viernes, 24 de diciembre de 2010

Internacionales:



Gracias Lula.

Nunca antes, en la historia de este país, un metalúrgico había ocupado la presidencia de la República. ¡Cuántos temores y terrores surgían cada vez que usted se presentaba como candidato! Decían que el PT, a sangre y fuego, implantaría el socialismo en el Brasil.
¡Cuántas esperanzas reflejadas en la euforia que contagió la Explanada de los Ministerios el día de su toma de posesión! Transcurridos ocho años, he aquí que la aprobación de su gobierno alcanza el admirable índice del 84% que le consideran óptimo y bueno. Apenas le reprueban el 3%.
El Brasil cambió para mejor. Cerca de 20 millones de personas, gracias a la Bolsa Familia y otros programas sociales, salieron de la miseria, y unos 30 millones ingresaron en la clase media. Aún tenemos otros 30 millones sobreviviendo bajo el espectro del hambre y quién sabe si el programa Hambre Cero, con su carácter emancipatorio, la hubiese erradicado si su gobierno no lo hubiera cambiado por el Bolsa Familia, de carácter compensatorio, y que hasta hoy no ha encontrado la puerta de salida para las familias beneficiarias.
Usted rescató el papel del Estado como promotor del desarrollo y, a través de los programas sociales y de previsión, promovió la distribución de la riqueza que revitalizó el mercado interno de consumo. El BNDES hizo competitivas a las grandes empresas brasileñas en el mercado internacional. Ojalá que en el gobierno de Dilma sea posible destinar recursos también a proyectos de pequeño y mediano porte y a favorecer la investigación en ciencia y en tecnología.
Mientras que los países metropolitanos, afectados por la crisis financiera, luchan con la liquidez del mercado y paralizan el aumento de los salarios, usted amplió el acceso al crédito, aumentó el salario mínimo por encima de la inflación, mantuvo bajo control los precios de la canasta básica y exoneró los electrodomésticos y los automóviles. Hoy el 72% de los hogares brasileños poseen heladera, televisor, cocina y lavadora, aunque el 52% carezcan de saneamiento básico.
Su gobierno multiplicó el empleo formal, sobre todo en el Nordeste, cuyo perfil social ha sufrido un cambio espectacular para mejor. Hoy, en una población de 190 millones, 105 millones son trabajadores, de los que el 59.6% tienen contrato firmado. Es cierto que a muchos les falta una calificación profesional, pero se avanzó: el 43.1% completaron la enseñanza media y el 11.1% la enseñanza superior.
En política exterior el Brasil se afirmó como soberano e independiente, liberándose de la órbita usamericana, rechazando el ALCA propuesto por la Casa Blanca, apoyando a UNASUL y empeñándose en la unidad latinoamericana y caribeña. Gracias a su voluntad política nuestro país mira con simpatía la ascensión de nuevos gobernantes democráticopopulares en América Latina; condena el bloqueo de los EE.UU. a Cuba y defiende la autodeterminación de este país; invierte en países de África; estrecha relaciones con el mundo árabe; y denuncia la hipocresía de pretender impedir el acceso de Irán al uranio enriquecido mientras países vecinos suyos, como Israel, disponen de artefactos nucleares.
Su gobierno, Lula, inyectó autoestima en el pueblo brasileño y hoy es admirado en todo el mundo. Podría haber sido mejor si hubiera realizado reformas estructurales, como la agraria, la política y la fiscal; permitido la apertura de los archivos de la dictadura, en poder de las fuerzas armadas; y duplicado el presupuesto de educación, salud y cultura.
Nunca antes en la historia de este país un gobierno había respaldado a su policía federal para encarcelar a dos gobernadores, para capturar a políticos y empresarios corruptos, para combatir con rigor el narcotráfico. Es una pena que el Plan Nacional de los Derechos Humanos 3 -casi un calco de los 1 y 2 de FHCardoso- haya sido abandonado por prejuicios y por la cobardía de algunos ministros, que lo habían aprobado anteriormente y no tuvieron la honradez de defenderlo cuando oyeron las protestas de voces conservadoras.
Espero que el gobierno de Dilma complete lo que le faltó al suyo: la federalización de los crímenes contra los derechos humanos; una agenda más agresiva en defensa de la preservación ambiental, en especial de la Amazonía; la mejoría de nuestro sistema de salud, tan deficiente que obliga a 40 millones de brasileños a depender de los planes de empresas privadas; la reforma de las redes de enseñanza pública municipales y estaduales.
Su gobierno trató de crear, en la enseñanza superior, el sistema de cuotas, el ProUni y el ENEM, la ampliación del número de escuelas técnicas, mayor atención a las universidades federales. Pero será necesario que el gobierno de Dilma cumpla el precepto constitucional de invertir el 8% del PIB en educación.
Gracias, Lula, por no haber criminalizado a los movimientos sociales, por preservar áreas indígenas como Raposa Serra do Sol, por implementar Luz para Todos. Sí, ya sé que usted no hizo sino lo que era su obligación. Para eso fue elegido. Pero considerando al resto de gobernantes de nuestra historia republicana, rehenes de la élite y con asco del ‘olor a pueblo’, como uno de ellos confesó, hay que reconocer los avances y méritos de su administración.
Dios permita que, cuanto antes, logre usted despojarse de su papel presidencial y vuelva a ser un ciudadano militante en pro del Brasil y de un mundo mejor.


Traducción de J.L.Burguet.



Afganistán: paradojas de la ocupación

En un informe elaborado por la Casa Blanca sobre la situación de la guerra en Afganistán, y presentado ayer, la administración encabezada por Barack Obama reconoce que los "logros" obtenidos en esa nación centroasiática son "frágiles y reversibles"; indica que la red fundamentalista Al Qaeda –responsable de los atentados del 11 de septiembre de 2001– es un "enemigo fuerte y despiadado, dedicado a atacar a nuestro país", y sostiene que la derrota total de ésta "tomará tiempo".
La difusión del documento se produce en la recta final del año más sangriento y mortífero en territorio afgano desde que inició la ocupación de ese país –con 700 soldados invasores y miles de civiles muertos– y a unas semanas de que el mandatario estadounidense anunció un plan de "retiro responsable" de sus tropas, que concluirá a finales de 2014.
Resulta paradójico, en primer lugar, que en más de nueve años de acciones bélicas, que han sembrado destrucción y muerte en ese infortunado país y en la región, la mayor potencia militar y tecnológica del mundo, con sus gobiernos aliados, no haya sido capaz de derrotar a grupos que, como Al Qaeda, operan en forma difusa, clandestina y con una capacidad de fuego infinitamente menor a la de los soldados estadounidenses; por el contrario, las ofensivas de Washington los han fortalecido y han propiciado su propagación por buena parte del mundo islámico.
La circunstancia obliga a preguntarse si las acciones de Estados Unidos en Afganistán obedecen exclusivamente a la supuesta necesidad de combatir a un enemigo tan "fuerte y despiadado" como señala el documento referido, o si la Casa Blanca y el Pentágono buscan usar la amenaza que representa Al Qaeda como pretexto para mantener un estado de histeria y paranoia en su propio país –y en Occidente en general– para justificar la permanencia militar de Washington en Asia central y legitimar así su proyección como potencia colonialista y belicista en la región y en el mundo.
Un elemento de contexto es el episodio de las filtraciones masivas de documentos del Departamento de Estado, realizadas por el sitio Wikileaks, en el que no sólo han quedado de manifiesto las debilidades reales de los aparatos de inteligencia estadunidenses –en esta ocasión vulnerados por un puñado de activistas cibernéticos–; también ha sido exhibido un afán de Washington por comportarse como policía del mundo, su persistencia en proyectar un poder de alcances planetarios y su papel como violador consuetudinario de la legalidad internacional. En uno y otro casos, ha quedado de manifiesto cuán poco han cambiado las cosas entre las administraciones de George W. Bush y Barack Obama.
Por lo demás, bien haría el actual mandatario estadounidense en recordar que la existencia y operación de Al Qaeda en Afganistán y en otros países, como el vecino Pakistán, es en buena medida consecuencia del financiamiento y el apoyo que Washington dio a los grupos más radicales del fundamentalismo hace dos décadas, en los tiempos en que Afganistán se encontraba invadido por la extinta Unión Soviética. Tales consideraciones, en conjunto, hacen que los señalamientos de la Casa Blanca en torno a la invasión a Afganistán sean percibidos como una demostración de desmemoria histórica y doble moral, en el mejor de los casos, o como una farsa, en el peor.
Ante este panorama, resulta desolador que un personaje como Obama, de quien cabría suponer más luces que de su antecesor, haya caído en esquemas tan primitivos y deplorables como los que llevaron a George W. Bush a emprender su "guerra contra el terrorismo"; que no quiera o no pueda darse cuenta de que la cruzada bélica no ha dejado nada bueno para esa nación ni ha hecho al mundo más seguro, y que se empeñe en perpetuar la ocupación ilegal que mantiene en Afganistán, y así profundizar una trampa indeseable para su propio gobierno.
Nadia Celis, de origen latino, pero de nacionalidad estadounidense, hizo referencia en “Lolitas” y otras ficciones sobre femineidad en el Caribe hispano” a la contradicción amor-desprecio por el cuerpo femenino y a las tensiones que esto crea entre las mujeres, debido a la inadecuada educación tradicional. Ella llamó la atención hacia ese aspecto de nuestra identidad cultural, que unido a las miradas constantes sobre el cuerpo femenino, considera que son rasgos irrespetuosos hacia la mujer, y forman parte del exhibicionismo y del “bullerismo”, hasta ahora, propio de los caribeños.
Kenia Dorta, directora de investigaciones de la Casa del Caribe, en Santiago de Cuba, planteó sus primeras ideas acerca de una investigación que realiza en “Cultura, identidad y productos culturales en el Caribe contemporáneo”. En su intervención subrayó los distintos tipos de productos culturales que ha identificado, sus valores, la relación de aquellos con el proceso de construcción de identidades, el peso en los mismos de las formaciones disciplinarias (en relación con el valor agregado que les aportan), la visibilidad que dichos productos tienen en la cultura y la economía, y su posibilidad de constituir una vía para ampliar la comunicación y frente al multilingüismo caribeño.
Por último, Silvia Elena Torres (Colombia), proveniente de la isla de San Andrés, territorio colombiano frente a la costa caribeña de Nicaragua, se pregunta en “Dinámica de poblamiento y construcción de identidades”, si hay alguna posibilidad real de crear una identidad latinoamericana-caribeña. Explicó en detalle, las características del sucesivo poblamiento del territorio insular de su país, y de las diferencias económicas y sociales que, en cada momento, marcó la experiencia colonial y neocolonial sobre la sociedad que convive en aquel espacio. Actualmente se evidencia una identidad “asignada” a los distintos grupos sociales, que se convierte en identidad “confirmada” colombiana, o no, debido a que este país fue el último colonizador que llegó al archipiélago. Además, el territorio continental está lejos del lugar que ocupan los isleños en el Mar Caribe, en su eje noroccidental, y se manifiestan prejuicios racistas entre la amplia variedad étnica y racial de sus ocupantes.
Todos los conflictos expuestos por las ponentes --cada uno atendiendo a una particularidad específica--, forman parte del proceso actual de conformación de la identidad caribeña, y deben ser atendidos e incluidos en la perspectiva académica, que intenta descifrar, e inclusive, teorizar sobre la región. Así fue reconocido por los participantes en los debates de este valioso panel dedicado a identidad y cultura caribeñas, quienes manifestaron su concordancia para que aparezcan en la próxima agenda del evento internacional que se ha convocado para diciembre de 2011.


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