viernes, 24 de diciembre de 2010

Análisis político de la semana:


Seguridad y derechos humanos.

En 120 días o tal vez antes se supone que el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires entregará a las autoridades del gobierno nacional y popular de Cristina la documentación relativa a los diversos planes que está dispuesto a llevar adelante respecto a la urbanización y la construcción de viviendas prometidos tras los episodios de Villa Soldati que terminaron por demostrar la inherente ineficiencia y aún la falta de criterio político del gobierno local respecto a ésta y todas las temáticas que afectan a los trabajadores de Buenos Aires. Si así sucediera, cosa que de acuerdo a los antecedentes del gobierno local dudo mucho, tomaría cuerpo la frase varias veces repetida por Aníbal Fernández en el sentido de que por cada peso que ponga la Ciudad, la Nación pondrá otro peso. En lo sustancial, esta frase del ministro condensa los puntos centrales del acuerdo entre ambos gobiernos, el nacional y el de la Ciudad de Buenos Aires, que permitió en parte destrabar la crisis, por lo menos lo más urgente de ésta. Este tema no es menor porque, en realidad, ¿qué pasaría si la gestión de Mauricio Macri, como hasta ahora y dado sus antecedentes de desprecio por lo público, desde la salud, pasando por la educación y el acceso a la vivienda, se empeña en no dedicar los recursos comprometidos para las políticas de acceso a la vivienda de los sectores más postergados? En ese sentido, y más allá de lo coyuntural, una vez más las causas estructurales del conflicto, es decir, el déficit habitacional de la ciudad de Buenos Aires, otra vez no serían resueltas. En este momento, Villa Soldati relativamente pacificado, desalojados los ocupantes de los terrenos del parque indoamericano, hecho el censo en tiempo récord por el Ministerio de Desarrollo Social del gobierno nacional y enviados unos 200 empleados para desmalezar, fumigar y cercar el parque, la única certeza brindada por el gobierno de la ciudad de Buenos Aires es típicamente macrista: “Vamos a poner cien metros de rejas por día”. Es decir, la prioridad política del gobierno local es la protección presunta de un espacio público, tal vez con pretensiones de negociados inmobiliarios por parte de Macri y los suyos, antes que la atención de los trabajadores más necesitados y vulnerables socialmente de la Villa 20 y espacios aledaños. Respecto de los pobladores de esas villas en particular, un dato relevante que salió del censo es que muchos de ellos en los últimos meses dejaron de recibir los subsidios del gobierno de la Ciudad, algunos de antigua data, y otros recientes, cobrados por ejemplo por parejas de pibes de 18 años con hijos. Entonces, quedan serias dudas sobre si Macri cumplirá o no con la parte del acuerdo con el gobierno nacional que permitió, de momento, destrabar el conflicto porque además hay que considerar el accionar político y la ideología del jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. En esas circunstancias, a 48 horas de la represión a los ocupantes del parque Indoamericano, que terminó con dos muertes, Macri expuso en una conferencia de prensa su versión de los hechos con un discurso increíblemente fascista, casi hitleriano, que además fue avalado luego por cada uno de sus más estrechos colaboradores que terminaron responsabilizando de los hechos a la inmigración descontrolada de los países limítrofes de la que hablé en otro lugar. Esas desafortunadas declaraciones después propiciarían un pogrom con por lo menos cien heridos y otro asesinato.
Lo cierto es que la actitud del Jefe de gobierno de Buenos Aires es bastante esclarecedor en términos políticos porque esas declaraciones no significaron que éste simplemente perdió la compostura sino que, muy por el contrario, fue la primera vez en su vida en que Macri se saca sus caretas para mostrarse, ante una mayoría nacional estupefacta, tal cual es, es decir, políticamente como un cavernícola, racista, xenófobo, corrupto, ineficiente, reaccionario y elitista, todos tópicos que definen a las claras a los sectores de la derecha política nacional que buscan desestabilizar el gobierno nacional sin considerar la fuerte caída del desempleo, el endeudamiento externo, sin considerar el desarrollo del país en todos estos años y sin considerar el crecimiento económico que nos beneficia a todos. Pero también se sabe que semejante explosión de sinceridad por parte de Macri es consecuencia de una maniobra política y estratégica, típica de los sectores más reaccionarios, finamente urdida con el propósito de poner en práctica iniciativas bestiales para así captar en el 2011, año de elecciones fundamentales para los sectores populares, al electorado más rancio del país.
En realidad, lo central es que los hechos del parque Indoamericano instalaron el debate sobre qué es necesario hacer con el espacio público, por ejemplo, donde empiezan y terminan los derechos de cada uno, de los trabajadores y en general de los sectores que son mucho más vulnerables socialmente hablando. Entonces, el tema no es para nada de menor cuantía en relación a los desafíos políticos por venir del propio gobierno popular, del peronismo más consecuente, porque hay que considerar que incluso las mismas oficinas gubernamentales y las propias instituciones policiales son también parte del espacio público y en ese contexto son parte del problema, de la solución y de las reformas para profundizar el régimen democrático. En otras palabras, frente al violento intento desestabilizador por parte de los sectores de la derecha que significó tres muertes y cientos de heridos, presumiblemente de balas policiales, Cristina demostró que abre espacios y acepta todos y cada uno de los desafíos que se presentan y así el gobierno nacional, soberano y popular, goza de la mejor salud frente a la impotencia de los propios grupos políticos opositores. Entre las características del liderazgo y de la gestión pública tanto de Néstor como de Cristina, está la de ser siempre intérpretes del momento político y no encerrarse en casa de gobierno para tomar decisiones a espaldas de los trabajadores. La elección de Nilda Garré al frente del nuevo ministerio responde a esa lógica. Por supuesto, la del equipo que le toca dirigir también. Me parece fundamental crear un Ministerio de Seguridad que plantea reformas y transformaciones dirigidas a terminar con ciertos enfoques y lógica política que históricamente demostró su fracaso como, por ejemplo, las políticas de autonomía de la policía respecto al gobierno civil o la mano dura que se encuentran fuertemente relacionadas, y aún ligadas, a la corrupción policial y la misma inseguridad de la que hacen bandera grupos fuertemente reaccionarios. La llegada de Garré al nuevo ministerio, y la idea de un cambio central en la lógica de la prevención del delito y de nuevas políticas de seguridad, que tendrá sus tiempos y también sus etapas, es un paso importante en las reformas políticas pendientes del gobierno nacional para profundizar y radicalizar políticamente los cambios y las transformaciones que el país y los trabajadores, a través de las diversas organizaciones que los representan, reclaman en la construcción de un país cada vez más justo donde la cultura y los valores populares se imponen. En este tema concreto, de los derechos en relación a los espacios públicos, de la inseguridad y de las reformas de la policía, hay ciertas ideas que son centrales en esta etapa de transformación. En primer lugar, está la gobernabilidad civil y democrática de la cuestión de la seguridad. En segundo lugar, está la democratización de las estructuras de las fuerzas de seguridad, tanto en el control de la gestión, como en la disolución de los diversos nichos de corrupción que existen y finalmente la construcción de controles, externos e internos, de tipo civiles sobre las políticas de aplicación y sus consecuencias porque, quieran o no reconocerlo algunos, las fuerzas de seguridad como la policía generan problemas de gobernabilidad cuando se gobiernan y controlan a sí mismas. Esto es patente en los casos como de la maldita Policía Bonaerense ligada al gobierno de Duhalde y su participación posterior en el asesinato de Kosteki y Santillán a pesar de que el ex presidente esta semana perdió la memoria respecto de esos asesinatos, respecto de los desarmaderos, la mafia de la droga y el gatillo fácil. Entonces, las reformas de las fuerzas de seguridad no crea problemas sino que, por el contrario, aporta soluciones y desafíos para la gobernabilidad democrática.
Hago esta aclaración, que es totalmente pertinente, por la demagogia punitiva que, desde el punto de vista constitucional, produjo necesariamente un aumento de las violaciones a los derechos humanos al interior de las comisarías donde los detenidos eran golpeados e incluso asesinados al tiempo que también surgían prácticas institucionalizadas como la del gatillo fácil que se cobró cientos de víctimas. Pero, en cuanto a las cifras del delito, además, la política de seguridad demostró ser altamente ineficiente. El pacto entre la policía y algunos sectores políticos generó bolsones de seguridad que finalmente pagaron los trabajadores. Entonces, hay algunas cuestiones que son parte de fenómenos estructurales y otros que son de la propia coyuntura política. Dentro de las primeras, está el fenómeno de las ocupaciones o las tomas de terrenos, tanto públicos como privados, que implica un alto desafío para el régimen político popular que busca mayor igualdad entre todos los trabajadores para, desde ahí, aportar soluciones adecuadas que no deriven en escenas de violencia. Y esto precisamente se conecta con lo estructural, es decir, hay que pulir muchísimo la doctrina de preservación del orden y de lo público en general para no criminalizar la protesta social y el uso de la fuerza por parte del régimen político más aún cuando la derecha insiste con la mano dura y con discursos, como los de Macri, que van más allá de los límites de lo racional y de lo políticamente correcto en términos democráticos. Sería bueno que la oposición aceptara de una buena vez que el paradigma de la respuesta penal del régimen político fracasó por la propia experiencia de todos estos años y que ahora es necesario un paradigma mucho más profundo, democrático y complejo que se construye a partir de la necesidad de acción mancomunada de áreas gubernamentales, de actores públicos, privados y en general de los diversos actores relacionados con la cuestión de la seguridad y la violencia en todas sus manifestaciones porque también tienen que intervenir organizaciones no gubernamentales, actores sociales, etc. Lo anterior supone, en primer término, que los actores del sector público, los poderes institucionalizados, burocráticos pero también los de elección popular, recuperen la conducción estratégica de las fuerzas de seguridad, que cedió históricamente bajo la lógica de un régimen neoliberal altamente represivo y excluyente. Esto implica, ni más ni menos, que una estructura pública e institucional con funcionarios gubernamentales, técnicos, con perfil académico y bien dotados de conocimientos, que sean los que decidan el cómo y el cuándo de la persecución penal y que no quede en manos de los estados mayores policiales. De hecho, la tarea es un gran desafío porque son muchas las reformas que hacen falta cuando se habla de una reestructuración porque, por ejemplo, la Policía Federal es una de las pocas instituciones que no se democratizaron, a diferencia de la justicia y de las fuerzas armadas. Por lo mismo, el nuevo ministerio con Garré en su conducción, es de gran auspicio en el sentido que busca intervenir en las otras fuerzas federales y en todo el sistema de seguridad nacional. En relación a este y todos los temas y desafíos a futuro para consolidar la democracia popular en su máxima expresión y representación política, es decir, donde los trabajadores a través de sus organizaciones asuman el poder y la gestión de la agenda pública, existen dos formas de encarar las soluciones a cada uno de los desafíos que se nos presentan. Uno es como una carrera de alta velocidad, de efectos y demagogia al modo de la oposición política cuando nos habla del 82% móvil y no tiene la menor idea de dónde saldrán los recursos, ese tipo de soluciones rápidas, aparentemente mágicas y la otra es una carrera de fondo, mucho más lenta pero segura que busca los cambios estructurales en beneficio de todos nosotros, donde hay que trabajar con planificación y objetivos claros que reivindiquen la democracia, la justicia y la participación de las mayorías. Hay que tener cuidado, a la luz de todo lo que pasó en este último mes del 2010, porque es cierto y totalmente real sospechar que el 2011 será un año en el que no faltarán nuevos intentos para desestabilizar el gobierno de Cristina pero, al mismo tiempo, los asesinatos ocurridos en relación a la toma del parque Indoamericano, de los que responsabilizo totalmente al señor Macri por desidia política y falta de gestión pública, sin dudas precipitarán los cambios a nivel nacional por la propia movilización del gobierno nacional y, en ese contexto, los cambios están en la dirección de la transformación iniciada con la asunción de Kirchner en mayo del 2003.
El 2011, al igual que todos los años desde el 2003, nos desafía a pelear palmo a palmo con los actores y factores dominantes para aplicar políticas públicas que busquen resolver los problemas estructurales de los trabajadores en el sentido de que faciliten su forma de vida, el ascenso social, el acceso a mejores condiciones laborales y desde ahí a un proyecto de vida, de familia y de lucha por un régimen cada vez más justo e igualitario. Si en un primer momento es central la cuestión de la seguridad, de la democratización del acceso a los servicios públicos, de las fuerzas del orden y del combate contra la violencia en general, por eso me referí más atrás a todos esos temas, también es necesario insistir (en el caso concreto de la toma de terrenos en distintos puntos de la Ciudad de Buenos Aires) en la discusión sobre las causas de la toma, o sea, sobre el abandono de la zona sur de la ciudad de Buenos Aires, sobre la falta de inversión y la falta de previsión política de la emergencia habitacional en que vivimos. Porque el gobierno de Buenos Aires sabe que hay 500 mil personas con problemas de vivienda. Sabe y no hace nada para combatirlo porque ni siquiera es capaz de ejecutar el presupuesto del sector de construcción de viviendas o de urbanización de las villas que ya no son de emergencia sino permanentes, o sea, parte de una realidad de exclusión que heredamos de décadas de desgobierno, de autoritarismo de todos los signos políticos, de exclusión, de fuertes índices de desempleo, pobreza, centralización política e incluso de violación de los derechos humanos. Actualmente tenemos que hacernos cargos de todos los dramas generados en otras épocas por otros gobiernos y dirigentes, que ahora son parte de la oposición política y que buscan el fracaso del gobierno popular. Así, es de extrema gravedad política e institucional que al día siguiente de la toma del parque Indoamericano, una marcha del Polo Obrero llevó una cantidad de gente al parque con la idea expresa de pegarle políticamente al gobierno nacional sabiendo que de Macri no iban a sacar ningún rédito.
Para terminar me gustaría decir que salvaguardando esas acciones muy deplorables políticamente, precisamente porque hacen juego en favor de los sectores más conservadores de la sociedad argentina, ocupar el espacio que es público definitivamente es ilegal pero en este caso es legítimo porque el reclamo es políticamente genuino desde el momento en que la necesidad es real y desde el momento en que el gobierno de Buenos Aires no hace nada al respecto. Se los digo al señor Macri y sus secuaces, los interpelo desde este modesto espacio de expresión política para decirle que la toma fue tan ilegal como cuando los del campo cortaban las rutas y hacían asados mientras las ciudades eran desabastecidas de carne, cuando la leche se tiraba y cuando cierto dirigente prometía bifes a ochenta pesos como en Europa. O cuando en Gualeguaychú cortaron el puente por años. Ahora, cuando los negros de mierda, los excluidos de siempre, reclaman y se movilizan por necesidades reales y urgentes, la cuestión se vuelve ilegal. Nunca vi que sacaran a balazos a De Angeli. Señor Macri, ¿en qué fecha van a urbanizar las villas de la ciudad, cuál va a hacer la puesta en valor del Parque Indoamericano. ¿O va a poner rejas nada más? Y qué va a hacer con las escuelas, con la educación y la salud pública? Definitivamente Macri es un caradura porque él tiene la mayor relación con las empresas constructoras que están sostenidas en un 90% por el trabajo de los inmigrantes que ahora desprecia cuando son ellos los explotados pero cuando reclaman, con justeza, sus derechos laborales o del tipo que sean como, por ejemplo, el derecho a una vivienda, son narcotraficantes. Existe mucha ignorancia, mucha chicana política y hasta intentos de desestabilización y son los sectores de la derecha los responsables y así se muestran de cara a los trabajadores como unos irresponsables. Por nuestra parte, me parece que tanto ayer como hoy es el tiempo de seguir generando organización popular que permita defender los derechos de los que menos tienen. Y contraponer las políticas excluyentes, de tipo racistas, xenófobas y discriminadoras de Macri, de Duhalde, de los radicales y del mal llamado peronismo disidente, con proyectos de inclusión para todos.

Alfredo A. Repetto Saieg.


Buenos Aires, Argentina, Enero del 2011.

Referencias bibliográficas:

Anguita, Eduardo: Porqué un joven de 29 años es secretario de justicia en diario Miradas al Sur de la edición del 19 de diciembre del 2010.
Barrera, Laureano: “La gestión de Garré deberá enfrentar algunas cuestiones estructurales y otras de coyuntura” en diario Miradas al Sur de la edición del 19 de diciembre del 2010.
L.B: “Son fundamentales la gobernabilidad civil de la seguridad y la democratización de las fuerzas” en diario Miradas al Sur de la edición del 19 de diciembre del 2010.
Rémoli, Christina: “Empieza otro partido” en diario Miradas al Sur de la edición del 19 de diciembre del 2010.
Regendorfer, Ricardo: “Batalla de Villa Soldati: todas las pistas apuntan al Parlamentario del año” en diario Miradas al Sur de la edición del 19 de diciembre del 2010.
Blaustein, Eduardo: “En el parque reina la paz, lo que no se sabe es si Macri pondrá la plata” en diario Miradas al Sur de la edición del 19 de diciembre del 2010.
Siddig, Exequiel: “Caída y resurrección: de la cárcel a Perón” en diario Miradas al Sur de la edición del 19 de diciembre del 2010.


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