viernes, 19 de agosto de 2011

Con una victoria rotunda, Cristina allanó el camino a su reelección.

La presidenta sorteó con holgura el test preelectoral hacia los comicios nacionales de octubre. Logró imponerse en 23 de los 24 distritos del país. Ricardo Alfonsín y Eduardo Duhalde peleaban el segundo puesto, a casi 38 puntos de distancia.

Con un firme respaldo ciudadano en todo el país, Cristina Fernández quedó legitimada en el primer puesto de la línea de largada. Los casi 30 millones de argentinos que concurrieron a las urnas, en el domingo soleado, fueron protagonistas de una prueba decisiva y bosquejaron los límites de la pelea mayor. Las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) debutaron con una amplia y activa participación, y concluyeron con un aplastante triunfo de la presidenta. El Frente para la Victoria (FPV) consolidó con holgura su posición para los comicios presidenciales que se celebrarán en apenas dos meses, superó la propia marca de 2007 cuando llegó a la Casa Rosada con el 45,29% de los votos, y diluyó el proyecto opositor de obstaculizar la reelección presidencial forzando un escenario de ballottage que, a la luz de la perfomance de ayer, resulta difícil y hasta inverosímil de instalar con chances. Si en octubre repite la cosecha de ayer, Cristina ganaría en primera vuelta. Escrutado el 67,94 % de las mesas, la fórmula que la presidenta integra, junto al ministro de Economía Amado Boudou, sumaba anoche el 50,18 % de los votos, lograba imponerse en 23 de los 24 distritos de todo el país y también derribar la lógica de un supuesto rechazo a la figura de la mandataria en los territorios que, como la Ciudad de Buenos Aires y las provincias de Córdoba y Santa Fe, vetaron en las últimas semanas la oferta kirchnerista en sus respectivos comicios locales. 
La inédita elección –primera experiencia de selección participativa de candidatos de formato obligatorio– se desarrolló sin sobresaltos, con el voto del 77,31 % del padrón. Con el sufragio, los electores diluyeron varios mitos.
La presidenta hizo su evaluación a las 21:30, una vez que los primeros datos del escrutinio provisorio la ubicaron cerca del 50% de los votos. Su mensaje fue un llamado a la unidad, pero también un elogio al nuevo esquema electoral como parte de un proceso de perfeccionamiento de la calidad institucional. “Quiero hacer una gran convocatoria a todos los argentinos y a todas las fuerzas políticas, porque el mundo es un gran tembladeral. Si escuchamos lo que dice la sociedad, lo que dicen las urnas, vamos a lograr equivocarnos un poco menos”, advirtió. Cristina también leyó el resultado como un reconocimiento a la gestión de los últimos ocho años y subrayó el aporte de la Ley de Medios y de la Ley de Reforma Política para que todos los partidos, por primera vez desde 1983, hayan difundido sus propuestas con igualdad de oportunidades. El ex presidente interino Eduardo Duhalde y el diputado radical Ricardo Alfonsín –aliado en territorio bonaerense con el empresario Francisco de Nárvaez– quedaron lejos, en el pelotón de los dirigentes opositores a los que Cristina aventajaba anoche por casi 38 puntos. Otra vez, ese espacio fue metáfora del fallido intento de armar un frente común antikirchnerista a partir de la crisis del campo de 2008 y tras la caída del FPV en las parlamentarias de 2009. Al cierre de esta edición, Alfonsín, candidato por el espacio Unión para el Desarrollo Social (UDESO), sumaba el 12,39% de los sufragios; seguido muy de cerca por el ex intendente de Lomas de Zamora con el 12,21% de los sufragios.
La jefa de la Coalición Cívica (CC), Elisa Carrió, diluyó su actuación de 2007, cuando logró ubicarse en el segundo lugar detrás de Cristina con el 23% de los votos. Anoche, en el debut de las primarias para la selección de los candidatos que competirán en octubre, apenas cosechaba el 3,30% de los respaldos: quedó en el sexto puesto y optó por un reparador silencio. Otros dos candidatos le sacaron ventaja: el gobernador santafesino, el socialista Hermes Binner, candidato por el Frente Amplio Progresista (FAP), siguió a Duhalde con el 10,55% de los votos, mientras que su colega puntano, Alberto Rodríguez Saá, por la Alianza Compromiso Federal, cosechaba el 7,58% de los sufragios. El Frente de Izquierda que lidera Jorge Altamira logró superar el límite del 1,5% de los votos válidamente emitidos que la nueva reglamentación electoral establece como el piso mínimo para que cada fuerza pueda exhibir su boleta en el cuarto oscuro de octubre. El Proyecto Sur de Fernando “Pino” Solanas no pudo saltar esa valla: ni su candidata presidencial, Alcira Argumedo, ni Sergio Pastore (Movimiento de Acción Vecinal), ni José Bonacci (Campo Popular) lograron sortear la prueba de las primarias y quedaron fuera de competencia. 
La provincia de Buenos resultó clave para el triunfo de Cristina. En el primer distrito electoral del país, la presidenta cosechó el 53,70% de los votos e incluso aventajó al gobernador Daniel Scioli. Se trata de la mayor marca acumulada por un candidato presidencial en territorio bonaerense desde la recuperación de la democracia en 1983. El mandatario provincial, en tanto, se ubicó como favorito para su reelección con el 50,42% de los votos y relegó en más de 30 puntos a de Narváez, otra estrella en apariencia fugaz nacida en las parlamentarias del 2009.
Cristina también consiguió otros triunfos notables: con su boleta, el kirchnerismo ganó por primera vez en la esquiva provincia de Córdoba, apenas una semana después del triunfo de un adversario interno, el peronista José Manuel De la Sota. También en Santa Fe, epicentro de la protesta de las patronales del campo en 2008 y escenario de otra derrota provincial a manos del socialismo y el PRO, encarnado en la figura del cómico Miguel del Sel. 
La victoria en esos enclaves resultan también un mensaje para la reconfiguración de los liderazgos al interior del peronismo, especialmente cuando, en un plazo no muy lejano, se corporice el debate por la sucesión futura del kirchnerismo. 
En la Ciudad de Buenos Aires, donde el FPV cayó hace dos semanas ante Mauricio Macri, la presidenta logró una marca histórica y superó con holgura su marca del 25% en 2007. También dio crédito a la hipótesis del voto cruzado entre los electores macristas.

El triunfo fue aplastante en el NOA, el NEA y en la Patagonia. 

Duhalde fue el único de los opositores que reaccionó con el empeño de instalar la idea de ballottage. “Claramente, a partir de hoy, vamos hacia el ballottage. Esta fue una semifinal de la oposición”, subrayó. También ensayó un discurso por la unidad, pero lo frustró cuando elípticamente aludió a los sectores K como los que levantan banderas “subversivas”. “Eso no era lo que postulaba el peronismo”, advirtió. Faltan dos meses para la elección presidencial. Los ciudadanos dieron ayer un primer y firme veredicto.

Las cifras 

50,18% La presidenta superó su marca de la elección de 2007. Quedó en posición de ganar los comicios de octubre en primera vuelta. Se impuso en 23 de los 24 distritos de todo el país.
12,39% El candidato radical Ricardo Alfonsín peleaba anoche el segundo puesto con Eduardo Duhalde. Su alianza con el empresario Francisco de Narváez marcó un retroceso de la UCR en territorio bonaerense. 
12,21% El ex presidente interino estaba anoche en el tercer puesto. Fue el único de los rivales opositores que se animó a dar por posible el escenario de segunda vuelta dentro de dos meses. 

Las voces

"Felicitamos a la presidenta y la acompañamos por muchas razones: por la gestión que hace y porque ha pasado cosas muy terribles.” Estela de Carlotto. Abuelas de Plaza de Mayo.
"El resultado que obtuvo Cristina anticipa un triunfo contundente el próximo 23 de octubre, y la garantía de que el país continuará por este camino de transformación.” Martín Sabbatella. Diputado Nuevo Encuentro. 

Las opiniones 

"El mejor resultado es haber puesto en marcha las elecciones primarias, que le dan a la sociedad una amplia participación en la vida de los partidos políticos.” Oscar Parrilli. Secretario general de la Presidencia.
"Argentina es impredecible; hay que trabajar en estos dos meses que quedan para reposicionarse. No sé si habrá entendimiento entre los distintos candidatos.” Hilda González. Candidata Frente Popular.

Fuente: Viviana Mariño. Publicado en Tiempo Argentino de la edición del 15 de agosto del 2011.

Argentina y Chile, dos modelos de educación.

Algunas claves sobre el conflicto de la educación en Chile y el modelo argentino como opción válida en la profundización de la democracia. 


En países como Colombia el examen de admisión para la universidad pública es simple y extremadamente excluyente y elitista. Por ejemplo, en el 2005 se inscribieron algo más de 8.000 aspirantes a Medicina en la sede de la Universidad Nacional de Colombia, una carrera muy bien valorada a nivel global, y apenas entraron 120 estudiantes. Mientras tanto, la Universidad de Caldas tiene un costo aproximado de 360 dólares por cada semestre lo que constituye, ni más ni menos, más de un sueldo promedio de los trabajadores que además hay que pagar durante los seis meses que dura cada semestre. Esto, para la inmensa mayoría de los hijos de los trabajadores colombianos es imposible ante la realidad de tener que cubrir otras necesidades, mucho más básicas y primarias, como la alimentación, la vivienda y la salud. De esa manera es como el sistema educativo en Colombia, al igual que en otros países de la región, queda fuertemente estratificado. De hecho, el capital cultural que tiene cada persona en Colombia es definitorio para entrar a la universidad pública. Es evidente que para las clases más desfavorecidas es imposible tanto por cuestiones de nivel de preparación como por cuestiones económicas. Ni hablar de la población que vive en el campo. En el caso colombiano, la opción de estudiar en una universidad privada es también casi prohibitiva. La Universidades como la de la Sabana pueden llegar a cobrar hasta unos 2000 dólares por semestre y en universidades como la de Los Andes pueden llegar hasta los 6.000 dólares. Además, en Colombia, en caso de que el hijo de un trabajador promedio pueda acceder al financiamiento de su educación, que es una herramienta central para el ascenso social, éste es tan tiránico como en Chile. Simplemente se llegan a pagar tasas anuales de casi un 20% por lo que la vida de ese estudiante queda hipotecada por unas dos décadas siempre que también se tenga la posibilidad real de acceder a un buen trabajo. De todas maneras, como contraparte, desde el 2010 Colombia adoptó el sistema de discriminación positiva parecido al que existe en los Estados Unidos por el cual se fijó que la Dirección Nacional de Admisiones ofrecerá inscripciones gratuitas en algunos casos concretos pero que en definitiva no soluciona los problemas de fondo. 
Por otro lado, las restricciones para el ingreso a las universidades públicas en Perú tienen sus particularidades pero, en definitiva y a grandes rasgos, éstos no distan mucho de los de Colombia. En Perú, el examen de ingreso es un trauma que te puede durar hasta tres años. Como las escuelas tienen muy bajo nivel educativo, al igual que en países como Chile, existen ciertas academias, conocidos como preuniversitarias, que preparan a los alumnos en los exámenes de admisión que son requeridos para ingresar en las universidades. Hay de todo y para todos los gustos. Las más caras son las de las universidades que cuentan con un examen de bachillerato de validez internacional que permite el acceso directo a la universidad. En general, en Perú, hay alumnos que aspiran a ingresar en las universidades y que dan tres, cuatro, hasta cinco veces el examen de admisión y se quedan fuera lo que genera una tremenda frustración en muchos alumnos. En lo que se refiere a los costos, una carrera tiene tres escalas que pueden rondar entre los 800 y los 1.200 dólares, mientras el sueldo mínimo, al que acceden la amplia mayoría de los trabajadores, es de apenas unos 200 dólares.
En el caso de Chile, que esta semana continúa con su lucha luego de varias décadas de letargo y de pérdida de derechos democráticos de la mano de la imposición del régimen neoliberal, la Ley Orgánica de Enseñanza fue sancionada por la dictadura de Pinochet. La primera reacción contra esta fue lo que hoy conocemos como “revolución de los pingüinos”, donde miles de estudiantes secundarios lanzados a las calles pidieron su derogación en los tiempos de Bachelet que apenas sí pudo formar un Consejo Asesor para la Calidad de la Educación que buscó actualizar la ley, es decir, que simplemente buscó ganar un poco más de tiempo contra las expectativas y necesidades de los estudiantes y a favor de la gobernabilidad bajo los términos de los actores políticos más conservadores y reaccionarios. Las demandas de los estudiantes en esos días de despertar, de marchas y de contramarchas, de lecciones de democracia y de participación por parte de los estudiantes, como el mejoramiento de la calidad de la educación pública, la gratuidad de la Prueba de Selección Universitaria (PSU) y el boleto escolar gratuito enfrentaron a los diversos sectores de la Concertación gobernante en ese momento y que integraban la Comisión, culminando con el retiro de los dirigentes que exigían reconocer el sistema escolar y la universidad pública como bienes sociales, restringiendo de esa manera el carácter mercantil y comercial que siempre le otorgó la ley de Pinochet bajo la lógica de los neoliberales. Es decir, en ese momento, la mayor organización sindical del sector educativo- el Colegio de Profesores- y los propios estudiantes se enfrentaron con una postura neoliberal que había calado muy hondo no solo en la derecha sino también en los sectores políticos más conservadores de la Concertación. Estos sectores más conservadores así continuaron defendiendo el llamado modelo chileno, que no es más que el neoliberalismo que además se asienta constitucional y legalmente en la herencia de la institucionalidad de Pinochet, y que es presentado por los diversos organismos globales como modelo al primar en ellos la lógica de la mercantilización de la educación. La reforma de Bachelet se redujo entonces a imponer un mayor control del sector público sobre el uso de los recursos educativos entregados, exigiendo rendición de cuentas y gestión académica sin alterarse el problema de fondo, es decir, el principio de subsidiariedad del Estado. Es que esta subsidiariedad es el eje de la ley impuesta por Pinochet que implica un fuerte antagonismo con la responsabilidad que le corresponde al sector público en el tema educativo y que históricamente rigió el sistema chileno durante un siglo y que se convirtió en sostén de la cultura y la educación de amplios sectores sociales. Incluso, la subsidiariedad del sector público llegó a tal punto, de tal manera fue desvirtuada la lógica y los intereses de la educación pública, que fue restringida a la provisión de educación estatal en los casos concretos en que no hubieran condiciones particulares para hacerlo y definiéndola siempre como promoción de la competencia. Los organismos del sector público, que por esa ley fueron designados para cumplir esa particular función, quedaron restringidos a los municipios que, a su vez, debían tratar de transferir los establecimientos educativos a sujetos privados o sostenerlos con recursos propios que también son muy desiguales a lo largo del país.
La gravedad de esta ley, venida desde los mismos tiempos mismos de la dictadura y sostenida por la complicidad de amplios sectores y actores sociales y gobernantes, esos que en algún momento de la historia, allá por los '90, se pretendieron los grandes paladines de la justicia, de la ética y de la democracia, es que desde el nivel inicial el sistema se desintegró en el mercado. En esas circunstancias, Chile ingresó al mercado de los créditos educativos, que es comparable por ejemplo con el mercado inmobiliario español que creció como una burbuja y estalló siendo uno de los primeros síntomas de la crisis global actual, y que implica que esos mismos créditos educativos se constituyen en la vía única para que los sectores populares eventualmente pudieran acceder a la educación superior. Este modelo,es decir, las formas en que el neoliberalismo se expresa en el ámbito de la educación chilena, se completa decididamente con una cuestión que es claramente cultural, o sea, con la creencia de que la educación privada es de mejor calidad que la pública porque se vincula a los criterios del mercado. Por eso, hoy miles de estudiantes, apoyados por diversos sectores sociales y políticos, por organizaciones sociales y representantes de los intereses de los trabajadores, están en las calles reclamando su acceso a la educación como derecho humano. Ni más ni menos. Mientras tanto, el señor Piñera, como representante de lo peor de la derecha, del autoritarismo y la prepotencia de los sectores sociales y políticos históricamente dominantes, sólo reacciona reprimiendo y profundizando el modelo educativo vigente. Sin embargo, el otro camino, el que es democrático y que es nacional y hasta popular, que está vigente en países como Argentina, es una clara alternativa a los designios, en el campo de la educación, de los sectores neoliberales y su realismo político. Es que a partir de los gobiernos de Néstor Kirchner y de Cristina, la educación finalmente se comprometió con la cultura popular, con los cambios y con las transformaciones sociales cosa que no ocurre ni en Colombia ni en Perú, ni mucho menos en Chile. En Argentina, la educación es hoy un instrumento de lucha social y por eso en todos estos años de gobierno popular se llevan construidas casi dos mil escuelas y unas cuantas universidades que son públicas, de acceso libre, democráticas y gratuitas. Eso en el resto de las universidades de Latinoamérica no existe. En otras palabras, no es ocioso referirse al sistema educativo en Argentina, a la universidad que es pública, que es libre, gratuita y autónoma porque es un modelo frente a las advertencias que trae la crisis del sistema universitario chileno que, en definitiva, tiene una concepción muy reaccionaria sobre el rol de la educación. Una muestra son las expresiones recientes del señor Piñera. Este volvió a reflejar que para él la educación es un bien de consumo. Son dos modelos totalmente distintos. El de Argentina tiene tres hitos que lo definen. El primero fue la reforma de 1918. El segundo tiene que ver con el 20 de junio de 1949 cuando por una decisión de Perón se suprimen los aranceles en la universidad y el tercer momento es claramente el 2003, cuando el gobierno recién inaugurado de Kirchner destinó 1.800 millones de pesos a la educación universitaria para arrancar desde ahí una nueva idea de la educación al servicio de los intereses nacionales y populares, de inclusión y de ascenso social. De hecho, mientras la Universidad de Buenos Aires tiene unos 300 mil alumnos, donde muchos de ellos son chilenos, colombianos, peruanos, bolivianos (…) la Universidad de Chile tiene apenas unos 23 mil. En Argentina al día de hoy existen 47 universidades públicas y 46 privadas mientras que en Chile existen 47 universidades privadas y apenas 20 públicas en las que también hay que pagar.
Entonces, a la luz de lo que pasa en Chile con el sistema universitario, y en realidad con la educación en general, la universidad no sólo tiene que ser pública sino también debe ser popular. En otras palabras, de lo que se trata es que haya cada vez más primeras generaciones que accedan a una educación universitaria. Entonces, urge la necesidad concreta de plantearnos de qué manera se puede ampliar el marco socio económico de ingreso a la universidad pública en este contexto porque una cosa es la Universidad de Buenos Aires y las grandes universidades que son más tradicionales pero también hay otros casos importantes como la de la universidad en Moreno donde más del 90% de los estudiantes son primera generación. Está el caso de General Sarmiento, que no es una universidad nueva, que está en el medio de barriadas pobres, y que trabaja de una manera muy comprometida para que los jóvenes de esas zonas, estructuralmente más frágiles y vulnerables en todos los sentidos, entren a estudiar a la universidad.
Finalmente, tampoco es ocioso explayarse sobre la excepcionalidad del sistema de educación pública, libre y gratuita de Argentina, aunque todavía existan muchas deudas por saldar. Lo que sí creo que conviene remarcar es que el caso chileno el asunto de la educación y sus problemáticas viene de muy atrás, de mucho más atrás de la dictadura de Pinochet, aunque esto no le resta la responsabilidad que le compete, porque en realidad el problema de la educación en Chile, y en otros tantos países de Latinoamérica, es parte de la estructuración oligárquica del capitalismo de nuestra región posterior a las revoluciones del siglo XIX. Es decir, lo que expresa una de las deudas más flagrantes de la Concertación Democrática, de la derecha política y de los diversos actores y sujetos políticos que componen el régimen político chileno en general, es un panorama mucho más extenso que se relaciona con el hecho de que hoy a la universidad siguen accediendo eminentemente las elites. Entonces, para entender lo que pasa hoy en Chile hay que ir mucho más allá de la cuestión educativa porque la controversia central es sobre las diversas políticas que estructuran y definen el régimen político en el país, es sobre las reglas que rigen en materia de educación, de tributación, de acceso a diversos bienes de consumo, es sobre la igualdad de condiciones y de oportunidades, sobre la lógica que subsiste en materia de democracia y de la crisis de un tipo de representación política que fue inaugurada por la Constitución de 1980 que de por sí está viciada de origen, porque es fuertemente ilegal, autoritaria y elitista. 

Referencias bibliográficas: 


Siddig, Exequiel: “El elitismo universitario del continente sangra en Chile” Publicado en Miradas al Sur de la edición del 14 de agosto del 2011. 

Siddig, Exequiel: “Cada vez hay más chicos que son primera generación de estudiantes” Publicado en Miradas al Sur de la edición del 14 de agosto del 2011. 

Puiggrós, Adriana: “La verdad sobre el modelo chileno” Publicado en Miradas al Sur de la edición del 14 de agosto del 2011. 

Anguita, Eduardo: “Chile está en rebeldía contra el modelo”Publicado en Miradas al Sur de la edición del 14 de agosto del 2011. 

Autor: Alfredo A. Repetto Saieg.

Por qué Cristina ganó con lo justo

Los resultados del último domingo expresan no sólo la preferencia de las mayorías populares por la propuesta de continuar con el cambio, sino también la fuerte disposición de las capas medias urbanas y rurales de adherir al modelo encabezado por Cristina Fernández de Kirchner.

En efecto, distritos del Conurbano bonaerense como por ejemplo La Matanza, Florencio Varela o Berazategui mostraron que a la tradición peronista militante de esos distritos se sumaron los resultados de gestión. Los programas centrales del gobierno de Néstor y Cristina Kirchner tuvieron una continuidad de ocho años ininterrumpidos de crear empleos, llevar el agua corriente y las cloacas a las barriadas humildes, apostar por la educación, generar programas sociales y apostar a la redistribución de la renta a favor de los asalariados. Pero además, tanto en el interior rural de Santa Fe como en el de Córdoba, las PASO dieron un resonante triunfo a la fórmula Cristina Fernández de Kirchner – Amado Boudou. La explicación no sólo está en algo básico como fue el diálogo entablado por el ministro de Agricultura, Julián Domínguez, con todas las entidades de productores agropecuarios, que permitieron acelerar créditos, reembolsos o medidas consensuadas con el sector. Hay algo en común entre aquel voto que acompañó al kirchnerismo desde el inicio –y que es de origen peronista y progresista– con el voto más conservador y atado a los beneficios sectoriales como suele resultar el de los pueblos rurales. El eje en común es la justeza con que actúa la presidenta. Lo dijo ella en la conferencia de prensa que dio unas horas después de conocidos los resultados. Cuando una cronista le preguntó si podía adelantar cómo sería la campaña electoral de cara al 23 de octubre, Cristina dijo que seguiría trabajando y recordó que el único acto de campaña para las PASO fue el de cierre, un sencillo acto en el Teatro Coliseo. Eso sí, ante consultas que parecen menores como el uso de la boleta única, la presidenta mostró que tiene una memoria descomunal para recordar algunas de las cosas a corregir en los únicos distritos en los que se usó esa modalidad, concretamente en Córdoba y Santa Fe. Pero, además, aprovechó para recordar algunos otros detalles, también de apariencia menor, respecto de cómo se armaron los espacios de publicidad política televisiva que permitieron a los votantes recordar las boletas de los candidatos. Pequeños detalles institucionales. Pero que están en la cabeza de quien gobierna el país y al mismo tiempo en la cabeza del ciudadano de a pie. Cristina apela al hecho de que los militantes, como ella, viven demasiado imbuidos de la política. Y recuerda que el común de los ciudadanos no la palpita con la misma intensidad. Esa sola mención es síntoma de que ella no vive en una burbuja. Da la tranquilidad de que ella no pierde la dimensión del día a día. 

Abrir el padrón, abrir el corazón.

En estas elecciones aumentó el porcentaje de votantes en relación con las elecciones presidenciales de 2007 y a las legislativas de 2009. Y eso que se trató de unos comicios inaugurales destinados a transparentar internas abiertas en todos los niveles y no los comicios para renovar presidente. Eduardo Duhalde –que cosechó muy pocos votos en Lomas de Zamora– intentó intoxicar al electorado advirtiendo que el oficialismo pretendía evitar las PASO. Eso motivó que el ministro del Interior, Florencio Randazzo, saliera más veces a explicar en qué consistían estas elecciones inaugurales. Quizá por esta actitud de serenidad y docencia fue que Cristina también cosechó más votos en San Isidro o Vicente López, distritos con fuerte arraigo antiperonista, que otros candidatos. 
Obtener más de 10 millones de votos y tener 38 puntos más que el segundo es ganar con lo justo. Entendido lo justo no como esa voz popular que muestra que ganó raspando sino que lo hizo con valores de justicia. Porque el comportamiento de los militantes y dirigentes que esperaban los resultados en el mismísimo Hotel Interamericano era de alegría y de fraternidad. 
Podría pensarse sin transgredir el sentido común que una diferencia desmesurada, absolutamente inédita, podría dar lugar a comportamientos también desmesurados. Pero si algo se puede inferir en estas horas es la serenidad de los gobernantes. Una serenidad que produjo empatía en algunos opositores. El caso de Hermes Binner que reconoció el aluvión de votos. El de Ricardo Alfonsín que se apresuró a saludar a los triunfadores. Y, cada cual a su manera, el gesto de Mauricio Macri que sin ninguna irritación fue contado por la presidenta en la conferencia de prensa y deja un retrato de la Argentina opulenta y con poca disposición al trabajo. Macri le aclaró a Cristina que esta vez no estaba en calzoncillos (como contó él mismo cuando relató la vestimenta que tenía cuando recibió el llamado de la presidenta en la segunda vuelta de las elecciones porteñas). El jefe de gobierno estaba en bermudas disfrutando de un crucero tal como le relató a Cristina tras felicitarla. Cada cual se exhibe tal cual es por estas horas. Y un caso emblemático al respecto resultó la candidata de la Coalición Cívica, que la votaron algo más de un 10 % de quienes la siguieron en las presidenciales de 2007 que, dicho sea de paso, salió segunda. Esta vez, pese a sus apariciones televisivas en los programas de TN y de sus innumerables salidas radiales, sólo la acompañaron uno de cada diez antiguos votantes.
Los dueños y editores de Clarín quizá tengan dos lecciones para aprender tras verificar que tanto Elisa Carrió como Eduardo Duhalde despertaron sólidas antipatías. La primera es que más no significa mejor. Es decir, mucha prensa no es lo mismo que buena prensa. Y prensa no significa política. La sociedad argentina quedó desenganchada de las recetas del FMI hace unos años. También lo hizo este domingo respecto de las recetas de Héctor Magnetto. Y la segunda posible enseñanza es que los ataques arteros a Hebe de Bonaffini, o Estela de Carlotto o Raúl Zaffaroni que coronaron el sinnúmero de intentos de descrédito tuvieron un efecto bumerán. 
El papel de los medios como elemento de estimulación glandular no sirvió. En este sentido, lo que quedó al descubierto es que sí hay una vinculación estrecha entre la dimensión de la política y la de la vida personal y familiar. Alguien podría decir que Macri y sus asesores de imagen lo detectaron y sacaron provecho. No es peyorativa la hipótesis. No es malo que un candidato tenga alertas tempranas para detectar humores y deseos del electorado. Es mucho mejor que sea un gesto natural y no impuesto. Como fue el caso de Cristina cuando el domingo por la noche llamó a su hija Florencia para que subiera a acompañarla mientras saludaba al país. La chica tardó un ratito en llegar y quedó claro que estaba sorprendida por el llamado. Resulta saludable que alguien que tiene la máxima responsabilidad en los hechos públicos del país pueda incluir a sus propios hijos en los momentos de trascendencia. Porque lo del domingo es, probablemente, un hecho de magnitud histórica. No en lo relativo a los números, desmesurados, sino en las cualidades. Es convincente que Cristina, después de haber acompañado como legisladora y primera dama a su marido, Néstor Kirchner, entre 2003 y 2007, sienta que en este nuevo período de cuatro años que se avizora, necesite tener a Máximo y Florencia cerca. Por un lado porque no está Néstor, un tipo al que todos mencionaron como imprescindible. Por el otro, porque la juventud asomó en el último año como parte de lo nuevo en el proceso de transformación. Y entre esos jóvenes Máximo Kirchner es parte del entramado de nuevos dirigentes. Como una desgracia familiar lo dejó ausente del escenario del Panamericano, el destino hizo que Cristina necesitara abrazarse a Florencia, la menor, la que ella misma dijo que era la preferida del padre. Fortalecer la familia es dejar un tejido de políticas públicas que resulte la contracara de los noventas. De modo que nada mejor que, en medio de los dolores propios de las pérdidas, abrir una ventana para que la sociedad comparta las pérdidas de la Presidenta. Porque ella asumió, desde mucho antes, el compromiso de que en las familias humildes y trabajadoras, en la medida de lo posible, no falte el pan, el techo, el agua corriente, la cloaca, la electricidad y los buenos ejemplos. Eso es lo digno. Es lo justo. Por eso, este domingo que pasó, Cristina ganó con lo justo.

Fuente: Por Eduardo Anguita. Publicado el 16 de Agosto de 2011 en Tiempo Argentino.