viernes, 28 de octubre de 2011

Una presidenta patriota y popular

El 23 de octubre se consolidó una relación entre la presidenta y el Pueblo en la mejor tradición de las fuerzas nacionales y populares. Originada en el peronismo, sin duda; agigantada en el kirchnerismo, sin duda.

Es muy probable que buena parte del aluvión de votos a Cristina provengan de la fuerte identificación con ella. Por lo que es. Cuando aclara “ante todo como mujer” está diciendo mucho más que una cuestión de género. Es, llevado al otro género, como escribía el gran Osvaldo Ardizzone en “El hombre común” , esas míticas columnas en la revista Goles. Es la actitud en la vida de alguien que puede estar en lo más alto de la cima para tomar decisiones sin perder la perspectiva de que para ser la mejor presidenta tiene que ser, además, una mujer común. Una adhesión por ser la esposa del político que cambió el país y que compartió con ella todo. Por supuesto, en ese todo, están los hijos. Y Cristina no dejó de estar con sus hijos en los momentos más importantes. Es probable que la comunicación le haya jugado una mala pasada a los grandes manipuladores, porque la presidenta resultó no sólo la gran comunicadora de la política argentina cuando toma la palabra, sino también a la hora de formular estrategias de comunicación. Vale la pena subrayar que después del 14 de agosto hubo campaña. Y que la diferencia que sumó el Frente para la Victoria entre las PASO y las presidenciales se debe a que tuvo una brillante campaña. Con todos los componentes de la publicidad política, con la participación de comunicadores expertos. Pero esta campaña la dirigió la presidenta. Quizá lo más distintivo fue la inclusión de personas reales. Hombres y mujeres comunes. Su voz es la que empieza a resonar en los nuevos canales de comunicación que se abren a medida que se enraiza la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Pero, sobre todo, es el hecho cultural: los votantes populares se identifican con una presidenta que se identifica con los hombres y mujeres comunes. Saben que esa presidenta se va a ocupar de todos. El otro factor es que la decisión de promover jóvenes y más jóvenes, tan resistida por el establishment periodístico, fue algo que la presidenta empezó a promover en los días más duros de su vida, cuando velaba a pie cerrado a Néstor y veía desfilar a los jóvenes que le transmitieron que estaban con ella y con Néstor.
El 23 de octubre se consolidó una relación entre la presidenta y el Pueblo en la mejor tradición de las fuerzas nacionales y populares. Originada en el peronismo, sin duda, agigantada en el kirchnerismo, sin duda; Con elementos nuevos, propios del fervor popular que le otorga a Cristina Fernández de Kirchner el aval y la participación en un escenario inédito. A una abrumadora mayoría propia en las instituciones de la democracia le agrega la ausencia de fuerzas políticas opositoras capaces, al menos por los próximos cuatro años, de crear un clima destituyente. Además, las fuerzas políticas dispersas de la oposición deberán leer definitivamente que su sujeción al monopolio informativo no les sirvió para nada. La asociación equivocada de que comunicación política equivalía a emisiones televisivas o fotos y títulos de tapa en diarios del monopolio la pagaron muy cara. Tardarán mucho tiempo algunos políticos como Ricardo Alfonsín, ya que no se puede ir a una entrevista de la mano de Magdalena Ruiz Guiñazú para quedar como un asistente de esa señora en su enojo despótico con Víctor Hugo Morales. Tendrán que entender aquellos periodistas que llevan cuatro décadas vociferando sentencias que la radio o la redacción no son, en la Argentina de hoy, los púlpitos donde los fieles escuchan los mandamientos.¿QUÉ TRAE DE NUEVO ESTA ELECCIÓN? Ante todo, el Cristinazo es un resultado. Si hay algo difícil es ir por un nuevo mandato. Más difícil aun si el mandato en curso tiene como precedente el de quien fuera iniciador de esta nueva etapa de la Argentina y al que la presidenta señaló a cada paso la coherencia entre las medidas tomadas por Néstor y las de su propio gobierno. Para certificar continuidad basta ver que muchos de los puestos claves de la gestión de ambos mandatos recayeron en las mismas personas. Alicia Kirchner en Desarrollo Social, Julio De Vido al frente de Planificación Federal, Carlos Tomada en Trabajo, Carlos Zannini en Legal y Técnica, Héctor Icazuriaga en Inteligencia, por poner algunos pocos ejemplos. Como un resultado sin precedentes también debe mencionarse el hecho de haber afrontado el embate de la corporación mediática. Una corporación que terminó acorralada en su propia impotencia. Baste como ejemplo que La Nación tituló el lunes 24 de modo insólito: “A la Presidenta, todo el poder – Redujo a la oposición a un papel testimonial”. Una perversión nada sutil que desconoce las normas mínimas de las democracias representativas y el papel del pueblo. El diario de los Mitre evitó la palabra voto. Curiosamente, el 25 de marzo de 1976, La Nación titulaba: “El teniente general Videla jura hoy como Presidente”. Es decir, entre los distintos segmentos de votantes, entre los distintos niveles de identificación con Cristina, ninguno puede ser consecuencia de la acción de los medios de comunicación del establishment. Por el contrario, ante el fracaso de construir el Grupo A, sólo pudieron atacar arteramente a figuras prestigiosas de la lucha contra la impunidad con la esperanza de asustar con cucos a alguna porción de ciudadanos. No lo lograron y, de cara a los próximos meses y años, deberán replantearse el llamado contrato de lectura entre editores y lectores, radioescuchas o televidentes. Si creían que los que estaban del otro lado de sus medios eran bobos pueden ahora ver el bumerán que se les volvió en contra.
Las históricas decisiones de políticas universales de inclusión –que tienen como nave insignia la Asignación Universal por Hijo ampliada luego a las mujeres embarazadas– constituyen una ideología de la gestión al servicio del pueblo. Eso es lo nuevo. Néstor Kirchner tuvo dos conceptos muy importantes. Sin formulación compleja decía que era preciso salir del infierno y que también había que recuperar la autoestima. Coherente con esas dos premisas rompió la lógica de la colonización con el FMI y se negó al ALCA. Sin esas decisiones titánicas que muestran valentía y convicción, Cristina no hubiera podido avanzar en políticas inclusivas cuyos resultados profundos podrán evaluarse con el tiempo pero que cambiaron la vida diaria de millones de personas.
Entonces, en este 23 de octubre, Cristina mostró que es patriota y latinoamericana, porque fue coherente con la premisa de que las decisiones políticas de gobierno se toman en Argentina y de cara a la Patria Grande. Y fue popular y ciudadana porque remarcó en esta campaña que los reclamos sectoriales no debían afectar los intereses generales. Desde ya, queda claro que, tal como dijo enfáticamente en el cierre de campaña, “no es neutral”, y que las políticas sociales son imprescindibles, porque todavía hay muchas deudas con los postergados y excluidos.
Los representantes de los trabajadores, tanto de la CGT como de la CTA –del sector de Hugo Yasky– no pueden sentirse desoídos aunque es cierto que algunos dirigentes –especialmente los conducidos por Hugo Moyano– reclamaron más presencia en las listas. La contundencia de los votos parece haber dirimido cualquier duda sobre si había razones de peso para que la presidenta configurara las listas de candidatos a diputados o senadores de acuerdo a las propuestas de la CGT o de alguna otra organización que adhiere al Frente para la Victoria. No caben dudas de que ninguna porción de electores quedó sin sentirse representada. Sobre todo porque el liderazgo es de la presidenta y eso significa algo muy distinto a lo que afirma La Nación en el sentido de que tiene todo el poder. En todo caso, tiene el gran poder de escuchar y de interpretar las voces populares. Y para elevar esas voces se empeña en combinar popular con ciudadano. En esta Argentina, los reclamos legítimos de los asalariados y desposeídos cuentan con instrumentos institucionales. Entre ellos, claro está, las organizaciones sindicales y sociales resultan un componente imprescindible. Para la historia del peronismo y de las fuerzas populares que hoy lo acompañan no es un dato menor hacer coincidir lo popular con lo ciudadano. La desconfianza de vastas capas de las clases medias y de empresarios hacia el kirchnerismo no era un invento de algunos intelectuales o analistas periodísticos. Era, además, recíproco. Porque entre las capas medias y los empresarios cundía con más facilidad el discurso de los sectores privilegiados de la sociedad. Las prácticas de transparencia con las políticas públicas son una respuesta demasiado clara a los relatos de ficción como la serie El puntero ideada por los allegados a Héctor Magnetto. Esas prácticas en la gestión pública son imprescindibles. No sólo por la adhesión que puedan despertar en porciones de electores. Hacen a la esencia misma de transitar el camino de la Argentina Grande.

Fuente: Anguita, Eduardo. Publicado en Miradas al Sur de la edición del 23 de octubre del 2011.

No hay comentarios:

Publicar un comentario