viernes, 30 de septiembre de 2011

La soberanía nacional y la Tercera Posición de Perón.

Los ejes centrales de la tercera posición planteada por Perón en un contexto de crisis de la hegemonía de Estados Unidos, del surgir de los regímenes populares y la reivindicación de la soberanía en Latinoamérica.

La era de la globalización en términos neoliberales con la hegemonía de Estados Unidos se acaba producto de sus propias contradicciones que hacen que todo el sistema comercial global entre en crisis. Lo que se vive, especialmente a partir de esa crisis financiera y especulativa- que luego se expande a la economía real, la de la producción de bienes transables-, es un tiempo de incertidumbre sobre las relaciones de poder que eventualmente redefina o reafirme los intereses de los centros de poder globales en su proceso de dominación sobre los pueblos estructuralmente dependientes de esos mismos centros de poder. La pérdida de la hegemonía de Estados Unidos (que está directamente ligada a la crisis económica que lo sacude) proporcionalmente implica mayor soberanía y potencia no sólo a China como futura primera economía a nivel global, sino que también provoca alianzas entre diversas naciones e implica además fortalecer los intereses soberanos y nacionales de nuestros pueblos, por lo menos los que nos regimos por gobiernos populares, de inclusión y profundamente democráticos. En ese contexto se fortalece nuestro bloque latinoamericano de la mano de nuevas instituciones como la Unasur, el Banco del Sur (…) En Latinoamérica por fin la globalización, que pretendió dar cuenta del sistema comercial global una vez finalizada la Guerra Fría, va quedando atrás como un pasado que no ha de volver y que se caracterizó por una voraz hegemonía de Estados Unidos. Fue la época de imposición del neoliberalismo, de su fin de la historia, de la lucha de clases o de la guerra de civilizaciones que nada tenían que ver con el antiguo liberalismo- del que se dicen exponentes- y que intentó sin éxito defender las banderas de la igualdad, la fraternidad y la libertad de los hombres y sus pueblos. Esa época arrancó con el mal llamado Consenso de Washington que permitió al capital financiero y a un grupo de grandes corporaciones con actividades muy diversificadas, derribar todas y cada una de las barreras que buscaban limitar los intereses y las consecuencias nefastas de la acumulación privada de capitales. En otras palabras, el neoliberalismo se constituye en la solución heroica y atroz de los grupos de poder dominantes para salir de la crisis de la caída de las tasa media de ganancias del capital que se produce en la década de los '70- '80. Desde ahora el gran dios de los neoliberales se eleva sobre nuestras conciencias y barre con todas las conquistas de los trabajadores, con sus empleos, su dignidad, con cada uno de sus valores y las directrices más racionales relativas al bien común.
En los '90 con la implosión definitiva del socialismo que realmente existió, el neoliberalismo ahora triunfante, dominante y hegemónico, suma a su lógica depredadora no sólo a la ex Unión Soviética sino también el Este europeo haciendo retroceder a los países periféricos. En Latinoamérica, el caso más emblemático y duro es el de México, que en 1994 se sumó al Nafta con un costo altísimo en materia de soberanía para hacerse responsable de su propio destino. El resto de los países de nuestra región no son la excepción y entraron, de diverso modo, en los planes y estrategias neoliberales. De hecho, las relaciones carnales en Argentina fue la viva expresión de la dependencia política, económica e ideológica del país respecto a los designios de Estados Unidos. El combo de las políticas de privatización de empresas nacionales, la desregulación de las finanzas, la desnacionalización del petróleo y de los recursos minerales en general, conjuntamente con el rol de prescindencia del sector público de los asuntos relacionados con los intereses y las urgencias vivas de los trabajadores, provocaron que en la década de los noventa fuera otra década perdida que convirtió a Latinoamérica en el contienente más desigual, es decir, el más injusto en el tema de la distribución de la riqueza.
Sin embargo, el sur en todos estos años de cambios y de paradigmas que reivindican los valores de la cultura popular está demostrando que existe. En estos años en que vuelve a insistirse en la integración de nuestros pueblos, el sur demuestra una vez más que existe y que está dispuesto a dar batalla. Es en ese contexto de integración y de nuevos paradigmas y valores en favor de los sectores populares y del cambio, que se vuelve interesante el análisis y la reivindicación histórica de la Terecera Posición en cuanto a las relaciones que construimos como región con los demás países que son parte de los intercambios comerciales globales. La Tercera Posición es una doctrina y una postura ideológica que hace frente al predominio y a la hegemonía de Gran Bretaña y de Estados Unidos, antes, durante y despúes de la Segunda Guerra Mundial. Por su parte, Perón fue un líder y dirigente político que siempre timoneó el régimen en función de las relaciones de fuerzas que se manifestaban en escenarios que son siempre variables y cambiantes. En esas condiciones surge la Tercera Posición que- pasado ya más de medio siglo de su aparición y frente al momento excepcional que vivimos para la unidad de Latinoamérica- es preciso entender en todas sus consecuencias. En fin, la postura de la Tercera Posición de Perón es identitaria y es constitutiva del proyecto nacional y popular que hoy construimos de la mano y bajo la conducción de Cristina Fernández de Kirchner, sus aliados políticos y las bases populares que la sostienen. En relación a la política exterior, la Tercera Posición se expresa en la construcción de ciertas instituciones regionales (que hacen a la soberanía de cada uno de nuestros pueblos) y que tienen que ver con organizaciones del tipo del Banco del Sur o de la Unasur. Esta última si bien necesita madurar bastante, hay que destacar que actuó con eficacia en un par de crisis, para nada menores, por las que atarvesó Latinoamérica en su pasado reciente. De hecho, jugó un rol central en la resolución del conflicto que se desató cuando Colombia bombardeó el norte de Ecuador para matar a Raúl Reyes. También tuvo un rol destacado en el caso de Bolivia cuando se produce un fuerte enfrentamiento de clases entre el Presidente Evo Morales- representantes de los sectores postergados- y los gobernadores opositores que amenazó con derivar en un conflicto armado.
Por otro lado, tenemos el Consejo de Defensa de la Unasur que es un instrumento clave sobre los temas de seguridad a nivel regional y que no tiene relación alguna con otras organizaciones como el Comando Sur que es conducido por Estados Unidos y que implica una política decvididamente imperialista e intervencionista en nuestras realidades nacionales. Ahora, los ministros de defensa latinoamericanos pueden dialogar sin la presencia de Estados Unidos lo cual es bastante importante porque no hay que olvidar que, entre otras muchas cosas, en las reuniones auspiciadas por Estados Unidos ellos siempre hacían lobby para que sus empresas vendieran armas. En ese contexto de integración regional, la relación bilateral entre Argentina y Brasil es, por el peso político y estratégico de cada uno, la matriz central de integración en el sur del continente. Por otro lado, en relación al Banco del Sur, éste hay que pensarlo en términos regionales. Es decir, es un paso más en la reafirmación de la Unasur como un bloque regional, que busca montar un escudo de defensa contra las crisis que pudieran venir desde los países centrales en las actuales condiciones. La Unasur así tiene como objetivo la integración donde el Banco del Sur es pensado desde la región y para la región. Es preciso entender que la formulación política e ideológica de la Tercera Posición planteada en su momento por Perón tiene una historia y constituye un antecedente fundamental para comprender por qué no es un dato menor la relación que crearon Argentina y Brasil para consensuar proyectos políticos regionales comunes. La Unasur, el Banco del Sur, las obras públicas del Sur y la cultura del Sur, no sólo remiten a los héroes de la independencia sino que tienen sus antecedentes centrales en los años de la Segunda Guerra Mundial y en la década posterior al fin de ese conflicto armado. Fue la época histórica de la participación en el Movimiento de Países No Alineados, del multilateralismo, del fortalecimiento del comercio con destinos no tradicionales y la promoción de exportaciones de origen industrial que se convirtieron en algunos de los ejes centrales de las políticas auspiciadas desde el régimen popular por el general Perón. Para esto, Perón no sólo alentó la participación y la movilización de los trabajadores sino que también abrió las puertas a lo que pretendía ser el rearmado de una burguesía con ambiciones de convertirse en una burguesía nacional. Por eso, todos los esfuerzos de las dictaduras cívico-militares desde 1955 en adelante tuvieron el propósito de borrar de la memoria histórica esa Tercera Posición y mostrar sumisión a los mandatos del Departamento de Estado de los Estados Unidos. La Tercera Posición es además una política constitutiva del peronismo en tanto que como movimiento inclusivo, democrático, profundamente popular y soberano, convoca y compromete a todos los trabajadores en el destino de grandeza de nuestros pueblos.
La Tercera Posición significó que la política exterior de Argentina se construía desde lo más pequeño a lo más grande, evitando por ejemplo los desbordes verborrágicos, aprendió a unir fuerzas y encontrar interlocutores hasta lograr recuperar sus luchas por conquistar la soberanía. Hoy, más allá de la dignidad y la soberanía recuperada, puede afirmarse que Argentina conquistó un nuevo lugar en el mundo como fruto de su proyecto nacional y popular íntimamente ligado a la mejor herencia del peronismo. Un proyecto nacional y popular que durante la crisis actual nos encuentra con una deuda saneada, con crecimiento económico y con robustez fiscal. Argentina hoy está muy bien posicionada. El país tuvo una posición clara en el G-20 y la mantiene como política de Estado: un modelo que se basa en el trabajo, de combatir los paraísos fiscales, de pedir la regulación del sistema financiero global y de afirmar la necesidad de que sea el sector público el que sostenga el crecimiento a través de diversos estímulos fiscales. Además, la Argentina hoy preside el foro G-77 mientras una cantidad no despreciable de países nos miran como ejemplo, es decir, como un país que enfrentó una crisis terminal, que salió de ella y que en el camino reestructuró su deuda, saneó sus cuentas e incluyó a los trabajadores tanto política, económica como culturalmente en el nuevo modelo popular.
Uno de los aportes más valiosos que la historia argentina le reconocerá al régimen político nacional, soberano y popular vigente y conducido por Cristina Fernández, es la restauración de la esperanza y la construcción del porvenir en un contexto de fuerte soberanía económica e independencia política para aplicar las medidas que el gobierno estime conveniente para el desarrollo- más sano y equilibrado- del país. Y en eso tiene mucho que ver la Tercera Posición como postura ideológica que reivindica la integración e independencia de nuestros pueblos. A partir de esas posiciones políticas y de las medidas económicas aplicadas desde el 2003 en adelante, hoy existe una certeza de bienestar general entre los trabajadores. Sin embargo, al mismo tiempo, existe un valor tan o más importante relacionado con la convicción de que nuestros hijos, las generaciones futuras, vivirán en un país mucho mejor que el que nos tocó vivir a nosotros. Un país con menos desempleo, con índices muy bajos de exclusión y de marginación, teniendo en cuenta que hace solo ocho años la ecuación era exactamente al revés. La única solución a la crisis y a la mejoría general de la situación precedente estaba en Ezeiza. Pero, ¿porqué volver siempre a lo mismo? La respuesta se simple: porque las ideas de los sectores neoliberales dominantes, sus políticas de desregulación de la economía, de la convertibilidad o de las privatizaciones de empresas, conjuntamente con la postura de enfriar la economía, son ideas que aún persisten entre los sectores de la oposición política que representan factores de poder altamente reaccionarios, conservadores y enquilosados en las estructuras del régimen político argentino. Cueste creerlo o no, todas esas ideas que alguna vez nos quebraron la vida y el futuro en los tiempos del neoliberalismo aún habitan entre nosotros, tienen nombre, tienen apellidos, intereses, usinas ideológicas, económicas y mediáticas.
Es necesario comprender que la degradación social del país fue directa consecuencia de las políticas implementadas por el neoliberalismo que aún hoy siguen defendiendo los grupos opositores que en realidad no es que no tengan un proyecto político, de hecho sí lo tienen, y ese proyecto es el de los neoliberales. El mismo que nos llevó a un descalabro en todos los sentidos. Mientras que, por el contrario, la recuperación y reivindicación de la política como herramienta de transformaciones, la inclusión social y la nueva lógica económica del régimen en favor del bien común, responden a las políticas implementadas desde los gobiernos de Néstor y Cristina de Kirchner. En otras palabras, el hecho de que aún hoy amplios sectores de la población reivindiquen un modelo de país que históricamente fracasó, significa que es necesario dar con todo la batalla cultural para dejar atrás los dogmas de los sectores y grupos más conservadores. Desde esa postura política se entiende y tiene sentido volver a las fuentes, reivindicar las ideas y los conceptos que hacen a la construcción de una lógica alternativa, democrática y popular. En ese sentido, la Tercera Posición es un ejemplo paradigmático al respecto.

Referencias bibliográficas:

Anguita, Eduardo: “La tercera posición ante la crisis global” Publicado en Miradas al Sur de la edición del 11 de septiembre del 2011.
Verduga, Damián: “El país y su rol en el mundo” Publicado en Miradas al Sur de la edición del 11 de septiembre del 2011.
Laudorio, Mara: “El mercado es una opción; pero no una necesidad” Publicado en Miradas al Sur de la edición del 11 de septiembre del 2011.
Giles, Jorge: “Cristina y la construcción del porvenir”. Publicado en Miradas al Sur de la edición del 11 de septiembre del 2011.

Autor: Alfredo A. Repetto Saieg.

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