jueves, 22 de diciembre de 2011

Nuevas relaciones de fuerza.

Los cambios en la política nacional respecto a la nueva composición del Congreso de la Nación

Desde siempre, tanto en este país como en todos y por una cuestión de lógica en favor de la acumulación privada de capitales a cualquier costo por parte de los dueños de esos capitales, los que son pocos y tienen mucho- las élites de nuestros países- ansían quitarle cuanto poseen a los muchos que tienen poco o que no tienen nada. Nada que ganar, nada que acumular, nada que soñar, nada de nada. Este proceso empezó en realidad mucho antes de asumir el nuevo mandato de la Presidente, con la corrida al dólar y con los titulares siempre apócrifos, mentirosos y de segundas intenciones de los medios todavía hegemónicos. Sin embargo, la brecha entre esas élites, entre los que más tienen y los pobres (esos que no tienen nada de nada o apenas sí tienen muy poquito) sólo en Argentina y en otros países latinoamericanos conducidos por gobiernos populares pudo disminuir de forma considerable mientras se amplía en todos lados. Se amplía no por la crisis global y sus consecuencias (eso solo es así en una primera etapa, cuando todo estalla y se nos caen los paradigmas de los dominantes) sino por las políticas aplicadas para supuestamente resolver las causas de esa crisis en los países centrales lo que solo redunda en una profundización y agravamiento de las consecuencias de la crisis en cuestión. A pesar de todo lo anterior, los grupos de poder y sus élites insisten en el neoliberalismo, en las tesis y paradigmas del hambre, de la pobreza, de la exclusión y la marginación como si el tema no tuviera que ver en realidad con la inclusión o exclusión de los trabajadores del mercado de empleo, de los bienes de consumo o de la posibilidad misma de ejercer de manera concreta sus necesidades y derechos como ciudadanos. Entonces, en esta globalidad fuertemente neoliberal, que además es muy reaccionaria y competitiva, el paradigma democrático y humanista, que funda y da sostén ideológico, cultural y racional a las políticas democráticas y populaes, que definitivamente destierra la exclusión, la pobreza y en general las más graves consecuencias de la reacción de los neoliberales, necesita menos narcisistas descansados y más acción. Mucha más acción en favor de los trabajadores, sus familias y urgencias. Hay que prever así las jugadas de las élites y de los sectores opositores que los representan y que siempre buscan desestabilizar el régimen popular. De hecho, estudian el modo de colocar al país cerca de la crisis para hipotecar su porvenir. Incluso, ciertos sindicalistas conspiran para lograr ganancias futuras olvidándose de las condiciones en que el país y los propios sindicatos se encontraba, no tan lejos, por ahí a fines del 2001.
Tampoco tendríamos que olvidarnos de la Sociedad Rural y de todos sus lacayos, de sus reacciones y movilizaciones por ahí en marzo del 2008 cuando quisieron llevarse por delante a un gobierno democrático y popular, que insiste en la defensa del trabajo, la producción, la dignidad y la soberanía nacional. Cuando la situación política interna lo amerita (por ejemplo en relación a la necesidad de movilizarse durante ese conflicto en particular) no podemos dormirnos en los laureles ni podemos ir sólo unos cuantos a Plaza de Mayo (cosa que efectivamente no sucedió en relación con ese conflicto) porque nada más ni nada menos que el 72% de las 500 firmas líderes del país son controladas por capitales extranjeros que responden a intereses foráneos. A pesar de que en estos ocho años triplicaron las ganancias respecto del lapso 1990-2002, casi en plena convertibilidad, todavía codician más y más. Los avala la Ley de Inversiones Extranjeras y así giran al exterior todas y cada una de esas utilidades mientras que la rentabilidad para los bancos roza el 70% anual, de lo ya remitido durante el 2010 que superó en un 1100% la enviada en el 2003 al extranjero. Es decir, con el trabajo de los argentinos, con el esfuerzo nacional, de los grupos populares que históricamente siempre tuvieron todas las de perder, se está financiando la crisis de las economía de los países centrales. Sin embargo, hoy todo esto puede cambiar porque el país entra en una nueva etapa signada por la primacía política del gobierno de Cristina. Todo esto se puede limitar con el nuevo Congreso de mayoría oficialista y porque además la mayoría de estas corporaciones- que remiten sus utilidades al exterior- nunca cumplieron con su obligación de reinvertir ganancias en la economía nacional. Siempre se fugaron los capitales pero es legal. La diferencia es que ahora podría ser ilegal o por lo menos limitarse considerablemente.
A partir de ahora, la nueva relación de fuerzas definitivamente nos favorece políticamente y este no es un tema de menor cuantía, un tema de carácter técnico o económico sino que en primer lugar- como todo problema colectivo, que nos incumbe a todos y donde todos somos responsables de sus causas, consecuencias y eventuales resoluciones- es un tema profundamente político porque es la soberanía del país la que se juega. Es la lógica del nuevo régimen lo que está en juego, su estancamiento o, muy por el contrario, el avance y la consolidación de las razones de la cultura popular. Más tarde, quizá no haya chance de poder controlar esa tremenda fuga de capitales, ni tampoco la posibilidad de sancionar mediante reglas y normas impositivas. La seguridad jurídica y la gobernabilidad general del régimen político- que remite a ciertas definiciones centrales sobre el bien común, sobre las formas de crecimiento y desarrollo, necesariamente tiene que privilegiar al inversor, sea nacional o foráneo, que respeta las normas vigentes. Este es uno de los legados de Perón y de Kirchner que se manifiesta hoy en la movilización y participación de millones de militantes populares en todos los rincones de la Patria porque a estas alturas la palabra “Patria” se escribe con mayúsculas. Nunca la coacción y reacción, el movimiento y la presión oligopólica foránea puede obligar a que subordinemos el bienestar y la soberanía a la voracidad hegemónica de los grupos de intereses que hay detrás de esas corporaciones.
Lo importante es que dada esta nueva relación de fuerzas, el Frente para la Victoria y sus aliados políticos suman los votos necesarios en ambas cámaras como para lograr convertir en leyes los diversos proyectos del Ejecutivo y nada indica que el panorama se modifique de aquí a diciembre de 2013 cuando se renueve un tercio del Senado y la mitad de la Cámara de Diputados. A la oposición mediática y corporativa encabezada por el Grupo Clarín y La Nación esta nueva relación de fuerzas en favor del oficialismo los dejan en una situación por lo demás alarmante para sus intereses desde siempre minoritarios porque ya no podrán pensar en maniobras de fuerte impacto mediático como mantener a Martín Redrado atrincherado en el Banco Central o ya no podrán, en complicidad con los parlamentarios que les son afines, dejar al gobierno sin presupuesto nacional. Sólo le queda decir que el gobierno no quiere escuchar a la oposición cuando de lo que se trata es de efectivamente ejercer una mayoría que le fue confiada por el 54% del electorado. De ahí que el rumbo a seguir de ahora en más no puede ser otro que ahondar en el camino que empezamos a transitar en el 2003. Esta es una situación poco común en la historia de nuestros países y de la Argentina en particular porque además contamos con la ventaja de la juventud que lloró a su líder y que hoy banca con todas sus fuerzas al gobierno nacional. No me refiero sólo a La Cámpora sino también a los miles de jóvenes que no militan pero que votaron por este proyecto y que saldrán a la calle si la reacción busca otra vez imponerse por la fuerza. Cuenta con miles de jóvenes que fueron capaces de romper con el inmovilismo y el conformismo, con la falta de compromiso, el egoísmo y el individualismo que predicaron y predican hasta el cansansio los grupos de poder para mantenernos quietos, ahí no más.
Las cosas cambiaron y hoy la Presidente no lo es de las corporaciones sino de los trabajadores argentinos. Actualmente en Argentina manda una conductora política profundamente patriota que maneja sus tiempos con un talento político- estratégico donde todo está en su medida porque cada día se construye algo nuevo, se crean y se conquistan derechos en favor de los sectores socialmente mas vulnerables. Si surgen tensiones y presiones hay que reaccionar siempre en favor de esos sectores porque solo la genuina generación de empleos (y la custodia de éstos) nos conduce al crecimiento con equidad, nos conduce a la justicia social y a un desarrollo más armonioso y equilibrado en todos los aḿbitos.

Referencias bibliográficas:

Anguita, Eduardo: “Sesiones y épocas extraordinarias” en Miradas al Sur de la edición del 11/12/2011.
Alberto Daneri: “Las cartas sobre la mesa” en Tiempo Argentino de la edición del 16/12/2011.

Autor: Alfredo A. Repetto Saieg.

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