sábado, 11 de diciembre de 2010

Informe:


Qué podemos hacer para reducir significativamente los índices de pobreza”
Diagnóstico de la situación social actual
1) La reducción de la pobreza del período 2002‐2007 y el cambio de tendencia de los últimos dos años (35% de pobreza y 10% de indigencia)
2) Las causas principales: inflación y retracción de las actividades que incluyen a la población con baja calificación (construcción, textil, calzado, metalmecánica, curtiembres, frigoríficos, etc.). Las nuevas perspectivas económicas favorables.
3) Los cuatro problemas centrales de la problemática social Argentina: pobreza estructural, precarización laboral, desigualdad y jóvenes que no estudian ni trabajan.
- La pobreza estructural representa al 10% de la población que no cubre las necesidades mínimas nutricionales, de servicios básicos o de vivienda.
- La precarización laboral refiere al 40% del sector informal de la economía (trabajo no registrado o cuenta propistas)
- La desigualdad ha transformado a la Argentina de un país parejo (en la década del ́70 la diferencia entre el 10% más rico y el 10% más pobre era de 7 a 1) a un país de contrastes y de fuerte sensación de “privación” (la diferencia entre el 10% más rico y el 10% más pobre pasó a ser de 44 a 1 en el 2001 y hoy es de 31 a 1)
- El sector que está claramente peor es el de los 900.000 jóvenes de 16 a 24 años que no estudia ni trabaja.
4) Las nuevas realidades territoriales: fragmentación y grandes centros urbanos. Las condiciones de vida en las regiones han tendido a presentar situaciones diferentes y hasta contradictorias (la realidad del NOA y el NEA se ha desenganchado claramente de la del CENTRO y la de CUYO). Los problemas sociales de los grandes centros urbanos (Conurbano Bonaerense, Rosario, Córdoba, Mendoza, etc.) se vinculan hoy con hacinamiento, violencia, informalidad económica y tensión cotidiana.
5) Los problemas de la “gobernabilidad social”: el nuevo tipo de demandas sociales, la fragmentación de la representación de los desocupados y de los trabajadores formales. El desafío de generar nuevos espacios de diálogo e interacción.
Propuestas de políticas públicas de cara al 2016
1) Un programa progresivo de universalización de las asignaciones familiares (que ya ha comenzado a ponerse en marcha en diciembre del año 2009) que extienda el salario familiar a los 5 millones de niños y jóvenes que hoy no acceden porque sus padres no están en el trabajo formal. Se trata de ir, por etapas, hacia un plan con un costo presupuestario de cerca de diez mil millones que equipararía condiciones y crearía un nuevo derecho. Se lograría establecer así un piso de “ciudadanía” para la población argentina.
2) Una reforma del sistema educativo que revise los objetivos de la escuela secundaria y el nivel terciario y los ponga en línea con los sectores productivos estratégicos. Cierta flexibilidad del sistema podría permitir incorporar a jóvenes que hoy se encuentran fuera del esquema educativo. Si un joven de quince años que ha salido del sistema educativo vuelve a cursar con chicos de once en la misma aula, la situación se torna inviable y termina inexorablemente en un nuevo abandono. Reconocer saberes previos y dar oportunidades más adaptables a cada realidad para terminar el nivel medio parece una cuestión fundamental para lograr más oportunidades en el mercado laboral. En los últimos años ha habido avances en la vuelta de la escuela técnica y el desafío ahora parece ser como flexibilizar la educación media sin perder nivel pedagógico pero poniendo el acento en la posibilidad de armar programas específicos para las distintas realidades.
3) La masificación de los sistemas de microcréditos existentes que logren llegar a los casi cuatro millones de cuenta propistas que tienen tecnología atrasada y, por tanto, interactúan mal con el mercado y que son pobres porque no alcanzan los ingresos mínimos. La pobreza en Argentina está muy vinculada a la tecnología inadecuada, esto es un carpintero que no accede a una sierra circular y que por tanto no hace muebles a medida y pierde oportunidades de mercado o un mecánico de autos que como nadie le da crédito para una computadora no atiende los autos con motores a inyección. El problema del desempleo no sólo se mejora con microcrédito, sino también con mecanismo de acompañamiento y capacitación laboral. Es necesario priorizar los sectores estratégicos en los que habría que generar mecanismos de incentivos para que los sectores de baja calificación consigan trabajo. Son muchos los sectores productivos que mejoran el PBI en Argentina pero son pocos los que llegan hasta la punta de la cadena. La construcción, el textil, la metalmecánica, el calzado, las curtiembres, los frigoríficos generan movimiento y permiten incluir a estos sectores. De allí la necesidad de que junto con la masificación del microcrédito se generen mecanismo de incentivos para el desarrollo de estas actividades.
4) Un “plan Marshall” con apoyo económico para rescatar a los jóvenes que están fuera del mercado y tienen dificultades de adicciones y hacinamiento. En lo referido al sistema laboral el problema de los jóvenes no se vincula con el aprendizaje de la tarea sino con darle continuidad a la misma. El problema de los jóvenes pobres no es entender que hay que hacer en el trabajo, sino ir a trabajar todos los días 8 horas en un esquema en donde muchos no han visto ni a su padre ni a su abuelo trabaja. El ciclo en grandes centros urbanos es el de un joven que comienza estando hacinado en su casa, luego en la esquina empieza a consumir y así comienza a endeudarse. Rápidamente ese joven no sólo tiene un problema de salud y de adicción, sino que también tiene un problema económico que hace que alguien se le acerque para ofrecerle cualquier cosa a cambio de cancelar esa deuda. El ciclo hacinamiento, consumo, endeudamiento, se completa con la posterior estigmatización que hace gran parte de la sociedad marcando a ese joven como el culpable de la inseguridad. A ello debería agregarse el alto porcentaje de embarazo adolescente que reproduce nuevamente el esquema de hacinamiento y vuelve a complicar las cosas. Esta descripción lleva a la necesidad de hacer un gran acuerdo social que ponga el acento en la inclusión de los jóvenes y que, además de tomar lo que ya se está llevando adelante en la Argentina con programas de becas y apoyo económico para los jóvenes, incorpore también una red de tutores. La idea de un “plan Marshall” es la idea de masificar, dar un salto de escala, y llegar a 900.000 jóvenes con distintos tipos de apoyos y con una red de tutores cuya tarea sea acompañarlos cuando se caen.
5) La reestructuración del sistema de atención primaria a la salud. El sistema de salud pública se encuentra en un alto nivel de deterioro tanto por el aumento de los costos como por la mayor demanda de una sociedad con ingresos escasos. El hospital se transforma así en un lugar en donde se hace tanto contención social como atención de enfermedades complejas. Parece necesario reconstruir la idea de “sistema de salud” potenciando los centros de atención primaria que deberían ser los lugares que les queden cerca de las personas, atiendan las cuestiones de bajo nivel de complejidad y dejen para los hospitales lo vinculado con la especialización. Si bien falta infraestructura para poder desarrollar un esquema de este tipo, el problema parece más amplio. La Provincia de Buenos Aires cuenta con 1600 centros de atención primaria y 77 hospitales y, sin embargo, no se ha podido constituir un esquema de interacción por falta de insumos básicos, problemas de articulación y falta de una política pública sostenida en el tiempo. El colapso del sistema de salud reproduce la pobreza y marca un modelo dual entre los que acceden a lo privado y los que tienen que quedarse en lo público. Reestructurar el nivel primario de atención y volcar recursos en escala en ese nivel contribuye también a generar un piso de “ciudadanía” de cara al 2016.
6) Una modificación de la relación Nación- provincias - municipios. La fragmentación en Argentina es social (diferentes tipos de pobreza), territorial (regiones que logran integrarse y otras que no) pero sobre todo se trata de una fragmentación de niveles de gobierno. La Nación concentra hoy el 70% de los recursos, las provincias el 23% y los 2.200 municipios sólo el 7%. Las principales cuestiones como la educación, la salud y la seguridad son competencias provinciales; los municipios, luego de varios años de crecimiento a altas tasas, vuelven hoy a consumir cerca del 70% de su presupuesto en pago de salarios. En los últimos años ha habido mucha obra pública aplicada en el territorio pero no un proceso de descentralización de recursos. En algún aspecto, estamos frente a un proceso de “municipalización” de las demandas, esto es, los gobiernos locales deben hacer frente a nuevas demandas con baja capacidad de gestión y escasos recursos. De cara al bicentenario parece necesario repensar la relación entre niveles de gobierno, evitar la asfixia de las provincias (en los casos de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba están las mayores dificultades) y poner en marcha programas de desarrollo local en donde las regiones puedan planificar sus acciones en base a recursos propios. Modificar la coparticipación es una de las cuestiones que hacen directamente a mejorar la cuestión social en las regiones, es el aspecto en donde lo económico y lo social se unen.
7) Un modelo de interacción entre Estado, organizaciones sociales y sector privado. En los últimos años el sector privado ha aumentado su vínculo con las cuestiones sociales. Los programas de responsabilidad social empresaria han girado, en estos tiempos, desde la asistencia directa al apoyo a la reinserción educativa a través de becas y otras modalidades. Las organizaciones sociales también han aumentado su participación en la contención, especialmente en lo que hace a lo alimentario y a los emprendimientos productivos. Sin embargo, existe hoy poca interacción entre estos niveles y el Estado. Reconstruir mecanismos como el diálogo social o los Consejos Consultivos locales no sólo sirve para definir en conjunto las acciones sino que, fundamentalmente, le da posibilidades de sustentabilidad a las acciones que se encaran. No sólo se trata de recortar las acciones vinculadas con el clientelismo, se trata de generar políticas públicas que lleven a que los ciudadanos puedan sentirse parte. Este es uno de los aspectos en donde menos éxito ha tenido la Argentina y lleva a que, en la práctica, cada uno encare programas con iguales fines, que se superponen y en donde el nivel de logro es realmente bajo.
8) Una paulatina reforma administrativa de las áreas sociales estatales que permita poner en marcha políticas públicas en tiempo real, achicando la distancia entre los diseños y las acciones. Parece necesaria una adecuación de las áreas sociales a los tiempos de las necesidades que tiene las personas más pobres. La Argentina tiene muy buenos recursos humanos y mucha gente calificada para el diseño de políticas sociales. No van de la mano con ello los tiempos administrativos y burocráticos del Estado, que con lógica para fomentar el control hacen que la puesta en marcha de las acciones sea muy lenta y por tanto muchas veces genere frustración en los que presentan sus proyectos o propuestas. Parece necesario aquí entender que las áreas sociales en el siglo XXI requieren de una dinámica y una velocidad diferente a la de otros momentos por la escala de problemas a atender y por las nuevas demandas que surgen de la población.

Fuente: Arroyo, Daniel: Congreso CREA 1, 2 y 3 de septiembre de 2010, Córdoba.


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