viernes, 2 de diciembre de 2011

Sobre Tecnópolis

Boudou: “En el país del ‘no se puede’ recuperamos el orgullo”

Con la casi totalidad del Gabinete nacional presente, el vicepresidente electo encabezó el acto de cierre de Tecnópolis, la megamuestra de Ciencia, Arte y Tecnología.

Tecnópolis es un sueño colectivo para 40 millones de argentinos. En el país del ‘no se puede’ hemos recuperado el orgullo de ser argentinos. Remplazamos el yo por el nosotros”, aseguró anoche el ministro de Economía y vicepresidente electo Amado Boudou en el acto de cierre de Tecnópolis, la feria de ciencia, arte y tecnología que visitaron 4,5 millones de personas y que volverá a abrir el año que viene. 
“¡Muy buenas noches, Tecnópolis! ¿Cómo están?” , sorprendió Boudou a los miles de visitantes que recorrían el predio y que se acercaron al escenario para ser testigos del evento de cierre. Vestido con una informal remera con el símbolo de la paz y jeans, el vicepresidente electo ensayó un breve discurso alegre y de gestión, pero con contenido político, en una clara señal de que su presencia en el escenario era un deseo de la presidenta Cristina Fernández, a quien recordó en varios tramos. 
“Este es un cierre que tiene que ver con una historia. La última carroza de los festejos del Bicentenario representaba el futuro pero en aquel momento no podíamos imaginar que esa carroza iba a significar Tecnópolis”, recordó Boudou desde el micrófono y acompañado por el secretario de Comunicación Pública, Juan Manuel Abal Medina; los ministros de Agricultura, Julián Domínguez, y de Ciencia y Tecnología, Lino Barañao; el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández; el secretario de Transporte, Juan Pablo Schiavi; el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli; la diputada Diana Conti y la secretaria de Integracion Nacional María del Carmen Alarcón. 
“Tecnópolis es un puente entre el pasado, el presente y el futuro –definió después–. Aquí funcionó un centro clandestino durante la dictadura y hoy es un lugar de vida que nos recuerda todo lo que somos capaces de hacer y de ser.” Después, destacó la decisión de la presidenta de crear el Ministerio de Ciencia y Tecnología y revalorizó el rol del Estado: “Este país crece, sus habitantes consiguen trabajo y los que todavía no pudieron hacerlo tienen la mano del Estado tendida para ayudarlos.” 
Fiel a su estilo, al finalizar su discurso, arengó al público: “Tengo orgullo de ser argentino y de tener la presidenta que tengo. ¡Fuerza Argentina, fuerza Cristina, fuerza a todos!”, dijo y una nube de papelitos celestes y blancos cubrió el cielo del predio mientras el público aplaudía. Después, Fuerza Bruta, protagonista de diversos espectáculos a lo largo de los cuatro meses y medio que duró la muestra, ofreció un show acrobático y el público volvió a disfrutar de la bailarina que, con su personificación de la Argentina, se convirtió en un símbolo de los festejos del Bicentenario. Luego, un espectáculo de fuegos artificiales iluminó la noche mientas el público bailaba con globos celestes y blancos en un auténtico clima festivo. 
Durante 90 días, Tecnópolis reunió a los todos los ministerios nacionales que exhibieron sus programas relacionados con el desarrollo científico, innumerables charlas y shows. Los más chicos experimentaron cómo es viajar por el espacio con el cohete Tronador II, pudieron hacer un viaje imaginario a la Antártida con la recreación del “continente blanco”, o adentrarse en un túnel y experimentar el recorrido que hace el agua desde las entrañas de la Tierra hasta llegar a la canilla.
Minutos antes del cierre, los funcionarios –distendidos y vestidos de sport en un lunes feriado– participaron de un encuentro con la prensa. A pedido de Javier Grossman, a cargo de la Unidad Bicentenario, los creadores de Fuerza Bruta, accedieron a sacarse una foto com si integraran un equipo de fútbol. La escena terminó con un aplauso. “Se termina una etapa, sentimos mucho orgullo y estamos contentos”, explicó Boudou y aseguró que se prepara para la asunción del 10 de diciembre “trabajando mucho como ministro”.
Barañao, notablemente contento, definió ese momento como “un fin y un nuevo principio”: “Este lugar era la nada, como la isla de Lost. Es una metáfora de lo que pudimos hacer en la Argentina de 2003 a la fecha. No fue fácil, pero ganamos mucha madurez. El desafío para el futuro será mantener y mejorar el nivel.”

Fuente: Ana Clara Pérez Cotten. Publicado en Tiempo Argentino de la edición del 29 de noviembre del 2011.

Una muestra itinerante.

El ministro de Ciencia y Tecnología, Lino Barañao, afirmó que la megamuestra Tecnópolis “fue algo que colmó todas las expectativas” y anticipó que, por esa razón, “la idea es que la muestra circule por las distintas provincias”.

En declaraciones radiales, Barañao anunció que el año que viene Tecnópolis reabrirá para vacaciones de invierno y se mostró más que satisfecho por la enorme convocatoria que la muestra suscitó. “Fue realmente algo que colmó todas las expectativas, la visitaron 4,5 millones de personas. Casi la décima parte de la población del país pasó por la muestra”, resaltó y agregó que por esta razón “la idea es que haya algún tipo de muestra que circule, probablemente haya unos módulos que puedan ser transportados y mostrados en distintas provincias. Pero esto se arreglará con las autoridades de las distintas ciudades”.
Sobre el desarrollo de ciencia, Barañao dijo que el balance “es altamente positivo”, y señaló que “en cuatro años de gestión de este ministerio, que es nuevo, hubo que crear y al mismo tiempo tuvimos que innovar en cuanto a la manera de promover la ciencia argentina”.

Fuente: Publicado en Tiempo Argentino de la edición del 29 de noviembre del 2011.

Dos modelos en pugna.

Un análisis sobre los diversos sectores y grupos sociales dominantes, sus acciones, actuaciones históricas y sus luchas por imponer sus intereses corporativos.

Cuando hablamos de los sectores y de grupos de intereses dominantes, esos que históricamente fracasaron en el sentido de que no estuvieron nunca a la altura de las circunstancias para traer el desarrollo y el bienestar de las mayorías (de ahí es posible explicar la reacción de los trabajadores en las distintas etapas de la historia, sus luchas y reivindicaciones por la inclusión y el posible bienestar) hay que ser muy cuidadosos porque son muchos los mal entendidos, las fábulas y mitos que se tejen alrededor de esos factores de poder que también desde siempre buscaron condicionar la democracia y la marcha histórica de las mayorías en pos de la mejoría de las condiciones de vida de todos. Esos son grupos y factores de poder altamente concentrados que además conspiran contra el régimen político democrático (a veces desde las sombras otras veces lo hacen abiertamente lo que depende de la evolución de la lucha entre los sectores, los grupos e incluso clases sociales) lo hacen porque en realidad ellos no tienen ningún compromiso real con el régimen político democrático desde el momento en que sus intereses son minoritarios en términos sociales. Son esos grupos de poder los que siempre militaron en contra del libre desenvolvimiento de las mejores facultades de los hombres, del trabajador emancipado. Son los que en muchos momentos de la historia apoyaron golpes de Estado, fraudes electorales, la clasificación del voto o la marginación de la mujer de la vida política para así seguir defendiendo sus formas de vida y privilegios. Por eso, cuando nos referimos a las dictaduras de seguridad nacional que por los años '70 se impusieron en nuestros países, hay que aclarar que éstas además de plantear la idea muy reaccionaria del enemigo interno, fueron dictaduras cívico-militares donde por lo tanto es incorrecto hablar exclusivamente de su carácter “militar” que desde siempre le adjudicó el discurso de los dominantes y sus medios de comunicación. Eso significa quedarse a mitad del camino de la verdad. Hablar del carácter meramente militar de las dictaduras es excluir parte de nuestra memoria, es ocultar lo que pasó, la verdad e incluso significa obstaculizar la posibilidad de hacer justicia en favor de las víctimas de esas dictaduras. Por el contrario, hay una realidad insoslayable: las dictaduras de seguridad nacional fueron preparadas, planificadas y perpetradas con la participación de importantes sectores y actores civiles ligados y representantes de los factores y grupos de poder dominantes, que además fueron determinantes para su consumación y sus consecuencias en el ámbito de los derechos humanos, en el ámbito de la definición del sistema económico e imposición del neoliberalismo como un régimen de exclusión de las mayorías.
Esos sectores y grupos de poder- que controlan importantes factores de la economía aún bajo los regímenes nacionales y populares- tienen como principal actor a las empresas más concentradas, las más transnacionalizadas y las que más evaden el pago de impuestos porque responden a intereses que poco tiene relación con el desarrollo de nuestros países y sus capacidades porque están fuertemente ligados al carácter especulativo y financiero de la lógica del neoliberalismo. Por eso, ellos juegan con el dólar, por eso intentan boicotear los gobiernos populares como lo hicieron en otras épocas con cada avance de los trabajadores en el ámbito social, económico o político. Pese a que la mayoría de los ejecutivos de esas empresas- que responden a los intereses más concentrados- en realidad la mayor parte de las veces evitan confrontar de manera directa con los gobiernos populares más aún cuando éstos se cansan de ganar elecciones, tampoco son capaces de renunciar a la pretensión de fijar la agenda de los temas socialmente importantes para las mayorías como lo es la cuestión de la definición de las políticas económicas, del presupuesto, del rol que le compete al sector público en el desarrollo del país o de un proyecto integral de país. De esa manera lo que buscan los especuladores financieros es sacar provecho de maniobras de corto plazo y obtener ventajas sectoriales que van contra la producción nacional, contra el mercado interno y la inclusión social. Intentan controlar el tipo de cambio- juegan con el dólar- y entonces quieren forzar una devaluación en favor de intereses propios, sectoriales, lo que en definitiva acarrea la pérdida del poder adquisitivo del salario y presión inflacionaria que siempre va en contra del consumo popular.
En el caso de Argentina y del triunfo electoral contundente logrado el 23 de octubre por la Presidente, el temor de los grupos de intereses en general, que apuestan a las finanzas y la especulación, es que, con el apoyo popular logrado ese 23 de octubre, la misma Presidente radicalice la marcha de las reformas, del propio régimen popular, de inclusión social, a través de las reformas legales que fondeen la banca de largo plazo destinada a las viviendas, al crédito a las pymes y a las exportaciones, así como a acotar las superganancias de una banca comercial como la actual que tiene el 95% de los créditos destinados al consumo y cuyos rubros principales son los autos, viajes, electrodomésticos. Por lo mismo, está a la orden del día la necesidad de la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central para poder continuar en el camino del crecimiento, del desarrollo, de la inclusión social y desde ahí el pleno respeto por los derechos humanos. La pelea es cuerpo a cuerpo, con todos los recursos que generosamente nos entrega el régimen democrático. O seguimos avanzando o nos quedamos donde estamos e incluso a partir de esa postura (que también es un clara definición política, estratégica e ideológica) hasta podríamos retroceder. Sin embargo, la Presidente ya lo dijo: tenemos que ir siempre por más y nunca menos. Esa es la tarea actual. En los hechos, la resistencia de las multinacionales a reinvertir ganancias es una constante que describe el comportamiento de la cúpula formada por las 500 firmas de mayor peso, universo donde casi dos tercios son compañías controladas por capitales extranjeros, que siempre atentaron contra el desarrollo de los países estructuralmente dependientes y periféricos. La tendencia, que es histórica y paralela a la remisión de utilidades, se agudiza incluso en algunos períodos concretos, aún cuando los beneficios que consiguen esos factores de poder es más que significativo como bajo los regímenes populares que apuestan por la producción, el crecimiento y el desarrollo del mercado interno. Así, el capital más concentrado, lejos de acompañar con sus recursos la recuperación y el posterior crecimiento de nuestros países (una vez que estos abandonan los paradigmas y tesis, políticas y estrategias centrales de la timba especulativa y financiera de los grupos neoliberales), se mueve en una dirección contraria al conjunto de la economía. Lo que buscan es una devaluación, buscan que el sector público vuelva a esa antigua práctica, que tanto daño nos hizo como países periféricos, del endeudamiento en los mercados globales.
Sin embargo, las debilidades de esos sectores de poder también son cuantiosas. En primer lugar, son grupos ologipólicos que no tienen ningún interés por la democracia y el bienestar de los trabajadores y hoy, en las actuales condiciones de cambios y reformas, los sectores populares perciben esa falta de interés que tiene bases estructurales, racionales y también lógicas. Además, son grupos minoritarios que en la medida en que no pueden dar a conocer de manera directa sus fines y sus razones primeras, tampoco pueden contar con ningún dirigente político de la derecha que de la cara ni ninguna entidad empresarial, ni siquiera la que representa a los bancos globales. Finalmente, en la medida en que los trabajadores aprenden de manera cotidiana a movilizarse en beneficio de los intereses de las mayorías, y así consolidan la democracia popular, de gestión de los trabajadores y reivindicación de la cultura del pueblo, las reglas de juego cambian en favor del bienestar de las mayorías lo que solo puede ir contra los intereses de los factores de poder más reaccionarios. En esas circunstancias, se producen medidas para redistribuir los ingresos en favor de la industrialización, de la educación y de la inclusión de los sectores sociales más desprotegidos en términos estructurales. Entonces, en esta etapa de la historia de los regímenes populares dentro de Latinoamérica puedo afirmar que claramente existe un inevitable choque entre el humanismo militante, entre los nuevos cambios y transformaciones en el sentido de un auténtico progresismo que puede tomar diversas formas y denominaciones (el socialismo del siglo XXI en Venezuela o el kirchnerismo en Argentina), entre una cultura del amor por el prójimo, por la preocupación, por el bienestar del otro y que de manera cotidiana se abre paso a pesar del boicot de los grupos de poder, que se abre paso digo, y esa otra cultura de los sectores dominantes, una cultura de un odio profundo por los trabajadores y sus necesidades y urgencias. Una cultura y una lógica de poder que sin embargo niega de su decrepitud y resiste el cambio.
Eso felízmente no nos ha imposibilitado hasta hoy poder construir, como trabajadores protagonistas de los cambios, un tiempo histórico signado por la construcción y por la reparación de derechos, junto con la central y siempre significativa y estratégica recuperación de la acción política como factor de poder y de cambios que se acompaña de un nuevo rol del sector público en los asuntos que nos involucran a todos como colectividad. En el caso de Argentina, el kirchnerismo, expresión actualizada del movimiento nacional y popular que viene de la época del primer peronismo, le cabe el logro de haber reposicionado el sentido de la política y la democracia con más inclusión social y más integración latinoamericana. Le cabe darle un nuevo sentido a la idea de la Patria Grande y de la recuperación de los derechos y dignidad de todos los que de una o de otra manera vivimos de un jornal. Todos somos trabajadores decía Perón y no se equivocó. Pero, hay que tener en cuenta en esta etapa de la historia que al kirchnerismo nada le vino gratis, sin lucha. Es decir, todo lo que hoy tenemos, todos los logros, los avances y la reivindicación del país de la produdcción, lo construyó con su propio esfuerzo y saber. Se construyó con marchas y contramarchas, con compromiso pero también con la traición de esos que nunca están a la altura de las circunstancias que la historia les reclama. Lo importante es que, en la medida en que el crecimiento y el desarrollo- conjuntamente con la inclusión social que conllevan las políticas públicas de los regímenes populares- son financiados con recursos propios, con recursos generados por la producción, el mercado, el consumo y el ahorro interno, nos hace artífices de nuestro propio destino, de nuestro futuro, de nuestras batallas y de la satisfacción de nuestras urgencias. Entonces, dada esa nueva manera de hacer las cosas, ahora el chantaje histórico de los dominantes solo puede retroceder ante el avance de lo que en otra época llamaron aluvión zoológico. Ya estamos en condiciones de poder definir categórica y democráticamente cuál es el modelo de país vigente y el que queremos construir en términos políticos, en términos económicos y sociales, que además conlleva la dignidad de ser una construcción cultural colectiva.
¿Qué cambió en este otro escenario? Lo que ni más ni menos cambió en países como Argentina, en otros como Bolivia, Ecuador o Venezuela fue la matriz económica, la lógica de las políticas públicas a implementar por los gobiernos y el sector público lo que implica el compromiso por un régimen político mucho más democrático en el ámbito político, mucho más justo en el ámbito social, soberano en lo que respecta a la economía y popular en el aspecto de la cultura.

Referencias bibliográficas:

Anguita, Eduardo: “Nada más cobarde que el dólar” Publicado en Miradas al sur de la edición del 13 de noviembre de 2011.
Gabriel Bencivengo y Graciela Pérez: “¿Un dólar, un voto?” Publicado en Miradas al sur de la edición del 13 de noviembre de 2011.
Walter Goobar: “La vuelta al mundo en una década” Publicado en Miradas al sur de la edición del 13 de noviembre de 2011.
Giles, Jorge: “Artífices de nuestro propio destino” Publicado en Miradas al sur de la edición del 13 de noviembre de 2011.

Autor: Alfredo A. Repetto Saieg.

Subiendo a la superficie la discusión del traspaso del subte.

Por qué el gobierno porteño teme hacerse cargo. Mientras la gestión PRO se resiste a recibir la administración del subte, los expertos coinciden en un plan de transporte integral para el área metropolitana.

Esta semana sólo se aportó a la confusión en torno de la discusión sobre quién se va a quedar con el manejo y la administración del subte. Desde el Gobierno de la Ciudad primero se pidieron subsidios, después un plazo de seis años para definir el traspaso y, sobre el final, el titular de Subtes Buenos Aires (Sbase), Juan Pablo Piccardo, aseguró que “en un par de semanas” se podría concretar el traspaso.
No deja de ser sorprendente la reticencia de las autoridades porteñas, aunque ya habían rechazado el traspaso en el 2008, apenas asumió Mauricio Macri. Si por entonces se sobrentendía que no estaban preparados para asumir la responsabilidad, ahora ya pasaron cuatro años. Como sea, nadie quiere arriesgar sobre los motivos del rechazo PRO, pero se especula. Porque no es normal que un distrito no quiera una herramienta que le pertenece. Ni que no se conozcan los números concretos del traspaso, lo que para los especialistas se debe a la falta de una autoridad integrada, con representación de todos los distritos que intervienen en la traza de los transportes públicos, tal como reclaman todos los expertos.
“No hay dudas de que el subte le pertenece a la Ciudad de Buenos Aires –afirma el delegado gremial del subte, Néstor Segovia–. Los trabajadores lo sabemos porque cuando peleábamos por las seis horas de trabajo, fue el jefe de Gobierno de la Ciudad el que vetó el proyecto de ley.” Segovia asegura que lo sorprendió que el gobierno del PRO ahora se quejara de las condiciones en que está el servicio cuando siempre había rechazado los reclamos de los trabajadores. Puesto a tratar de explicar las motivaciones, rechaza de plano que el servicio dé pérdida, tal como hacen trascender las autoridades que se acostumbraron a los subsidios. Antes de que el subte fuera concesionado, “el Gobierno de la Ciudad, con lo que recaudaba del subte le pagaba a la Policía, a los maestros, en fin, era muy rentable hace 30 años atrás”, subraya el delegado, aunque puede arriesgar el motivo oculto del rechazo del macrismo. “Hay un problema hoy en el subte, que es que están haciendo estaciones y no tenemos trenes. Dentro de poco va a haber dos nuevas estaciones en la línea B y no están los trenes.” Para colmo, Segovia confiesa que el mercado internacional estará parado por un tiempo y como la Argentina no produce sus propios trenes quedará condenada a conseguir formaciones de descarte. El reclamo de una industria ferroviaria propia, junto a la autoridad de transporte metropolitana, es otro reclamo habitual.
El sistema de tranporte no abarca un sólo distrito y de ninguna manera puede estar desarticulado. El área metropolitana abarca la Ciudad de Buenos Aires y otros cuarenta y dos municipios. Su sistema de transporte está compuesto por líneas de trenes, de colectivos y de subtes, entre los que hay de jusrisdicción nacional, provincial y municipal. Estos últimos son los que no salen de un sólo distrito, como el subte.
Según un exhaustivo informe elaborado por la Secretaría de Transporte de la Nación, el subte lleva al 7% de los pasajeros de ese sistema, llegando al 11% si se cuenta los que combinan medios de transporte. Los colectivos se ocupan del 83%. Del total de la gente que viaja todos los días, un 65% lo hace para ir a trabajar y, casi un 33% utiliza el subte aún cuando tiene automóvil, lo que demuestra que además tiene un impacto positivo en la crisis de tránsito que agobia a la Ciudad.
En un día hábil típico, los pasajeros del sistema de subte, incluido el premetro, oscilan entre 800 mil y un millón. Las líneas B y D, con el 30% cada una, son las que más gente trasladan. Matizando en parte un argumento de la gestión PRO, no son tan “de otros lados” quienes viajan en el subte. El 72,5% de la totalidad de los viajes los hace gente que parte de y llega a la Capital Federal. Un 27% une Capital con algún distrito provincial y sólo el 0,5% usa el subte para moverse entre distritos provinciales.
“Claramente es un servicio públicio de jurisdicción de la Ciudad, que no tendría sentido solamente para sus habitantes, pero de cuya generación la Ciudad saca beneficios y no tiene impacto negativo en la superficie”, opina Inés Schmidt, especialista en transporte masivo. La técnica afirma que “no importa quién lo gestione, y esto lo puedo decir porque yo ya en el ’87 lo dije, si es público o privado, si su función siempre es de servicio público”. La especialista enseña que el transporte “tiene que asegurar el movimiento y desplazamiento de las personas, para resolver todos los aspectos de su vida: ir al trabajo, al hospital, a recrearse... Y se define como tal cuando las personas tienen conocimiento y pueden programar o definir su estrategia de viaje”.
Por el lado de la sintonía fina, Schmidt piensa que hay dos cosas pendientes, igual de importantes. Por un lado, la iniciativa emprendida de dejar de subsidiar empresas (oferta) para pasar a subsidiar pasajeros (demanda). Al mismo tiempo la especialista considera que la consolidación de una “autoridad del Transporte del área metropolitana” es algo de lo que se habla “desde hace muchos años” sin que se haya concretado. Para Schmidt, la estructura federal existente fundamenta la necesidad de crear un espacio institucional en el cual “se debatan las políticas de transporte y en el que todas las jurisdicciones estén representadas, que les llegue de manera igualitaria a los intendentes del Gran Buenos Aires”.
Otro especialista en el tema, independiente, pero que en las última elecciones colaboró con Proyecto Sur, Jorge de Mendonça, coincide conSchmidt: “Falta coherencia de planeamiento territorial metropolitano. Cada uno hace lo que se le canta, cada municipio, hasta cada barrio diría. No hay armonía, entonces cualquier cosa va a estar mal”.
De Mendonça explica que el modo de pensar en el transporte público es primero ocuparse de la planificación territorial y luego el transporte.
“Tiene que haber coherencia territorial con y entre los municipios junto con la Ciudad de Buenos Aires”, y eso se conseguirá cuando se funde “la autoridad metropolitana”. Por temor a que la palabra “autoridad” suene mal, el especialista detalla que ese organismo que reclaman muchos “tiene que ser un consorcio, en el que los actores principales deberían ser los municipios, debe respetarse la autonomía municipal y la de la ciudad de Buenos Aires, y el Estado nacional debe estar respaldando las decisión con fondos. Tiene que ser una figura colectiva, que responda a los objetivos territoriales, que son económicos, sociales y políticos”. De Mendonça arriesga que el problema “no son los negocios, sino la falta de conocimiento” que hay entre los funcionarios. Para el especialista, eso sucede desde que “la política se deshizo de los técnicos. La dictadura consiguó eso a través de mensajes del tipo ‘Yo vengo sólo a estudiar, no a hacer política’. Es mentira, el técnico, el planificador, tiene que tener en su cabeza pensamiento político”.

Fuente: Long, Diego. Publicado en Miradas al Sur de la edición del 27 de noviembre del 2011.