viernes, 16 de julio de 2010

Historia: La extraña “derecha para todos”

Estudió en el Colegio de Concepción del Uruguay, fundado por Urquiza, donde conoció y se hizo amigo de Julio A. Roca, Olegario Andrade, Victorino de la Plaza y otros; este grupo conformó más tarde una parte especial de la generación intelectual y literaria del 80 y de la oligarquía que dirigió la vida política y cultural de la Argentina hasta el fin del siglo.

Eduardo Wilde ocupó su lugar en la vida pública como legislador en la provincia de Buenos Aires y luego como diputado por esta provincia al Congreso Nacional; como liberal oligarca en política, apoyó a Avellaneda y a Roca; fue ministro de Justicia y Educación del Presidente Roca en la década de 1880.

Fiel a su manifiesta creencia de que la mejor manera de mejorar las fuerzas morales, intelectuales y materiales de una nación era fortaleciendo el sistema educativo, reformó sus bases legales, aumentó el número de escuelas primarias, estableció el Colegio Nacional en La Plata y en otras provincias que lo necesitaban y reestructuró las escuelas normales; apoyó con vigor la educación laica y el matrimonio civil; continuó su servicio público como ministro del Interior del presidente Juárez Celman; mejoró los servicios de salud pública e inició la construcción del puerto Madero en Buenos Aires.

Por entonces, comenzó sus actividad política, como delegado al Consejo Superior Universitario en 1876 y 1877, y miembro de la Comisión encargada de proyectar un estatuto universitario.

Fue electo diputado a la legislatura de Buenos Aires, en 1874, desempeñándose hasta 1876, y reelegido hasta 1880. Afiliado al Partido Autonomista, llegó a ser vicepresidente de la Cámara. Ocupó en 1882, bajo la primera presidencia del general Roca, el Ministerio de Justicia e Instrucción Pública, desde donde propició la sanción de algunas leyes fundamentales, como la Nº 1420, de educación común, gratuita, obligatoria y laica; la Nº 1565 de Registro Civil; la Nº 2393, de Matrimonio Civil; leyes de un carácter liberal que desataron enconados comentarios contra Wilde y que originaron memorables polémicas en el Congreso y en la prensa. Intervino en esos debates donde tuvo como adversarios a hombres de la talla de Pedro Goyena, Manuel Pizarro y Aristóbulo del Valle. Demostró en la Cámara sus altas dotes oratorias y vastísimos conocimientos.

En la presidencia del doctor Miguel Juárez Celman desempeñó la cartera del Ministerio del Interior, en 1886, siendo sus preocupaciones dominantes la higiene pública y la cultura del país.

La conmoción política de 1890, lo decidió a embarcarse, en exilio voluntario, con destino a Europa. Por espacio de ocho años recorrió numerosos países de Europa, Egipto, China, Japón y Estados Unidos. El fruto esta experiencia fue reunido en sus obras Viajes y observaciones y Por mares y por tierras, más de mil seiscientas páginas de valiosa información, donde recogió las costumbres de aquellos países.

Ocupó otras importantes funciones públicas: fue vocal de la Comisión Nacional de Escuelas; de la Comisión de Aguas Corrientes, Cloacas y Adoquinados; de la Comisión del Parque Tres de Febrero, y de la encargada de levantar planos y presupuestos para el Hospital Militar. En 1898, se hizo cargo por segunda vez de la presidencia del Departamento Nacional de Higiene, que ya había desempeñado en 1880.

Pero no descuidó en esos años la producción científica, sino que publicó dos libros de carácter didáctico y científico: las Lecciones de Higiene y Lecciones en medicina legal y toxicología, de vasta resonancia en la incipiente ciencia argentina. A éstas, les siguió Prometeo y Cía., con recuerdos de su experiencia profesional.

Su labor como escritor nació de la mano del periodismo, desde su juventud. Fue redactor de El Bachiller, periódico estudiantil, y perteneció como cronista a La Nación Argentina. Colaboró en Tribuna, El Pueblo, El Nacional y dirigió La República durante cuatro años. En sus páginas literarias, se vislumbra el estilo de un fino humorista. "Wilde hizo de la ironía un instrumento intelectual de precisión, y del ridículo un arma formidable", se expresó de él.

Vuelto al poder su partido con la segunda presidencia de Roca, se incorporó al servicio diplomático como enviado extraordinario y ministro plenipotenciario para representar a nuestro país, sucesivamente ante los gobiernos de Estados Unidos y México, y después ante los de Bélgica, Holanda y España. En 1901, fue delegado argentino en el Congreso Internacional sanitario de La Habana, y en 1902, en el Congreso Internacional para mejorar la suerte de los ciegos. También participó del Congreso Internacional de Bruselas para el estudio de las regiones polares; y a la Conferencia Telegráfica Internacional de Lisboa.

Falleció en Bruselas, el 4 de septiembre de 1913, a los 69 años de edad, mientras ejercía su labor diplomática. El Poder Ejecutivo Nacional decretó honores póstumos, correspondientes a su alto cargo diplomático, y a los demás servicios prestados al país. Su deceso fue un acontecimiento de trascendencia internacional.

Por: Croce, Jorge

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