viernes, 21 de enero de 2011

Tecnología:



Música y comercio.

La música es uno de los grandes campos comerciales del mundo del arte, donde casi todo es negocio hoy en día. Las actuaciones en vivo, bandas sonoras para medios audiovisuales, como cine, novelas, documentales, etc.; fonogramas y videogramas en general, derechos autorales y editoriales, materiales didácticos, complemento de otro tipo de obras que van desde el teatro a la danza, en fin, un mundo complejo, pero rico en posibilidades que genera la capacidad del ser humano de “combinar los sonidos” con un propósito artístico.
Cuba es uno de los países que más exporta su música entre un grupo de naciones de similar desarrollo, sobre todo los espectáculos en vivo, que tienen una frecuencia de salida asombrosa. A pesar de que Cuba no posee un gran mercado del disco, por factores que analizaremos más adelante, los espectáculos cubanos y en esta denominación se comprende desde el grupo pequeño a la orquesta y desde uno o dos solistas con un pequeño acompañamiento hasta el gran espectáculo para teatro o cabaret, poseen demanda y los scouts y empresarios que nos visitan no sólo se limitan a La Habana, sino que viajan por el país buscando talentos y tanto en Bayamo, como en Cienfuegos o cualquier otra ciudad del interior, sobre todo a partir del desarrollo de instalaciones para el turismo internacional, debido a que en esos hoteles actúan artistas graduados de nuestras escuelas de arte poseedores de gran calidad y ofertas de interés que son contratados para espectáculos y grabaciones discográficas por empresas extranjeras.
Las entidades musicales nuestras poseen varias virtudes para poseer la demanda actual a que nos referimos. En primer lugar, la leyenda de la música cubana más una calidad probada, casi legendaria y a un precio muy difícil de igualar por otros grupos de similar calidad de otras latitudes. Los salarios cubanos son bajos, debido a la situación de un país bloqueado y ciertas ventajas en atención médica gratuita, pagos de renta modestos y educación también gratuita, que hacen interesante ofertas de trabajo que aunque estén por debajo de la concurrencia en esos países, están por encima del salario promedio nuestro.
Es habitual el llegar a un hotel de categoría en Indonesia, Dubai o Tailandia y encontrar un grupo cubano que hace las tardes agradables en uno de sus bares, o ir a cualquiera de los salones de espectáculos de Mérida y ver a un show de cabaret cubano en todo su esplendor, o al New Morning de París o el Palatrussardi de Milán a bailar con una orquesta cubana, o al Teatro Calderón o el Palacio de deportes de Madrid a ver un espectáculo o un concierto de Pablo Milanés, Silvio Rodríguez u Omara Portuondo.
Claro está que en este ramillete de ofertas culturales, los precios varían como es natural, debido a la popularidad y poder de convocatoria de los artistas e incluso, la categoría del lugar donde se presenten que hace variar el precio de las entradas.
El artista de la música necesita una variedad de factores para ejercer un poder de convocatoria en cualquier lugar que actúe.

Partamos del disco:

En muchas tiendas fonográficas amplias de gran cantidad de títulos disponibles, en cualquier capital del mundo, podemos encontrar discos de nuestras más reconocidas disqueras, pero el hecho de que estén ahí –que siempre va a ser beneficioso, sobre todo para los conocedores de la música cubana- no significa que van a llamar la atención por sí mismos entre 10,000 títulos y más que poseen esas grandes tiendas.
En esas tiendas existen lo que se les llama –entre varias formas – “posts de sonido” donde están los discos que se quieren promocionar de manera especial, pagados por las distribuidoras o las compañías discográficas que tienen distribuidoras propias o se asocian para que sus productos ocupen un lugar especial en la atención del público. Estos postes tienen unos audífonos y en cada uno hay una selección de títulos que se están promoviendo de manera especial, si no, les pueden preguntar a muchos músicos cubanos que se “pegan” a los postes para obtener información de lo que se oye por ahí.
Lo importante del disco no es producirlo, es venderlo y para ello se necesita a una poderosa y eficiente cadena de distribución y política de extensión de ventas, de acuerdo a la moda imperante en el negocio, que por deprimido que esté por la crisis económica mundial y la venta on line, más piratería de todo tipo, sigue siendo un enorme negocio.
Hay que poner el disco en esos postes, más los afiches gigantescos y todos los recursos publicitarios que llaman la atención sobre una obra discográfica determinada, además de garantizar su presencia en los programas más afines a la posibilidad de compra de nuestra música, aprovechando la información y coyunturas que nuestros equipos de marketing (¿?) nos pueden brindar, además de los vídeo clips sobre el disco y/o el artista a promover. Esos son movimientos y recursos que son habituales… y caros en estos medios, pero la cosa no para ahí.

El espectáculo en vivo:

Un caso que siempre recuerdo a la hora de poner un ejemplo es el de la Orquesta Van Van por allá por el año 86 ó algo así. Se les hizo un contrato en un lugar que se llamaba “Los Infiernos” en el DF. Por supuesto que estamos hablando de un fenómeno de popularidad, Van Van en esa época ya era conocida para atraer a un público consumidor de su música, aunque no era suficientemente conocida en todos los segmentos de público o mercado mexicano. De más está decir que Van Van fue ganando cada vez más adeptos, despertó un enorme interés y todo fue un éxito total, pero cuando se acabó el contrato y Van Van regresó, desapareció de la radio, no se hizo un trabajo de promoción discográfica, no apareció en TV y cuando Formell y sus muchachos regresaron, tuvieron que empezar de cero.
Otro caso diferente era el de Silvio y Pablo. Recuerdo en el 87 u 88, cuando yo fungía como Director de Área de Cubartista en ese hermano país, y ya teníamos más experiencia, logré mantener un equipo de producción que había creado mi antecesor Enrique López “Alí Ko”, uruguayo criado en Venezuela y amigo de Cuba, que había sido representante de Pablo Milanés y se ocupó por un tiempo de nuestra oficina en México. Ya el tener en funciones a un equipo de producción de espectáculos musicales, nos permitió manejar con eficiencia el Teatro Auditórium, un monstruo de más de 5 000 lunetas y se llegó a tener tal dominio que se hicieron producciones no sólo de cubanos, sino de Chris Cristofferson, Víctor Manuel y Ana Belén, Paco de Lucía y otros, al igual que la orquesta del Maestro Jorrín en el Teatro de la Ciudad, “Toda una Época” en la Sala Olín Yoliztli y varios espectáculos de importancia.
Pero volviendo a Silvio y Pablo y partiendo de su innegable calidad, ya los dos eran artistas de Polygram en México, por lo que estaban en las cadenas de distribución más importantes y otro detalle, con todo su poder económico y de convocatoria corrían con la conferencia de prensa de las presentaciones en vivo a petición nuestra; al traerlos por el INBA (Instituto Nacional de Bellas Artes) podíamos utilizar los “tiempos oficiales” que poseía este instituto del estado en todas las emisoras de TV, incluida la archi reaccionaria Televisa, que siempre nos estaba torpedeando, pero con el respaldo del INBA y sus tiempos oficiales tenían que promover – sin remedio- a nuestros artistas que podíamos ingresar por esa vía.
Otra cosa importante lo fue el público de filiación izquierdista que en una ciudad como el DF suman millones y nos arreglamos para que a ellos llegara la información en una época en que no había Internet a nuestra disposición. Ese público pro Cuba que veía en las canciones de nuestros trovadores el mensaje de un proyecto distinto que reflejaba sus anhelos, era un público seguro y fiel como ninguno.
Conseguimos un equipo de muchachos amigos de Cuba, que a cambio de un pago modesto nos llenaban de afiches y telas la ciudad ya cercana la fecha de presentación. Por ejemplo, en San Antonio y Revolución, o la salida de Periférico a Polanco y otras encrucijadas de calles de inmensa circulación, nuestro equipo –a las seis de la mañana-- colgaba telas anunciando a los artistas en cuestión. Esas telas duraban horas, porque ese tipo de propaganda estaba prohibido, y las retiraba la policía, pero en dos horas pasaban por esas calles más de 80 000 personas que se enteraban por otra vía más de la presencia de nuestros artistas más populares en el país en ese entonces.
Los empresarios que negociaban con nosotros en otras partes del inmenso país nos ayudaban y con los anuncios en televisión debido a los “tiempos oficiales” famosos, se dieron cosas extraordinarias como una excursión en tren desde Tijuana para ver a Pablo u otra en bicicleta desde Veracruz para ver a Silvio.
O sea, había una empresa, un equipo de producción trabajando en función de una o más imágenes artísticas, aunque con condiciones difíciles, debido a los salarios e incongruencias, como que no estaba permitido dar aguinaldos a fin de año, cuando en México era costumbre y no se podía realizar ninguna importante inversión porque había que enviar dinero a La Habana y cosas así que demostraron que no es posible con las reglas de un país ejercer en otro con costumbres distintas si no se es capaz de adaptarse al medio ambiente en que se desarrolla el trabajo.
Esa empresa, con cierta inteligencia y pocos recursos lograba convocar con eficacia, claro que no era lo mismo artistas que tenían una disquera poderosa detrás y entrada por el INBA o el Seguro Social, debido a su repertorio que a otras entidades como Van Van y Jorrín que mencionamos anteriormente que como trabajaban en lugares más para la recreación, eran traídas por empresarios particulares sin tanto poder y dominio del terreno como las instituciones oficiales con presupuestos tremendos.
Pero es innegable que el mundo ha cambiado, hay que asociarse e invertir capital con una empresa del país, porque es demasiado costoso mantener una empresa para la presencia esporádica de artistas que no son lo suficientemente conocidos para asegurar una remuneración para ellos y la empresa y además ingresar a Cuba, vivimos en un mundo en crisis económica y la realidad es que no tenemos artistas insertados en la poderosa maquinaria económica que mueve a las figuras trasnacionales. Por supuesto que tenemos calidad sobrada para igualar el favor del público en lo que respecta a talento e imagen, pero en lo que respecta a capacidad de inversión y acceso a los medios de difusión masiva, cadenas de distribución y espectáculos de grandes recursos, nos quedamos cortos. La era de los 80 no era tan exigente en recursos y había por dónde “colarse”.
En esa época existieron otras empresas, como Prelasa en el mismo México, Fuentetaja en España y RAC en el Sudeste, con sede en Cancún, algunas creadas con el fin de hacer llegar publicaciones especializadas a Cuba que fueron registradas con amplia razón social y posteriormente se ocuparon de una gama más amplia de manifestaciones de la cultura cubana, pero lo cierto es que hay que cumplir obligatoriamente ciertos cánones generales de acuerdo al país donde se esté. En primer lugar, la presentación de un producto artístico requiere de presencia en la radio, la TV el teatro, el cine y todos los medios conocidos y por conocer, incluyendo la venta de discos físicos y on line, si existe alguna duda, sólo hay que fijarse en los artistas más prominentes o más populares –que pueden ser dos cosas distintas– y ver si es cierto que están en todos los medios posibles de promoción y publicidad, o simplemente remitirse al proyecto más exitoso de la música cubana en los últimos años: Buena Vista Social Club, que reunía sobradamente todos esos requisitos de que hablamos y funcionaba insertado en una moda retro y una campaña de World Music de gran éxito internacional.
No creo que nuestro país esté en condiciones de invertir la cantidad necesaria para lograr esta presencia, eso tiene que hacerlo el artista con su equipo por sí mismo o a través de la empresa extranjera que domine el terreno y tenga interés en promover a ese artista aunque sea nuestro y viva aquí. Las empresas cubanas del mundo musical deben promover una política de convenios y representaciones, sobre todo en el mundo del disco donde no debe salir un proyecto de envergadura sin cumplir todos los requisitos. Por otra parte la posibilidad de coproducciones para lograr el lanzamiento de un disco como va, con documental, espectáculo y presencia en vivo tan fuerte como tiene que tenerla en Internet, puede ser un alivio al presupuesto y un esfuerzo para lograr el empuje necesario sin agotar el presupuesto de una disquera sola. ¿Acaso no se han ido uniendo los famosos tigres, como Polygram y Universal formando Unigram además de otros casos? Pues bien –conservando sus personalidades y buscando sinergia-- ¿No pueden co producir EGREM y BIS MUSIC para lograr con esta unión de presupuestos un espectáculo en vivo, documental, disco y una campaña de promoción y publicidad unidos todos para lanzar un producto espectacular al mercado?
Hoy en día es muy difícil invertir, tanto en un disco de un artista desconocido, como en un espectáculo con intención de caminarlo internacionalmente. Hasta ahora gracias al talento cubano, hemos tenido suerte de que nos vengan a comprar, pero los cambios en nuestro país exigen mayor dinámica de todos nosotros, los que tenemos que ver con el mundo de la música y el espectáculo y hay que crear –como siempre-- pero con la intención de salir a vender. No es imposible, se puede y ya hay evidencias de ello.
Hoy en día para comercializar un producto artístico, no puede separase ninguna de sus partes. El disco sólo sería el oído, pero los medios audiovisuales la vista; el gusto, el espectáculo en vivo; el olfato lo ejercería Internet y la televisión el tacto que te pone al alcance de la mano el resultado de la conjunción de tanto talento.
O sea, para lograr una imagen de marca y eficiencia, no sólo de nuestros artistas, sino también de nuestras entidades comerciales, hay que trabajar con la entrega total de nuestros cinco sentidos.

Fuente: Por Tony Pinelli en www.visionesalternativas.com.mx

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