sábado, 2 de octubre de 2010

Historia:



Quintana, un lord inglés

Es de suponer que nadie podría imaginar que un senador de la Nación aconsejara el bombardeo del país que representa por parte de una potencia extranjera. Sin embargo, en la Argentina contamos con un bochornoso ejemplo. Lo que hace aún más increíble ese episodio es que dicho actor paradójico llegó a ejercer la primera magistratura de la Nación.
El puerto de Rosario, en riesgo
El plan viene de lejos y nunca pudo resolver su problema estructural. El Puerto de la Música fue un proyecto que el gobernador de Santa Fe, Hermes Binner, impulsó a finales de 2008, a los pocos meses de sumir. Consistía en construir un auditorio de espectáculos para 2.500 personas y una explanada al aire libre para otras 25.000. Este proyecto amenaza la sustentabilidad portuaria de la ciudad de Rosario porque en el predio donde se levantaría, ubicado en la centro de la ciudad, en la esquina de las avenidas Belgrano y Pellegrini, está el muelle más importante de ese puerto.
La Provincia votará con la Nación
Gustavo Marangoni, vicepresidente del Banco Provincia y hombre de confianza del gobernador bonaerense Daniel Scioli, desmintió la posibilidad de que las elecciones para gobernador de la provincia de Buenos Aires se hagan desdobladas de las presidenciales. El rumor se había instalado a raíz de una nota publicada en el diario La Nación el viernes.
La sargento que ayudó al ladrón
La mujer policía que fue detenida por el robo cometido la semana pasada en el Banco Santander Río de General Pacheco quedó comprometida por filmaciones en las que se la ve en los días previos al asalto con el mismo delincuente que se llevó 600 mil pesos de esa sucursal. Se trata de la sargento Marilyn Moyano, que trabajaba como custodia del banco y que el jueves fue trasladada desde la Jefatura Distrital de Tigre, donde pasó la noche detenida, hacia la fiscalía de General Pacheco, en Entre Ríos 559, para su indagatoria.
Avanza la reforma de la Carta Orgánica
En los próximos días, ingresarán al Congreso dos proyectos que, con matices, buscan reformar la Carta Orgánica del Banco Central con la intención de que su función no sea sólo garantizar la estabilidad monetaria, sino también reorientar el crédito hacia la producción y la generación del empleo. Una de las iniciativas corresponde al diputado del Frente para la Victoria Héctor Recalde, quien el martes pasado la sometió a la aprobación de la Confederación General del Trabajo y la presentará esta semana en la Cámara.
La Bolsa de Comercio de Rosario: Museo de cera global
La Bolsa de Comercio de Rosario es la síntesis de un poder económico y político que tiene más relación con lo internacional que con lo local y que siempre intentó subordinar al Estado a sus intereses privilegiados. Es la usina de pensamiento que, además, justificó la transformación de la ex ciudad obrera, ferroviaria y portuaria en un archipiélago donde hay islas de la fantasía e islotes de desesperación.
1870: el año en que un buque inglés amenazó con cañonear Rosario para defender al Banco de Londres, con la asistencia de quien luego sería presidente.
Es de suponer que nadie podría imaginar que un senador de la Nación aconsejara el bombardeo del país que representa por parte de una potencia extranjera. Sin embargo, en la Argentina contamos con un bochornoso ejemplo. Lo que hace aún más increíble ese episodio es que dicho actor paradójico llegó a ejercer la primera magistratura de la Nación. Obviamente, los que favorecieron su ingreso en la Casa Rosada formaban parte de ese grupo reducido de “interesados” en priorizar sus negocios por sobre los del pueblo; aquellos que tenían la potestad de votar y elegir, sin dudas, optaron por alguien que no frustraría los intereses de su caterva, sin ofender tampoco al matrimonio económico que los unía al extranjero.
Corría la década de 1870, Argentina estaba en las vísperas de definir su política económica hacia el mundo. El esqueleto del país productor de materias primas comenzaba a ser montado por los ingenieros de la Generación del ’80, respaldado por una clase terrateniente sedienta de ver sus tierras vírgenes ser bautizadas por el capital extranjero, fundamentalmente anglosajón. Las primeras oleadas de inmigrantes asomaban al puerto de Buenos Aires. Todavía los indios de la Patagonia no habían recibido la fulminante visita del general Roca. Las únicas tierras explotadas estaban en las provincias de Buenos Aires y de Santa Fe. Consecuentemente, los puertos de Buenos Aires y Rosario eran las terminales exclusivas para que dichos productos llegaran al Viejo Continente. Como venía ocurriendo desde los albores de nuestra independencia, la aduana era la principal fuente de ingresos de las rentas públicas, favorecida por la necesidad de importar materias primas que tenían los ingleses en aquel entonces. Ambos puertos irían tomando una jerarquía cada vez mayor. Todo venía viento en popa, el motor del sistema agroexportador comenzaba a funcionar sin grietas.
Sin embargo, pronto el modelo dio su primera muestra de dependencia indeclinable hacia el capital extranjero, sufriendo las consecuencias de la crisis económica europea de aquellos años. Esto trajo una disminución de empréstitos británicos que conllevaron la mengua del crédito bancario. El ritmo de expansión alto que se venía dando desde 1870 cayó fuertemente, injuriando las rentas públicas y al sector agropecuario.
En 1874 se instaló en Rosario el Banco Nacional, con casa Central en Buenos Aires; y se fundó el Banco Provincial de Santa Fe. Ambos fueron notoriamente afectados por la crisis económica, provocando una enérgica merma en sus reservas de metálico.
El Banco de Londres y Río de la Plata venía funcionando en Rosario desde el año 1865. La crisis no golpeó de forma igualitaria a los tres bancos, la confianza que tenía en el público el banco extranjero provocó que atravesaran en forma diversa la difícil situación. Además, la entidad bancaria inglesa comenzó a realizar maniobras especulativas para afectar a los bancos nativos y así quedarse con el “monopolio” de la emisión de moneda.
El Gobierno de la Provincia de Santa Fe advierte la actitud provechosa de un Banco extranjero perjudicando al nacional, decretando en junio de 1875 una ley en la cual suspende al Banco de Londres el derecho de emitir billetes e impone una tasa sobre las operaciones bancarias que se realicen en la provincia. Dicha resolución no afectaba a los bancos nacionales (Banco de la Provincia de Santa Fe y el Banco Nacional). Sólo estaba dirigida al banco foráneo. La medida del gobernador privilegiaba marcadamente los intereses argentinos por sobre los británicos. Redoblando la apuesta, el gobierno de la Provincia ordena por decreto que el Banco de Londres liquidara su sucursal en Rosario y así dejara de damnificar a los bancos argentinos. La medida proteccionista evidentemente no agradaba a los gustosos receptores del capital sajón. Por ende, el gerente de la sucursal Rosario del banco inglés, para contrarrestar al Decreto Provincial, retiró los fondos remitiéndolos a la sucursal del banco en Buenos Aires. Ante la medida evasiva del funcionario privado, el juez en lo criminal de la Provincia ordenó incautar los fondos del banco y encarcelar a su gerente.
La resolución drástica del problema por parte de la provincia motivó que el gerente solicitara al embajador británico en Buenos Aires, Mr. John, el pedido del envío de un buque de guerra a la zona para favorecer los intereses de la entidad extranjera. La cañonera Bacon zarpó de Montevideo dirigiéndose a la ciudad portuaria para resolver la puja de interesas al estilo “inglés”, la famosa diplomacia acorazada británica; la nota escrita acompañada por los cañones.
Mientras, el Foreign Office realiza gestiones presionando a las autoridades argentinas para la resolución del diferendo, sin obviar que en la rada del puerto rosarino se encontraba una cañonera inglesa. Aquí aparece la figura del futuro presidente Manuel Quintana, quien desempeñaba una peculiar doble función en ese momento: representante del banco inglés y senador nacional. A la semana pidió audiencia con el canciller argentino, Bernardo de Irigoyen, para solucionar el conflicto.
Estanislao Zeballos, testigo presencial del incidente, nos relata lo que ocurrió luego: “ Apenas el abogado Manuel Quintana anunció en forma intimidatoria la presencia de una cañonera inglesa en el puerto de Rosario, el canciller, con digna reacción, se puso de pie y se negó a continuar hasta que Quintana se retirase del despacho, no aceptando que un argentino fuese portavoz de una intimidatoria extranjera ”.
Sin embargo, a las autoridades nacionales les preocupaba lo que este incidente podía provocar en la relación bilateral con el Reino Unido.
Finalmente, días después se descomprimió la tensión llegando a un acuerdo. La Provincia de Buenos Aires le prestó al Gobierno Nacional 110.000 libras, y éste le dio al Banco de Santa Fe 25.000 libras. El gobierno de Santa Fe devolvió el dinero al Banco de Londres, y el gerente quedó libre suspendiéndose el decreto de liquidación.
Luego de este bochornoso acto, Quintana estuvo dos años fuera del país. Pero el grupo que respaldó sus acciones no se olvidó de él. En 1904 fue elegido por una minoría que poseía fuertes lazos con Gran Bretaña como presidente de la República Argentina, electo mandatario del país que recomendó bombardear. Una ironía difícil de comprender, pero indispensable cualidad para muchos en aquel tiempo.



Fuente: Arenas, Miguel en http://sur.elargentino.com

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