sábado, 20 de noviembre de 2010

Enlaces de interés:



Así generan inflación las empresas:


Denuncia: "a los hijos adoptados de Magnetto se los entregó Elisa Carrió":


Habla Cristina Fernández, el 16 de noviembre en el Congreso Latinoamericano de Microcréditos:


Retorno de Juan Domingo Perón el 17 de Noviembre de 1972:


Derechos Humanos presentó pruebas que reafirman la conexión entre Clarín y la dictadura:


Noticias de la semana:


Murió el niño Ezequiel Ferreyra, victima de trabajo infantil y no hay nadie preso.

A la 1.35 horas de esta madrugada murió Ezequiel, el niño de seis años que desde los cuatro era esclavizado por la empresa Avícola, Nuestra Huella. El lunes de la semana pasada lo habían vuelto a operar, pero el tumor ya le había ocupado todo el cerebro. La corta vida de Ezequiel transcurrió la mayor parte de su tiempo entre la sangre y el guano de las gallinas y manipulando venenos con elementos cancerígenos de la empresa para cumplir a rajatabla con los topes de producción que la patronal le imponía a su familia.
Las maestras de la escuela de Ezequiel, ya habían advertido que el niño se dormía cuando iba a clase, hasta que a finales de setiembre se desmayó y fue llevado de urgencia a una clínica de Pilar. Durante semanas nadie tuvo noticias de él. La empresa prohibió terminantemente a los padres hablar del tema con sus compañeros de trabajo. Y logró la manera de modo muy simple: convenciendo a los padres que si algo le pasaba a Ezequiel ellos serían penalmente responsables e incluso les quitarían la tenencia de sus otros hijos y ofreciéndoles a cambio de su silencio, la atención médica del niño y eventualmente una suma de dinero en caso que hubiera un desenlace fatal. Paralizados por el miedo y la desesperación, los padres aceptaron el chantaje y se llamaron a silencio.
 Ahora sabemos que de la Clínica de Pilar fue derivado a la Clínica del Centro de La Plata, donde se le detectó un tumor cancerígeno en el cerebro y de allí fue trasladado a otra Clínica en Laferrere, donde fue intervenido quirúrgicamente y se pudo reducir parcialmente el avance del tumor. No obstante, cómo su situación seguía siendo muy grave, la empresa dispuso su traslado al Centro Gallego donde fue internado en terapia intensiva. A los pocos días el tumor volvió a reproducirse y se lo intervino quirúrgicamente el lunes de la semana pasada, pero su situación siguió agravándose hora tras hora hasta que este martes a la madrugada falleció.  Recién tomamos conocimiento hace un rato, porque su estado de salud desde hace días era un secreto guardado entre siete llaves por la empresa que quería evitar a toda costa que se indagara acerca de las causas que lo llevaron a esa situación terminal.
 Ezequiel fue traído desde Misiones con su familia a fines de 2007 por uno de los reclutadores que opera al servicio de la presidenta de la empresa Nuestra Huella, Alejandra López Camelo y que cobraba $ 2500 por cada familia que lograba engatusar. La promesa era dejar la pobreza extrema de Misiones, por un trabajo estable y una casa segura, donde los chicos crecerían en el campo y junto a la naturaleza. Los costos del traslado correrían por cuenta de la empresa. Y la familia sólo tenía que limitarse a aceptar el paraíso que les regalaban. Entre la pobreza extrema y crónica y un futuro de vivienda y trabajo estable, ni lo dudaron.
 Al llegar a la granja «La Fernández», la situación distaba mucho de lo prometido. Al padre lo pusieron a cargo de uno de los galpones, donde debía juntar miles de huevos por día, remover guano, juntar la sangre y distribuir el veneno. El tope de producción que le imponía la empresa era imposible de cumplir sin involucrar al resto del grupo familiar, lo cual era estimulado por los capataces de la empresa. Y si ese tope no se cumplía, se corría el riesgo de quedar sin trabajo y en la calle, esta vez a miles de kilómetros del lugar de origen y los conocidos. Además, la familia debía pagar la «deuda» que habían contraído por el traslado a Buenos Aires. Fue así que primero la esposa y luego los niños comenzaron a involucrarse en esas jornadas infernales de producción en el galpón. Lo mismo pasaba en los galpones vecinos, donde ya estaba naturalizado que todos los grupos familiares trabajen a destajo, pero sólo para conformar el salario del padre, un salario más bajo que el de un peón rural.
Cientos de familias más, son esclavizadas del mismo modo que la familia de Ezequiel en unas 70 granjas dispersas por Pilar, Zarate, Campana, Exaltación de la Cruz y Córdoba donde muchísimos chicos están expuestos a correr la misma suerte que Ezequiel. Esas granjas son propiedad de «Nuestra Huella», una empresa que gozaba de prestigio y liderazgo en el mercado avícola y que tenía clientes poderosos como Wall Mart y Carrefour, hasta que comenzó a conocerse su costado más oscuro: trabajo esclavo e infantil, alambrados electrificados, trata y tráfico de personas.
Las horas y horas de filmación de trabajo infantil durante el 2008, 2009 y 2010, la granja allanada con la gente esclavizada y la alambrada electrificada, las 30 granjas de la empresa donde el Ministerio de Trabajo constató fehacientemente trabajo infantil en Nuestra Huella, los más de cuarenta testimonios de víctimas de la empresa, las filmaciones de las persecuciones y los intentos de sobornos a los denunciantes, los datos precisos de los reclutadores, nada, absolutamente nada fue suficiente para que la Jueza Graciela Cione (Garantías en lo Penal de Campana) y Adrián Charbay (Federal II de Zárate y Campana) se dispusieran a impartir un mínimo de justicia en las causas que tramitan por reducción a la servidumbre y trabajo infantil y trata laboral y trafico de personas respectivamente. Quizás el hecho de que la presidente de la empresa, Alejandra López Camelo, sea prima hermana del intendente de Pilar , Humberto Zúccaro, cuñada del Secretario General de UATRE local Jorge Herrera y que el ex intendente de Pilar, Sergio Bivort sea el abogado de la firma expliquen un poco acerca del manto de impunidad que rodea la empresa.
Desde el 2008 los costureros y cartoneros de la Alameda y el MTE vienen denunciando, juntando pruebas y movilizándose contra la esclavitud y el trabajo infantil en Nuestra Huella. Esta mañana, cuando no sabíamos que horas antes Ezequiel había muerto, más de doscientos compañeros marcharon a los dos juzgados penales de Campana exigiendo justicia por Ezequiel y por la salud y la vida de los más de 200 niños que viven y trabajan en las granjas de esa empresa y nos juramentamos volver en los próximos días.
La empresa no conforme con haber asesinado a Ezequiel, con haber envenenado a decenas de chicos y adultos, ahora se dispone a hacer desaparecer las evidencias y pretende trasladar rápidamente el cuerpo de Ezequiel y quizás cremarlo, fuera del alcance de cualquier pericia judicial que los comprometa y ponga en evidencia su responsabilidad por Ezequiel y por todos los niños y adultos que manipulan venenos agrotóxicos en sus granjas. La Alameda y el MTE ahora más que nunca redoblará su esfuerzo reclamando justicia y convoca a todos los ciudadanos y periodistas honestos que repudian la esclavitud y el trabajo infantil a que se sumen a nuestro grito para romper el cerco de impunidad que rodea a Nuestra Huella.

Fuente: Gustavo Vera (La Alameda)

Un Ministerio de Salud sin hospitales

El desguace hospitalario desarticuló redes, descabezó programas, generó aislamientos, se perdieron rumbos. En particular en lo referente a la medicina reparadora, curativa, diagnosticadora.

Cuando en los ’90 la ola liberal en manos del menemismo desguazó el Estado Nacional, el Ministerio de Educación se quedó sin escuelas y el de Salud sin hospitales. Todo se provincializó, en el mejor de los casos, o directamente se municipalizó, con el consiguiente conflicto escalafonario, presupuestario, gremial.
El sistema escolar logró adaptarse, con mayor o menor éxito según la jurisdicción, y a los empujones logró rearmarse. Hoy en cada provincia, en cada municipio, las escuelas funcionan. Si bien el Ministerio de Educación no tiene escuelas bajo su directa dependencia, puede monitorear el sistema y saber que cuenta con efectores a nivel nacional para cubrir las demandas educativas.
Con el sistema de salud no sucedió lomismo. El desguace hospitalario desarticuló redes, descabezó programas, generó aislamientos, se perdieron rumbos. En particular en lo referente a la medicina reparadora, curativa, diagnosticadora. Dentro de las misiones sanitarias (promoción de la salud, prevención de enfermedades, atención de pacientes, y recuperación/restauración de la salud) la que más se ha resentido es la que se ocupa directamente del enfermo, para diagnosticarlo, atenderlo, medicarlo y curarlo.
Esa etapa sólo se puede desarrollar en hospitales, y en hospitales bien equipados, bien mantenidos, con personal adecuado en cantidad y calidad, actualizado, con capacidad de docencia e investigación, con insumos suficientes, con tecnología moderna.
A diferencia de lo educativo, el Ministerio de Salud nacional nunca se recuperó de esta sangría hospitalaria, y el carecer de unidades médicas formadoras y con capacidad  de atención de patologías especiales ha hecho que el sistema sanitario oficial se vea seriamente comprometido y tenga que recurrirse a entidades sanitarias de obras sociales o directamente de la órbita privada para solucionar problemas.

Situación actual en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Actualmente el Ministerio de Salud del CABA cuenta con nueve hospitales ex–nacionales, todos monovalentes: el de enfermedades infecciosas Muñiz, el de enfermedades respiratorias Ferrer, el de enfermedades gastroentéricas Udaondo, los oftalmológicos Santa Lucía y Lagleyze, el de recuperación psicofísica IREP y los de salud mental Borda, Moyano y Tobar García.
En muchos de estos hospitales, los pacientes provienen, mayoritariamente, de otras jurisdicciones diferentes a la Capital Federal, ya sea del Conurbano Bonaerense como del resto de las provincias argentinas.
En la mayoría de estos hospitales, su prestigio histórico y sus equipos sanitarios mantienen un atractivo particular para pacientes de todo el país y sus servicios médicos son requeridos permanentemente. Además, sus cursos de capacitación y actualización profesional siguen presentando una alta concurrencia de médicos de todo el país.
Contrariamente a todo esto, el estado general en cuanto a lo edilicio y al equipamiento médico de alta tecnología ha caído en el olvido y el abandono, ya que la actual gestión PRO de Mauricio Macri ha decidido dejar caer a estos hospitales en forma definitiva. No es casual que sus pocos e irrealizables proyectos de cambios o mejoras en el sistema de salud porteño tengan relación directa con el cierre, el desplazamiento o la reconversión de todos estos hospitales.
Repasemos: (a) propuesta de relocalizar a los hospitales Muñiz, Udaondo y Ferrer en un solo y único predio, contraviniendo la mínima lógica sanitaria, pero obteniendo a cambio dos predios de gran potencialidad inmobiliaria en la zona elegida por el macrismo para el desarrollo urbanístico de la ciudad (Barracas - Pompeya - La Boca); (b) cierre definitivo de los hospitales de salud mental de mujeres (Moyano), hombres (Borda) y adolescentes y niños (Tobar García), a cambio de invisibles centros de recuperación e internación en distintos barrios porteños, con la consecuencia ganancia de más de 80 hectáreas de tierras aptas para pingües negocios inmobiliarios en la misma zona del sur porteño; y (c) cierre definitivo del Lagleize ante la mínima inundación generada por uno de los habituales desbordes del nunca terminado de entubar Arroyo Maldonado, con el traslado de equipos, personal y pacientes al servicio de Oftalmología del Hospital Durand, quedándose con una manzana de alto valor inmobiliario en pleno barrio de La Paternal. Hasta ahora, no se sabe de propuestas similares acerca del Santa Lucía y del IREP, pero démosle tiempo a Macri y sus adláteres Chain y Caputo, algo se les va a ocurrir.
Presupuestariamente, estos nueve hospitales monovalentes ex - nacionales implican unos 530 millones de pesos anuales en todo concepto (gastos de personal, bienes de consumo, servicios no personales y bienes de uso).

PROPUESTA. Consideramos que ante las situaciones planteadas precedentemente, se podría recuperar para el sistema nacional de salud a estos nueve centros hospitalarios y colocarlos nuevamente bajo la órbita del Ministerio de Salud de la Nación.
El funcionamiento de estos hospitales podría ser financiado por la Nación, por las provincias (la de Buenos Aires por ser parte de la mayoría de sus pacientes, pero las demás por también enviar pacientes) y la CABA por ser sede física de los hospitales.
Esta propuesta no significa reducir a un tercio el presupuesto destinado a estos nosocomios, sino por el contrario triplicarlo, a efectos de dotarlos de la mejor y más avanzada tecnología  sanitaria, de capacitarlos para ser receptores de la demanda nacional de docencia e investigación en las patologías que atienden, de ser captadores de los mejores profesionales.

Marco legal

La propuesta toma como ejemplo la actual situación del Hospital de Pediatría Garrahan, cuya creación se basó en la Ley Nº 17.102 de 1966 que establecía las bases para el desarrollo de los Servicios de Atención Médica Integral para la Comunidad (SAMIC). Esta ley fue reglamentada en 1968 a través del Decreto Reglamentario Nº 8248 en el cual figuran aspectos citados en nuestra propuesta.
Recientemente, en el año 2009, la actual presidenta doctora Cristina Fernández de Kirchner firmó el  Decreto Nº 9, aprobando un convenio para crear el Ente Hospital de Alta Complejidad El Cruce como estructura SAMIC, entre la Nación y la provincia de Buenos Aires.

Fuente: Por Donato Spaccavento en Diario Tiempo Argentino de la edición del 18 de noviembre del 2010.

Boudou empezará a acordar la letra chica antes del 6 de diciembre

Tiempo argentino tuvo acceso ayer a la correspondencia en la que el organismo acepta reabrir las tratativas sin la participación activa del FMI. El ministro monitoreará la primera etapa que busca develar el monto total de la deuda.

El ministro de Economía, Amado Boudou adelantó ayer que las negociaciones formales para saldar la deuda con el Club de París comenzarán, a más tardar, en la primera semana de diciembre. Boudou explicó que él en persona monitoreará la primera etapa del acuerdo, que consiste en la puesta a punto de los números finales de la deuda, ya que aún existen divergencias sobre el monto total.
Según los datos que se han hecho públicos, el país debía hasta 2001 alrededor de U$S 6500 millones, aunque esta cifra podría ser mayor porque no se contabilizan los intereses desde aquella época.
Los compromisos pendientes con el Club de París representan alrededor del 40% del total de la deuda elegible (incluido el porcentaje de los fondos buitre), que Boudou cifró en unos U$S 15 mil millones. Tiempo tuvo acceso en exclusiva a la correspondencia que intercambiaron el Club de París y el gobierno argentino para dar lugar a la reapertura de la negociación. La misiva que el organismo envió para formalizar la reapertura data del 9 de noviembre, mientras que la respuesta argentina lleva fecha del 16 de noviembre, una semana después (ver imágenes). En ningún caso hubo negociaciones en el marco de la reunión del G-20, como informaron algunos medios.
En la primera carta, que firma Ramón Fernández, el titular del organismo, queda en claro que el Club de París acepta reiniciar las conversaciones con la condición exigida por la Argentina de no imponer la participación del FMI en el acuerdo.
“He recibido con satisfacción su misiva del 9 de noviembre del corriente año, en la que se me manifiesta la predisposición de los acreedores de la República Argentina nucleados en el Club de París para entablar negociaciones en pos de concretar un plan de pagos serio y realista sin la necesidad de un programa del Fondo Monetario Internacional e incluso, sin la participación de dicho organismo”, indica la respuesta de Economía.
Este, sin lugar a duda, es uno de los puntos neurálgicos de la negociación, porque despejó los nubarrones que frenaban la reapertura de las negociaciones con el organismo. Una vez que se produzca un acuerdo respecto de los números finales de la deuda, las dos partes se sentarán a negociar los pormenores del acuerdo, una tarea aún más espinosa. Una de las aspiraciones argentinas es que las conversaciones sigan directrices similares al convenio que se firmó con la reestructuración de la deuda con el gobierno de España en  2007.  Es decir, saldar la deuda en un plazo de seis años y en 24 cuotas trimestrales crecientes. En este primer borrador también se sugiere la posibilidad de pagar una tasa libor (0,74%) más el 1,4% anual.
“Se puede ofrecer como complemento de la oferta anterior, o bien de otra con plazo mayor, una opción de aceleración de los plazos en función del nuevo financiamiento, o garantía que otorgue cada país acreedor a empresas que inviertan en la Argentina o una medida de solvencia externa del país (acumulación de reservas, crecimiento del PBI, evolución de la balanza comercial, por ejemplo)”, explicó una fuente del Ministerio de Economía. Uno de los pilares de la estrategia de la Argentina para el pago de la deuda al Club de París es aislar en el contexto internacional a los fondos buitre, que le iniciaron juicio al país, porque la regularización en la práctica es un espaldarazo político de los principales gobiernos de las naciones centrales a la Argentina. En Economía también creen que sería un paso importante para achicar el riesgo país y retornar, si fuera necesario, al mercado de deuda pagando una tasa de interés muy baja. Y además que va a promover un mayor flujo de inversiones reales proveniente de los países acreedores y habilitará tasas comerciales menores a las actuales. “Esto demuestra que en los últimos siete años, la Argentina ganó la credibilidad de todos los acreedores internacionales, negociando con una posición dura y seria, reflejando el punto de vista del país en las negociaciones”, concluyó Boudou.

Fuente: Por Mariano Beristain en Diario Tiempo argentino de la edición del 17 de noviembre del 2010.

Análisis político de la semana:

El protagonismo de las ideologías (Parte 2)

Aunque desde las ciencias del hombre, las llamadas ciencias sociales, siempre pretendemos apelar a la pura racionalidad de los hombres o de sus instituciones a la hora de informar y de explicar cuanto pueda suceder en nuestra realidad, se sabe desde los orígenes de los tiempos, que lo emocional juega un rol central en los fenómenos políticos mas allá de la importancia de los diversos fenómenos que son estructurales. En esas circunstancias, la reciente revalorización social y política del fenómeno político que significó el kirchnerismo y de lo hecho por Néstor y Cristina tienen que ver y mucho con los hechos y las medidas y políticas públicas que definieron la agenda pública de sus respectivos gobiernos. En ese contexto, tiene que entenderse el dolor por la muerte del ex presidente que supuso también un viaje en el tiempo no sólo a esos primeros días del flaco desestructurado, desgarbado, llano y entrador, sino hacia más atrás, muchos años más atrás, a una historia de amor militante, de humanidad pura que es característica de los auténticos militantes. En esa primera época, por el 2003, los sectores representantes de la derecha política ya empezaban con sus primeras acciones y con sus reacciones para intentar desvirtuar lo que se perfilaba como un gobierno de fuertes cambios en relación a todo lo anterior, en relación al neoliberalismo. Esos sectores políticos veían con cierta reticencia y con sospecha el nuevo estilo kirchnerista de hacer política incluso las formas de no respetar los protocolos y el tradicional ceremonial. Después, en la forma en que el gobierno pudo consolidarse de cara a sus múltiples triunfos y avances en el campo de la acción y la nueva realidad, el cuestionamiento fue mucho más político y menos orientado a las formas. En ese contexto, desde un punto de vista de la política, esos grupos ya hacia el 2004, hablaban de los riesgos del estilo confrontador de Néstor. Sin embargo, detrás de este tipo de cuestiones se escondía la crítica y el miedo a la democracia entendida como de lucha de clases, de diversos intereses, y al mismo tiempo buscaban la reivindicación de la democracia formal, de los diálogos y los consensos que solo favorecen y defienden los intereses y la cosmovisión del mundo y de la vida de los grupos de poder. Es decir, esa democracia formal, vacía de derechos y de conquistas reales para los trabajadores, que reivindica el neoliberalismo de los dominantes. Así, empezaba a construirse en el ámbito político el falso imaginario de la crispación, del tirano que iba por todo y por todos, de frases tan desafortunadas, irracionales y reaccionarias como “la gente en la calle los quiere matar”. Sin embargo, por otro lado, están las realidades efectivas y siempre concretas producidas por los gobiernos de Néstor y Cristina que devolvieron dignidad y derechos, conquistas y empleo a la mayoría de los trabajadores. Pero fueron los festejos del Bicentenario el momento cúlmine de la acción política, del propio arte de poder del nuevo ciclo nacional y popular, es decir, fueron esos festejos el primer gran refutador de los mitos, las leyendas y las falacias de los grupos de poder y sus utopías. Después, con el sorpresivo fallecimiento de Néstor, emerge toda esa multitud que nos dice que ellos “no lo votaron, pero…”. Es decir, surge, desde las entrañas de los nuevos cambios y del radicalismo político por venir, un increíble proceso político, estratégico y social que más allá de lo que vaya a durar en el tiempo (en realidad hay vastas razones para ser optimista en esa materia) habla del más extraordinario éxito que tuvo el ciclo kirchnerista desde sus inicios en el sentido que, desde ahora, queda claro que el modelo nacional y popular logró ganar una batalla comunicacional y cultural que venía complicadísima para los sectores populares. De todas maneras, la remontada de la cuesta es muy anterior a la muerte de Kirchner porque fueron importantísimos los hechos concretos del acumulado, igualmente todas y cada una de las iniciativas que se repasaron en estos días como el término de las AFJP, la aprobación y defensa de la ley de Medios, el matrimonio igualitario o la asignación universal por hijo, así como la emergencia de nuevos espacios y sujetos culturales y comunicacionales. De hecho, la muerte de Kirchner no hizo más que visibilizar este proceso de hegemonía de los sectores y de los grupos populares frente a los otros actores y sujetos que accionan al interior del régimen político. Sin embargo, la pelea continúa. Parte de lo ganado significa que lo peor de los medios masivos de comunicación, como representantes fieles de los grupos de poder más concentrados y más reaccionarios, ya no tendrán el poder corrosivo que tuvieron hasta ahora para subvertir el régimen democrático y popular en marcha. Así, actualmente hay diversas y nuevas configuraciones políticas a diestra y siniestra. Ya bastante se habló sobre las primeras operaciones de los medios de comunicación masivas y la verdad no creo necesario insistir. Lo importante en relación a la información y las comunicaciones en general es que los analistas, siempre al servicio de los medios de comunicación más concentrados, también siempre apresurados, salieron nuevamente a mostrar los dientes luego de la muerte de Kirchner. Como siempre, arreados por los intereses que defienden a través de los múltiples canales de televisión, de las radios y de los medios gráficos en general, como expresión más fundamentalista de lo añejo, de lo más viejo y tradicional, se lanzaron a especular sobre la capacidad de Cristina para gestionar el gobierno. Lo que no entendieron es que detrás de Cristina hay un modelo nacional y popular, de característica soberano e inclusivo, que los diversos actores, sujetos políticos y organizaciones sociales, de base, están dispuestos a sostener a capa y a espada. No comprendieron que, mal que les pese, como émulos de Fukuyama, continúan planteando tesis como el fin de las ideologías cuando son precisamente éstas las protagonistas desde ahora y por siempre. No entendieron que el fin de las ideologías es una más de las múltiples tesis que sustentan la ideología de las no ideologías. No entienden todavía que hay un par de hechos que son irremediablemente reales y que subvierten sus derechos y sus intereses de clases minoritarios. En primer lugar, está el hecho que nos dice que toda formación económica, política y social, que se basa en la propiedad privada sobre los medios de producción y consecuentemente en la primacía del derecho a esa propiedad por sobre la vida de los trabajadores, hace surgir y desarrollar de manera incesante toda clase de contradicciones que en el más largo plazo, así lo demuestran los hechos, son incompatibles con cualquier tipo de consolidación y convivencia democrática. En segundo lugar, el hecho político que sostiene que sólo cuando se conjugan las diversas condiciones objetivas y subjetivas se logran vencer esas contradicciones centrales y fundamentales. Por último, derivada de lo anterior, se requiere un arte de lo posible que funde las acciones políticas de los trabajadores en beneficio de la propia hegemonía de éstos.
Esos grupos económicos nacionales o foráneos, que históricamente son los representantes exclusivos de los intereses de los clanes familiares anglo- estadounidenses dominantes, entonces, no vieron o no quisieron ver en los sucesos del 27 de octubre, la consolidación política del régimen nacional y popular. Por eso, otra vez, pidieron rectificación política cuando el gobierno como un actor más dentro del amplio juego de las acciones y estrategias políticas que definen la agenda pública y así el propio régimen político, en conjunción con los actores y sujetos sociales populares, tiene muy en claro que desde ahora la cuestión central es ratificar el rumbo del modelo. Otra vez insistieron con la fragilidad de Cristina aún después de un discurso que no dejó lugar a dudas en diferenciar las dificultades que puede tener cualquier gobierno y el dolor propio, personal y humano de una presidente coraje que perdió al compañero de su vida. También se negaron a escuchar cuando fueron a buscar debilidades en la planta Santa Isabel de Renault y Cristina les respondió desde el Cordobazo. Siguen sin querer entender la concreta realidad de Argentina cuando, el colmo de lo caraduras, insisten en reclaman que la presidente se haga cargo de la gobernabilidad del país. Es que simplemente no pueden ni quieren admitir que desde hace un par de años, desde la asunción de Cristina, ella es el gobierno, un gobierno que continúa con un proyecto político nacional y popular, soberano, inclusivo y humanista que arrancó, para todos los trabajadores, en el 2003. No pueden admitir que las muestras de dolor y de recogimiento, de muestras de cariño y de apoyo político de los trabajadores como sujetos individuales, del dolor de cada uno de ellos, es decir, desde las condiciones subjetivas, significaron justamente eso: estar ahí, decirle a la presidente y decirse a sí mismos, que hay que apoyar mas decididamente para continuar en la senda del desarrollo económico y la radicalización política. No pueden admitir que lo hecho por Cristina durante esos días de dolor y de duelo, es decir, el escuchar a todos y cada uno de esos mensajes de esos trabajadores que desfilaron ante el ataúd de Néstor, fue una decisión tan humana como política, tan personal como social. Comunión, se llama, pero hay quienes insisten en no darse cuenta. Por eso, por no darse cuenta, por negar la realidad, por apresurarse en sus análisis desmañados, comienzan a ver cómo caen las ilusiones políticas que tenían para las elecciones presidenciales del 2011 que hoy los muestran claramente como los grandes perdedores porque el modelo no los incluye. Por eso, el mismo PJ disidente, el llamado Peronismo Federal, estalla frente a la negativa de Solá o de Mario Das Neves de hacer la venia a los dictados de Magnetto y ante el gran escape protagonizado por Carlos Reutemann de cara a las mismas elecciones. Por eso también derrapan dirigentes como Stolbizer y Alfonsín con sus apreciaciones en el mismo sentido. Por eso, además, Julio Cobos insiste en aferrarse a una acción y reacción política que está muy lejana al momento histórico que vivimos. Derrapan porque a pesar de que el 27 de octubre fue un día muy doloroso para los sectores populares en el gobierno, en realidad, para el país en su conjunto, también fue un día de parto, un día que señaló que las condiciones objetivas por fin empezaban a reunirse con las condiciones subjetivas para construir un régimen mejor en todos los sentidos. Un día que, ante esa coyuntura política inesperada, señaló que la única actitud a seguir con dignidad, es crecer y desarrollarse en un marco de continua expansión del gasto, tanto privado como público, para generar las condiciones necesarias en la búsqueda del pleno empleo de los trabajadores como política central del humanismo militante. En esa particular y vertiginosa semana, Cristina dio muestras de dolor pero también de temple frente a la adversidad. Prueba de ello es que pasó del brevísimo discurso por cadena nacional de un día lunes posterior a la muerte de Néstor, en el que agradeció el acompañamiento y las diversas manifestaciones y muestras de afecto popular, a visitar Córdoba y el conurbano bonaerense para finalmente desplegar su capacidad de retomar la gestión de gobierno y también de confirmar que, tras la muerte de Kirchner, la presidente sigue siendo la figura central en el escenario político nacional. Es más, tal como lo demuestran el afecto masivo y los números que surgen de los análisis de opinión pública, Cristina está en condiciones no solo de gestionar sino también de liderar el complejo movimiento peronista con sus aliados venidos también del sector popular. En amplios sectores de la militancia política, ahora apoyados y fortalecidos por esas muestras de apoyo a la presidente en Plaza de Mayo, la consigna política del momento es más que clara, o sea, más allá del armado político que tradicionalmente hacen los dirigentes y líderes partidarios, esta vez la candidatura de Cristina para el 2011 surge de abajo y parece no encontrar oposición en el sector político popular. La participación popular espontánea, que otra vez reivindica el protagonismo de la política con las diversas ideologías en pugna, instaló a la presidente con una altísima imagen positiva. Ahora estamos en una Argentina más real porque no se niega el protagonismo de la acción política, no se niegan las reivindicaciones y los derechos de los trabajadores como tampoco se niega la necesidad de seguir en el ámbito del crecimiento para sostener la gobernabilidad, es decir, la vialidad misma del régimen en curso. En esas circunstancias, con el nuevo régimen político aparecieron millones de nuevas jubilaciones, aparecieron las asignaciones universales, las miles de viviendas, el consumo popular, la producción y la defensa de los bienes y de los servicios nacionales y hasta el ahorro. La presencia de los trabajadores en Plaza de Mayo por eso fue un cheque en blanco para el gobierno popular, el mismo cheque que se tiene cuando se gana una elección política. Esto nos interpela a no bajar ninguna bandera, ninguna de las conquistas ni reivindicaciones de los trabajadores porque estamos recorriendo un camino que hizo posible precisamente ese cheque en blanco. La gente no es tonta, te da por algo ese cheque.
Me parece que el mejor homenaje para hacer al ex mandatario es seguir el camino de profundización y radicalización de los cambios bajo la conducción de Cristina. Así de contundente aunque la radicalización política no significa que no haya que dialogar entre los diversos sectores que están por lo cambios. De hecho, un proceso de radicalización implica, mucho más temprano que tarde, la conjunción, el diálogo y la unidad de todos los grupos, actores y sujetos que componen el campo popular. En ese contexto, las medias tintas o la búsqueda de falsos equilibrios o diálogos políticos con los sectores dominantes no es posible porque la consolidación del régimen popular, que reivindica la generación de empleo, del pleno empleo, una mejor justicia social y leyes mucho más democráticas e inclusivas, solo se hacen realidad bajo la gestión democrática de los trabajadores, es decir, lo que en otro lugar llamé (r) evolución permanente. En otras palabras, mientras haya más trabajo, más justicia social y más proyecto nacional y popular, tendremos el apoyo decidido de las mayorías, tendremos la representación y la participación de las mayorías que si actúan más o menos racionalmente solo pueden buscar el bien común de todos. Por el contrario, cuando se duda de las convicciones y de las políticas públicas a implementar, cuando se retrocede, a favor de los intereses y de la cosmovisión de las minorías, de las diversas oligarquías, de la clase media más reaccionaria, a favor de los más conservadores y contra los intereses de los trabajadores, claramente se pierde el apoyo popular del gobierno y es precisamente ese apoyo y esa gestión de los trabajadores la que define el carácter popular del régimen político. Por eso, más allá de las muestras de afecto expresadas tras la muerte de Néstor, creo que los trabajadores defenderán el proceso iniciado en el 2003. El pueblo argentino despidió con mucho afecto a Néstor porque éste trabajó hasta el último minuto de su vida para mejorar las condiciones sociales de los trabajadores, así que me parece que tuvo una más que merecida despedida. Una despedida que habla de la defensa de este proyecto. De un proyecto nacional y popular, que cuando apenas se insinuaba, empezó a resolver la tremenda crisis nacional neoliberal actuando sobre las consecuencias primero y luego sobre las causas de ésta. Es un régimen popular que con el tiempo, como todos somos testigos, se anticipó a lo que vendría después, es decir, una crisis global de tremendas consecuencias en todos los ámbitos. ¿Se imaginan que la crisis global, que sigue afectando despiadadamente a los países centrales y sus economías, la tuviéramos que encarar con las políticas neoliberales, con el modelo vigente hasta el 2001? Si hacemos un repaso histórico de todo lo sucedido vemos que todo esto, la resolución de la crisis bajo nuevos paradigmas que se adelantan a su época, ya había sucedido en una oportunidad, precisamente en los años 30 del siglo anterior. De hecho, al igual que hoy, en esa década, la crisis internacional desacreditó la ortodoxia clásica y liberal, con su modelo exportador de materias primas en los países latinoamericanos, y generó el paradigma keynesiano mientras que en la actualidad la crisis del neoliberalismo en Argentina, que definitivamente implosionó en el 2001, generó un modelo nacional y popular, reformista y soberano que busca los caminos que nos conduzcan al radicalismo en su máxima expresión. En esa etapa histórica, Argentina empezó a elaborar una visión crítica de la ortodoxia económica dominante. La revisión keynesiana en los mismos países centrales influyó en el planteo crítico formulado desde la periferia pero, en el caso concreto de los países periféricos, este incorporó otra dimensión que estaba ausente en la formulación de Keynes, o sea, la dimensión del desarrollo y del crecimiento económico. Entonces, en el caso concreto de Argentina y de los diversos países periféricos en general, no solo se trató, como sucedía en las economías avanzadas de los países centrales, de reactivar la economía y la generación de empleo sino que en estas tierras el desafío político mayor era erradicar el subdesarrollo basado en una relación periférica y subordinada dentro del sistema comercial internacional.
Entonces, en la actualidad ocurren hechos que guardan semejanzas con la de esos años. En efecto, también en nuestra Latinoamérica, la crisis global desacredita los paradigmas de la ortodoxia mientras que, al mismo tiempo, se promueve de la manera más decidida el rechazo del pensamiento y las tesis que estructuraron el neoliberalismo a partir del “Consenso de Washington”. También, actualmente, la heterodoxia latinoamericana incluye la dimensión del crecimiento y del desarrollo y no solo, como nuevamente pasa en las economías centrales, la cuestión de la reactivación económica y la regulación financiera y especulativa. La semejanza además incluye el rol pionero y central de Argentina en el cambio de rumbo de ambos períodos históricos. Recién vimos cual fue su rol en los años treinta mientras que ahora, a partir de la descomunal crisis del 2001, Argentina se anticipó a los acontecimientos que tuvieron posteriormente lugar en el sistema comercial globalizado. Entonces, Argentina nuevamente emergió de una crisis terminal, que incluso pudo conducirnos a la disolución nacional, rechazando los paradigmas de la ortodoxia y reasumiendo el comando de su propia política económica sin pedirle nada a nadie, ni dinero ni consejos. Es decir, demostró que no son recursos los que escasean sino la buena calidad de las políticas públicas, es decir, una mejor gestión basada en los intereses y la participación de los trabajadores. Demostró la centralidad de la soberanía política para gestionar y reivindicar la gobernabilidad del régimen popular. Desde ahora, el régimen político que intenta fundar los paradigmas del humanismo, de un gobierno nacional y popular que reivindica el bienestar de las mayorías a través de la defensa de sus intereses, se fundamenta en las tradiciones del estructuralismo latinoamericano y lo actualiza tomando en cuenta los cambios producidos en el sistema comercial globalizado. Esas tesis insisten en el desarrollo como un proceso de transformación estructural a través de la acumulación de capitales y el cambio técnico, de tecnología conveniente para nuestro desarrollo, hace hincapié en la justicia social a través de la redistribución de las riquezas y en el humanismo porque busca, como medida política primera y central, el pleno empleo, el aumento del valor agregado de los bienes y servicios nacionales y el incremento de la productividad siempre bajo los intereses de la primacía del derecho a la vida de los trabajadores. Las tesis de los nuevos gobiernos populares se refieren también a la búsqueda de un equilibrio entre el mercado y la regulación económica, en cuyo desarrollo, el propio régimen político cumple un rol estratégico, incluyendo la canalización de los recursos internos hacia las actividades que generan mayor valor agregado bajo una serie de políticas y medidas macroeconómicas que buscan la acumulación de reservas para sostener un tipo de cambio de equilibrio desarrollista que, al defender la producción nacional, implica un círculo virtuoso que hace hincapié en los superávits comerciales y de balanza de pagos (…) En otras palabras, como el desarrollo no es resultado espontáneo de las múltiples fuerzas y variables del mercado ni puede ser conducido desde fuera, por el automatismo de los mercados digamos, para responder con eficacia a las oportunidades que nos abre la globalización del comercio internacional, es indispensable una estrategia nacional y popular de desarrollo. En esas circunstancias, para que al país le vaya de lo mejor es necesario insistir en la participación y gestión de los trabajadores a nivel tanto político, social como económico. Así, por ejemplo, es muy importante el hecho de que en 1994 resurja en el texto de la constitución nacional el concepto de justicia social que, en su momento, había sido introducido en las reformas de 1949 y borrado por la brutal abrogación de éstas en 1956 con la caída de Perón. El nuevo texto encomendó al Congreso de la época proveer lo conducente al progreso económico con justicia social, unido al concepto de productividad aunque era poco lo que podía hacerse en tal sentido en una situación de clara primacía del neoliberalismo. De todas formas, para entender en toda su amplitud las consecuencias del concepto en cuestión es necesario, en primer lugar, entender que quiere decir justicia social. Al respecto, el miembro informante de la Asamblea Constituyente de 1949, Arturo E. Sampay, nos responde que:

 Por justicia social ha de entenderse la justicia que ordena las relaciones recíprocas de los grupos sociales, los estamentos profesionales y las clases, con las obligaciones individuales, moviendo a cada uno a dar a los otros la participación en el bienestar general a que tienen derecho en la medida que contribuyeron a su realización. Aquella Constitución explicaba con claridad algo que no es otra cosa que descripción de la realidad: a) “la riqueza, la renta y el interés del capital son frutos exclusivos del trabajo humano”; b) “el capital debe estar al servicio de la economía nacional y tener como principal objeto el bienestar social; sus diversas formas de explotación no pueden contrariar los fines de beneficio común del pueblo argentino”; c) “la organización de la riqueza y su explotación tienen por fin el bienestar del pueblo, dentro de un orden económico conforme a los principios de la justicia social”.

Como lo explica el mismo texto de la constitución aprobada en pleno gobierno peronista, la única fuente genuina de riquezas sociales, después de la dotación y de los recursos naturales, es el trabajo humano. Por eso mismo, el capital se apropia de éste a través de su conversión en mercancía pero en una mercancía que crea valor. Así, también el capital mismo es trabajo humano acumulado. Entonces, es necesario que nos preguntemos qué es precisamente una empresa. La empresa es un agrupamiento de hombres y de otros recursos que tiene como primer propósito, siempre bajo la idea de la justicia social, satisfacer las necesidades humanas, es decir, las necesidades de los integrantes del grupo y de los otros a quienes está destinado los bienes y servicios producidos por la empresa. En otro términos, la legitimidad de la empresa está dada porque su fin es satisfacer necesidades humanas y la legitimidad del beneficio está en satisfacer esas mismas necesidades del grupo que trabaja en la empresa para, en una segunda etapa, satisfacer las necesidades sociales de la fuerza del trabajo, es decir, el consumo, ahorro e inversiones y capitales de diversa índole que fomenten el desarrollo de los mercados internos de nuestros países para así buscar el crecimiento. En el primer caso, es decir, desde el punto de vista de la micro producción, la empresa busca satisfacer las necesidades de sus propios trabajadores, desde los integrantes que se dedican a la organización de la matriz productiva, pasando por quienes manejan las máquinas, los obreros manuales en cuanto tales, hasta los encargados de la limpieza, todos los cuales merecen ser considerados con dignidad y con cierta consideración de que su trabajo, en conjunto, forma parte del producto de la empresa en cuestión. El contexto macro productivo viene dado porque la empresa forma parte de un régimen político, productivo, económico y comercial nacional e incluso con intereses y empresas que actúan a nivel global. En esa perspectiva más abarcadora, los sectores dominantes durante mucho tiempo equivocaron la valoración del trabajo humano y se pensó en términos diferentes a los que hemos expuesto en directo beneficio de los intereses de esas minorías. Por ejemplo, en Argentina nuevamente el cambio conceptual fue dado por la doctrina de Perón y sus principios sociales puestos en práctica durante sus gobiernos. Así, la Constitución de 1949 fue el primer desaparecido con la mal llamada revolución libertadora. Sin embargo, en medio de la crisis de su ilegitimidad en cuanto surgen desde un gobierno de facto, la convención de 1957 pudo sancionar un artículo, que fue llamado “14 bis” y que más tarde sería ratificado por la Convención de 1994. Ese extraño texto, que nunca pudo tener siquiera número propio, enuncia la protección de los derechos de los trabajadores. Entre ellos la “participación en las ganancias de las empresas”. Entonces, al advertir que cuando actualmente se propone legislar sobre la participación y gestión de los trabajadores en los propios beneficios y la rentabilidad de las empresas, algunos sectores buscan insertar en los actores políticos y sociales la idea de que esa participación es inconstitucional. En esas circunstancias, tendríamos que preguntarnos por qué reaparece este tema ahora, en el año 2010. Reaparece precisamente por el crecimiento mismo de la actividad económica, del beneficio empresario y la misma lógica del gobierno popular que acompaña estas medidas siempre convencido que hacen a una mayor igualdad y una mejor redistribución de las riquezas. En otras palabras, como el crecimiento de la actividad económica va unida a un aumento de la productividad del trabajo, es decir, cada trabajador produce más en un mismo tiempo laboral, con lo que la empresa aumenta sus beneficios en todos los sentidos, es totalmente lícito exigir un aumento de los beneficios económicos para los trabajadores que son los que finalmente generan las riquezas. Las consecuencias de estas medidas entonces puede ser: a) que esa mayor productividad mejore el provecho y los beneficios de cada trabajador; b) o que se apropie del beneficio otro sector con lo que la distribución de esas riquezas y los excedentes sean desiguales entre los integrantes de la empresa y del régimen político en general. Esta segunda opción es rechazada por las organizaciones de los trabajadores que aumentan su representatividad en la medida que aumenta no solo la ocupación laboral sino la propia importancia del empleo productivo en esta nueva Argentina. Entonces, la justa distribución del beneficio al interior de las diversas empresas que componen el sistema productivo nacional es necesario que sea regulada por el sector público para que el conflicto entre los representantes de los trabajadores y los propios empresarios no conduzca a limitaciones estructurales del régimen político en cuanto a su crecimiento y desarrollo a favor de las mayorías. Así, la justicia en la distribución de la riqueza no solo es buena por ser justa sino que también porque la injusticia afecta la paz y la productividad social. En verdad, cuando hay desajustes y ajustes nadie se beneficia legítimamente. Ni los integrantes del colectivo que llamamos empresa ni los miembros de la comunidad política a la que está destinada la producción de esos bienes y servicios y sólo pueden obtener un beneficio circunstancial los aprovechadores de la plusvalía, esos que siempre especulan con las necesidades de las mayorías. Por el contrario, bajo la presidencia de Néstor y Cristina, los trabajadores vimos como recuperábamos la posibilidad de que el fin del régimen político fuera precisamente el bien común y la legislación vigente así se reordenará hacia ese fin. Esa es la lógica de la discusión sobre la participación de los trabajadores en las ganancias de las más grandes empresas que, además, es una medida ampliamente difundida en los países más desarrollados. Precisamente, de la definición del Estado y del régimen político como instituciones políticas al servicio del bien común puede entenderse la enorme trascendencia de los múltiples cambios que vienen ocurriendo en el país desde el 2003 con Néstor y con Cristina. Y esto solo puede lograrse a partir de un nuevo protagonismo de las ideologías que son parte de un régimen popular, es decir, todas esas maneras de pensar y de actuar, el arte de poder de los trabajadores que así busca reivindicar los intereses de las mayorías consolidando una nueva lógica de los cambios y las transformaciones. Además, este tipo de discusiones, o sea, de la participación de los trabajadores en las ganancias de las empresas, se debe a una mayor productividad que en este caso está directamente relacionada con el período más sobresaliente, en términos de performance y gobernabilidad general, de la economía argentina.
Esto es central porque en muchas ocasiones se pretende relativizar esa significación, mediante el reduccionismo que imputa el éxito a simples y favorables condiciones relacionadas con la lógica del sistema comercial globalizado. Se trata de un enfoque bastante injusto, de la que se hacen eco los sectores políticos de la oposición, porque no pueden considerar las diversas políticas públicas aplicadas y defendidas por el gobierno popular que hace al fortalecimiento de la economía y de la gobernabilidad y la propia convivencia democrática. En esos términos, de acuerdo a esta visión que hacen propia los sectores de la oposición, nos olvidamos, por ejemplo, que Argentina tuvo que superar una crisis sideral y terminal producto de un par de décadas de políticas neoliberales. Lo concreto, es que Argentina emergió de esa tragedia, prácticamente, con sus propios recursos, desligada de una impronta de dependencia económica y financiera externa que incluyó un importante proceso de reindustrialización y de mayor integración productiva, con una formidable política de creación de empleos que en pocos años terminó con las consecuencias más extremas de la exclusión típica del neoliberalismo. Así, los niveles de pobreza, de indigencia, de exclusión y de marginación cayeron abruptamente. Por su parte, la inversión, aun sin alcanzar los niveles exigentes de sustentabilidad, avanzó a tasas fuertes, extendiendo el producto potencial de la economía. De una manera intuitiva y experimental, el país se encaminó a través de determinados cánones que expresaron las bases de una estrategia alternativa. Además, como dije en otro lugar, todo esto, es decir, el éxito del modelo nacional y popular redundó en una exitosa gobernabilidad y performance general del régimen a partir del 2003. De hecho, a estas alturas, los componentes más frágiles del régimen político se cayeron de bruces mientras, al mismo tiempo, se mantienen en pie los factores centrales del modelo popular que precisamente tienden a la radicalización del proceso de cambios. Esto en el ámbito tanto económico como político. Entonces, la muerte de Néstor Kirchner provocó no solo el mayor desconcierto político conocido hasta ahora por los sectores de la oposición sino que incluso cayeron presos de un estado de dispersión que ahonda la confusión que ya los caracterizaba antes de esta tragedia. No están bien las cosas para esos grupos políticos porque, de cara a la nueva realidad, no tuvieron otra alternativa que reconocerle al propio Kirchner el legado de recuperar el valor de la política, del arte de poder de los trabajadores que busca las transformaciones que el país necesita para dejar atrás más de doscientos años de dependencia estructural en relación con el sistema comercial global. De todas maneras, es necesario decir que no alcanza con ese reconocimiento y antes bien, ya que se consideran los representantes de la institucionalidad, deberían preguntarse para qué se recuperó ese poder sublime de la propia democracia que es la política, como herramienta de transformación de la realidad, o sea, como arte de poder. Ellos finalmente deberían preguntarse también que fue del fin de las ideologías (…)
Kirchner supo que tenía que recuperar el importante rol del régimen para los trabajadores, para que ellos mismos fueran los actores centrales en la gestión de la agenda de gobierno, actuando en varias dimensiones centrales y que se complementan entre ellas. En primer lugar, se recuperó el valor y el protagonismo de las múltiples ideologías que hacen hincapié en la cultura popular enfrentando así a los dueños del poder hegemónico que eran los dueños exclusivos de la agenda pública de los gobiernos anteriores al 2003, representando el pliego de reivindicaciones sociales y unificando fuerzas con todo el continente latinoamericano. La acción política sirve para eso o se transforma apenas en un remedo de ella, es decir, en una política declarativa, vacía, sin alma, sin causas, sin rebeldías, sin voluntad y totalmente formal. Típico neoliberalismo. En segundo lugar, Kirchner entendió antes que nadie que había que juntar todos los fragmentos que habían sobrevivido dispersos después de la catástrofe política y social del 2001 pero no emprendió la tarea apuntando contra los adversarios partidarios que eran y son, en el peor de los casos, gerentes del verdadero poder. En esas circunstancias, Kirchner cubrió su espalda con las organizaciones populares apuntando frontalmente y peleándose con el poder verdadero, el que nos dominó durante toda la historia, el que es dueño de las grandes corporaciones mediáticas, el que quiso imponernos el Tratado de libre comercio de las Américas, el que se robó los sueños de los trabajadores. El caso paradigmático fue así la pelea por la 125. Finalmente, Kirchner fue capaz de crear un poder de fuego democrático que se nutrió del fuego encendido en las jornadas de los días 19 y 20 de diciembre del 2001 y en la masacre del puente Avellaneda, durante la presidencia de Duhalde, que tuvo como víctimas a Kosteki y Santillán. Por lo mismo, los sectores opositores en realidad ya no tienen mucho futuro en el ámbito de plantear un proyecto alternativo, que no aparece por ningún lado, porque en verdad no tienen organizaciones populares, el pueblo peronista sobre el cual apoyarse, al cual interpelar a su favor cuando ese mismo pueblo ya se manifestó por unanimidad, despidiendo a Kirchner y defendiendo a Cristina y su gobierno nacional, soberano y de una impronta fuertemente humanista. Sí es muy posible que haya corrimientos de la dirigencia media de esa y de otra oposición hacia las filas del kirchnerismo. Habrá que ser muy generosos en esta etapa para recibirlos a todos pero sin cometer el pecado de compartir la conducción estratégica con esos advenedizos, en relación a las diversas organizaciones y los sectores políticos que desde un principio estuvimos con el modelo, ni mucho menos descuidar la gestión de gobierno. Es el tiempo del radicalismo, de la política, la militancia y del protagonismo, nunca del fin de las ideologías, precisamente porque éstas son, desde ahora y desde siempre, las grandes protagonistas de todos los cambios. En ese contexto hay que volver a advertir a los gorilas: tengan cuidado porque esta vez el que se fue es Perón y quien quedó en el gobierno es Evita.

Alfredo A. Repetto Saieg.

Buenos Aires, Argentina, noviembre 20 del 2010.


Referencias bibliográficas:

Anguita, Eduardo: “Cristinazo” en diario Miradas al Sur de la edición del 6 de noviembre del 2010.
Russo, Miguel: “Es el sujeto, estúpido” en diario Miradas al Sur de la edición del 6 de noviembre del 2010.
Blaustein, Eduardo: “La deshumanización del kirchnerismo, un fracaso” en diario Miradas al Sur de la edición del 6 de noviembre del 2010.
Yofre, Francisco: “No hay que bajar ninguna bandera” en diario Miradas al Sur de la edición del 6 de noviembre del 2010.
González Arzac, Felipe: “La participación de los trabajadores” en diario Miradas al Sur de la edición del 6 de noviembre del 2010.
Giles, Jorge: “Estados de ánimo” en diario Miradas al Sur de la edición del 6 de noviembre del 2010.
Ferrer, Aldo: “El nuevo desarrollismo” en revista Argentina Económica de la edición del 6 de noviembre del 2010.
Curia, Luis: “La economía de Néstor Kirchner, 2003- 2007” en revista Argentina Económica de la edición del 6 de noviembre del 2010.

Historia:



A 38 años del regreso de Juan D. Perón

Aquel 17 de noviembre, fue el resultado de la lucha incansable del conjunto del movimiento obrero y el pueblo entero, en su búsqueda por la felicidad y la grandeza de la patria.

Hoy se cumple un nuevo aniversario de aquella maravillosa jornada en que el pueblo argentino se reencontraba con su líder luego de 17 años de exilio y proscripción.
Fueron muchos los años en los cuales el odio de la oligarquía y los cipayos de la patria, intentó por todos los medios apagar la llama consciente que aquel 17 de octubre se despertó en todo el pueblo trabajador. No alcanzaron las bombas, las proscripciones, los sindicatos intervenidos, los cuerpos de delegados perseguidos, el encarcelamiento de los compañeros, ni la claudicación en manos del enemigo de una pequeña dirigencia oportunista, para poder detener la decisión de un pueblo consciente en la lucha por su liberación.
Aquel 17 de noviembre, fue el resultado de la lucha incansable del conjunto del movimiento obrero y el pueblo entero, en su búsqueda por la felicidad y la grandeza de la patria.
Esta verdad y el convencimiento de sabernos herederos de una línea histórica Nacional y Popular, nos dan el fanatismo y la mística necesaria para sostener y fortalecer nuestros principios en épocas donde los discursos dominantes, emanados desde los medios concentrados de comunicación, invitan al descreimiento y al conformismo.
Para nosotros, jóvenes trabajadores, el peronismo fue el que transformó la matriz económica y cultural del país colonial de la generación del ’80, provocando una real revolución sobre la base de incorporar a las masas trabajadoras como factor fundamental en el proceso político de la vida nacional.
Desde la Juventud Sindical entendemos al kirchnerismo como un momento del peronismo, en donde nuestra tarea es justamente continuar ese proceso iniciado hace ya más de 65 años, incorporando al nuevo sujeto político transformador que hoy tiene nuestra vida política, que son sin lugar a dudas los miles y miles de jóvenes que a partir de la claras definiciones económicas de este gobierno se han incorporado a la vida laboral del país y han conseguido en la mayoría de los casos su primer empleo.
Ponemos en nuestras espaldas la ardua tarea de convocar y organizar a todos los jóvenes y contamos para esta responsabilidad con una sólida verdad: que sin el rol protagónico de los trabajadores en la vida nacional, no hay posibilidad de construir la patria que nos merecemos.
Somos conscientes que hemos salido del infierno, pero también que todavía queda mucho por hacer, porque como dijo nuestra compañera presidenta, “No habrá justicia social en la Argentina mientras quede un solo pobre en la patria.” Por esto, debemos redoblar nuestros esfuerzos, en la lucha contra el trabajo en negro, por los miles de trabajadores en blanco que aún con su ingreso no llegan a cubrir la canasta básica de alimentos, los miles de trabajadores flexibilizados.
Sabemos que hay combatir las prácticas oportunistas que ven en la justa pelea de los trabajadores la posibilidad de acomodarse y negociar intereses individuales. Debemos romper la lógica neoliberal de los ’90 donde un puntero se sentía dueño de los compañeros.
Es por ello que creemos necesario que la Corriente Nacional del Sindicalismo Peronista genere espacios de confluencia y participación donde los jóvenes se sientan identificados con esta lucha que es, en definitiva, la lucha de todo el pueblo trabajador.
Convocamos a todos los sectores juveniles, no para estériles debates ni para espacios revolucionarios con la verdad revelada, mucho menos a brindis elegantes disfrazados de compañerismo. Los convocamos a la lucha contra todos los intereses sectarios y conservadores que intentan subyugar a nuestro pueblo. A pelear contra el hambre, la miseria y la explotación y a favor de la salud, la educación y el trabajo para todos.
“Todas las generaciones tienen un mandato histórico, lo cumplen o lo traicionan.” Nosotros nos comprometemos a cumplir el designio de nuestra historia, llevando a la Patria a su definitiva liberación nacional.

Fuente: Por Facundo Moyano en Diario Tiempo argentino de la edición del 17 de noviembre del 2010.

Informe:

La hora de la "revolución virtual"

Control mental: Relájense, "Gran Hermano" piensa por nosotros.
Relájense, aspiren "energía positiva", no se carguen de "negativismo" con los problemas del mundo (estar bien con el universo significa "estar bien con uno mismo"), no se depriman con sobrecargas de reflexiones cósmicas inútiles, no filosofen pensamientos críticos, actúen en positivo, respiren "buena onda", ejerciten la "autorrealización creativa", cultiven el cuerpo, cultiven los gustos, cultiven la amistad, cultiven la familia, cultiven la moda, cultiven "siempre en positivo", sean amables, no rompan la corriente, dejen que las cosas "fluyan", naturalmente, sin preconceptos, sin contaminantes, sin ideologías de cambio preestablecidas, sean libres, supriman conflictos agotadores, y únanse solidariamente en la gran red planetaria de "Gran Hermano": El que piensa (y soluciona) los problemas del mundo por todos nosotros. Un día el individuo-masa (femenino-masculino) se despertó y dijo: Miro la televisión y luego existo.
Y otro día, se despertó y dijo: Utilizo la Internet y solo existo por las redes sociales.
Sin saberlo, había ingresado a la era del "homo videns", finalmente proyectado (y realizado) a través de las ondas del ciberespacio desplegadas como una gran telaraña cazadora de cerebros.
Su mundo se convirtió en una pantalla: Me conecto por la TV-pantalla, me convierto en "solidario virtual", y realizo mis sueños por la Internet-pantalla. La vida y los proyectos siempre empiezan por un sueño. Así lo han sostenido históricamente los ídolos del cine de Hollywood. Que han surgido de una pantalla.
Fuera de la pantalla: El mundo es dudoso. Está lleno de "teorías conspirativas", de dudosas hipótesis sobre el "bien y el mal" implícitos en la naturaleza humana. Fuera de la pantalla, el mundo está poblado de "política" y de "ideología", de críticas saturadas de falsas certezas. Quiero "ser yo", no un ente manipulado por la política y las ideologías. No hay malos ni buenos, no hay sistema dominante, sólo estamos nosotros y nuestras circunstancias.
Mejor la pantalla (del TV y la compu): Me tranquiliza, me informa, me conecta con un mundo de imágenes que "valen más que mil  palabras", la TV "muestra" la realidad casi sin palabras, y la Internet me permite contarla, sin intermediarios, sin que nadie me diga lo que debo hacer y pensar.
Vivan las redes: Vivan los SMS, vivan los contactos en tiempo real, viva la interactividad, viva la comunicación planetaria sin limites, viva Twitter, viva Facebook, viva yo y mi circunstancia, vivan todos los que trasformaron el mundo con la tecnología digital, vivan los que posibilitaron nuestro tránsito del mundo viejo al mundo nuevo. Vivan los que inventaron la pantalla: Fuente de toda razón y justicia.
Y de pronto, llegó Gran Hermano.
Pregunta: ¿Qué hace un adicto a la pantalla tele-informatizada (el mundo fashion de los Twitter y los Facebook)  en su tiempo libre?
Respuesta: Vota y consume.
Consume productos, consume ropas, consume espectáculos, consume cultura, consume alienación informatizada, consume "días de la madre", consume casamientos y divorcios pagos, consume navidad, consume ideas "fashion", consume vacaciones guiadas, consume ídolos faranduleros convertidos en estereotipos sociales de los jóvenes, consume individualismo existencial, consume noticieros y programas de TV que esconden a los dueños del poder, consume teorías y discursos que ocultan el origen de la riqueza y la pobreza, consume información que tapa la explicación de porqué tres mil millones de seres humanos viven en la pobreza o en la indigencia extrema, consume el espectáculo de la riqueza (de la minoría) que vive por los miles de millones que no consumen, consume y vota en elecciones periódicas con políticos ofertados como un producto en la góndola, vota y elige gobiernos títeres de los bancos y trasnacionales que manejan  la economía y el destino de la humanidad, consume y vota encuestas orientadas a preservar la sociedad de consumo y la "gobernabilidad" del sistema, vota, vota, y vive, en definitiva según las sabias enseñanzas y directivas de "Gran Hermano" que le habla desde las pantallas informatizadas del sistema capitalista globalizado.
Ensayo de catástrofe
¿Saben lo que pasaría si las mayorías planetarias dejaran de votar y de consumir productos superfluos (el 70% de la oferta de la sociedad de consumo capitalista) y sólo consumiera aquellos esenciales para su supervivencia?
Como primer efecto, las bases del "consumismo" masivo (la piedra angular del funcionamiento de la rentabilidad y de la economía capitalista a nivel planetario) se derrumbarían y el sistema colapsaría por "sobreproducción" a escala global desatando una ola de desempleo y de conflictos sociales en todo el planeta.
Como segundo efecto, si las mayorías dejaran de votar se derrumbarían las instituciones jurídicas y políticas del capitalismo que quedarían "deslegitimadas",  terminando con la "gobernabilidad" y la "democracia representativa" del sistema capitalista a escala global.
¿Qué pasaría si la humanidad descubriera que vive dentro de un "sistema" (económico, militar, político y social) que controla y depreda el mundo a partir de la destrucción de la capacidad totalizadora del cerebro humano?
¿Qué pasaría si las mayorías descubrieran que el "individualismo" es una estrategia de dominio (dividir para reinar) que el sistema implementa para mantener a las mayorías en la ignorancia y paralizar las luchas sociales colectivas en su contra?.
Miro la televisión y luego existo: ¿Quién programa los contenidos y los valores que difunde la televisión?
Utilizo la Internet y solo existo por las redes sociales: ¿Quién controla y fija las reglas de juego de las redes sociales?
¿Qué pasaría si el mundo entero descubriera que su conducta está manipulada  por medio del control mental orientado a direccionar conducta colectiva con la ideología individualista?
¿Y si se descubriera que el ser humano no es nada más que una mercancía viviente destinada a producir rentabilidad capitalista a las empresas y bancos que depredan el planeta convertido en un desecho apocalíptico que ya comienza a estallar por todos lados?
¿Qué pasaría si se descubriera que las catástrofes ecológicas no son fenómenos naturales sino hechos emergentes (el calentamiento global) de la irracionalidad demencial de las empresas  trasnacionales que controlan los recursos naturales y los sistemas económicos productivos sin planificación, y sólo orientados a la ganancia privada en todo el planeta?
Posiblemente, si se descubriera la estrategia subyacente detrás de la comunicación "individualista", Twitter, Facebook y el resto de las redes sociales también sufrirían un Apocalipsis: En vez de servir al "individualismo socializado" se convertirían en una herramienta incontrolable de la conciencia social a escala masiva.
Es lo que teme "Gran Hermano", el que guía al mundo desde las pantallas informatizadas a partir de una idea fuerza:
"Criticar y pensar el mundo desde una totalidad científica que le de sentido y explicación, es estar fuera de la realidad. El compromiso con la concientización y las luchas sociales activas por el cambio de un mundo injusto por uno más justo es pura "teoría conspirativa". Bórrate: Ese mundo no existe. El mundo solo es como tú lo percibes. El universo es un conjunto de imágenes sueltas que sólo adquieren sentido  dentro de los límites de tu conducta y de tu personalidad. Por lo tanto, ¡Viva la revolución virtual! ".
Relájense, pónganse cómodos: No hay necesidad de pensar ni de transformar nada en función social, "Gran Hermano" piensa y transforma por todos nosotros.
Por lo menos, hasta que llegue el Apocalipsis sin invitación.

Escrito por Manuel Freytas, Junio de 2010 publicado en la página Web: http://www.porpalestina.com

Las manos de Cristina  (enviado por Mario Funes)

¡Cuántas imágenes vistas a lo largo de los días a partir del 27 de octubre!.
De todas esas imágenes no puedo dejar de mirar y sentir la figura de las manos de Cristina.
Miro esas manos colocando, amorosamente, el pañuelo de una madre de la plaza sobre el féretro.
Miro las manos acariciar y acomodar el cabello gris y despeinado de esa vieja madre.
Miro las manos de Cristina apoyadas de a ratos, acariciando y acunando el cajón con gesto de mujer y madre.
Miro esas mismas manos sobre su corazón, agradeciendo y esbozando un beso lanzado al pueblo, que la saluda consolándola.
Imagino las manos de Cristina con los dedos en V. 
También las imagino con un puño que no tiembla.

Fuente: Marcela Sensottera. 29-10-2010.

Internacional:

Crisis económica global, guerra económica y gasto militar.

La estructura del presupuesto de Estados Unidos y la lógica de su política económica, con Bush y Obama, es el de una economía de guerra en la cual el gasto militar exacerba el déficit presupuestal, pero permite el funcionamiento de un “equilibrio del terror financiero”, reporta inmensas ganancias al complejo militar industrial y mantiene un chantaje global basado en la fuerza militar. Una simple mirada al presupuesto 2010 de Estados Unidos permite apreciar la magnitud del gasto militar y el papel que éste juega de conjunto con el gasto por los paquetes de rescate de los bancos y entidades financieras quebradas. El monto total del presupuesto  es de 3.94 billones de dólares (millones de millones), y el déficit previsto es de 1,75 billones, equivalente a casi 12% del PIB. (1)
El gasto militar oficial se establece en 739,5 mil millones de dólares, aunque si se incluyen otros gastos indirectos o encubiertos, el gasto superaría el billón de dólares. El gasto en el rescate de las entidades financieras hundidas en la crisis, efectuado por las administraciones de Bush y Obama alcanza 1,45 billones, mientras que el interés devengado por la deuda pública es de 164 mil millones de dólares. Esto significa que casi todo el ingreso del presupuesto (2,38 billones) se consume solamente por el gasto militar, los rescates de la oligarquía financiera y una pequeña proporción por intereses de la deuda pública. No queda prácticamente nada para otros tipos de gastos. Si consideramos que el gasto militar ronda el billón de millones de dólares y que la parte del ingreso presupuestal correspondiente a los impuestos familiares es de 1,06 billones, tenemos que casi todos los impuestos que las familias pagan en Estados Unidos alcanza no más para cubrir el enorme gasto militar. Estados Unidos es el país más endeudado del mundo, aunque el significado práctico de esto es diferente para este país que para cualquier otro, porque se encuentra endeudado en la moneda nacional que él mismo crea y hace circular. El financiamiento de la enorme deuda pública federal ascendente a 14 billones de dólares, sin incluir deudas de los estados y municipios es de características surrealistas. Al crecimiento de esa deuda pública contribuyeron los paquetes de rescate a los bancos, pero esa deuda se financia por una retorcida operación mediante la cual el gobierno financia su propio endeudamiento, pues el dinero estregado como rescate a los bancos es financiado en parte tomando préstamos de los mismos bancos. A su vez, los bancos imponen condicionalidades al gobierno en el manejo de la deuda e imponen como el dinero debe ser empleado. Después de haber sido “rescatados” los bancos imponen cortes masivos en el gasto público en servicios para la población, la privatización de infraestructuras y servicios como agua, carreteras, recreación, pero no se toca el gasto militar.
Y no se toca porque “War is Good for Business” y la misma oligarquía que maneja el mercado financiero obtiene elevadas ganancias procedentes del gasto militar. Y ese gasto militar  -como parte del déficit público-  es financiado por operaciones de guerra económica que se calientan cada vez más y amenazan con mezclar la guerra económica con la guerra probablemente nuclear que Estados Unidos incuba en la compleja madeja de sus intereses y contradicciones económicas y geoestratégicas. El equilibrio del terror financiero financiando la escalada militar de Estados Unidos. La peculiar estructura mediante el cual Estados Unidos actúa como una economía parásita que financia sus déficits y su gasto militar recibiendo inyecciones financieras del resto del mundo, es parte de la “normalidad” del orden económico global. Tener reservas monetarias en dólares que se reciclan para comprar bonos u otros instrumentos del Tesoro que financian la deuda estadounidense, y con ella la escalada militar es considerado por los neoliberales como una manifestación del equilibrio de mercados libres. El poder mediático presenta este reciclaje como resultado de la confianza en la fortaleza económica de Estados Unidos porque otros países envían allí sus dólares para ser invertidos. (2)
Lo real es que los extranjeros no ponen su dinero en Estados Unidos porque sean compradores de exportaciones de ese país, ni tampoco son inversionistas privados comprando acciones o bonos. Los mayores colocadores de dinero en Estados Unidos son los bancos centrales que no hacen otra cosa que reciclar  los dólares que sus exportadores obtuvieron y cambiaron a su vez por monedas nacionales. Con déficits comercial y presupuestal crecientes en Estados Unidos, se produce una inundación de dólares hacia el exterior, que ahora son impulsados por la baja tasa de interés norteamericana y por la emisión alegre de papeles verdes. Los países receptores de dólares (China en especial) se ven colocados ante un dilema. No participan ni tienen influencia alguna sobre decisiones económicas del gobierno de Estados Unidos, quien se aprovecha del privilegio del dólar. Si aceptan la inundación de dólares, sea por excedentes  comerciales o por la baja tasa de interés norteamericana o por ambos factores, sufren la presión al alza sobre su tasa de cambio, la pérdida de competitividad comercial y el peligro de dejar anidar peligrosos capitales especulativos de corto plazo. Para evitar esa inundación, la conducta obligada es comprar instrumentos de deuda emitidos por el gobierno norteamericano, y acumularlos en las reservas monetarias, sufriendo el peligro de que cualquier devaluación del dólar sea una devaluación de sus reservas. A China u otros países que acumulan grandes volúmenes de dólares o de instrumentos de deuda norteamericana nominados en dólares, no se les permite comprar activos no financieros en Estados Unidos. Cuando China lo ha intentado (compra de instalaciones para distribución de combustibles) el gobierno de Estados Unidos lo ha prohibido. En ese caso no valen el libre flujo de capitales, el libre comercio y la retórica habituales. Sólo pueden comprar activos financieros para financiar los déficits estadounidenses. Al comprar los bonos del Tesoro los países entran al “equilibrio del terror financiero” y a contribuir a financiar un destino no previsto ni deseado: el gasto militar del Pentágono. Ocurre así para los países receptores de dólares surgidos de los déficits norteamericanos, una doble compresión. Son lesionados al verse estructuralmente empujados a financiar pasivamente la máquina militar norteamericana por medio de un “equilibrio del terror financiero” basado no en su superioridad económica, sino en poderío militar. Y al hacerlo, países como China y Rusia están alimentando el mismo gasto y poderío militar que apunta armas nucleares hacia ellos.
El masivo gasto militar tiene un objetivo geoestratégico hegemónico y su lógica última es la guerra. No pocos en Estados Unidos creen en las virtudes de estímulo económico que una guerra puede traer. Recuerdan con nostalgia que la guerra hispano-cubano-americana, la primera guerra de la etapa imperialista, sirvió en 1898 para que Estados Unidos escapara de la crisis económica de aquella década, que fue la Segunda Guerra Mundial la que finalmente provocó la suficiente destrucción de fuerzas productivas para dejar atrás la Gran Depresión y abrir paso a los dorados años 50 y que la recesión de finales de los años 40 fue superada con la ayuda de la guerra de Corea. Esta nostalgia, que incrementa el peligro de una catastrófica guerra nuclear, ignora que aquellas guerras convencionales correspondientes a la época pre-nuclear podrían actuar como estímulos anticrisis, pero la guerra nuclear actual ha perdido esa capacidad. Las guerras con armas convencionales tenían dos virtudes como reanimadoras de la economía: mediante la producción masiva de armamento convencional para cumplir pedidos del estado en guerra, se generaba empleo en las cadenas fabriles de entonces, y también la guerra convencional aceleraba la destrucción de fuerzas productivas que la crisis económica había iniciado, y la llevaba al grado suficiente para impulsar la recuperación sobre la base de la reconstrucción de posguerra. La destrucción era la suficiente para completar y acelerar el peculiar papel de la crisis económica en tanto destructora de riqueza para iniciar después otra fase expansiva, y no era tanta como para amenazar la vida de la especie humana y del planeta. Era posible entonces para el capitalismo no sólo sobrevivir sino utilizar la guerra como tónico estimulante para la economía.
La guerra nuclear actual no es estimulante frente al principal problema orgánico de la crisis que es el desempleo, pues ahora la tecnología sofisticada para fabricar armas utiliza muy poca fuerza de trabajo, pero su capacidad destructiva es tan formidable que lo destruido no serían plantas fabriles, capitales financieros o algunas ciudades, sino el planeta y la especie humana tras el cataclismo del invierno nuclear. La guerra actual, si guerra convencional de desgaste como la de Iraq y Afganistán ni pueden ganarse por Estados Unidos ni son estimulantes para salir de la crisis económica, si guerra nuclear que se establece como amenazadora posibilidad, tampoco serviría para salir de la crisis porque no eliminaría el gran problema del desempleo, pero sirve en cambio, para hacer grandes negocios a partir del tipo de gasto público que se maneja con total opacidad y discrecionalidad, el gasto en el cual los Bernanke, Geithner, Summers, Strauss Kahn, nada deciden: el gasto militar, el cual es capaz de reunir en sí mismo la ambición hegemónica y la superganancia del gran negocio.
Para Estados Unidos, debilitado económicamente y con una cultura productiva declinante, el recurso de última instancia es la amenaza constante de guerra sustentada en el gasto militar creciente. Pero, la amenaza constante de guerra y el gasto militar poseen una dinámica diabólica que tiende a realizarse en la guerra real, cuando convergen la mentalidad guerrerista, los conflictos por la hegemonía en petróleo, gas, agua, etc., disfrazados de razones humanitarias o religiosas y la creencia de que en la guerra nuclear puede haber vencedores. La declinación de la economía de la mayor potencia militar plantea fuertes tensiones entre un poderío militar muy superior a cualquier otro y por lo mismo, ambicioso de hegemonía y una economía en retroceso, que ha exportado buena parte de su capacidad industrial, se ha sumido en el parasitismo financiero, se ha acomodado en el consumismo de lo producido por otros y ha perdido la cultura productiva que alguna vez fue relevante. Algunos señalan que siguiendo esas tendencias, el país que al terminar la Segunda Guerra Mundial dominaba la economía mundial con su capacidad productiva, se encamina a consumir los productos del exterior y a exportar solamente películas, espectáculos musicales, imágenes glamorosas de un consumismo insostenible y armas. El retraso económico frente a los ritmos de crecimientos de China y no sólo de ella, sino del llamado BRIC+3 (Indonesia, Corea del Sur, Malasia) es también una fuente de tensiones.  Al ritmo que crecen estos países llamados emergentes,  su  PIB igualará en el 2020  al que ahora tiene el G-7. Las tendencias apuntan hacia el retraso económico de Estados Unidos y la previsible utilización de la fuerza militar para mantener la posición dominante de la segunda mitad del siglo XX. Esas tensiones se manifiestan en las guerra en Iraq, Afganistán, Pakistán, en la amenaza de guerra nuclear contra Irán y Corea del Norte y también los golpes e intentos de golpes de estado en América Latina (Honduras, Venezuela, Ecuador, Bolivia), la creciente militarización en forma de despliegue de bases militares norteamericanas a escala global y la conformación de una doctrina de guerra que incluye, entre otras cosas, la peligrosa  reconceptualización de las bombas nucleares  “pequeñas” -pueden oscilar entre la mitad y hasta 6 veces la capacidad de la bomba de Hiroshima-  como armas que forman parte de un menú de opciones cuya utilización puede en teoría, ser decidida por el comando en el teatro de operaciones. Significa que un general en el teatro de operaciones dispone de una “caja de herramientas” para elegir y entre las herramientas tiene disponibles minibombas nucleares que podría utilizar como lo haría con los blindados, artillería, etc.

¿Hacia la guerra económica?

En las últimas semanas la economía mundial se ha estado caldeando con las noticias sobre la guerra de las divisas. Esta guerra fue preocupación central de la reunión de Ministros de Finanzas del FMI el 23 de octubre y de nuevo, al igual que en todas las Cumbres de G-20 realizadas después del inicio de esta crisis global, fueron reiteradas las solemnes declaraciones de compromiso con el “libre comercio” y la no aplicación de barreras al funcionamiento de los mercados. En estas primeras escaramuzas de una posible guerra se ven con claridad los contendientes. Por un lado, Estados Unidos tratando de reanimar su economía a toda costa, aprovechándose de contar con la moneda de reserva internacional que es también su moneda nacional y lanzando un torrente de dólares hacia el exterior para devaluar el dólar, mejorar su posición competitiva y al hacerlo, elevar las tasas de cambio de los demás, perjudicarles en el comercio, hacerlos reciclar los dólares comprando instrumentos de deuda norteamericana. En el otro lado, el resto de las economías del mundo y, en especial, los exportadores de materias primas del Sur, los que además de lo anterior, sufren la afluencia de capitales especulativos volátiles impulsados por la muy baja tasa de interés que Estados Unidos mantiene como instrumento sin éxito para reanimar la inversión.
La conversión de estas escaramuzas en una verdadera guerra al estilo de la ocurrida en los años de la Gran Depresión dependerá de la profundidad y duración que alcance la crisis global. Si ella se agrava, podría ocurrir que la guerra de las divisas fuera el preludio de una guerra comercial con la aplicación de políticas nacionales de “empobrecer al vecino” y la desaparición de la retórica librecambista y los juramentos de fe en el multilateralismo. Para todos es evidente que el gobierno de Estados Unidos no hace otra cosa que aplicar el nacionalismo para resolver sus problemas internos, valiéndose del privilegio del dólar y arrinconando contra las cuerdas a los demás. No sería extraño que esta conducta encontrara la reciprocidad de otros y, en el contexto de larga crisis agravada, podría estallar el sistema de reglas e instituciones que nació en la posguerra prometiendo no repetir jamás una guerra comercial.

Crisis económica y tendencias políticas

La crisis global ha estado más conectada con un giro hacia la derecha que con un fortalecimiento de las fuerzas anticapitalistas.

La relación entre crisis económica y tendencias políticas ha sido variable en el pasado siglo. Considerando sólo las mayores crisis económicas y su traducción en resultados políticos, estos han incluido un movimiento del péndulo hacia la izquierda en los años de la Primera Guerra Mundial y hacia la derecha en los años de la Gran Depresión.
 La economía rusa de 1917 sufría los estragos de los años de guerra, pero también el impacto de la crisis económica europea. La crisis se asoció al triunfo de la Revolución de Octubre de 1917, aunque obviamente, ella sola no pudo generar ese triunfo histórico anticapitalista. Muchos otros factores interactuaron con la crisis económica, pero el resultado final fue que la situación extrema a que la guerra, la autocracia zarista y la crisis habían llevado a la población rusa, fue captada, interpretada y dirigida por una organización política que se proponía terminar con el capitalismo y construir el socialismo. En los años 30 del pasado siglo la Gran Depresión fue la mayor crisis económica hasta entonces ocurrida, pero lo que predominó asociado a ella fue el fortalecimiento del fascismo. En Alemania la combinación de reparaciones pagadas a los vencedores en la guerra anterior, la galopante inflación, eliminada por una conducción centralizada y fuertemente controlada por el Estado fascista, la eliminación del desempleo por grandes obras públicas y el liderazgo de un fanático de derecha, dio como resultado el fascismo al poder y la Segunda Guerra Mundial. En Estados Unidos, en Europa y en América Latina hubo en esos años movimientos de izquierda y hacia la izquierda, pero no alcanzaron victorias estratégicas. No existe una determinación mecánica por lo cual el desempleo, la pobreza, la inseguridad que una crisis económica provoca conduzca el péndulo hacia la izquierda. La inseguridad e incluso desesperación que una crisis genera puede ser apropiada y conducida hacia objetivos políticos por la izquierda o por la derecha, en dependencia de la lectura correcta o incorrecta que hagan las fuerzas en pugna, de las acciones concretas y de la capacidad del liderazgo. En la crisis actual no ha sido relevante hasta el momento, la resistencia a los efectos y políticas asociadas a ellas, a pesar del fuerte impacto en el empleo y el costo social que ha alcanzado. La huelga general en España el 29 de septiembre y las manifestaciones francesas contra la política fondomonetarista de ajuste fiscal, son noticias a seguir, pero simultáneamente se fortalece la derecha en Estados Unidos y Europa, mientras que en América Latina se desarrolla una contraofensiva imperialista contra los gobiernos de la ALBA. En Estados Unidos el Tea Party avanza en el control del Partido Republicano, en la proximidad de unas elecciones donde se espera un fuerte voto de castigo a Obama y la expresión electoral del giro a la derecha de masas norteamericanas a los que el desempleo, la extensión de la pobreza y la pérdida de la vivienda están desplazando hacia la derecha.
Tea Party es un peligroso conglomerado donde se mezclan la ignorancia, el primitivismo político con la intolerancia, los prejuicios y la creencia ciega en ser el pueblo elegido para conducir el mundo. Su ideología es una mezcla fascistoide que incluye unir la Iglesia y el Estado, eliminar los subsidios por desempleo, expulsar los inmigrantes, eliminar las ayudas para personas discapacitadas, considerar que la masturbación es equivalente al adulterio y, por supuesto reducir los impuestos, desmantelar el “gran gobierno” y destruir por la fuerza a la conspiración islámica-china-rusa que obstaculiza el dominio mundial. Europa muestra tendencias en similar dirección. Se señala que en Alemania un partido racista y xenófobo podría alcanzar el 15% de los votos. En Italia la Liga Norte posee fuerza. En Holanda y Suecia a pesar de sus tradiciones de tolerancia, partidos racistas han llegado al Parlamento. En Francia se ha expulsado a miles de gitanos hacia Rumania y Bulgaria, países miembros de la Unión Europea. El movimiento altermundialista del Foro Social Mundial ha perdido fuerza y se encuentra atravesado por pugnas entre ONG’s de países del Norte financiadas por intereses políticos nada interesados en lograr un mundo mejor, y movimientos sociales con posiciones de lucha anticapitalista, en especial en América Latina. La lucha en Francia y España contra el ajuste fiscal neoliberal en la época del neoliberalismo desprestigiado, puede marcar el inicio de un ascenso en la resistencia popular. Parece mediar un cierto período entre el estallido de las crisis y la aparición de la movilización social frente a ellas, como si fuera necesario que el desempleo, la inseguridad y la desesperanza ahondaran lo suficiente para lanzar a las personas a la protesta y la movilización social. Así ocurrió en los años de la Gran Depresión, pues no fue hasta 1932-33, tres años después del estallido de la crisis cuando apareció la presión de “los de abajo”.
Para luchar por un mundo mejor, para dejar atrás al capitalismo, la especie humana tiene que sobrevivir y el planeta debe ser salvado. Para que los humanos sobrevivan hay que parar la amenaza de guerra nuclear y para salvar el planeta debe cesar la agresión de mercado contra la naturaleza. Frenar la amenaza de guerra nuclear es en lo inmediato desactivar el plan de agresión a Irán con la participación de Israel y en lo mediato, cortar el gasto militar que se combina de modo perverso con la declinación de la economía norteamericana, para sostener dos equilibrios de terror: el financiero y el militar. Y para despilfarrar inmensos recursos en máquinas, tecnologías y bombas para matar.

1) Michel Chossudovsky and Andrew Gavin Marchall. The Global Economic Crisis.  Global Research. 2010. Pág. 47-48.

2) Michael Hudson: The “Dollar Glut”. Finances America’s Global Military Build Up. En The Global Economic Crisis.  Capítulo  10.

Fuente: Osvaldo Martínez (Cubadebate)