viernes, 4 de febrero de 2011

Análisis político de la semana:


La batalla comunicacional.

La reciente designación de J. Manuel Abal Medina al frente de la Secretaría de Comunicación Pública nos revela la importancia del contexto de lucha por la hegemonía popular en el ámbito de las comunicaciones.

La contundencia de la evolución económica y de la inclusión social que se muestra altamente exitosa en la Argentina actual, tiene que ser reivindicada por los sectores populares de cara a las elecciones presidenciales de este año porque en ellas, de una o de otra manera, el debate central es acerca del modelo de país en pugna que no puede ser un tema menor porque durante la etapa neoliberal, es decir, durante el régimen político más extremo del capitalismo y su necesidad de acumulación privada de capitales, no hubo límites a las ambiciones de los sectores dominantes, ni a sus extravagancias, ni a sus posturas ideológicas fuertemente reaccionarias porque simplemente hicieron lo que quisieron sin ningún tipo de consideraciones hacia los que quedaban marginados de la lógica del régimen. En otros términos, la aplicación de las políticas y medidas neoliberales en nuestros países resultaron experiencias demoledoras porque finalmente fortalecieron a los grupos de privilegios y concentraron la economía retrotrayéndola a niveles similares a los de fines del siglo XIX. Sin embargo, la lección histórica al respecto pareciera que no fue suficiente porque todavía hoy dan cátedra algunos de los intérpretes de esas políticas mientras continúan insistiendo con las mismas recetas. Todavía hoy reciben una importante adhesión de los sectores interesados en mantener sus privilegios y su posición dominante.
Las experiencias de Chile, y más recientemente de Perú, son el modelo que la oposición política al régimen popular se propone imitar y resaltar. Es decir, quieren un país previsible y prolijo para los intereses de los grupos económicos más concentrados, de intereses foráneos, que abogan por una seguridad jurídica que implica que el régimen continúe siendo garante central y exclusivo de los capitales privados, de los fondos buitres, de aquellos que no buscan la abolición de la guerra ni de la exclusión, la educación en el miedo, la explotación económica de los trabajadores y hasta la crueldad de un régimen capitalista que se pretende vital para nuestros intereses. Son esos que buscan que el régimen siga asegurando y resguardando las elevadas tasas de rentabilidad de los capitales privados. De lo que se trata es de practicar un dispositivo de fuerte disciplina social a través de políticas represivas contra el delito mientras que, al mismo tiempo, en el orden de las relaciones comerciales globales buscan restablecer alianzas estratégicas y comerciales con las naciones más poderosas bajo las condiciones de desigualdad que imperaron en el pasado. En cambio, los países que optaron por la inclusión logran deshacerse de las consecuencias más nefastas de las políticas típicas del neoliberalismo y su profunda indiferencia por el derecho a la vida de los trabajadores, en un plazo relativamente breve, pugnando a la par con los países centrales y con una mirada de profunda solidaridad y esperanza sobre los tiempos venideros que no tiene nada que ver con la hecatombe global causada por la crisis del neoliberalismo hegemónico en los países más desarrollados. Lo hacen como siempre supieron hacerlo los sectores, grupos y actores ligados al movimiento nacional y popular, es decir, de manera soberana, de forma inclusiva, pacífica, democrática e igualitaria porque de lo que se trata es de impedir la perpetuación de la pobreza y los beneficios de una producción meramente mecanicista. De lo que se trata es luchar contra las ideas contrarias, esas que fundan y racionalizan los hábitos de los grupos históricamente dominantes que son los responsables de la destrucción de todos los impulsos más humanos de los hombres, del deseo natural por las cosas posibles que son las que, en fin, hacen a nuestro propio bienestar.
En Argentina, ya les resulta imposible a la academia neoliberal y al fuste de los opositores negar que el peronismo, cuando es fiel a sus raíces históricas, es la respuesta política más eficaz y eficiente a las necesidades de los trabajadores. El peronismo en Argentina es el único movimiento político, político y cultural, profundamente inclusivo, que puede mostrar una vocación nacional por la justicia social junto a una decidida acción para reconstituir el concepto de Patria Grande. Mientras tanto, del otro lado están los lunáticos de todas las estirpes, esos que buscan reinstaurar el imperio de la ley y del orden que reafirma la especulación financiera contra la inversión social, la inversión pública y social, el ansia del poder de los dictadores, de espalda a los intereses de los trabajadores y el ansia de la vanidad que va contra la cultura de la inclusión. Es la política por otros medios, la de los sectores que no se conforman con perder sus posiciones de poder y de chantaje. De todas maneras, a no descuidarse porque ahí no más están, a la vuelta del mercado. Lo sabemos. Pero no les será nada fácil imponernos otra vez el automatismo de éste porque somos mayorías y luchamos, ahora nos movilizamos y nos conmovemos y comprometemos. Por las dudas, hay que entender que los opositores políticos al modelo nacional y popular, curtidos en el molde de Clarín y de las patronales del campo, son la plataforma de desembarco de la posible restauración neoliberal y que bajo ninguna circunstancia toleran que nuestro principal valor agregado sea tener pensamiento propio y al servicio de una mejor calidad de vida para todos. Son los que envidian cada uno de nuestros éxitos y avances.
No se rompió todavía de manera definitiva el neoliberalismo, es cierto. Pero se rompió la idea que teníamos del mundo, de los países centrales, del sistema comercial global y sus políticas de fuerte apertura y de liberalización comercial. Se rompió el régimen de las ideas erróneas, del impulso y del deseo menos natural y humanitario, se rompió la falta de esperanza, de un futuro más promisorio y la vocación por la indiferencia porque actualmente, de acuerdo a nuestra propia realidad construida al calor de la lucha por mejores formas de vida, de calidad de habitación (…) nos encontramos en una etapa decisiva donde están en juego dos modelos de país. Que además ya dejó de ser una cuestión, una discusión meramente abstracta o académica por las circunstancias políticas en juego. Somos protagonistas de una tremenda batalla cultural, que implica, entre otras cosas, redefinir el rol del régimen político y de sus correspondientes políticas públicas en favor de la inclusión social, la defensa de la ley de medios audiovisuales, el afianzamiento en las relaciones comerciales y culturales con países de la región y la generación de empleo de mayor y mejor calidad. Todos estos ejes son centrales porque confluyen en la definición de una batalla donde se enfrentan dos modelos de país. Uno excluyente donde sectores históricamente minoritarios pero muy poderosos tienden a la omnipotencia, a un ejercicio del poder desvirtuado por el ansia de poder y de dominio extremo, y otro inclusivo que sí logra vencer todos los obstáculos que se presentan a la profundización del régimen popular democrático. Así por lo menos lo demuestra la historia de los últimos años de nuestros países. Por lo mismo, es necesario generar un sentido común alternativo que sostenga las políticas que se llevan adelante. Para eso no alcanza un programa de televisión o un medio oficialista. En ese contexto, la llegada de Abal Medina a la Secretaría de Comunicación Pública significa, por un lado, mejorar la construcción de los relatos acerca del por qué de las políticas oficiales, de su lógica y trascendencia histórica mediante el empleo en simultáneo de todos los canales posibles de comunicación, ya sean publicitarios, periodísticos, de comunicación directa, u otros que estén al alcance de los sectores populares y, por otro lado, reunir en un único ámbito a los distintos organismos (que también viven su propia dispersión) que intervienen en el proceso comunicacional como, por ejemplo, Afsca, CNC, RTA, Télam, las señales de la TV Digital, de manera de buscar una centralización virtuosa en el sentido de profundizar en el proceso de cambio y de generación de nuevos medios de comunicación alternativos como la producción de contenidos.
Se busca así tener una relación más directa, democrática y nacional, de la cultura popular para desde ahí batallar palmo a palmo contra los fuegos de artificio de los medios masivos de comunicación en manos opositoras para reivindicar la lógica, la pulcritud y la eficiencia de las políticas oficiales y sus resultados concretos. El déficit asumido con la llegada del nuevo funcionario a la secretaría, sin embargo, tiene que ver con lo simbólico, es decir, con la necesidad de construir esos relatos en los que cada acción de gobierno y cada conflicto que se afronte aparezcan vinculados en una cadena de sentido, de lucha por la hegemonía ideológica y cultural, que logre movilizar y permear en los trabajadores. En ese contexto particular no es poco lo hecho hasta ahora aunque las batallas por la hegemonía política y cultural, base de un arte de lo posible que reivindica la cultura popular, nunca es suficiente porque los representantes del Apocalipsis virtual siempre están al acecho para seguir defendiendo sus granjerías y privilegios que legitiman sus modos de vida. Primero fue el fútbol para todos. Después vino la elección de la norma japonesa de televisión digital, cuando el apagón analógico todavía parecía una ilusión futurista. Más tarde le llegó el turno a la ley de medios, que tuvo que esperar por lo menos 30 años, y que además vio a luz a través del debate federal, de foros públicos y de un consenso civil inédito. Enseguida apareció la Televisión Digital Abierta. Más adelante fue el proyecto de acceso igualitario a la provisión de papel de diario. También llegaron las netbooks para los estudiantes secundarios, el plan Argentina Conectada y, de su mano, la democratización en el acceso a las nuevas tecnologías.
Finalmente, es importante políticamente destacar que las diversas políticas públicas vinculadas a la comunicación y la información son uno de los pilares básicos sobre los que asienta la gestión popular del gobierno de Cristina mientras que sus circunstancias democráticas y de inclusión pueden visualizarse claramente en las continuas batallas libradas contra el esquema de concentración monopólica de la propiedad de los medios masivos de comunicación que en su momento fue impulsado a través de las más diversas iniciativas que hicieron eje tanto en la convergencia tecnológica como en el fomento a medios con fines sociales y comunitarios, sin descuidar el diseño de un mejor escenario de competencia mucho más leal y en igualdad de condiciones para los operadores comerciales. Por lo mismo, el nombramiento de Abal Medina al frente de la Secretaría de Comunicación Pública busca consolidar la integración de un espacio que reivindique y sostenga la lógica política de las diversas medidas vigentes y aplicadas en la materia por el gobierno actual.

Alfredo A. Repetto Saieg.

Versión completa en:


Buenos Aires, Argentina, del 2011.

Referencias bibliográficas:

Rusell, Bertrand: “La conquista de la felicidad” Espasa- Calpe S. A, Madrid, España, 9ª edición, octubre de 1973.
Linari, Victoria: “La comunicación que se va y la que viene” en Diario Miradas al Sur de la edición del 23 de enero del 2011.
Bencivengo, Gabriel: “La experiencia argentina” en Diario Miradas al Sur de la edición del 23 de enero del 2011.
Balázs Francisco: “Inclusión social versus feudo- liberalismo” en Diario Miradas al Sur de la edición del 23 de enero del 2011.
Giles, Jorge: “EL mundo ya no es tan ancho y ajeno” en Diario Miradas al Sur de la edición del 23 de enero del 2011.


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