a la mesa de toma de decisiones, para aportar a la solución de los problemas del país”, destaca Tecchi.

Por su parte, el físico Alberto Lamagna, gerente de Investigaciones de la Comisión Nacional de Energía Atómica (Cnea), destaca el “renacimiento” producido en materia nuclear. “Avanzamos en aceleradores para aplicaciones nucleares, robotización de centrales, enriquecimiento de uranio, nuevos materiales y nanotecnología”, detalla.

Fuga de cerebros.

En esta materia, la Argentina fue un caso único en el mundo: el Estado pagó fortunas en retiros voluntarios a investigadores que fueron llevándose consigo conocimientos que aún hoy no pudieron ser recuperados. Intentaron privatizar el Conicet y la Cnea, dejaron en coma al Carem, el primer reactor nuclear de diseño propio y, por diez años, no ingresó un investigador más al Conicet. El Estado se redujo y la ciencia pasó a ser un mero ornamento en un país cuyo destino parecía ser el de proveer vacas y trigo.

Paradójicamente, en aquel contexto hostil, se creó en 1996 la Anpcyt. Con fondos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), comenzó a funcionar a contrapelo del modelo al empezar a financiar
investigaciones e innovaciones de áreas estratégicas. La Ley 25.467, sancionada en 2001, estableció como obligación del Estado definir planes y programas teniendo en cuenta la opinión de la comunidad científica y los distintos sectores. De eso se ocupa el MinCyT.

Más presupuesto.

Por primera vez, la ciencia está subida al Tango 01. Se jerarquizó con la creación del MinCyT que, para este año, cuenta con un presupuesto de 420 millones de pesos. A su vez, la Anpcyt ejecuta 437 millones y cuenta con un financiamiento externo en dólares del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (Birf) de 150 millones de pesos. Estos fondos se suman a los 750 millones que provienen del Programa de Innovación Tecnológica del BID.

La incorporación de más investigadores también acelera este despegue. “Su número creció un 63% desde 2003 y la cantidad de becarios se cuadruplicó. A fin de año seremos 6.200 investigadores y 8.200 becarios”, dice la astrónoma Marta Rovira, presidenta del Conicet. El presupuesto de este organismo para 2010 asciende a 1.300 millones de pesos. “Tenemos dos desafíos: romper el aislamiento integrándonos con otros organismos, porque hay temáticas complementarias, y revertir la histórica hiperconcentración metropolitana de investigadores: en la Ciudad de buenos Aires y en la Provincia, está el 62% de los recursos humanos”, agrega.

Por su parte, en diálogo con Miradas al Sur, el presidente del Instituto Nacional de Tecnología Industrial, Enrique Martínez, relata que la política del Inti ha sido “llevar a los técnicos del laboratorio a la fábrica”. Y en este sentido, detalla: “Instalamos 20 plantas fabriles en Venezuela, transfiriendo tecnología y trabajando por la integración sudamericana. Sin abandonar la asistencia al sector productivo, más allá de los cuestionamientos ideológicos, damos participación a las organizaciones sociales que no tenían posibilidades. El desafío para la etapa que sigue es pasar de la articulación a una homogeneización en profundidad. Tener iniciativas en el ámbito productivo, transferir teconología y promocionarla.”
En todo el país.También en las provincias, hay indicios de este renacimiento científico. A la par del gobierno nacional, la docta Córdoba fue la primera provincia en crear un Ministerio de Ciencia. Lo encabeza Tulio del Bono y promueve innovaciones en la industria local. Un ejemplo: a partir de un desecho contaminante de la industria quesera, la lactosa, destilan bioetanol en una planta piloto.

“La ciencia no es algo que se derrama, sino que se construye de abajo hacia arriba, y muchas veces de la periferia al centro”, dice Javier Noguera, secretario de Desarrollo Tecnológico de la provincia de Tucumán. “El avance es notable, hay nuevos laboratorios e infraestructura, y logramos aplicar la biotecnología a urgencias sociales. Con el Yogurito, 100 mil chicos reciben todos los días un yogurt con bacterias lácticas desarrollado en Tucumán para combatir la desnutrición y curar la gastroenteritis”, explica.

Hacia el mundo.

Es sabido que en el exterior se valora el talento científico argentino. El prestigio de ser “el país sudamericano de los tres Premios Nobel” (Bernardo Houssay, Luis Leloir y César Milstein) ha llevado a una fuerte inserción internacional a partir de proyectos de cooperación. La ciencia es un lenguaje universal y un idioma que los equipos argentinos comprenden. Hay grupos que participan en proyectos de punta como el Colisionador de Hadrones (LHC), conocido como “la Máquina de Dios”; el proyecto internacional Pierre Auger radicado en Malargüe, Mendoza; y en el desarrollo del satélite SAC D/ Aquarius de la Conae con la Nasa norteamericana, entre otros.

Repatriación.

“No seré el único loco que quiere volver al país. Hay muchos motivos para hacerlo”. Quién decía esto en 2004 es el matemático Javier Fernández, el primer científico argentino en regresar a través del Programa Raíces, una red de vinculación de científicos argentinos residentes en el exterior. Fernández pisó suelo argentino el 3 de junio de ese año y, desde entonces, trabaja en el Instituto Balseiro, en Bariloche. En seis años, más de 600 investigadores fueron repatriados y 14 empresas del sector privado incorporaron a varios de ellos.
Si bien no hay cifras oficiales, se estima que, en el exterior, hay unos 6.000 científicos argentinos. Para cualquier política de ciencia, los recursos humanos son fundamentales. “Fenómenos como la fuga de cerebros y la pérdida de talentos afectan a los países periféricos. La Argentina fue uno de los países de América Latina que más investigadores aportó a las naciones de sarrolladas”, sostiene Oteiza.

Durante décadas, los sinuosos caminos de la ciencia argentina llevaban a Ezeiza. En pleno gobierno militar de Juan Carlos Onganía, en la llamada Noche de los Bastones Largos de septiembre de 1966, 1.300 técnicos y científicos se fueron del país y más de 6.000 abandonaron la UBA. La universidad era considerada “un nido de subversivos”.

Durante la última dictadura, por lo menos 3.000 profesores, personal administrativo y estudiantes fueron expulsados de las universidades por razones políticas. En el Conicet se cesanteó a casi un centenar de investigadores. Las noticias sobre científicos desaparecidos circulaban en periódicos y revistas científicas internacionales.

René Descartes, en el siglo XVII, decía que el universo es materia y movimiento. En cierta medida tenía razón: al menos en la Argentina de hoy, tras atravesar por décadas un túnel de oscuridad, el movimiento de nuestra materia gris nunca causó tanto vértigo.
 
Por: Jawtuschenko, Ignacio.
Fuente: Miradas al Sur de la edición del domingo 4 de Julio del 2010.