miércoles, 7 de julio de 2010

Internacionales: México bajo el poder de los narcos



La violencia de los carteles de la droga alcanzó su cima y amenaza con precipitar el fin del mandato del Jefe de Estado mexicano. El presidente mexicano Felipe Calderón tiene el cuerpo magullado de heridas. Acaba de recibir el segundo obús en su línea de flotación política y sabe que al tercero se cae como si fuese un enclenque pato de una kermese. El brutal asesinato de esta semana del candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la Gobernación de Tamaulipas y el secuestro de Diego Fernández de Ceballos –el cerebro en las sombras del oficialista PAN permanece desaparecido desde hace cincuenta días– ensombrece a su gobierno con un aura fúnebre. De hecho, los comicios regionales de este domingo han sido bautizados por la prensa azteca como “las elecciones del miedo”: cinco gobernadores están amenazados de muerte por el crimen organizado, los partidos políticos no pueden completar la lista de candidatos ante la deserción masiva de dirigentes que temen por su vida, doce mil fiscales rechazaron supervisar las mesas electorales de Tamaulipas y miles de mujeres en Ciudad Juárez se autoconvocaron a no votar porque el feminicidio sigue en ascenso.

Pero la lista continúa: la periferia de la ciudad fronteriza de Sinaloa quedó este viernes regada de sangre después de un brutal cruce de fuego entre los sicarios del cartel de dicha zona y una banda de polleros: 21 cuerpos decapitados en una zona de monte conocida como Tercer Mundo. Horas antes, una alta funcionaria de la fiscalía del estado mexicano de Chihuahua era acribillada junto a su guardaespalda. Y la sucesión de hechos trágicos en el país parece tener un patrón común: la narco-política comienza a intoxicar como un cáncer a la coyuntura nacional. Pablo Ordaz, corresponsal del diario español El País en México, resumió con maestría ese fatal presentimiento generalizado en un artículo titulado El narco mexicano acorrala a la política : “Los jefes de la droga no sólo están en guerra por los territorios, sino que pugnan por colocar a sus respectivos candidatos en la cima del poder político. ‘Con plata o con plomo’, llegó a reconocer hace unos días el propio Calderón”. Por otro lado, por estos días el decano diario mexicano Reforma llevó a su portada un editorial –un hecho casi inusual en sus 17 años de vida– en el que advierte que “el asesinato del candidato a gobernador Rodolfo Torre Cantú trasciende por mucho las fronteras de Tamaulipas. Evidencia que hay una clara complicidad entre políticos y carteles. Las elecciones están perdiendo sentido por el dinero sucio que las financia. El violento voto del narco coloca en un predicamento los comicios: ¿Tendrá sentido celebrar elecciones cuando hay un poder de facto que impone su voluntad por encima de la voluntad ciudadana?”. Sin embargo, esta no es la única pregunta que sobrevuela a la política mexicana. A estas alturas, en medio de matanzas que apilan casi 25 mil cadáveres desde el inicio de la guerra contra las drogas declarada por la administración Calderón, balaceras a cualquier hora, secuestros cotidianos, extorsiones por doquier, abusos policíaco-castrenses crecientes y desasosiego general, el interrogante clave es si el primer mandatario mexicano terminará su sexenio presidencial. “Porque, así como ya se atentó contra políticos del PAN y del PRI, puede preverse que sigue un personaje de peso del sector empresarial o en general de la élite que impuso, a toda costa, a Calderón, que ahora lo aborrecen y que pueden facilitar su caída”, complementa la hipótesis el cronista Álvaro Delgado de la revista mexicana Proceso.

Por último, trascendió en la prensa mexicana que un documento oficial de la propia agencia antinarcóticos norteamericana DEA señala que “21 diputados nacionales estarían recibiendo financiamiento del narcotráfico”. Es decir, la propia oficina que diseñó a Calderón la estrategia de combate contra los carteles de la droga acusa recibo de que la cosa no marcha bien al sur del Río Bravo. Y no es el único sector de poder molesto con Calderón. “En las conversaciones en los restaurantes de postín de todo el país, en los centros financieros y en sesiones de organismos empresariales, son cada vez más despectivos y soeces los comentarios sobre Calderón y sus colaboradores, que van desde nacos, ineptos y corruptos hasta imputaciones sobre ostensibles aficiones etílicas”, señala el colega mexicano Álvaro Delgado.

Esta pesadumbre nacional tenía para el reciente escritor mexicano fallecido Carlos Monsiváis un destino lúgubre: “Vamos hacia el fascismo”, presagió. Otro brillante hombre de las letras de México, el Premio Cervantes Carlos Fuentes, advirtió en su última novela Adán en Edén que “un remolino arrastra el país hacia la cloaca”. Calderón debe saberlo. También debe conocer que la guerra es la continuación de la política. Hasta el momento, su papel como mariscal en el combate a las drogas lo muestra dando golpe a ciegas. Demasiadas caídas propias infiere la élite mexicana. “¿Habrá que cambiar de general?”, parecen preguntarse.

Por: Emiliano Guido en http://sur.elargentino.com/

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