viernes, 31 de diciembre de 2010

Análisis político de la semana.

Balance político del 2010.

Es sabido que la derecha política en sus más diversas versiones siempre procura embolsarse y hasta comerse todos los pedazos de la torta y ni siquiera acepta limpiar la mesa. En torno a esas premisas giran todos sus intereses. En este contexto, este nuevo fin de año medio movidito por las operaciones políticas de los grupos más reaccionarios, de derecha o de izquierda, pasando por Duhalde o Pino Solanas que para este caso son lo mismo, mientras en distintas partes de Capital o de Provincia, se ocupaban parcelas o se saqueaban locales en Constitución, el CEO del Grupo Techint, quizás envalentonado por esas operaciones políticas, se quejaba de la política y de las medidas económicas, las generales y las más específicas, del gobierno de extracción nacional y popular que supo sacarnos del infierno a pesar de que ese grupo batió, en los primeros nueve meses de 2010, todos sus records y ganó por lo menos un 466% más que en 2009. Por caso, ya que tenemos la mala costumbre de compararnos con los países centrales, en Europa, habría necesitado por lo menos un siglo y medio para embolsar lo mismo, porque en ese lado del mundo las empresas ganan un 3% anual. A pesar de que no salimos del infierno, más bien habría que decir que el gobierno de Kirchner nos sacó del infierno mientras que el de Cristina profundizó esa política, exigió reglas de juego claras y previsibles en sus términos y lamentó la poca productividad. No entiendo de que país habla y eso que tengo las mejores intenciones. Quizá extraña el látigo y pagar con sal a sus obreros o pagarles en especias y vales o bonos, conocimos unos cuantos durante los años de gloria del neoliberalismo, bonos que después tienen que canjear en sus propios almacenes o simplemente extraña no pagarle a los obreros. O tal vez extrañe la esclavitud sin sal de Espartaco. Temiendo que la inflación diluya sus propios beneficios, algo tan irracional como oportunista dada la actual situación de fortaleza de la economía, de las instituciones y la gobernabilidad democrática en general, simplemente sugirió devaluar el peso. Tengo muy buena voluntad pero otra vez me pregunto, ya que se nos viene fin de año y es bueno hacer balances, de qué país nos está hablando este CEO. Los sicarios de siempre por supuesto que aplaudieron frenéticos a los jefes de las 88 empresas que cotizan en la Bolsa. Tan insaciables como él, en promedio ganaron un 68,7% más que en 2009. ¿Qué pasaría si alguno de ellos recordara el pedido de la CGT de dar el 10% de las ganancias a sus trabajadores? Claro, es más fácil devaluar para aumentar ganancias vía especulación y transferencia de ingresos desde los que menos tienen a los que más, que invertir en producción nacional, en generación de trabajo, de mayor productividad y, sin embargo, no se cansaron de ganar.
Por otro lado, siempre de acuerdo a esos grupos de poder de lo más reaccionarios, no está mejor la situación en el campo a pesar de todo lo hecho, simplemente porque tantos y tantos años de neoliberalismo, con sus tremendas consecuencias en todos los ámbitos, no se resuelven de un momento para el otro. Por eso hay que profundizar el modelo, la lucha y la cultura e intereses populares. En éste, en el campo digo, a los chicos les conviene trabajar. No necesitan ir a la escuela de acuerdo a esos grupos y la lógica pasa en que si en las villas muchos que cursan sexto grado ni saben leer para que molestarse. Pero, siguiendo con el tema del campo (que tanto fascina a las grandes patronales de la Mesa de Enlace, esa mesa que en realidad no es) el salario del padre incluye la paga del hijo. De esa manera cerramos de una vez, siempre bajo la óptica de los sectores dominantes, la puerta giratoria de la inmigración de los países limítrofes, claro está. Además, la ecuación cierra cuando a esa misma gente, esos que son parte de la clase de trabajadores, incitándolos a consumir les quitamos sus salarios, sus esperanzas, sus sueños y sus vidas. En este momento de fin de año, de balances y análisis, ¿cuantos, en otras épocas, dejaron sus sueños y sus vidas, en nombre de la acumulación privada de los capitales? Pero no importa porque gracias al capitalismo, ese régimen que nos devora continuamente, un tipo de cualquier color tiene un celular. Si hasta los cartoneros tienen celulares; hay más celulares que habitantes mientras la prédica reaccionaria y xenófoba busca dividirnos haber si así logran otra vez gobernar. ¿Lo hicieron alguna vez? Bastantes dudas me quedan si consideramos los descalabros de los gobiernos del radicalismo, del neoliberalismo y los muertos que se cobró el gobierno de una Alianza que nunca lo fue o del gobierno de Duhalde. Es bueno decirlo porque la crisis no se cobró dos muertos más, las de Kosteki y Santillán, si no que se las cobró la política represiva del gobierno de Duhalde que, desde hace tiempo, responde a los intereses de las corporaciones traicionando así su raíz peronista. Pero insisten porque ellos creen que existe una inmigración buena y otra mala. En esa lógica, ¿olvidan que sus ancestros les quitaron el trabajo a otros? También les quitaron las tierras si vamos todavía más atrás y fue de esa manera como se consolidó la concentración de las riquezas. Primero la propiedad de la tierra y después todos los otros recursos productivos. En su delirio xenófobo incluso llegaron a importar mano de obra centroeuropea y meridional y se sometió al criollo nativo, antes dueño y señor, reduciéndolo a peón. La mayoría de los inmigrantes, ajenos a las luchas fraternas del siglo pasado, se asentó en los grupos urbanos, reproduciendo en pequeño la sociedad de la cual venía, queriendo conservar su religión y sus costumbres, anhelando regresar algún día con la América hecha.
Además, es importante decirlo, los sectores de la derecha política no ignoran lo que defienden. Luchan por conservar sus granjerías y cada uno de sus privilegios. Mientras tanto, ganan fortunas escondiendo, por ejemplo, 140 mil millones de dólares en el exterior, en los paraísos fiscales pero no es suficiente porque igualmente, una y otra vez, atacan al gobierno de Cristina. Por hábito, por miedo y por reaccionarios. Atacan porque no pueden ofrecer una alternativa válida, de verdad, al régimen nacional y popular en el que las mayorías estamos comprometidos. No tengo dudas que somos la mayoría después de las demostraciones de afecto en el triste día del censo que nos llevó a nuestro querido Néstor, Lupín. No tengo dudas que vamos por el mejor camino dado el actual contexto histórico y político. No hay duda que estamos mucho mejor pero a los sectores históricamente dominantes, los del modelo agro exportador, los que defienden a los genocidas y todas esas barbaridades, no les importa porque la tarea de ellos es ser el perro guardián del sistema. Para el caso, en Francia, el país de la revolución y de la proclamación de los derechos del hombre, de los derechos humanos, lograron las ocho horas laborales en 1910 mientras que la jubilación la conquistaban en 1914 y las vacaciones para los trabajadores en 1930. En Argentina, todo esto lo instauró en 1946 el general Perón. Muchos lo olvidan pero es bueno tener memoria porque cuando un pueblo es memorioso es más difícil caer en los errores del pasado. Cuando un pueblo es memorioso, no es posible forjar una identidad borrando lo que hemos sido. Duhalde y Macri, representando lo peor de la clase política, lo hacen. Sin embargo, el caso de Duhalde es peor, es digno de un profundo análisis político porque viniendo del partido justicialista, niega que sea justo juzgar a quienes desaparecieron a 500 sindicalistas peronistas. Solidariza con los genocidas. Ni hablar del señor Macri. Este tipo de dirigentes son, en definitiva, lo que yo defino como generales civiles de los golpes de Estado. Así de contundente.
Es necesaria la contundencia en estos casos porque ya no es posible un paso atrás frente al riesgo político que significa que otra vez nos gobiernen los sectores de la derecha más reaccionaria. No es un tema menor porque durante al menos 200 años, salvo honrosos paréntesis históricos como los dos primeros gobiernos del general Perón, fuimos sometidos por un modelo agro exportador que solo puede dar trabajo a no más de un tercio de la población. Y el resto que se joda. En esas circunstancias fue muy importante todo lo que durante este año se pudo conquistar en relación al tema de los derechos humanos. Solo hace unos días no más fue condenado Menéndez y Videla a prisiones perpetuas. El caso de Videla es emblemático porque es quizás el hombre que sintetiza todo el horror en la Argentina moderna. Pero, no lo olvidemos, un horror que es tanto político, el quiebre de las instituciones democráticas, como económico y social porque cuantos trabajadores habrán perdido sus trabajos, sus sueños e incluso sus vidas frente a las políticas neoliberales del mal llamado Proceso de Reorganización Nacional. Tirano entre 1976 y 1981, es el responsable político y militar máximo de por lo menos 30 mil desaparecidos, de los centros clandestinos de detención y de miles y miles de sesiones de torturas, de miles de violaciones, de saqueos, de asesinatos y de apropiación de nuestros chicos porque los hijos de Ernestina de Noble no son los hijos de revelaciones Carrió sino que son los hijos de todos nosotros, de todas y cada una de las víctimas, directas e indirectas, de esa dictadura de seguridad nacional. Videla fue el responsable de que los argentinos perdieran su libertad y cuando un pueblo pierde su libertad se convierten en siervos en esclavos que nada tienen de derechos y de humanos. Claro, también fue la cabeza visible de la implementación de un régimen económico que después se conocería como neoliberalismo que, de la mano liberal de José Martínez de Hoz, nos conduciría a una crisis de grandes proporciones y en todos los aspectos como lo fue la del 2001. ¿Será que cuando el CEO de Techint critica las actuales políticas de inclusión está añorando la vuelta atrás, la de las ganancias fáciles, de la especulación financiera desenfrenada, el cierre de fábricas, el achicamiento del régimen político y la primacía del rol de gendarme de la acumulación privada de capitales por parte del propio Estado?¿Estará añorando ese régimen político, tremendamente autoritario y horroroso que sextuplicó la deuda externa y produjo una feroz concentración de la riqueza y un empobrecimiento generalizado de los sectores populares? Sería bueno que lo dijeran así sabemos a que atenernos. En realidad, ya sabemos a que atenernos porque sabemos que Videla no fue sólo el horror y la muerte, la desaparición de personas y la apropiación de chicos, sino que fue la cara más visible de una Argentina despótica que recién ahora está siendo sepultada por la justicia y por las políticas inclusivas de los gobiernos surgidos desde el 2003 en adelante. Videla fue el rostro de un plan político, militar, económico y social dirigido a domesticar y disciplinar a los ciudadanos. Por lo mismo, con las condenas a prisión perpetua se dio un inequívoco paso en materia de derechos humanos y de consolidación de la democracia y ese mensaje nos dice que quien busque quebrar el régimen político democrático, el que mata, el que tortura, el que viola, más temprano que tarde, pese a quien le pese, termina pagando pero no expiando sus culpas. Esa es una lección que deberían aprender todos los golpistas y los que añoran otras épocas: los de ayer, los de hoy y los de mañana.
Los juicios nos dicen que hoy estamos, en el gobierno, con la mejor expresión del peronismo que siempre fue un movimiento popular, de los trabajadores y de las mayorías porque, como bien lo dijo el general, todos somos trabajadores. En esas circunstancias, actualmente ninguna de las críticas de los opositores puede tergiversar la ubicación teórica, filosófica y práctica del peronismo porque, en su forma más simple, el peronismo es la máxima expresión del humanismo argentino porque, de una o de otra manera, hace resaltar la supremacía del espíritu y de las diversas necesidades materiales del hombre en su relación con la naturaleza. Así, el peronismo, en tanto humanismo, se entiende como la autorrealización del hombre en la historia, es decir, como la afirmación más radical del valor de los trabajadores como destino responsable. El hecho mismo de que el peronismo reivindique la libertad y las más diversas necesidades, tanto espirituales como materiales, de los hombres que incluso los lleva a buscar la plena autonomía en el desarrollo consciente y gradual de la comprensión de la realidad para su posterior transformación, es ya suficiente para ratificar el carácter humanista del peronismo, su génesis popular, porque se nutre no sólo de la conciencia de autonomía de los trabajadores, del espíritu de los hombres frente a la naturaleza ciega, sino que también se nutre de la esencia del hombre, que por ser social, reivindica el amor del hombre por los otros hombres y así busca satisfacer las necesidades de todos. Toda la acción política del peronismo, del gobierno de Kirchner primero y del de Cristina después, está transitada por la idea de la justicia absoluta. Sin embargo, a este tipo de justicia, la absoluta en caso de que sea posible, solo se puede llegar a través del fin de la justicia relativa, esa justicia que se nos impone por el dominio de una clase sobre otra. Es decir, en ese contexto, esa justicia relativa es el residuo histórico de una real esclavitud de los hombres frente a las múltiples potencias materiales que nos controlan porque precisamente son dominadas por los grupos económicos y los intereses de sus transnacionales.
Y mientras tanto, en este fin de año ya empiezan a moverse las primeras fichas de las negociaciones salariales cuando, gracias a Néstor Kirchner, desde hace unos años, empresarios y trabajadores de las distintas ramas de la actividad económica, se encaminan otra vez a negociar la pauta salarial vigente para el 2011 que además plantea el tema de la participación en las ganancias de las más grandes empresas por parte de los trabajadores. En estas circunstancias, me parece que el proyecto del diputado Recalde sobre la participación de los trabajadores en las ganancias es políticamente progresista porque condiciona a los empresarios, como los del grupo Techint, a invertir en capital de trabajo. En otras palabras, la iniciativa de Recalde es adecuada, está en el momento correcto porque es un mecanismo que permite cierto compromiso de los trabajadores con el proyecto productivo en curso y porque incentiva y condiciona a los empresarios a invertir en capital de trabajo que es el que genera empleo, es decir, va en beneficio del modelo de producción nacional, de la economía real y proporcionalmente contra los capitales financieros y especulativos. Hay que entender que no estamos en un país que tenga una burguesía nacional fuerte, con espíritu industrialista, de la cultura del trabajo, donde uno puede delegar la apuesta de la construcción de un modelo productivo y la inserción en el siglo XXI del país. En ese contexto, son necesarias las políticas públicas que ayuden y condicionen a que en el sector privado haya una prioridad en la inversión productiva. En Argentina, todavía los sectores empresariales son fuertemente rentistas, están acostumbrados a vivir de la ayuda del sector público. Los empresarios, en la coyuntura actual, no tienen de qué quejarse y, sin embargo, lo hacen. Si la economía argentina crece a tasas del 8 o del 9%, los incrementos de productividad no pueden ser del 3% como pretenden hacernos creer. Creo que el mensaje que manda el sector empresarial es muy retrógrado, inclusive en contra de sus propios intereses. Es que no pueden, ni quieren, ver más allá de sus propias narices porque, en realidad, vemos como el privilegiado es el único dotado de existencia para los sectores de la derecha: lo llaman “la gente”, es decir, lo definen como entidad abstracta porque sus ideas lo son, porque se pretenden apolíticos, respetuosos de las formas, sin embargo, las buenas maneras se acaban cuando tocan los intereses de ellos. Por eso Kirchner era autoritario cuando en realidad los crispados son ellos. Y así siguen denigrando a los no privilegiados que son o los piqueteros, los pibes chorros o simplemente los negro de mierda. El empresario oculta la pugna de intereses entre los diversos sectores que son parte central en un modelo de producción que se define como nacional y popular. Fingen creer que al defender sus intereses persiguen el bien común porque se suponen los grandes benefactores del país. Como en su momento lo planteó el propio Nietzsche, gran filósofo alemán que nos habla de una voluntad de poder que nada tiene que ver con el nazismo, habría que dar a los excluidos una ilusión de dignidad. Es lo que pretenden ellos. En cambio, Evita, que no tenía nada de filósofo porque los tiempos políticos y las urgencias de su pueblo la colocaron en un lugar mucho más trascendente y central, simplemente sentenció que donde hay una necesidad, hay un derecho. Esa es la diferencia entre ellos y nosotros. Por eso, la falacia y las profundas irracionalidades del modelo y proyecto de país de los sectores privilegiados, que es neoliberal, este año otra vez fue desnudado por este gobierno y el anterior. Quizá también por esto el empresario exige desalojos violentos y dialoga con “vecinos” que para ellos son los “ciudadanos” esa entidad abstracta a la que apelan para negar la lucha y las conquistas de los trabajadores. Sin embargo, el año por venir se muestra promisorio porque ante el llamado de los sectores hegemónicos acuden cada día acuden menos ciudadanos mientras que del lado del gobierno cada vez tenemos más trabajadores en el mejor sentido de la palabra. La disyuntiva es siempre la misma: si no se avanza, se retrocede. Por lo mismo, el peronismo, y todos los sectores y grupos, actores sociales y políticos progresistas, tienen que continuar en el 2011, tanto a nivel de la Ciudad de Buenos Aires como a nivel nacional, la construcción de un frente único que reivindique el gobierno popular de Cristina.
El problema no es solamente el crecimiento y el desarrollo del país, sino que lo que hay que discutir es a través de qué modelo se crece porque por ejemplo en los noventas, bajo el régimen neoliberal, buenos índices macroeconómicos no significaron buenos índices de desarrollo porque las mayorías, los trabajadores, fueron excluidos de los beneficios de éste. Precisamente ese es el crecimiento que defienden los grandes patrones cuando Argentina, a pesar de crecer a un ritmo del 5,5% del PBI que estaba por encima de la tasa del resto de Latinoamérica, tenía una desocupación que en pocos años se multiplicó por tres, la pobreza por cinco y la indigencia por cuatro. Tuvo que venir el 2003, con Néstor Kirchner en la conducción del poder ejecutivo para cambiar el modelo de crecimiento y desarrollo basado en políticas de inclusión que, a su vez, tienen que ver con la generación de trabajo y la producción nacional recuperando esta misma. Así, el crecimiento constante del consumo interno se convirtió en el factor dinámico de nuestra economía. Sin embargo, para los sectores dominantes y más conservadores, nada es suficiente. De hecho, la lección que nos dejan las quejas del CEO del grupo Techint, es que a pesar de que Argentina consiguió transformar su matriz de desarrollo económico en favor de los trabajadores, que también favoreció a esos grupos concentrados que lograron extraordinarias ganancias en este año que se va, ellos siguen apostando por la servidumbre típica de un país agro exportador que contradice las bases de un poderoso país industrial que trae mucha mayor satisfacción para todos. Tendremos que estar atentos.
Conviene estar atentos porque es real la necesidad de ir hacia un país industrial y dejar definitivamente atrás la matriz agro exportadora que defienden los otros. Para esto necesitamos seguir construyendo, defendiendo y profundizando un mercado interno lo más fuerte, amplio y consolidado posible que solo es viable con trabajadores con alto poder adquisitivo, sin desempleo y sin pobreza o exclusión para de esa manera erradicar, paulatina pero definitivamente, los remanentes de la flexibilización laboral venida del menemato. Otro elemento indispensable en la búsqueda de la modificación de la matriz productiva, es militar en favor de un desarrollo industrial más eficiente, destinado a abastecer, en primer lugar, el espacio nacional y regional común latinoamericano y, luego, pensar en la integración sur-sur. Conviene estar atentos frente a los deslices y las operaciones mediáticas y políticas de los actores más reaccionarios porque es necesario continuar favoreciendo una correlación de fuerzas en favor de los sectores populares. Conviene estar atentos porque la estrategia para el año que viene es siempre la misma: unidad en la acción de los sectores nacionales y populares, conjuntamente con un mayor grado de organización, de participación y de movilización, como herramientas indispensables para que sea viable políticamente la próxima etapa del modelo.

Alfredo A. Repetto Saieg.


Buenos Aires, Argentina, Diciembre 31 del 2010.

Referencias bibliográficas:

Daneri, Alberto: “Los millonarios hambrientos” en diario Tiempo Argentino de la edición del 24 de diciembre del 2010.
Entrevista a Pedro Wasiejko, titular del sutna: “Hay empresarios muy retrógrados” en diario Tiempo Argentino de la edición del 20 de diciembre del 2010.
Brienza, Hernán: “El rostro de la Argentina despótica” en diario Tiempo Argentino de la edición del 23 de diciembre del 2010.
Hernández Arregui, J. J: “La formación de la conciencia nacional” Editorial Plus ultra, 3ª edición, Buenos Aires, Argentina, 1973.

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