sábado, 11 de diciembre de 2010

Enlaces de interés:



La Presidenta y la juventud en la XX Cumbre Iberoamericana en Mar del Plata:


Agustin Rossi y la Corriente de la Militancia:


La presidenta se impone en Capital y se acerca al 50% en el Conurbano:


Cristina galardonada por la FAO por su lucha contra el hambre:

El Pinismo y la soberbia intelectual contra 678, por Claudio Ponce:


Presidente Morales: “Abandonar Protocolo de Kyoto equivale a genocidio y ecocidio”:

Foto de la semana

Acción peronista.

Derechos humanos:



Otra avanzada sobre los territorios

Organizaciones campesinas e indígenas vinculan la violación de sus derechos con el modelo agropecuario y la minería. Responsabilizan a los gobiernos y sectores del Poder Judicial.

El campo argentino padeció al menos tres asesinatos en poco más de un año: el diaguita Javier Chocobar el 12 de octubre de 2009 en Tucumán, Sandra Juárez el 13 de marzo pasado en Santiago del Estero, y el qom Roberto López el 23 de noviembre en Formosa. Y, sobre todo, sufrió incontables intentos de desalojo y operativos de represión. “La intensidad de los conflictos territoriales aumentó en todo el país y tiene relación con el proceso histórico de expropiación de territorios de campesinos e indígenas, primero en función del enriquecimiento de un grupo de terratenientes y luego, para consolidar el modelo de la agricultura industrial, parte de un modelo extractivo que se basa en el saqueo de los bienes naturales”, explica Diego Montón, del Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI). Comunidades originarias y organizaciones rurales señalan a sectores del poder político y de la Justicia como legitimadores del sector privado.
El 22 de octubre pasado la comunidad mapuche Enrique Sepúlveda sufrió el incendio de una vivienda y balearon a su lonko, Abelardo Sepúlveda. La comunidad habita desde inicios del siglo pasado en el paraje Buenos Aires Chico, en El Maitén (Chubut). Cuatro días después, en la localidad Tecka, la policía hirió al mapuche Gustavo Pallalef. No se detuvo ni procesó a los agresores. “La cruda realidad muestra la permanente vulneración de los derechos de los pueblos indígenas de la provincia, por acción u omisión de los estamentos medios y superiores del Gobierno”, denunció el Equipo Nacional de Pastoral Aborigen (Endepa) de Chubut, en su informe anual 2010 sobre el cumplimiento de la legislación indígena.
El Movimiento Campesino de Santiago del Estero (Mocase), desde hace nueve años está dividido en dos sectores, pero ambos coinciden en oponerse al modelo agropecuario (con la soja como emblema), motivo central del avance sobre territorios campesinos, el desmonte, las fumigaciones masivas con agrotóxicos y los desalojos. “El avance del modelo agroexportador trajo innumerables conflictos legales a las familias asentadas en las tierras desde hace décadas. Los avances tecnológicos hicieron de las viejas y olvidadas tierras un paraíso para grandes empresarios”, explicaron desde el Mocase-Vía Campesina (integrante del MNCI). “Si se respetaran los derechos de los antiguos pobladores de las tierras, este indiscriminado avance sería muy difícil de llevar adelante”, enfatizaron.
El 21 de julio, hombres armados al mando de un empresario ingresaron a tierras campesinas del paraje Agua Amarga, en el norte santiagueño, y golpearon a familias campesinas. La policía dejó libres a los agresores y detuvo a las víctimas. En agosto, en el paraje Pozo del Castaño, guardias privados armados amenazaron a familias rurales y dispararon frente a la escuela de la comunidad. El 15 de octubre, un día después de haberse reunido con el gobernador Gerardo Zamora, un grupo armado ingresó nuevamente a la comunidad y disparó contra los campesinos.
Entre las exigencias de las familias campesinas figuran el juicio y castigo a los policías y jueces cómplices de los ataques y la urgente sanción de una ley para frenar los desalojos. El martes último, en el paraje El Simbolar (departamento de Alberdi), ocho campesinos fueron golpeados y heridos por disparos al frenar el avance de empresarios que pretendían desmontar el territorio ancestral de los campesinos. “Vamos a seguir defendiendo nuestras tierras que, por derecho, nos corresponden. Hacemos responsable al Poder Judicial y al Poder Ejecutivo por los hechos de violencia y daños físicos que sufrieron nuestros compañeros”, denunció el presidente del otro sector del Mocase, Guido Corvalán.
En Pampa del Indio, Chaco, la comunidad qom Adriani-Berdún habita el mismo lugar desde hace cincuenta años, pero la acusan de “usurpadora”. El 30 de marzo último fueron desalojados, reprimidos, destruida parte de su humilde vivienda y encarcelados. Los Adriani-Berdún volvieron a su territorio. En noviembre pasado, dos integrantes de la familia fueron detenidos y presionados para que abandonen las parcelas. “Exigimos que se ponga freno a los atropellos y desalojos en todo el territorio provincial por parte de poderosos intereses económicos”, señalaron en un comunicado 33 organizaciones que declararon el estado de alerta y advirtieron que no permitirán un desalojo más en la provincia.
Las historias de judicialización, represión y desalojos se repiten en todas las provincias con presencia campesina e indígena, sin importar el signo político del partido gobernante. Las comunidades originarias y campesinas tienen múltiples diferencias, pero también coincidencias: la defensa de una forma de vida vinculada con el cuidado del territorio, la denuncia de violaciones a sus derechos y de que los conflictos tienen directa relación con el modelo agropecuario, la minería a gran escala, la ganadería intensiva, el monocultivo de árboles, el avance petrolero y el turismo.
El gobierno nacional generó algunas políticas para que las organizaciones avancemos y disminuya la represión. Sin embargo eso no se replica en los gobiernos provinciales, incluso en algunos de sus principales aliados. Si esa contradicción no se resuelve, las políticas de derechos humanos serán una expresión de deseo cuando se contraponen a los intereses económicos concentrados”, afirmó Montón, del Movimiento Campesino Indígena, presente en diez provincias.
El relevamiento “Conflictos sobre tenencia de tierra y ambientales en la región del Chaco Argentino”, realizado por la Red Agroforestal Chaco Argentina (Redaf) y presentado en octubre último, contabilizó 164 conflictos de tierras y ambientales, casi ocho millones de hectáreas y 950 mil personas afectadas, principalmente indígenas y campesinos, de seis provincias del norte argentino. El 89 por ciento de los conflictos comenzó en paralelo con la instalación del actual modelo agropecuario. A pesar de leyes que protegen la posesión de tierras de familias ancestrales (desde la Constitución Nacional al Convenio 169 de la OIT y la Ley 26160) en casi todos los conflictos por tierras se determinó que indígenas y campesinos carecen de títulos que, por las leyes vigentes, el Estado y el Poder Judicial debieran reconocer y respetar.

Fuente: Por Darío Aranda en Diario Página 12 de la edición del 6 de diciembre del 2010.



Cuando Morales Solá no tenía miedo.

La fotografía que encabeza la portada de la edición de hoy de Miradas al Sur es un documento inédito. Esta imagen nítida fue tomada a fines de 1975, en pleno desarrollo de la eliminación física de la militancia popular tucumana a manos del general Acdel Vilas, el jefe del Operativo Independencia y defensor confeso de la tortura y el exterminio físico de quienes consideraba sus enemigos. Vilas puso especial énfasis en la persecución de maestros, profesores, psicólogos y cualquiera que pudiera ser un ideólogo.
Por entonces, Joaquín Morales Solá trabajaba en La Gaceta de Tucumán y era corresponsal de Clarín en esa provincia. Se publicaron varias informaciones que daban cuenta de la estrecha relación del actual columnista estrella de La Nación con el represor Vilas y con quien lo sucedió en sus genocidas tareas, Antonio Domingo Bussi. Sin embargo, nunca pudo verse, como ahora y por primera vez, a Morales Solá de paisano, con una comitiva de militares con uniforme y casco de combate en pleno operativo.
Esta foto, que fue guardada celosamente durante años por quien la registró, habría sido tomada en el lugar más escabroso del exterminio en Tucumán. En efecto, según dos fuentes calificadas, el edificio al cual va a ingresar la comitiva es la tenebrosa Escuelita de Famaillá, el principal centro de exterminio por entonces. Una tercera fuente calificada también consultada por Miradas al Sur, considera, en cambio, que se trata de otro lugar de torturas y eliminación de detenidos, ubicado en las instalaciones del Ingenio Santa Lucía. Quedará en manos de la Justicia Federal tucumana definir el lugar y tratar de averiguar las circunstancias que llevaron a Morales Solá a acompañar al carnicero Vilas a un operativo. El trabajo de los periodistas es buscar aquellos documentos que contribuyan a echar luz sobre lo actuado por personas e instituciones. También el de consultar fuentes confiables para orientar el esclarecimiento de la verdad. Lo que no puede ni debe hacer el periodismo es intentar reemplazar las actuaciones periciales que sí puede la Justicia.
Dicho esto, es preciso encuadrar lo que se vivía 35 años atrás en el llamado Jardín de la República. En su informe final, la Conadep puntualiza: “A la provincia de Tucumán le cupo el siniestro privilegio de haber inaugurado la ‘institución’ Centro Clandestino de Detención, como una de las herramientas fundamentales del sistema de represión montado en la Argentina. La ‘Escuelita’ de Famaillá fue el primero de estos lugares de tormento y exterminio…”. Una escuela en construcción fue el lugar elegido por el primer jefe de la Operación Independencia, Acdel Edgardo Vilas, para instalar el campo de concentración por el que pasaron –entre febrero y diciembre de 1975- más de 1.500 personas. La mayoría fueron asesinados, todos bárbaramente torturados.
La escuela está a unas cuatro cuadras de la plaza principal de Famaillá, en el camino que une a esa población con el ingenio Fronterita. Ahora se llama Diego de Rojas y a ella concurren cientos de alumnos de primaria. En 1975 la escuela era apenas una obra en construcción. Solo existían una galería, un patio y cinco aulas. Todo estaba cercado por una alambrada y la galería y las aulas no eran visibles desde el exterior porque estaban tapadas por lonas y plásticos, a la manera de cortinas. En dos aulas los militares mantenían en las peores condiciones a grupos que oscilaban entre 20 y 40 prisioneros. Otra aula era utilizada para descanso de las guardias, la cuarta estaba destinada a tareas administrativas y para fotografiar a los secuestrados. La quinta aula era el lugar de los tormentos.
En noviembre de 1975 La Escuelita y otros centros clandestinos de detención ya habían sido visitados por funcionarios civiles y militares de la Nación y de la Provincia, por legisladores. Algunos sobrevivientes señalaron que fueron varios obispos y sacerdotes. Sería muy útil saber si Joaquín Morales Solá estuvo en ese lugar de exterminio y, si es así, en carácter de qué fue. Cualquiera que recorra una hemeroteca y se detenga en las ediciones de La Gaceta y de Clarín encontrará gran cantidad de artículos firmados por el periodista mencionado. En ningún caso dando cuenta de la verdad que, de modo incontrastable, fue relatada en el Nunca Más y que luego encontró muchos más testimonios en los juicios que actualmente se sustancian en Tucumán.
Los militares, en 1975, ejercían un férreo control sobre lo que se publicaba en relación al Operativo Independencia. Por ejemplo, hicieron echar al corresponsal de Télam en la provincia y pusieron en su reemplazo a dos hombres de Inteligencia del Ejército, comandados por uno de los fundadores de Fasta, la organización del cura dominico filo nazi Aníbal Fósbery. En ese momento, los artículos de Morales Solá, tal como puede constatarse ahora, eran una caja de resonancia de la acción psicológica de los militares. Un artículo publicado en Clarín el 12 de noviembre –que lleva la firma del corresponsal Morales Solá- es elocuente. Se valió de la vieja metáfora de la parición, del alumbramiento, de la vida para explicar lo que era, en realidad, la matanza que llevaban a cabo las hordas de Vilas: “Han pasado ya 36 semanas, el tiempo de una gestación”. Se trataba de “el primer síntoma de que las Fuerzas Armadas adoptaban una posición ofensiva frente a la intolerancia ideológica”. También expresó su apoyo incondicional: “Ha cambiado, sin duda, la imagen revoltosa, rebelde y disconforme que Tucumán supo formarse a través de largos años”. Más adelante agrega: “La presencia militar ha aquietado las aguas siempre turbulentas y, como barridas por un fuerte viento, han desaparecido huelgas, manifestaciones y disturbios”. El informe de la Comisión Bicameral que investigó las violaciones de los derechos humanos en Tucumán dedicó un párrafo muy elocuente a esa desaparición de huelgas, manifestaciones y disturbios a los que se refiere Morales Solá, al señalar que se montó “un vasto aparato represivo, que orienta su verdadero accionar a arrasar con las dirigencias sindicales, políticas y estudiantiles”. La Comisión Bicameral concluyó, en su informe, que “nueve de cada 10 personas, fueron secuestradas en sus domicilios, lugares de trabajo o en la vía pública” y que “en la mayoría de los casos, estas acciones se desarrollaron en horas de la noche”.
Como muestra la foto que da soporte a este artículo, Morales Solá fue tomado in fraganti con los militares en por lo menos un operativo. Alguien consideró que ya era hora de que tanto cinismo sea confrontado con documentos gráficos incontrastables.
En aquel Tucumán desangrado día a día, con centenares de destacados dirigentes políticos, gremiales y estudiantiles secuestrados y desaparecidos, donde noche a noche las bandas de Vilas y el comisario Roberto -el Tuerto- Albornoz -recientemente condenado a prisión perpetua- colocaban explosivos y hacían volar por los aires locales partidarios, casas de familias y sedes de la Universidad, Morales Solá no tenía miedo.
Hasta ahora, Morales Solá eludió hablar de su vida en esos años. Las pocas veces que hizo referencias, quedó en evidencia que no está dispuesto a decir la verdad. En una polémica con el periodista Hernán López Echagüe dijo que en 1976 ya no estaba en Tucumán, por lo cual mal se lo podía acusar de cercanía con Antonio Domingo Bussi. El sitio Diarios sobre Diarios probó, con fotografías, que no era verdad lo que decía. Es más, él mismo escribió, en una nota en el diario El País de Madrid, que había asistido a la asunción de Bussi la noche del 24 de marzo de 1976. También dijo, en esa nota en el diario español, que había huido de Tucumán por haber sido amenazado por la Triple A. Los dirigentes de la Asociación de Prensa tucumana de aquellos tiempos, que sufrieron persecución y atentados terroristas, lo desmintieron. Ellos llevaban un registro diario de las amenazas y agresiones y aseguraron que Morales Solá nunca fue molestado. En realidad, su viaje a Buenos Aires fue una combinación que conjugó las necesidades de flamantes autoridades periodísticas de Claríny la recomendación de un importante general, mano derecha de Videla. Se trataba de José Rogelio Villarreal, quien estuvo al frente de la Quinta Brigada del Ejército en la última fase del Operativo Independencia y que luego saltó a jefe de Operaciones del Estado Mayor General por pedido expreso de Jorge Videla, que lo necesitaba a su lado en el momento de consumar el golpe de marzo de 1976. Villarreal jugó un papel muy importante en la política de integración de los grupos empresariales de medios y los jerarcas militares, tal como lo prueban los documentos que hoy están en sede judicial y que surgen de la comisión Papel Prensa – La verdad.

Fuente: por Eduardo Anguita en diario Miradas al Sur de la edición del Domingo 5 de diciembre de 2010


Informe:


Qué podemos hacer para reducir significativamente los índices de pobreza”
Diagnóstico de la situación social actual
1) La reducción de la pobreza del período 2002‐2007 y el cambio de tendencia de los últimos dos años (35% de pobreza y 10% de indigencia)
2) Las causas principales: inflación y retracción de las actividades que incluyen a la población con baja calificación (construcción, textil, calzado, metalmecánica, curtiembres, frigoríficos, etc.). Las nuevas perspectivas económicas favorables.
3) Los cuatro problemas centrales de la problemática social Argentina: pobreza estructural, precarización laboral, desigualdad y jóvenes que no estudian ni trabajan.
- La pobreza estructural representa al 10% de la población que no cubre las necesidades mínimas nutricionales, de servicios básicos o de vivienda.
- La precarización laboral refiere al 40% del sector informal de la economía (trabajo no registrado o cuenta propistas)
- La desigualdad ha transformado a la Argentina de un país parejo (en la década del ́70 la diferencia entre el 10% más rico y el 10% más pobre era de 7 a 1) a un país de contrastes y de fuerte sensación de “privación” (la diferencia entre el 10% más rico y el 10% más pobre pasó a ser de 44 a 1 en el 2001 y hoy es de 31 a 1)
- El sector que está claramente peor es el de los 900.000 jóvenes de 16 a 24 años que no estudia ni trabaja.
4) Las nuevas realidades territoriales: fragmentación y grandes centros urbanos. Las condiciones de vida en las regiones han tendido a presentar situaciones diferentes y hasta contradictorias (la realidad del NOA y el NEA se ha desenganchado claramente de la del CENTRO y la de CUYO). Los problemas sociales de los grandes centros urbanos (Conurbano Bonaerense, Rosario, Córdoba, Mendoza, etc.) se vinculan hoy con hacinamiento, violencia, informalidad económica y tensión cotidiana.
5) Los problemas de la “gobernabilidad social”: el nuevo tipo de demandas sociales, la fragmentación de la representación de los desocupados y de los trabajadores formales. El desafío de generar nuevos espacios de diálogo e interacción.
Propuestas de políticas públicas de cara al 2016
1) Un programa progresivo de universalización de las asignaciones familiares (que ya ha comenzado a ponerse en marcha en diciembre del año 2009) que extienda el salario familiar a los 5 millones de niños y jóvenes que hoy no acceden porque sus padres no están en el trabajo formal. Se trata de ir, por etapas, hacia un plan con un costo presupuestario de cerca de diez mil millones que equipararía condiciones y crearía un nuevo derecho. Se lograría establecer así un piso de “ciudadanía” para la población argentina.
2) Una reforma del sistema educativo que revise los objetivos de la escuela secundaria y el nivel terciario y los ponga en línea con los sectores productivos estratégicos. Cierta flexibilidad del sistema podría permitir incorporar a jóvenes que hoy se encuentran fuera del esquema educativo. Si un joven de quince años que ha salido del sistema educativo vuelve a cursar con chicos de once en la misma aula, la situación se torna inviable y termina inexorablemente en un nuevo abandono. Reconocer saberes previos y dar oportunidades más adaptables a cada realidad para terminar el nivel medio parece una cuestión fundamental para lograr más oportunidades en el mercado laboral. En los últimos años ha habido avances en la vuelta de la escuela técnica y el desafío ahora parece ser como flexibilizar la educación media sin perder nivel pedagógico pero poniendo el acento en la posibilidad de armar programas específicos para las distintas realidades.
3) La masificación de los sistemas de microcréditos existentes que logren llegar a los casi cuatro millones de cuenta propistas que tienen tecnología atrasada y, por tanto, interactúan mal con el mercado y que son pobres porque no alcanzan los ingresos mínimos. La pobreza en Argentina está muy vinculada a la tecnología inadecuada, esto es un carpintero que no accede a una sierra circular y que por tanto no hace muebles a medida y pierde oportunidades de mercado o un mecánico de autos que como nadie le da crédito para una computadora no atiende los autos con motores a inyección. El problema del desempleo no sólo se mejora con microcrédito, sino también con mecanismo de acompañamiento y capacitación laboral. Es necesario priorizar los sectores estratégicos en los que habría que generar mecanismos de incentivos para que los sectores de baja calificación consigan trabajo. Son muchos los sectores productivos que mejoran el PBI en Argentina pero son pocos los que llegan hasta la punta de la cadena. La construcción, el textil, la metalmecánica, el calzado, las curtiembres, los frigoríficos generan movimiento y permiten incluir a estos sectores. De allí la necesidad de que junto con la masificación del microcrédito se generen mecanismo de incentivos para el desarrollo de estas actividades.
4) Un “plan Marshall” con apoyo económico para rescatar a los jóvenes que están fuera del mercado y tienen dificultades de adicciones y hacinamiento. En lo referido al sistema laboral el problema de los jóvenes no se vincula con el aprendizaje de la tarea sino con darle continuidad a la misma. El problema de los jóvenes pobres no es entender que hay que hacer en el trabajo, sino ir a trabajar todos los días 8 horas en un esquema en donde muchos no han visto ni a su padre ni a su abuelo trabaja. El ciclo en grandes centros urbanos es el de un joven que comienza estando hacinado en su casa, luego en la esquina empieza a consumir y así comienza a endeudarse. Rápidamente ese joven no sólo tiene un problema de salud y de adicción, sino que también tiene un problema económico que hace que alguien se le acerque para ofrecerle cualquier cosa a cambio de cancelar esa deuda. El ciclo hacinamiento, consumo, endeudamiento, se completa con la posterior estigmatización que hace gran parte de la sociedad marcando a ese joven como el culpable de la inseguridad. A ello debería agregarse el alto porcentaje de embarazo adolescente que reproduce nuevamente el esquema de hacinamiento y vuelve a complicar las cosas. Esta descripción lleva a la necesidad de hacer un gran acuerdo social que ponga el acento en la inclusión de los jóvenes y que, además de tomar lo que ya se está llevando adelante en la Argentina con programas de becas y apoyo económico para los jóvenes, incorpore también una red de tutores. La idea de un “plan Marshall” es la idea de masificar, dar un salto de escala, y llegar a 900.000 jóvenes con distintos tipos de apoyos y con una red de tutores cuya tarea sea acompañarlos cuando se caen.
5) La reestructuración del sistema de atención primaria a la salud. El sistema de salud pública se encuentra en un alto nivel de deterioro tanto por el aumento de los costos como por la mayor demanda de una sociedad con ingresos escasos. El hospital se transforma así en un lugar en donde se hace tanto contención social como atención de enfermedades complejas. Parece necesario reconstruir la idea de “sistema de salud” potenciando los centros de atención primaria que deberían ser los lugares que les queden cerca de las personas, atiendan las cuestiones de bajo nivel de complejidad y dejen para los hospitales lo vinculado con la especialización. Si bien falta infraestructura para poder desarrollar un esquema de este tipo, el problema parece más amplio. La Provincia de Buenos Aires cuenta con 1600 centros de atención primaria y 77 hospitales y, sin embargo, no se ha podido constituir un esquema de interacción por falta de insumos básicos, problemas de articulación y falta de una política pública sostenida en el tiempo. El colapso del sistema de salud reproduce la pobreza y marca un modelo dual entre los que acceden a lo privado y los que tienen que quedarse en lo público. Reestructurar el nivel primario de atención y volcar recursos en escala en ese nivel contribuye también a generar un piso de “ciudadanía” de cara al 2016.
6) Una modificación de la relación Nación- provincias - municipios. La fragmentación en Argentina es social (diferentes tipos de pobreza), territorial (regiones que logran integrarse y otras que no) pero sobre todo se trata de una fragmentación de niveles de gobierno. La Nación concentra hoy el 70% de los recursos, las provincias el 23% y los 2.200 municipios sólo el 7%. Las principales cuestiones como la educación, la salud y la seguridad son competencias provinciales; los municipios, luego de varios años de crecimiento a altas tasas, vuelven hoy a consumir cerca del 70% de su presupuesto en pago de salarios. En los últimos años ha habido mucha obra pública aplicada en el territorio pero no un proceso de descentralización de recursos. En algún aspecto, estamos frente a un proceso de “municipalización” de las demandas, esto es, los gobiernos locales deben hacer frente a nuevas demandas con baja capacidad de gestión y escasos recursos. De cara al bicentenario parece necesario repensar la relación entre niveles de gobierno, evitar la asfixia de las provincias (en los casos de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba están las mayores dificultades) y poner en marcha programas de desarrollo local en donde las regiones puedan planificar sus acciones en base a recursos propios. Modificar la coparticipación es una de las cuestiones que hacen directamente a mejorar la cuestión social en las regiones, es el aspecto en donde lo económico y lo social se unen.
7) Un modelo de interacción entre Estado, organizaciones sociales y sector privado. En los últimos años el sector privado ha aumentado su vínculo con las cuestiones sociales. Los programas de responsabilidad social empresaria han girado, en estos tiempos, desde la asistencia directa al apoyo a la reinserción educativa a través de becas y otras modalidades. Las organizaciones sociales también han aumentado su participación en la contención, especialmente en lo que hace a lo alimentario y a los emprendimientos productivos. Sin embargo, existe hoy poca interacción entre estos niveles y el Estado. Reconstruir mecanismos como el diálogo social o los Consejos Consultivos locales no sólo sirve para definir en conjunto las acciones sino que, fundamentalmente, le da posibilidades de sustentabilidad a las acciones que se encaran. No sólo se trata de recortar las acciones vinculadas con el clientelismo, se trata de generar políticas públicas que lleven a que los ciudadanos puedan sentirse parte. Este es uno de los aspectos en donde menos éxito ha tenido la Argentina y lleva a que, en la práctica, cada uno encare programas con iguales fines, que se superponen y en donde el nivel de logro es realmente bajo.
8) Una paulatina reforma administrativa de las áreas sociales estatales que permita poner en marcha políticas públicas en tiempo real, achicando la distancia entre los diseños y las acciones. Parece necesaria una adecuación de las áreas sociales a los tiempos de las necesidades que tiene las personas más pobres. La Argentina tiene muy buenos recursos humanos y mucha gente calificada para el diseño de políticas sociales. No van de la mano con ello los tiempos administrativos y burocráticos del Estado, que con lógica para fomentar el control hacen que la puesta en marcha de las acciones sea muy lenta y por tanto muchas veces genere frustración en los que presentan sus proyectos o propuestas. Parece necesario aquí entender que las áreas sociales en el siglo XXI requieren de una dinámica y una velocidad diferente a la de otros momentos por la escala de problemas a atender y por las nuevas demandas que surgen de la población.

Fuente: Arroyo, Daniel: Congreso CREA 1, 2 y 3 de septiembre de 2010, Córdoba.


Tecnología:



Por qué el software no debe tener propietarios.

Por Richard Stallman

Las tecnologías digitales de la información contribuyen al mundo haciendo que sea más fácil copiar y modificar información. Las computadoras prometen hacerlo más fácil para todos.

No todo el mundo quiere que esto sea más fácil. El sistema de derechos de autor permite que los programas de software tengan «propietarios», la mayor parte de los cuales pretenden privar al resto del mundo del potencial beneficio del software. Los «propietarios» desearían ser los únicos que puedan copiar y modificar el software que usamos.
El sistema del copyright creció con la imprenta, una tecnología usada para la producción masiva de copias. El copyright se ajustaban bien a esta tecnología, puesto que restringía sólo a los productores de copias en masa. No privaba de libertad a los lectores de libros. Un lector cualquiera, que no poseyera una imprenta, sólo podía copiar libros con pluma y tinta, y pocos lectores fueron demandados por ello.
Las tecnologías digitales son más flexibles que la imprenta: cuando la información adopta una forma digital, la puede copiar fácilmente para compartirla con otros. Es precisamente esta flexibilidad la que se ajusta mal con un sistema como el de los derechos de autor. Esa es la razón del incremento de medidas perversas y draconianas que se emplean en la actualidad para hacer cumplir los derechos de autor del software. Considere estas cuatro prácticas de la Software Publishers Association (SPA):

a) Propaganda masiva diciendo que está mal desobedecer a los propietarios para ayudar a un amigo.
b) Pedir a la gente que se conviertan en soplones para delatar a sus colegas y compañeros de trabajo.
c) Redadas (con ayuda policial) en oficinas y escuelas, en las que se dice a la gente que deben probar que son inocentes de hacer copias ilegales.
d) El proceso judicial (por el gobierno de los EEUU, a petición de la SPA) de personas como David LaMacchia, del MIT, no por copiar software (no se le acusa de copiarlo), sino meramente por dejar sin vigilancia equipos de copia y no controlar su uso. [1]

Cada una de estas cuatro prácticas son similares a aquellas usadas en la antigua Unión Soviética, donde todas las máquinas de copiar tenían un guardia para prevenir copias prohibidas, y donde las personas tenían que copiar información en secreto y pasarla de mano a mano como «samizdat». Por supuesto hay una diferencia: el motivo para el control de información en la Unión Soviética era político; en los EE.UU. el motivo es el beneficio económico. Pero son las acciones las que nos afectan, no el motivo. Cualquier intento de bloquear el compartir información, sin importar por qué, lleva a los mismos métodos y a la misma dureza.
Los propietarios hacen uso de distintos argumentos para que se les conceda el control de cómo usamos la información:

Insultando.

Los propietarios usan palabras difamatorias como «piratería» y «robo», al igual que terminología técnica como «propiedad intelectual» y «daño», para sugerir una cierta línea de pensamiento al público —una analogía simplona entre los programas y los objetos físicos.
Nuestras ideas e intuiciones acerca de la propiedad sobre los objetos materiales tratan acerca de si es justo quitarle un objeto a alguien. No se aplican directamente a hacer una copia de algo. Pero los propietarios nos piden que las apliquemos de todas formas.
Exageración.

Los propietarios dicen que sufren un «daño» o «pérdida económica» cuando los usuarios copian programas por su cuenta. Pero el copiar no tiene un efecto directo sobre el propietario, y no hace daño a nadie. El propietario sólo puede perder si la persona que hizo la copia, hubiese pagado por una del propietario en su lugar. Un poco de reflexión muestra que la mayoría de dichas personas no habrían comprado copias. Aun así los propietarios calculan sus «pérdidas» como si todos y cada uno hubiesen comprado una copia. Esto es una exageración, por decirlo de una manera suave.
La ley.

Los propietarios a menudo citan el estado actual de la ley, así como las duras sanciones con las que nos amenazan. En este enfoque va implícita la sugerencia de que la ley actual refleja un punto de vista moral incuestionable, y aun así al mismo tiempo, se nos insta a considerar estas sanciones como hechos naturales por los que no se puede responsabilizar a nadie.
Esta línea de persuasión no está diseñada para defenderse ante el pensamiento crítico; está concebida para reforzar un camino mental habitual. Es evidente que las leyes no distinguen lo que está bien de lo que está mal. Todo estadounidense debería saber que, en los años 50, en muchos estados iba contra la ley que un persona de raza negra se sentase en la parte delantera del autobús; pero solamente los racistas dirían que sentarse ahí no estaba bien.
Derechos naturales.

Los autores a menudo sostienen que existe una conexión especial con los programas que han escrito; y añaden que, en consecuencia, sus deseos e intereses respecto al programa simplemente prevalecen sobre los de cualquier otra persona, o incluso de los del resto del mundo. (Normalmente son las empresas, no los autores, los que retienen los derechos de autor sobre el software, pero se espera de nosotros que ignoremos esta discrepancia.)
A aquellos que proponen esto como un axioma ético, el autor es más importante que usted, sólo les puedo decir que yo, un notable autor de software, lo llamo una tontería. Pero la gente por lo general sólo suele sentir alguna simpatía hacia los derechos naturales por dos razones.
Una de las razones es una analogía forzada entre el software y los objetos materiales. Cuando yo cocino espaguetis, me quejo si otra persona se los come, porque entonces yo no los puedo comer. Su acción me duele exactamente tanto como lo que le beneficia a él; sólo uno de nosotros puede comer los espaguetis, así que la pregunta es, ¿quién?. La más mínima distinción entre uno de nosotros es suficiente para inclinar la balanza ética. Pero el hecho de que usted ejecute o modifique un programa que yo he escrito le afecta a usted directamente y a mí indirectamente. Si le da una copia a su amigo le afecta a usted y a su amigo mucho más de lo que me afecta a mí. Yo no debería tener el poder de decirle que no haga estas cosas. Nadie debería.
La segunda razón es que a la gente se le ha dicho que los derechos naturales de los autores son una tradición aceptada e incontestable de nuestra sociedad.
Desde un punto de vista histórico, sucede justamente lo contrario. La idea de los derechos naturales de los autores fue propuesta y decididamente rechazada cuando se concibió la Constitución de los EE.UU.. Ésa es la razón por la que la Constitución sólo permite un sistema de derechos de autor y no exige uno; por esa razón dice que los derechos de autor deben ser temporal. Establece asimismo que el propósito de los derechos de autor es promocionar el progreso, no recompensar a los autores. Los derechos de autor recompensa a los autores en cierta medida, y a los editores más, pero es algo concebido como un medio para modificar su comportamiento.
La tradición realmente establecida de nuestra sociedad es que los derechos de autor vulneran los derechos naturales del público, y que esto sólo se puede justificar por el bien del público.
Economía.

El último argumento que se emplea para justificar la existencia de los propietarios de software es que esto lleva a la producción de más software.
A diferencia de los demás, este argumento por lo menos adopta un enfoque legítimo sobre el tema. Se basa en un objetivo válido, satisfacer a los usuarios de software. Y está empíricamente demostrado que la gente producirá más de algo si se le paga bien por ello. Pero el argumento económico tiene un fallo: se basa en la presunción de que la diferencia es sólo cuestión de cuánto dinero debemos pagar. Asume que lo que queremos es producción de software, tenga el software propietarios o no. La gente acepta gustosamente esta presunción porque está de acuerdo con nuestra experiencia acerca de los objetos materiales. Considere un bocadillo, por ejemplo. Es posible que pueda conseguir un bocadillo equivalente bien gratis o por un precio. Si es así, la cantidad que paga es la única diferencia. Tanto si lo tiene que comprar como si no, el bocadillo tiene el mismo sabor, el mismo valor nutricional, y en ambos casos se lo puede comer sólo una vez. El hecho de si el bocadillo lo obtiene de un propietario o no, sólo puede afectar directamente a la cantidad de dinero que le queda después.
Esto es cierto para cualquier objeto material, el hecho de que tenga o no tenga propietario no afecta directamente a lo que es, o a lo que puede hacer con él si lo adquiere.
Pero si un programa tiene un propietario, esto afecta en gran medida a lo que es, y a lo que usted puede hacer con un copia si la compra. La diferencia no es sólo una cuestión de dinero. El sistema de propietarios de software incentiva a los propietarios de software a producir algo, pero no lo que la sociedad realmente necesita. Y causa una contaminación ética intangible que nos afecta a todos.
¿Qué es lo que la sociedad necesita?. Necesita información que esté verdaderamente a disposición de sus ciudadanos; por ejemplo, programas que la gente pueda leer, corregir, adaptar, y mejorar, no solamente ejecutar. Pero lo que los propietarios de software típicamente ofrecen es una caja negra que no podemos ni estudiar ni modificar.
La sociedad también necesita libertad. Cuando un programa tiene un propietario, los usuarios pierden la libertad de controlar una parte de sus propias vidas.
Y sobre todo la sociedad necesita incentivar el espíritu de cooperación voluntaria entre sus ciudadanos. Cuando los propietarios de software nos dicen que ayudar a nuestros vecinos de una manera natural es «piratería», están contaminando el espíritu cívico de nuestra sociedad.
Por esto es por lo que decimos que el software libre es una cuestión de libertad, no de precio.
El argumento económico para justificar la propiedad es erróneo, pero la cuestión económica es real. Algunas personas escriben software útil por el placer de escribirlo o por admiración y amor al arte; pero si queremos más software del que esas personas escriben, necesitamos conseguir fondos.
Desde los años 80, los desarrolladores de software libre han probado varios métodos para encontrar fondos, con algo de éxito. No hay necesidad de hacer rico a nadie; un ingreso promedio es incentivo suficiente para realizar muchos trabajos que son menos satisfactorios que programar.
Durante años, hasta que una beca lo hizo innecesario, yo me ganaba la vida realizando mejoras a medida sobre software libre que yo mismo había escrito. Cada mejora se añadía a la versión estándar lanzada y así terminaba estando disponible para el público en general. Los clientes me pagaban para que trabajase en las mejoras que ellos querían, en vez de en las características que yo habría considerado la máxima prioridad.
Algunos desarrolladores de software libre ganan dinero mediante la venta de servicios de soporte. En 1994, Cygnus Support, con alrededor de cincuenta empleados, estimó que alrededor del quince por ciento de la actividad de su equipo era desarrollo de software libre, un porcentaje respetable para una compañía de software.
A principios de los años 90, algunas compañías, incluyendo Intel, Motorola, Texas Instruments y Analog Devices, unieron esfuerzos para financiar el desarrollo continuado del compilador de GNU para el lenguaje C. La mayor parte del desarrollo de GCC todavía se realiza por desarrolladores a los que se les paga. El compilador de GNU para el lenguaje Ada fue financiado en los años 90 por las fuerzas aéreas de los Estados Unidos y, desde entonces, su financiamiento continuó a través de una compañía formada específicamente para este propósito.
El movimiento de software libre es todavía pequeño, pero el ejemplo de la radio «mantenida por la audiencia» en los Estados Unidos muestra que es posible mantener una actividad grande sin forzar a cada usuario a pagar.
Como usuario de informática de hoy en día, se puede encontrar usando un programa privativo. Si su amigo le pide hacer una copia, estaría mal negarse a ello. La cooperación es más importante que el copyright. Pero una cooperación clandestina no contribuye a mejorar la sociedad. Una persona debería aspirar a vivir una vida honrada abiertamente con orgullo, y esto significa decir «No» al software privativo.
Se merece poder cooperar abierta y libremente con otras personas que usan software. Se merece poder aprender cómo funciona el software, y enseñar a sus estudiantes con él. Se merece poder contratar a su programador favorito para corregirlo cuando falle.

Usted se merece software libre.

Análisis político de la semana.

El país virtual y el real.

Al cumplirse un tiempo ya de la muerte de Kirchner, el escenario político del país varió en ciertos aspectos y así nos muestra tres hechos que son innegables. En primer lugar, que la presidente no sólo continuó sino que profundizó los lineamientos básicos y centrales del régimen político en curso desde el 2003 a expensas de los intereses de esos sectores que falsamente llamaban al diálogo y a la rectificación política y económica para que ellos mismos pudieran continuar, en paz, con sus grandes negociados en todos los ámbitos. En segundo lugar, la imagen positiva y la intención de voto de la presidente, que ya definitivamente quedó instalada como la única candidata natural del Frente para la Victoria y del peronismo en general con vistas a las elecciones de 2011, creció alrededor de 20 puntos en menos de un mes. Finalmente, el heterogéneo conglomerado al que los voceros de los sectores políticos, sociales y económicos históricamente dominantes pretenden llamar “oposición”, unificándolos de ese modo, no sólo siguen mostrándose carentes de cualquier proyecto que vaya más allá de la lógica neoliberal, que acá eclosionó en el 2001, sino que además ya ni siquiera tienen la fuerza para obstaculizar la gestión del gobierno. Es que, en este aspecto, con la muerte de Kirchner esos sectores políticos, al quedar privados del recurso de poder atacar a Néstor Kirchner como si fuera una suerte de demonio encarnado de la política argentina, mostraron finalmente las profundas diferencias que subyacen entre los radicales, los de la Coalición Cívica, los socialistas y en general de todos los muchachos de la seudo progresía. Ahora, el mismo funeral de Kirchner así lo demostró, no solo es un hecho político que rompió con la supuesta unidad de la oposición sino que también nos mostró que el principal apoyo del gobierno, para poder continuar en la profundización y en la radicalización del modelo popular, son los mismos trabajadores que se vio encarnado, en esta oportunidad, por esa gran multitud que se dio cita en Plaza de Mayo y en la Casa Rosada para despedir a uno de los grandes líderes del nuevo siglo. Son los trabajadores que también estuvieron para pedirle a la presidente que siguiera adelante mientras los opinólogos más recalcitrantes del Grupo Clarín ya ni siquiera pudieron negar la contundencia del funeral del ex presidente como hecho político. Creyeron que, muerto Néstor, Cristina no podría liderar sola su propio espacio político, que la gobernabilidad del régimen se venía cuesta abajo cuando la propia realidad de estas últimas semanas nos mostró una serie de acontecimientos políticos sobresalientes que desmienten la ineficacia y la falsa inercia del gobierno nacional. Por ejemplo, la participación de la presidente, como representante de los trabajadores argentinos, en la Cumbre del Grupo de los 20 realizada en Seúl, la firma de acuerdos agrícolas con China, el anuncio del entendimiento para el pago de la deuda que Argentina mantiene con el Club de París sin la intervención del Fondo Monetario Internacional, la revalorización histórica y presente de la Vuelta de Obligado y hasta el anuncio del pago en diciembre de una suma de 500 pesos para los jubilados que cobran menos de 1500 pesos, son todas medidas que nos muestran como el país continúa su senda de transformaciones y de crecimiento. Es decir, toda una serie de políticas públicas de inclusión social que simplemente ratifican la continuidad del modelo comprometido a partir del 2003. Además, en ese contexto de protagonismo y de la iniciativa política del gobierno popular, en las próximas semanas empieza una serie de reuniones por el llamado diálogo tripartito. Este diálogo, convocado por la presidenta, busca que se reúnan los representantes de las diversas y principales cámaras empresarias, de los sindicatos y del sector público, con el objetivo principal de canalizar la conflictividad laboral en favor de una redistribución de la riqueza que favorezca a los mismos trabajadores. Los primeros interpelados directamente fueron la Unión Industrial Argentina, sector al que la presidente mostró, en los últimos días, diversos signos de acercamiento y la Confederación General del Trabajo, aunque se espera que la convocatoria sea mucho más amplia, es decir, que incluya también a las otras cámaras empresariales y a los otros representantes de los trabajadores para que el diálogo sea lo más amplio y democrático posible.
El proyecto de establecer un diálogo social entre los diversos actores que constituyen el régimen político no es nuevo. Ya en los primeros tiempos de la actual gestión presidencial se realizó una convocatoria al entonces llamado Acuerdo Económico y Social del Bicentenario, aunque tras las primeras reuniones éste terminó suspendiéndose por el retiro de las cámaras empresariales agropecuarias en el marco del conflicto con la Resolución 125. En esta oportunidad, si bien la agenda integral de los temas a tratarse no están definidos, lo central es buscar un consenso de bandas de precios y de salarios. Así, el acuerdo buscaría encarrillar la puja distributiva, frente a las dificultades propias del sector público para controlar el proceso de suba de los precios a los que constantemente nos tienen acostumbrados las grandes corporaciones que controlan los principales mercados de ahorro y consumo. En efecto, la suba de precios continúa siendo uno de los principales problemas en materia económica, con consecuencias negativas en varios sentidos pero bajo ningún aspecto es posible hablar de proceso inflacionario porque éste, ya tenemos la experiencia de primera mano, implica otros muchos factores que en Argentina hoy no se dan. Más bien tendríamos que hablar de aumentos de precios en un contexto de fuerte crecimiento de la demanda por el consumo popular frente al cual los empresarios reaccionan con la consiguiente suba de precios para buscar equilibrar en favor de la oferta y a expensas de los intereses de los trabajadores. Así, los empresarios piensan en una rentabilidad muy por encima de lo razonable, de acuerdo al nuevo contexto de crecimiento de la economía, que afecta al bien común porque esa política de suba de precios, que muchas veces no se produce por el aumento de los salarios sino por la búsqueda de una excesiva rentabilidad de los empresarios en virtud de la gran concentración económica que existe en el país, los coloca en una situación de fuerte privilegio respecto de los trabajadores. Entonces, en estas circunstancias no es mala la idea de buscar un diálogo que plantee ciertas directrices básicas en el proceso de la puja por la distribución de los ingresos y las riquezas. Es importante para los trabajadores porque el aumento de los precios de los diversos bienes y servicios nacionales disminuye el poder adquisitivo de los salarios y de los ingresos en general y presiona hacia la baja al tipo de cambio real, afectando la competitividad de la producción local en relación a los productos importados. Se espera que este año cierre con una suba de precios de alrededor del 20% anual, en un momento en que las propias tendencias del sistema comercial globalizado presionan a una aceleración de este proceso, en particular por el nuevo aumento en los precios internacionales de los commodities. En este marco, el diálogo social convocado por la presidente puede contribuir a encauzar las expectativas de la suba de precios como medida transitoria porque, en el más largo plazo, son medidas insuficientes si lo que se pretende es frenar los precios y la especulación de las cámaras empresarias que están en condiciones de controlar los costos y ganancias por el rol que les corresponde como sujetos políticos económicamente muy activos y concentrados. En otras palabras, siempre en un contexto pensado como de transición política, para que este mecanismo de diálogo y de acuerdos mínimos se haga efectivo, es decir, que tenga consecuencias positivas sobre la situación de los trabajadores y de sus intereses relativos a una mejor forma de distribución de las ganancias, es central el rol que adopte el sector público como representante del bien común en esta instancia particular. Aunque no alcanza ni es suficiente, es decir, el poder de las diversas organizaciones sindicales es superfluo frente a la capacidad de acción y de presión de las cámaras empresarias, por lo menos actualmente los sindicatos tienen una posición de mayor fortaleza respecto de los años noventa, en pleno neoliberalismo. Por eso es central el rol del sector público porque si bien los trabajadores tienen mayor fortaleza, resultante del nuevo protagonismo que les corresponde en el modelo nacional, soberano y profundamente popular, se enfrentan a actores e intereses económicos, comerciales y empresarios que también están muy fortalecidos y no están dispuestos a ceder fácilmente, tal como lo muestra la actual distribución de la riqueza, expresada en determinadas cifras y porcentajes de la participación de los trabajadores en esa redistribución a través de sus salarios y del protagonismo de los empresarios que se expresa en las ganancias de los últimos años en ese mismo proceso. Por ejemplo, en el caso concreto de la industria manufacturera, el costo salarial en pesos constantes en 2007 era 7% superior al nivel del año 2001, sin embargo, entre esos mismos años, la productividad de la industria había aumentado en un 27%, de modo que el costo salarial por unidad producida se había visto reducido en un 16%. Lo que nos revela esto es una contratara que nos dice que la caída del costo salarial ajustado por productividad se debió a un fuerte incremento de las ganancias de los actores empresariales.
Considerando esta realidad, es preciso que el diálogo social contemple el incremento de los salarios de los trabajadores en términos reales, es decir, los aumentos previstos en los salarios deben ser mayores que la tasa de inflación como viene sucediendo hasta hoy pero también es importante que las negociaciones puedan avanzar más allá de una cuestión salarial y ello depende más que nada de la movilización y participación de los trabajadores y el apoyo y acompañamiento decidido del sector público y en general de todas las organizaciones que componen el campo popular. Por ejemplo, en las discusiones tendrían que incluirse el trabajo en negro, es decir, la forma de combatir el empleo no registrado, las condiciones de trabajo, los derechos de los trabajadores tercerizados y hasta la calidad de vida de todos. Es decir, temas que tienen que ver con el conjunto de los trabajadores y no sólo con los trabajadores formales. Es decir, la suba de salarios y el alza de los precios aparecen en el tope de la lista tanto de los empresarios como de los dirigentes gremiales. En otras palabras, la creación de un ámbito de este tipo, en el que se sienten a una mesa los diferentes actores sociales que intervienen en el circuito de la producción y por ende en la conformación de la agenda de gobierno, puede servir para trazar políticas públicas de mayor aliento, de más largo plazo, que hagan a la lógica de las nuevas estructuras requeridas por el régimen político. Por ejemplo, en la actual situación económica nacional están dadas las condiciones para que en el Consejo también empiece a definir políticas de desarrollo del país. Sería interesante, en este tipo de instancias, que los acuerdos también sirvan para discutir cuál es el perfil de desarrollo que quiere Argentina que es un debate que todavía no está resuelto ni encarado de la mejor forma. Plantear y resolver los problemas desde la raíz resulta mucho más difícil porque estamos hablando de políticas de más largo plazo, en el ámbito del Estado y no solo del régimen político y porque, además, por las consecuencias nefastas de la época neoliberal, siempre estamos discutiendo la realidad inmediata. Así, es central que el gobierno plantee la necesidad de establecer acuerdos de mediano y de largo plazo que hagan a los cambios de la lógica del régimen político. Por ejemplo, la cuestión energética es uno de los pilares fundamentales en todo proyecto de desarrollo productivo que propugne el bien común. Por lo tanto, que el gobierno eligiera este ramo para iniciar los primeros trazos de un acuerdo entre sectores, abre la esperanza de que las políticas de más largo plazo estén presentes entre los objetivos oficiales. Entonces, más allá de los avances que puedan lograrse a través del Consejo Económico y Social, hay que considerar que hoy existen por lo menos entre un 15 y un 20% de la población que está fuera del circuito productivo, que son excluidos venidos desde la época del régimen neoliberal pero que no pueden seguir esperando indefinidamente. Esto va más allá de los acuerdos entre sectores porque, en primer lugar, es una cuestión más relacionada con la acción propia del gobierno. De hecho, veo que ahora en la dirigencia sindical hay un énfasis mucho mayor en discutir el encuadramiento de los trabajadores formales, los sueldos y ciertas condiciones y convenios colectivos de trabajo, que en resolver el trabajo en negro, la cuestión de los tercerizados y del núcleo más duro de los excluidos.
Por otro lado, en el terreno concreto de la seguridad, en el mismo día del asesinato de dos policías en Panamericana, en el Salón de Pasos Perdidos del Congreso se produjo un dato político bastante significativo. En el marco del Acuerdo para una política de Seguridad Democrática, un conjunto importante de diputados nacionales, de las más diversas extracciones políticas e ideológicas, brindó su apoyo al proyecto de ley de creación de un Observatorio del Delito y la Violencia que vendría a ser un paso bastante importante para pasar de las típicas políticas de seguridad espasmódicas e inconsistentes, que por lo general plantean la mano dura y la represión, la baja de la imputabilidad o la mera delegación en el accionar policial, a estrategias públicas con mejores grados de racionalidad, de planificación y hasta de rigor científico. El Observatorio Nacional del Delito y la Violencia vendría a ser, siempre de acuerdo al proyecto presentado por los diputados, una entidad de carácter técnico con autonomía funcional, técnica y de gestión, y autarquía financiera. La parte administrativa sería ejercida por un director ejecutivo con rango y jerarquía de secretario de Estado, designado por la presidente, como representante del Poder Ejecutivo, a propuesta del ministro de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación, con acuerdo del Senado. Este sería asistido por un Consejo Consultivo con participación de las universidades públicas, algunas organizaciones no gubernamentales relacionadas con el tema y organismos comprometidos con los derechos humanos, más representantes de los medios de comunicación. Lo importante en este aspecto es entender la dimensión político ciudadana del proyecto en cuestión porque éste no es una mera instancia técnica que simplemente nos ayuda a contar con mejores estadísticas porque en definitiva se busca robustecer la capacidad de gobierno democrático de la seguridad en lugar de depender o delegar en agencias policiales o judiciales a menudo fuertemente cuestionadas por los trabajadores. El problema es que existe una clara ausencia de determinadas políticas públicas de los regímenes populares en relación a la seguridad, un tema que así siempre es reivindicado por los grupos de poder y de presión más concentrados y más reaccionarios, que decididamente victimizan principalmente a los más pobres, quienes padecen la regulación policial del delito y también la estigmatización de los medios de comunicación masivos, que los hacen aparecer como gente peligrosa. En ese contexto hay que entender la falta de políticas reales y eficientes en el tema de la seguridad en general de los diversos gobiernos populares. Desde el campo popular comúnmente se asocia la delincuencia con la pobreza, tal vez sin malas intenciones, pero el problema es que ésta es una postura que no soluciona la cuestión porque en esas circunstancias una política de seguridad, que no tenga nada que ver con la mano dura y todas sus implicancias y consecuencias, solo es posible en el largo plazo. Sin embargo, esta idea de la seguridad no es real ni mucho menos es progresista porque estigmatiza y discrimina precisamente a los sectores populares, los más vulnerables en todos los términos, en la medida en que asocia la pobreza y hasta el desempleo con la delincuencia. En cambio, un análisis más profundo nos muestra que los pobres simplemente son la mano de obra barata de las grandes corporaciones políticas y policiales delictivas, es decir, lo que conocemos vulgarmente como pibes chorros. En definitiva, una política de seguridad democrática y eficiente, inclusiva y más consecuente, tiene que combatir, si quiere ser tal, esas grandes estructuras delictivas y sus métodos que vienen incluso de la época de nuestras dictaduras de seguridad nacional y que actúan en consecuencia. En ese sentido, una política de seguridad democrática necesariamente lucha contra esas corporaciones mafiosas y así construye una lógica más razonable para un proyecto que de verdad se ocupe de la seguridad de todos. Una política de seguridad empieza con la reivindicación de la democracia, de los derechos humanos y del juicio y castigo a los genocidas y sus cómplices que muchas veces siguen ocupando lugares y espacios de poder en la estructura policial, judicial y de la seguridad en general aún en tiempos de transición política y hasta de consolidación democrática.
Lo que intento demostrar en este artículo es que por un lado, en el actual contexto político, se da un importante fortalecimiento en el arte de poder del gobierno nacional y por otro lado es manifiesta la inoperancia de la oposición que reflejan las diferencias entre el país real y el virtual al que alude y reivindica la oposición y al que en algún momento hizo también referencia la misma presidente. Por ejemplo, esa es la dicotomía que planteó la presidente al inaugurar las sesiones ordinarias del Congreso en marzo del 2010. Apenas nueve meses después se podría hablar del también Congreso virtual y del real donde ambos hacen referencia a países y realidades muy distintas. Por un lado, el Congreso virtual, ese donde existe una oposición fuerte, consolidada y hasta republicana que se anunciaba como la gran refundadora de la República a pesar de que esa misma República se fue al carajo bajo la administración de ellos y que llegaba para imponerle la agenda de gobierno al oficialismo que, golpeado tras las elecciones de junio del 2008, necesariamente tendría que ceder para sostener la gobernabilidad. El otro Congreso con su respectivo país, el real, es el país de una oposición obstruccionista y fragmentada políticamente que busca réditos electorales, una oposición altamente ineficiente y dependiente de los monopolios que se topó con un gobierno que aún disminuido en número se hizo fuerte en los debates y aprovechó la propia inoperancia opositora. Por otro lado, en el Congreso virtual, los grupos opositores se quedaron con la mayoría en todas las comisiones de ambas Cámaras, mientras se relamían creyendo que reformarían el Indec a su propio criterio o que derogarían el artículo 37º de la ley de administración financiera, conocido como los superpoderes, impedirían la puesta en vigencia de la ley de medios audiovisuales, modificarían el esquema de la pauta oficial, el reglamento de los decretos de necesidad y urgencia, el Consejo de la Magistratura, frenarían el pago de deuda con reservas, modificarían las retenciones en favor de los grandes pools de siembra, impedirían la asunción de Marcó del Pont al frente del Banco Central e incluso sancionarían el 82% móvil para desfinanciar al sector público y colocar en un aprieto estructural al gobierno. Mientras tanto, en el Congreso real, los sectores opositores nunca pudieron sostener el número, pese a ser mayoría, para imponer la agenda de desfinanciamiento estructural del gobierno y tan sólo lograron la sanción del 82% móvil para los jubilados, vetado de inmediato por la Presidenta, aunque nunca pudo explicar las formas de su financiamiento. En el país real, el oficialismo se impuso con la ley del matrimonio igualitario, con el acuerdo para que Marcó del Pont presida el Banco Central, habilitó al poder Ejecutivo para que pague deuda con reservas y con una serie de políticas sociales que favorecen a los más necesitados como el plus de quinientos pesos para los jubilados. Sin duda, es el gobierno nacional y popular, a pesar de no tener la mayoría en el Congreso, el que demostró una evolución bastante positiva de su accionar en comparación con la fragmentación y la inoperancia del arco opositor.
Esta realidad, finalmente es la que tiene que impulsarnos a la tarea pendiente de construcción de una fuerza política que impulse el proceso de cambios para delante. Eso quiere decir el acuerdo planteado por la presidente entre los trabajadores y los empresarios, es decir, es necesario reconstruir una fuerza política más fuerte, a la altura de las circunstancias, porque lo que los trabajadores están reclamando es una mejor manera de defender a Cristina, no la moderación sino antes que nada la reivindicación de nuevas medidas que transformen aun más la vida cotidiana de los más humildes. Es el tiempo político de reconstruir una gran fuerza política nacional y popular porque sólo un proyecto político que cambia las condiciones materiales de vida de los trabajadores es abrazado como causa, como bandera, para llevar a la victoria. Los que militamos en favor de los sectores populares tenemos el desafío de construir herramientas que permitan potenciar esa militancia resurgida y visibilizada tras la muerte de Kirchner, el arte de lo posible de los trabajadores. Estas herramientas se construyen sobre la unidad de los que hacen y sobre un proyecto nacional y popular transformador. Esos desafíos requieren la construcción de una corriente nacional de la militancia integrada por las múltiples organizaciones políticas y sociales que componen el kirchnerismo entendiendo a éste como la opción definitiva, o por lo menos más moderna y consecuente políticamente en esta etapa histórica, de las diversas expresiones que componen el peronismo como un movimiento inclusivo de los trabajadores. En otras palabras, es necesaria la constitución de una tercera pata, distinta pero no antagónica a la que conforman el PJ institucionalizado, entendiendo a éste a los gobernadores e intendentes y sus estructuras, el radicalismo K en algunas provincias y la corriente nacional del sindicalismo peronista conducida por Moyano. Es importante hacernos cargo de la crisis y de asumir los diversos desafíos de la renovación del peronismo porque, con miras a las elecciones del año por venir, los tiempos que se vienen son parte de una época que está signada por la defensa del proyecto popular contra los continuos embates de una oposición políticamente mediocre, falta de auténticos proyectos que vayan más allá del ya clásico neoliberalismo, pero por lo mismo muy reaccionaria y que además cuenta con un gran impulso mediático y los favores de los más grandes grupos económicos que simplemente no van a consentir pausada y pacíficamente que sus intereses corporativos otra vez se vean en peligro con una nueva victoria electoral de Cristina. Están dispuestos, como es manifiesto, a dar pelea bordeando incluso la inconstitucionalidad de sus acciones. Lo concreto es que como siempre, como lo dicta el radicalismo político con vistas a la construcción de un régimen respetuoso de los derechos humanos, del derecho a la vida de los trabajadores, hay que ir por mucho más lo que significa no conformarse con lo conseguido y pactado de manera que todos los cambios y las transformaciones en estos años se encarnen en la conciencia del pueblo, para que se institucionalicen, incluso constitucionalmente, de manera que ya no sea tan fácil dar marcha atrás con todo lo avanzado hasta hoy, de manera que podamos conquistar la independencia política, la soberanía económica y la cultura de un pueblo que se hace camino al andar a través del control de sus recursos estratégicos. Los tiempos nos acompañan porque son miles y miles los trabajadores y las trabajadoras que se acercan dispuestos a aportar su granito de arena, su militancia y su conciencia de hombres y de mujeres de un mañana infinitamente mejor. Son cientos de miles los jóvenes que empiezan a ver que el futuro ya llegó y está en sus propias manos. Por eso crece el protagonismo de los que ya no están dispuestos a ser meros espectadores y así se convierten en artífices de su propio destino, del destino de un país mucho más democrático y popular. La mentada radicalización del proceso de cambio tiene quien le escriba porque cuando los trabajadores se pone de pie, en comunión y ligazón con los que conducen, nada ni nadie los detiene.

Alfredo A. Repetto Saieg.

http://www.masalladelacrisisylautopianeoliberal.mex.tl/

Referencias bibliográficas:

Cecchini, Daniel: “El primer mes sin Kirchner: la única verdad es la realidad” en Diario Miradas al Sur de la edición del 28 de noviembre del 2010.
González, Mariana: “No debe limitarse a la cuestión salarial” en Diario Miradas al Sur de la edición del 28 de noviembre del 2010.
Galand, Pablo: “El Consejo Social está cada vez más cerca” en Diario Miradas al Sur de la edición del 28 de noviembre del 2010.
Blaustein, Eduardo: “A la captura de la cifra negra” en Diario Miradas al Sur de la edición del 28 de noviembre del 2010.
Alvarez Rey, Agustín: “Congreso real o congreso virtual” en Diario Miradas al Sur de la edición del 28 de noviembre del 2010.
Koenig, Marcelo: “La profundización tiene quien le escriba” en Diario Tiempo Argentino de la edición del 2 de diciembre del 2010.

Internacionales:


WikiLeaks y el fin de la “diplomacia” estadounidense

Una vez más WikiLeaks ha publicado una enorme cantidad de documentos. Esta vez, se trata de cables diplomáticos del Departamento de Estado estadounidense. El sitio web de revelación de datos secretos anunció que publicará gradualmente más de doscientos cincuenta mil documentos durante los próximos meses. De esta manera, los documentos podrán ser analizados y recibir la atención que merecen. Los cables son comunicaciones internas escritas entre embajadas de Estados Unidos de todo el mundo y también con el Departamento de Estado. WikiLeaks habla de la filtración como “el mayor conjunto de documentos confidenciales que jamás se hayan dado a conocer, que proporcionan una visión sin precedentes de las actividades en el exterior del gobierno estadounidense.”
Los críticos sostienen, al igual que lo hicieron cuando se filtraron documentos secretos referidos a Irak y Afganistán, que habrá víctimas fatales como resultado de estas filtraciones. Sin embargo se podría, en realidad, salvar vidas, dado que la forma en que Estados Unidos hace diplomacia se encuentra más expuesta que nunca -así como la aparente facilidad con la cual el gobierno de Estados Unidos cumple (o no) con el dicho del periodista pionero I.F. Stone: “Los gobiernos mienten.”
Observemos el caso de Khaled El-Masri. El-Masri fue secuestrado en Macedonia en el marco del llamado "programa de rendición extraordinaria" de la CIA, por medio del cual el gobierno de Estados Unidos secuestra personas en cualquier parte del mundo y las entrega secretamente a un tercer país, adonde puedan ser objeto de torturas. Khaled El-Masri cuenta lo que le sucedió: “Me llevaron a una habitación, estaba esposado y me habían vendado los ojos. Cuando la puerta se cerró, recibí golpes por todas partes. Entonces fui humillado. Pude oír que me tomaban fotos durante el proceso, mientras estaba completamente desnudo. Luego me ataron las manos por detrás de la espalda, me pusieron cadenas en los tobillos y una bolsa en la cabeza. Luego fui introducido brutalmente en un avión y en el aeropuerto me tiraron al piso. Cuando desperté, estaba en Afganistán. Me sacaron brutalmente del avión y me pusieron en el cofre de un automóvil.”
Khaled El-Masri estuvo prisionero y fue torturado en una cárcel secreta en Afganistán durante meses hasta que la CIA lo dejó abandonado en una carretera desierta de Albania. Esto sucedió a pesar de que la CIA sabía desde hacía tiempo que había secuestrado al hombre equivocado. El-Masri, ciudadano alemán, intentó que se hiciera justicia en los tribunales alemanes y todo indicaba que trece agentes de la CIA enfrentarían cargos. En ese momento intervino la embajada de Estados Unidos en Berlín y realizó, según uno de los cables, la siguiente amenaza: “la emisión de órdenes de captura internacional tendría un impacto negativo en las relaciones bilaterales.” Nunca se presentaron cargos en Alemania, lo que sugiere que la amenaza diplomática funcionó. Aún así, los trece agentes enfrentan todavía cargos en España, donde los fiscales gozan de un poco más de libertad con respecto a las presiones políticas.
O al menos eso creíamos. De hecho, España también se destaca en los documentos filtrados. Entre los cables, hay uno de fecha 14 de mayo de 2007 escrito por Eduardo Aguirre, un banquero cubano-estadounidense conservador nombrado embajador en España por George W. Bush. En el cable, Aguirre escribió: “Para nosotros, tendrá consecuencias importantes que se continúe planteando el caso Couso, por el que tres soldados estadounidenses enfrentan cargos en relación a la muerte del camarógrafo español José Couso, ocurrida durante la batalla por Bagdad en 2003.”
Couso era un joven camarógrafo de la cadena española de televisión Telecinco que estaba filmando desde el balcón del Hotel Palestina en Bagdad el 8 de abril de 2003, cuando un tanque del ejército estadounidense disparó sobre el hotel, en el que se alojaban principalmente periodistas, causando la muerte a Couso y a un camarógrafo de la agencia de noticias Reuters. El Embajador Aguirre intentaba invalidar el juicio iniciado por la familia Couso en España.
El hermano de José Couso, Javier Couso, inició el proceso judicial por su hermano José junto a su madre. Aunque un tribunal español ha reabierto la causa recientemente, Javier Couso reaccionó ante el cable filtrado en estos días por WikiLeaks y dijo: “Nosotros estamos en primer lugar indignados y horrorizados; horrorizados porque no podemos creer que el gobierno de mi país y la fiscalía actúen conspirando con un gobierno extranjero para impedir la investigación de lo que le pasó a un ciudadano español; e indignados porque nos han mentido continuamente, nos hemos reunido con todas esas personas del gobierno y de la fiscalía y ellos decían que no iban a obstaculizar el caso.”
Además, el embajador estadounidense presionó al gobierno español para que desistiera de realizar un juicio, que sentaría precedente, contra el ex Secretario de Defensa Donald Rumsfeld y otros funcionarios del gobierno de Bush. En el mismo memorando Aguirre escribe: “El Vice Ministro de Justicia dijo también que el gobierno español se opone firmemente a la acusación presentada contra el ex Ministro Rumsfeld y tratará de que sea desestimada. El juez que entiende en la causa nos ha dicho que ha iniciado ya los procedimientos para desestimar el caso.”
Estas revelaciones han convulsionado al gobierno de España, ya que los cables muestran claramente los intentos de Estados Unidos por incidir en el sistema de justicia de ese país.
Hace varios años, el Embajador Aguirre declaró al periódico español El País: “Soy el plomero de George Bush, voy a resolver todos los problemas que George ponga en mis manos.”
En otra serie de cables, el Departamento de Estado de Estados Unidos ordena a su personal de las Naciones Unidas y del resto del mundo que espíen a funcionarios gubernamentales, e increíblemente, también da instrucciones de que recaven información biométrica de los diplomáticos. El cable dice textualmente: “Los datos deben incluir direcciones de correo electrónico, números de teléfono y fax, huellas digitales, imágenes faciales, escaneo de iris y de ADN.”
WikiLeaks sigue asociada a un grupo de medios de comunicación de todo el mundo: el periódico inglés The Guardian, El País, de España, el New York Times, la revista alemana Der Spiegel y el periódico francés Le Monde. David Leigh, editor de investigaciones del periódico The Guardian me dijo: “Esta serie de revelaciones no ha terminado aún. Desde el periódico The Guardian y otras cadenas de noticias del mundo iremos haciendo revelaciones, a partir de ahora y día a día, posiblemente durante toda la semana próxima y quizás más. Por lo cual, todavía no hemos visto nada.” Queda más de un cuarto de millón de cables que no han sido dados a conocer públicamente aún.
Hace cuarenta años, Noam Chomsky, reconocido analista político y lingüista, profesor del Instituto Tecnológico de Massachusetts, ayudó a Daniel Ellsberg, el primer informante de Estados Unidos, a revelar los Documentos del Pentágono. Le pregunté a Chomsky acerca de los cables recientemente publicados por WikiLeaks y respondió: “La principal importancia de los cables que han sido publicados hasta ahora radica en lo que nos dicen sobre el liderazgo occidental. Lo que revelan es un profundo odio a la democracia.”

 
Fuente: Amy Goodman (Democracy Now!) Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna. Traducido por Fernanda Gerpe y Democracy Now! en español.