viernes, 2 de diciembre de 2011

Dos modelos en pugna.

Un análisis sobre los diversos sectores y grupos sociales dominantes, sus acciones, actuaciones históricas y sus luchas por imponer sus intereses corporativos.

Cuando hablamos de los sectores y de grupos de intereses dominantes, esos que históricamente fracasaron en el sentido de que no estuvieron nunca a la altura de las circunstancias para traer el desarrollo y el bienestar de las mayorías (de ahí es posible explicar la reacción de los trabajadores en las distintas etapas de la historia, sus luchas y reivindicaciones por la inclusión y el posible bienestar) hay que ser muy cuidadosos porque son muchos los mal entendidos, las fábulas y mitos que se tejen alrededor de esos factores de poder que también desde siempre buscaron condicionar la democracia y la marcha histórica de las mayorías en pos de la mejoría de las condiciones de vida de todos. Esos son grupos y factores de poder altamente concentrados que además conspiran contra el régimen político democrático (a veces desde las sombras otras veces lo hacen abiertamente lo que depende de la evolución de la lucha entre los sectores, los grupos e incluso clases sociales) lo hacen porque en realidad ellos no tienen ningún compromiso real con el régimen político democrático desde el momento en que sus intereses son minoritarios en términos sociales. Son esos grupos de poder los que siempre militaron en contra del libre desenvolvimiento de las mejores facultades de los hombres, del trabajador emancipado. Son los que en muchos momentos de la historia apoyaron golpes de Estado, fraudes electorales, la clasificación del voto o la marginación de la mujer de la vida política para así seguir defendiendo sus formas de vida y privilegios. Por eso, cuando nos referimos a las dictaduras de seguridad nacional que por los años '70 se impusieron en nuestros países, hay que aclarar que éstas además de plantear la idea muy reaccionaria del enemigo interno, fueron dictaduras cívico-militares donde por lo tanto es incorrecto hablar exclusivamente de su carácter “militar” que desde siempre le adjudicó el discurso de los dominantes y sus medios de comunicación. Eso significa quedarse a mitad del camino de la verdad. Hablar del carácter meramente militar de las dictaduras es excluir parte de nuestra memoria, es ocultar lo que pasó, la verdad e incluso significa obstaculizar la posibilidad de hacer justicia en favor de las víctimas de esas dictaduras. Por el contrario, hay una realidad insoslayable: las dictaduras de seguridad nacional fueron preparadas, planificadas y perpetradas con la participación de importantes sectores y actores civiles ligados y representantes de los factores y grupos de poder dominantes, que además fueron determinantes para su consumación y sus consecuencias en el ámbito de los derechos humanos, en el ámbito de la definición del sistema económico e imposición del neoliberalismo como un régimen de exclusión de las mayorías.
Esos sectores y grupos de poder- que controlan importantes factores de la economía aún bajo los regímenes nacionales y populares- tienen como principal actor a las empresas más concentradas, las más transnacionalizadas y las que más evaden el pago de impuestos porque responden a intereses que poco tiene relación con el desarrollo de nuestros países y sus capacidades porque están fuertemente ligados al carácter especulativo y financiero de la lógica del neoliberalismo. Por eso, ellos juegan con el dólar, por eso intentan boicotear los gobiernos populares como lo hicieron en otras épocas con cada avance de los trabajadores en el ámbito social, económico o político. Pese a que la mayoría de los ejecutivos de esas empresas- que responden a los intereses más concentrados- en realidad la mayor parte de las veces evitan confrontar de manera directa con los gobiernos populares más aún cuando éstos se cansan de ganar elecciones, tampoco son capaces de renunciar a la pretensión de fijar la agenda de los temas socialmente importantes para las mayorías como lo es la cuestión de la definición de las políticas económicas, del presupuesto, del rol que le compete al sector público en el desarrollo del país o de un proyecto integral de país. De esa manera lo que buscan los especuladores financieros es sacar provecho de maniobras de corto plazo y obtener ventajas sectoriales que van contra la producción nacional, contra el mercado interno y la inclusión social. Intentan controlar el tipo de cambio- juegan con el dólar- y entonces quieren forzar una devaluación en favor de intereses propios, sectoriales, lo que en definitiva acarrea la pérdida del poder adquisitivo del salario y presión inflacionaria que siempre va en contra del consumo popular.
En el caso de Argentina y del triunfo electoral contundente logrado el 23 de octubre por la Presidente, el temor de los grupos de intereses en general, que apuestan a las finanzas y la especulación, es que, con el apoyo popular logrado ese 23 de octubre, la misma Presidente radicalice la marcha de las reformas, del propio régimen popular, de inclusión social, a través de las reformas legales que fondeen la banca de largo plazo destinada a las viviendas, al crédito a las pymes y a las exportaciones, así como a acotar las superganancias de una banca comercial como la actual que tiene el 95% de los créditos destinados al consumo y cuyos rubros principales son los autos, viajes, electrodomésticos. Por lo mismo, está a la orden del día la necesidad de la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central para poder continuar en el camino del crecimiento, del desarrollo, de la inclusión social y desde ahí el pleno respeto por los derechos humanos. La pelea es cuerpo a cuerpo, con todos los recursos que generosamente nos entrega el régimen democrático. O seguimos avanzando o nos quedamos donde estamos e incluso a partir de esa postura (que también es un clara definición política, estratégica e ideológica) hasta podríamos retroceder. Sin embargo, la Presidente ya lo dijo: tenemos que ir siempre por más y nunca menos. Esa es la tarea actual. En los hechos, la resistencia de las multinacionales a reinvertir ganancias es una constante que describe el comportamiento de la cúpula formada por las 500 firmas de mayor peso, universo donde casi dos tercios son compañías controladas por capitales extranjeros, que siempre atentaron contra el desarrollo de los países estructuralmente dependientes y periféricos. La tendencia, que es histórica y paralela a la remisión de utilidades, se agudiza incluso en algunos períodos concretos, aún cuando los beneficios que consiguen esos factores de poder es más que significativo como bajo los regímenes populares que apuestan por la producción, el crecimiento y el desarrollo del mercado interno. Así, el capital más concentrado, lejos de acompañar con sus recursos la recuperación y el posterior crecimiento de nuestros países (una vez que estos abandonan los paradigmas y tesis, políticas y estrategias centrales de la timba especulativa y financiera de los grupos neoliberales), se mueve en una dirección contraria al conjunto de la economía. Lo que buscan es una devaluación, buscan que el sector público vuelva a esa antigua práctica, que tanto daño nos hizo como países periféricos, del endeudamiento en los mercados globales.
Sin embargo, las debilidades de esos sectores de poder también son cuantiosas. En primer lugar, son grupos ologipólicos que no tienen ningún interés por la democracia y el bienestar de los trabajadores y hoy, en las actuales condiciones de cambios y reformas, los sectores populares perciben esa falta de interés que tiene bases estructurales, racionales y también lógicas. Además, son grupos minoritarios que en la medida en que no pueden dar a conocer de manera directa sus fines y sus razones primeras, tampoco pueden contar con ningún dirigente político de la derecha que de la cara ni ninguna entidad empresarial, ni siquiera la que representa a los bancos globales. Finalmente, en la medida en que los trabajadores aprenden de manera cotidiana a movilizarse en beneficio de los intereses de las mayorías, y así consolidan la democracia popular, de gestión de los trabajadores y reivindicación de la cultura del pueblo, las reglas de juego cambian en favor del bienestar de las mayorías lo que solo puede ir contra los intereses de los factores de poder más reaccionarios. En esas circunstancias, se producen medidas para redistribuir los ingresos en favor de la industrialización, de la educación y de la inclusión de los sectores sociales más desprotegidos en términos estructurales. Entonces, en esta etapa de la historia de los regímenes populares dentro de Latinoamérica puedo afirmar que claramente existe un inevitable choque entre el humanismo militante, entre los nuevos cambios y transformaciones en el sentido de un auténtico progresismo que puede tomar diversas formas y denominaciones (el socialismo del siglo XXI en Venezuela o el kirchnerismo en Argentina), entre una cultura del amor por el prójimo, por la preocupación, por el bienestar del otro y que de manera cotidiana se abre paso a pesar del boicot de los grupos de poder, que se abre paso digo, y esa otra cultura de los sectores dominantes, una cultura de un odio profundo por los trabajadores y sus necesidades y urgencias. Una cultura y una lógica de poder que sin embargo niega de su decrepitud y resiste el cambio.
Eso felízmente no nos ha imposibilitado hasta hoy poder construir, como trabajadores protagonistas de los cambios, un tiempo histórico signado por la construcción y por la reparación de derechos, junto con la central y siempre significativa y estratégica recuperación de la acción política como factor de poder y de cambios que se acompaña de un nuevo rol del sector público en los asuntos que nos involucran a todos como colectividad. En el caso de Argentina, el kirchnerismo, expresión actualizada del movimiento nacional y popular que viene de la época del primer peronismo, le cabe el logro de haber reposicionado el sentido de la política y la democracia con más inclusión social y más integración latinoamericana. Le cabe darle un nuevo sentido a la idea de la Patria Grande y de la recuperación de los derechos y dignidad de todos los que de una o de otra manera vivimos de un jornal. Todos somos trabajadores decía Perón y no se equivocó. Pero, hay que tener en cuenta en esta etapa de la historia que al kirchnerismo nada le vino gratis, sin lucha. Es decir, todo lo que hoy tenemos, todos los logros, los avances y la reivindicación del país de la produdcción, lo construyó con su propio esfuerzo y saber. Se construyó con marchas y contramarchas, con compromiso pero también con la traición de esos que nunca están a la altura de las circunstancias que la historia les reclama. Lo importante es que, en la medida en que el crecimiento y el desarrollo- conjuntamente con la inclusión social que conllevan las políticas públicas de los regímenes populares- son financiados con recursos propios, con recursos generados por la producción, el mercado, el consumo y el ahorro interno, nos hace artífices de nuestro propio destino, de nuestro futuro, de nuestras batallas y de la satisfacción de nuestras urgencias. Entonces, dada esa nueva manera de hacer las cosas, ahora el chantaje histórico de los dominantes solo puede retroceder ante el avance de lo que en otra época llamaron aluvión zoológico. Ya estamos en condiciones de poder definir categórica y democráticamente cuál es el modelo de país vigente y el que queremos construir en términos políticos, en términos económicos y sociales, que además conlleva la dignidad de ser una construcción cultural colectiva.
¿Qué cambió en este otro escenario? Lo que ni más ni menos cambió en países como Argentina, en otros como Bolivia, Ecuador o Venezuela fue la matriz económica, la lógica de las políticas públicas a implementar por los gobiernos y el sector público lo que implica el compromiso por un régimen político mucho más democrático en el ámbito político, mucho más justo en el ámbito social, soberano en lo que respecta a la economía y popular en el aspecto de la cultura.

Referencias bibliográficas:

Anguita, Eduardo: “Nada más cobarde que el dólar” Publicado en Miradas al sur de la edición del 13 de noviembre de 2011.
Gabriel Bencivengo y Graciela Pérez: “¿Un dólar, un voto?” Publicado en Miradas al sur de la edición del 13 de noviembre de 2011.
Walter Goobar: “La vuelta al mundo en una década” Publicado en Miradas al sur de la edición del 13 de noviembre de 2011.
Giles, Jorge: “Artífices de nuestro propio destino” Publicado en Miradas al sur de la edición del 13 de noviembre de 2011.

Autor: Alfredo A. Repetto Saieg.

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