viernes, 26 de agosto de 2011

Sorpresa anunciada: latía en todos lados.

El resultado de las elecciones primarias es una sorpresa anunciada. ¿Quién dudaba de que iba a ganar la Presidenta? Desde esa perspectiva, hay que reconocerle algo a sus opositores: participaron como buenos deportistas, para quienes lo importante no es ganar sino competir, porque sabían, de antemano, que quedaban relegados y pusieron –aseguran– lo mejor que tenían. Se trata de un mérito relativo y fútil, claro, porque la política no es un deporte y en toda elección cada candidato se mide, al fin de cuentas, consigo mismo. Lo que pasó esta vez fue, en todo caso, impactante. Lo que iba a pasar, pasó completamente.
Ganaba y ganó, ésa es la velocidad de los hechos sorprendentes. Era algo que latía en todos lados, más allá de las encuestas: iba a ganar, ganó, y sin embargo el resultado fue asombroso. Basta con ver la cara de algunos opositores para confirmarlo. El gesto del que dijo que el resultado es un llamado a la reflexión –que esperamos que atienda– es elocuente. Los ademanes y frases de un candidato que le echa la culpa a otro porque perdieron los dos también da cuenta del desconcierto –y de que todos llevamos un niño adentro. Hubo buenos y malos perdedores– hasta uno, risueño, que no parecía consciente de la diferencia de votos con la que perdió. En lo personal, celebro la buena elección del Frente de Izquierda, no me dan nada de pena algunos hundimientos y en cuanto al resto, quizá lo mejor sea el silencio. Hablar de sus errores parece una redundancia.
Y lo realmente importante es, quizás, pensar en la causa de la sorpresa anunciada. Creo que Cristina Fernández de Kirchner cuenta con el voto de quienes ya la hubieran votado –ésa es la parte poco sorprendente de la sorpresa– y el de quienes antes no la hubieran votado –fue lo asombroso para muchos– porque habla de política y hace política. Hoy, cuando la palabra “gobierno” es reemplazada por la palabra “administración” o la palabra “gestión”, hace política.
Creo que ése, el de la política, es el lenguaje que la comunica con quienes son sus seguidores de siempre y con quienes empiezan a escuchar un lenguaje común.
Por ahora, la justa terminó. La ganadora supera a una contra que no pudo hacerle contra. Lo hace con la sobriedad de quien sabía que esto iba a pasar. También con la sonrisa de quien se siente sorprendida al confirmarlo, quizá no tanto por lo que pasó como por la emoción de vivirlo. El resto es octubre.

Fuente: Por Esther Cross. Publicado en Miradas al Sur de la edición del domingo 21 de agosto de 2011.

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