sábado, 18 de diciembre de 2010

Análisis político de la semana


La represión en Soldati.

Macri, el Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, con sus actos nos demostró una vez más que políticamente apuesta al modelo de exclusión social con represión policial. En ese contexto, en relación a la cuestión de la toma de los terrenos en Villa Soldati y la posterior represión en el parque indoamericano nos mostró además como trabajan los punteros políticos del PRO, ligados a los barrabravas de Cristian Ritondo y a Sutecba, que mezclados entre los vecinos del barrio impulsaron la toma de esas tierras. Entonces, no hay que ser amante de las teorías conspirativas para descubrir la existencia de una intencionalidad política detrás de la aparente espontaneidad de los sangrientos episodios de Villa Soldati, que causaron por lo menos dos muertes y decenas de heridos. Una vez más, la derecha política usa la vida de trabajadores, de los otros, a los que desprecia, para sus propios fines políticos mientras que el gobierno popular, bajo el comando de Cristina Fernández presidía en la casa de gobierno el acto central en conmemoración del día sobre los derechos humanos, homenajeando a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y asegurando que la defensa de ningún patrimonio justifica la pérdida de una sola vida. Estos dichos son centrales porque colocan como valor político supremo, más allá del mismo derecho a la propiedad privada, la propia vida de los trabajadores lo que constituye, en fin, una cuestión central en relación a la conquista de un régimen político y de un Estado mucho más inclusivo, justo y democrático. Al mismo tiempo, la presidente anunciaba la creación del Ministerio de Seguridad con Nilda Garré al frente de éste. Sin embargo, en ese mismo momento las fuerzas de choque de los sectores y de los grupos más reaccionarios de la derecha, históricamente trasnochada y fracasada, mezcladas entre los habitantes de los monoblocks de Soldati, lanzaron un feroz ataque contra los trabajadores que acampaban en las tierras del Parque Indoamericano con la ilusión de dar el primer paso para la casa propia. Algunos vecinos intentaron detenerlos mientras que otros, mucho más exaltados, se sumaron a la violencia mientras los medios de comunicación buscaron sostener la idea de una guerra entre pobres. Lo central es que semejante sincronización no puede ser fruto del azar o de la casualidad porque basta con un análisis de poca profundidad para descubrir que detrás de estos hechos, al igual que en el caso de Ferreyra, existe una siniestra trama política que motorizó los hechos y que apunta definitivamente, cuando faltan días para el inicio del 2011 que es un año electoral, a poner en tela de juicio, en crisis, el modelo de no represión de la protesta social que es una de las políticas más consecuentes y eficientes del gobierno popular y nacional presidido por Cristina Fernández y que así busca perjudicar la imagen positiva del liderazgo para intentar de esta manera, una forma espuria, desgastar el modelo de crecimiento inaugurado a partir del 2003. En ese sentido, el señor Macri apela a lo peor de su electorado de derecha a través de la xenofobia, de la discriminación social y étnica y hasta la criminalización de la pobreza. No es nuevo porque ese tipo de políticas son funcionales a sus intereses. Lo grave es culpar a los inmigrantes de problemas que son históricos precisamente cuando son esos mismos sectores de inmigrantes los que no votan ni cuentan con otros métodos para influir en la política nacional como sí lo tienen los ciudadanos argentinos. De lo que hablo es de hacerse cargo, individual y colectivamente, de los dirigentes políticos que estamos dispuestos a apoyar para que nos gobiernen. Al mismo tiempo y como era de esperarse, el balbuceante y discriminatorio discurso de Macri fue repetido hasta el cansancio por la mayoría de los medios de comunicación en especial los que responden a los intereses del monopolio de Clarín. Así, el jefe del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires no sólo expuso de manera definitiva su idea de ciudad y de país, de un régimen político donde no tienen cabida ni los pobres ni los extranjeros, ni ningún tipo de política que beneficie a los sectores y la cultura popular, sino que además dejó al descubierto su proyecto político sustentado en las ideas de la represión, la exclusión social y la criminalización de la pobreza y de la protesta social. Jugó sus cartas apelando a una postura política, fuertemente reaccionaria y conservadora, históricamente superada por la lógica de las medidas populares, soberanas y nacionales pero que sigue seduciendo a parte importante de la mediocre clase media, los del medio pelo, que siguen creyendo que la recuperación de la crisis, el crecimiento de la economía y del empleo, el consumo y la alegría, nada tienen que ver con el gobierno y sus políticas aplicadas desde el 2003, es decir, creen que esa recuperación se dio algo así como por generación espontánea alineándose, de esa manera definitiva, detrás del discurso de los medios de comunicación concentrados en la defensa del neoliberalismo como opción más válida para seguir gozando de privilegios y prebendas que atentan contra el régimen democrático. En ese contexto, y en su caso potenciado por la ignorancia y la estupidez más increíble, el señor Macri repitió con confusa dicción la vieja fórmula de la doctrina de la seguridad nacional que fue el sustento ideológico de las dictaduras que asolaron nuestra tierras latinoamericanas. Así se refirió, por ejemplo, a cierto enemigo externo, o sea, a los inmigrantes de países limítrofes como los bolivianos, paraguayos y peruanos quienes vendrían a ser, todos ellos, delincuentes y narcotraficantes que, a su vez, cuenta con aliados internos que serían los argentinos pobres de las villas, que además no son porteños sino migrantes de otras provincias argentinas, otra suerte de extranjeros de su Buenos Aires, que atacan la propiedad privada, la seguridad y el modo de vida civilizado de los vecinos, la gente como uno. A esos múltiples enemigos, internos y externos, el régimen político necesariamente tiene que reprimirlos haciendo uso del monopolio de la fuerza y expulsarlos bajo la lógica de este tipo de políticas.
Lo tragicómico de la situación política actual, de la realidad en que supuestamente vivimos todos, es que si un trabajador se pasa algunas horas escuchando y viendo las noticias de los grandes medios de comunicación que responden a los intereses del Grupo Clarín, podría llegar a imaginarse que nos encontramos en una especie de fuerte crisis, más o menos terminal, producida por la situación de invasiones bárbaras donde los millones de inmigrantes de los países limítrofes serían una especie de peligro latente para la convivencia democrática. Sin embargo, más allá de lo anecdótico de las diferencias que existen entre el país virtual que buscan imponer y el país real, es que esos mismos inmigrantes son en general requeridos por los patrones que tiene trabajo para ofrecer. Por ejemplo, la mayoría de las hortalizas que llegan al Mercado Central vienen de las huertas de los hermanos bolivianos mientras los paraguayos tienen trabajo en la construcción. Es increíble realmente que a estas alturas tengamos que seguir escribiendo sobre estos temas por la irresponsabilidad política y la liviandad ideológica de los sectores más reaccionarios de la vida nacional que buscan hacer responsables a otros de las decisiones y de las políticas públicas aplicadas, en este caso concreto, por el Jefe de la Ciudad de Buenos Aires. No es novedad, por eso es necesario tener bastante cuidado con el tema de la xenofobia y lo digo pensando en lo que actualmente pasa en Europa donde el gobierno de la derecha francesa está expulsando a gitanos de ascendencia rumana mientras en España los culpables de la crisis, de la fallida transición política en la que creyeron por muchos años donde ni siquiera tuvieron la valentía política y moral de juzgar a sus genocidas, son los hermanos ecuatorianos o los africanos que tienen vedado el ingreso al más antiguo continente. Por eso es grave el discurso que construyen los medios masivos de comunicación, auspiciados por payasos como el señor Macri, que ven narcotraficantes donde en realidad hay dirigentes sociales y necesidades básicas y urgentes insatisfechas como el propio derecho a una casa y habitación digna. Ahí están en la lucha el Frente Darío Santillán, la Corriente Clasista y Combativa, el Aníbal Verón, el Teresa Rodríguez, todos actores y grupos sociales de base que sobrevivieron durante años a pesar de muchas cosas. Se podrá estar de acuerdo o no con esos movimientos sociales, sin embargo, cuando uno pregunta a los vecinos de esos barrios marginales si la gente participa cuando hay elecciones te confirman esa participación que es la base de legitimidad de la gestión barrial de esos actores que representan parte de los intereses populares. Entonces, cuando el presidente del barrio toma alguna medida, antes de decidirla llama a asamblea. Esta es la organización y la gestión popular donde participan trabajadores de las más diversas agrupaciones para solucionar sus problemas y necesidades cotidianas. Algunas pueden estar más cercanas a grupos de la izquierda más combativa, de la izquierda que reivindica la cultura y un proyecto definido en términos nacionales que prefieren como interlocutores válidos a los sectores de gobierno y otros pueden ser mucho más independientes, sin caer en la estrategia que solo favorece los intereses de la oposición políticos, y así son parte de los distintos matices que también existen en un sindicato y en toda la actividad donde se expresa la lucha política por la primacía de los intereses de unos contra los intereses de los otros. Tampoco tendríamos que ser tan ingenuos para definir la actividad política, la propia democracia, como un régimen de consenso o de diálogo cuando la realidad nos dice, una y otra vez a través de la historia, que la democracia precisamente es lucha de intereses y allí radica su mayor dinamismo.
Lo que digo es que todo esto, la toma de terrenos en Villa Soldati y la respuesta represiva del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, es acción política, son la práctica de las convicciones ideológicas de los que gestionan el gobierno de la ciudad y por otro lado es la respuesta de los sectores marginales frente a esas mismas políticas, es decir, no estamos frente a una guerra o enfrentamiento de pobres contra pobres. Simplemente son diferentes políticas que responde a la lucha de intereses en el régimen democrático. Más bien, la guerra es de los policías que vinieron con armas y se cobraron por lo menos dos víctimas en el mismo día en que se celebraba la declaración universal de los derechos humanos. Y ya que hablo de los derechos humanos de los que menos tienen, ¿qué mejor que pensar en que los derechos humanos tienen como un derecho básico la vivienda digna?
La derecha política no puede hablar en esos términos, de los derechos humanos, porque históricamente fue la que los violó sistemáticamente por lo que la democracia se construye a expensas de los intereses de los respectivos actores sociales y políticos que los representan. Por eso, con estas acciones represivas, la intención de Macri es, como vimos, apuntar al corazón de la política no represiva del gobierno popular, que es bombardeado con fuerza en los últimos tiempos a pesar de que el crecimiento, y con ello la propia gobernabilidad, son una realidad que nos remite al país real contra la virtualidad de los grupos opositores. Ahora colocan el eje en la inseguridad auspiciada por la mano dura y nada tienen que decir sobre las corporaciones delictivas de origen policial y político que controlan el negocio de la droga, de los desarmaderos de autos, secuestros extorsivos, etc. La inseguridad será uno de los temas claves de las campañas electorales que se avecinan por eso hay que estar atento a estas estrategias políticas, a denunciar a las grandes corporaciones mafiosas del delito y actuar en consecuencia. Por ejemplo, la muerte de Mariano Ferreyra a manos de una patota de barrabravas y matones de la Unión Ferroviaria y la criminal represión de los aborígenes en Formosa forman parte de esta escalada contra una de las políticas más valiosas del oficialismo que tienen que ver con el derecho de todos a no ser reprimidos cuando se movilizan por sus derechos y reivindicaciones. El comportamiento de la Policía Federal durante la represión del martes en Villa Soldati es un desafío para los sectores democráticos porque volvió a evidenciar que en la fuerza persisten nichos de raigambre autoritaria que no vacilan en reprimir brutalmente y apretar el gatillo a la primera oportunidad que se les presenta. Sobre todo contra los sectores más indefensos y desposeídos. Entonces, si tenemos en cuenta el rol de las diversas policías en relación a las grandes corporaciones y estructuras del delito, que usan a los pibes chorros como mano de obra barata y prescindible, es prioritario plantear la reforma estructural que garantice el gobierno civil de las fuerzas de seguridad y purgue, de una vez y por siempre, a los elementos más reaccionarios de esas fuerzas algunos de los cuales incluso vienen de la época de la dictadura y se reciclaron en democracia. Es decir, todo tiene que ver con todo por lo que sólo un liderazgo político eficiente sobre el sistema policial, sobre la implementación de las políticas sociales, etc., permitirá lograr un cambio en las formas tradicionales de funcionamiento y organización de la policía para, entre otras cosas, poder mejorar incluso la seguridad en un ámbito de respeto y garantía de los derechos constitucionales de todos. Así, la creación del Ministerio de Seguridad, anunciada el viernes por la presidente, parece a primera vista un avance cualitativo a la solución de este concreto problema.
Retomar la iniciativa política mediante la creación del Ministerio de Seguridad, más el grado de serenidad y apertura política mostrado por la presidente respecto a esta crisis generada por la desidia del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en su discurso por el día de los derechos humanos, marcaron un doble contraste en relación con el ominoso grado de ineficiencia de Macri. El hecho de que una funcionaria tan emblemática como la de Nilda Garré sea elegida para ocupar el puesto en el nuevo ministerio potencia esa percepción y también la idea de que la presidente está más que decidida a comandar y reordenar democráticamente la estructura de la policía federal, en lugar de delegar poder en esa fuerza que todavía es altamente represiva e incluso delictiva. Lo importante es que con este tipo de iniciativas políticas, el gobierno nacional reconoce que durante muchos años no hubo un trabajo de reconstrucción democrática de la lógica de las estructuras de la policía federal. Además, este nuevo tipo de control y de conducción política y democrática planteada por la presidente a través de la formación de este ministerio es exactamente lo contrario a la vieja tradición política, venida desde la recuperación de la democracia, de simplemente delegar y ceder poder a las diversas policías, negociando prácticas o cajas oscuras para evitar conflictos que en definitiva solo terminan profundizando los problemas y las crisis de legitimidad y eficiencia en la prevención y represión del delito.
Entonces, a modo de conclusión, hay que insistir en que la masacre de Soldati es un ataque al corazón del proyecto nacional y popular que conduce Cristina porque es el orden reclamado por Duhalde, por Macri y la derecha más reaccionaria. Es el laboratorio montado por ellos, es una forma de cerco brutal y despiadado contra el gobierno de la inclusión social. Duro entonces contra los bolivianos y los peruanos, contra todos los inmigrantes, todos esos negros de mierda que vinieron a comer de nuestra mesa y que por eso no tienen derecho alguno. Duro con ellos, también contra los argentinos que acompañan las políticas del gobierno nacional, que solidarizan con Cristina en los momentos más difíciles y dolorosos, duro contra los que creen en la Patria Grande, en esa Latinoamérica profunda que combate la pobreza, la indigencia, la exclusión y los valores exclusivos. Duro contra todos los que no sean parte de las minorías privilegiadas porque para la derecha, es necesaria la aclaración, todo pobre es un extranjero y todo extranjero es un delincuente para el que no caben la garantía de los derechos humanos. Es la lógica de los amigos y enemigos que otra vez se nos presenta como fundamento de la política de seguridad nacional bajo consignas tan falsas como las de la “inmigración descontrolada” que forma parte de un discurso que aturde la cabeza de los más pobres que habitan un departamento de uno o de dos ambientes contra los hermanos que están del otro lado, a la intemperie, a la buena de Dios y de dirigentes políticos inescrupulosos. Es una maniobra que no hay que subestimar ni dejar que se expanda sin graves riesgos para la convivencia democrática. Lo digo porque en definitiva tanto la xenofobia como el racismo no son los rasgos degradantes de un simple dirigente sino que, muy por el contrario, involucra a importantes sectores del régimen que se dicen democráticos y educados cuando desprecian cualquier manifestación de la cultura popular. Es decir, no hay dirigentes xenófobos aislados como Macri sino que detrás de éste, y de muchos otros, existen toda una estructura que les da voz, voto y poder de gestión. Lo más grave de todo es que la historia del hombre en general nos enseña que de una crisis tan profunda como la que atraviesa actualmente la globalidad en términos neoliberales, se sale o por el lado de los grupos de los intereses populares, por el lado de los intereses del pueblo o por el lado de la derecha, de los poderosos.
En Argentina en particular y en Latinoamérica en general ni por un momento hay que dudar sobre el diagnóstico de la situación actual que nos dice, de manera clara, que la disputa es política, es cultural y es ideológica. Como bien lo dijo en algún momento la presidente Cristina, con motivo de los hechos de Villa Soldati, no son casualidades sino causalidades. En otras palabras, o se impone la más recalcitrante derecha con Macri y su patota a la cabeza, con Duhalde y el Grupo Clarín o se reafirma el régimen nacional y popular en curso que defiende la vida y los derechos de los trabajadores. Esta vez no puede haber marcha atrás porque sabemos que los costos del retroceso son inmensos, pueden cercenar nuestro futuro, el de todos, por décadas. En democracia está permitido discutir todo pero existe un límite que es infranqueable y ese límite es la vida de las personas, el derecho a la vida y éste es contrario e incompatible con cualquier violación de los derechos humanos, con cualquier forma de xenofobia, de exclusión y de racismo, con cualquier variante de las dictaduras de seguridad nacional y sus enemigos internos. Por eso, la democracia es lucha, es un continuo batallar, es un arte de lo posible y de poder, de gestión democrática y popular que se vuelve implacable contra el discurso de la derecha. Es necesario advertir que a estas alturas nadie puede equivocarse, ni el genocida juzgado en los tribunales ni los gobernantes de la derecha con sus políticas excluyentes, con su xenofobia y su racismo: esta democracia llegó para quedarse, para profundizar en los cambios estructurales que busca dignificar la vida de todos en paz. El 2011 será testigo de ello.


Alfredo Repetto Saieg.

http://masalladelacrisisylautopianeoliberal.mex.tl/

Buenos Aires, Argentina, 18 de Diciembre del 2010.


Referencias bibliográficas:

Blaustein, Eduardo: “Hacia el control democrático de la seguridad” en Diario Miradas al Sur de la edición del 12 de diciembre del 2010.
Cecchini, Daniel: “La trama política detrás de la tragedia de Villa Soldati” en Diario Miradas al Sur de la edición del 12 de diciembre del 2010.
Anguita, Eduardo: “Vivir al margen” en Diario Miradas al Sur de la edición del 12 de diciembre del 2010.
Giles, Jorge: “La construcción del enemigo” en Diario Miradas al Sur de la edición del 12 de diciembre del 2010.

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